Coloquio con María Blanco: ¿Debería el arte ser CENSURADO?

Hoy traigo un coloquio con María Blanco, de quien sobran las presentaciones pero cuya pasión por la estética quiero resaltar. Belleza, arte y moral, una cuestión que salió a flote a raíz de un comentario que hizo María sobre la obra de Camille Paglia. Espero que lo disfrutéis, y no dudéis en comentar las observaciones que consideréis adecuadadas.

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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5 comentarios

  1. y quien decide lo que es arte, y lo que es una copresa usada
    si pongo una compresa usada en un cuadro ¿es arte?

  2. ¿Qué es arte? ¡Uff! Creo que ante él sólo puede haber posturas personales, porque si no, estaría acotado y no sería arte, pero supongo que debe existir un denominador común. Ahí va la mía. El arte puede ser bello o feo, transgresor o puntal del sistema, reaccionario o progresista, hiriente o gratificante, justo o injusto, así que no veo manera de definirlo ni de acotarlo, pero sí que, para mí, necesita de una condición: el arte exige un compromiso del artista con su obra. Si no lo hay, no hay arte, aunque el resultado pudiera ser muy bello o innovador, sino una simple consecuencia de un acto insconsciente u orientado en otra dirección (casualidad). Por eso pienso que sólo los seres conscientes pueden hacer arte, no una máquina muy inteligente pero que carezca de conciencia. Según esto, tampoco la Naturaleza puede producir arte, aunque sí belleza, por ejemplo.

    Otro punto: el arte y la moral son inseparables como las dos caras de una moneda. Si el arte te llega te cambia, y eso se acaba conviritiendo en moral. Otra cosa es el uso que se haga con él, pero eso pasa con casi todo. Es la intención lo que confiere moralidad a un acto, y por supuesto al arte también. Del arte no se puede tomar sólo lo que te interesa.

    Y totalmente de acuerdo en que la autoestima de Occidente está por los suelos. Es algo sorprendente, pero muy de acuerdo con la criminalizacion del mérito y el encumbramiento de la mediocridad que se viene inyectando en la escuela y la sociedad desde hace décadas en Occidente. ¡Una verdadera obra de arte de ingeniería social!

      • Por cierto, al respecto de la pregunta principal: -¿Se debe censurar el arte?, yo soy enemigo declarado de cualquier censura, incluso a las dirigidas contra las apologías de las aberraciones, porque temo más a las consecuencias de las censuras (siempre acaban cayendo en manos de los «valores oficiales», altamente enemigos de lo que vaya contra su «orden», lo que a la larga desemboca en contra de la libertad), que a los perjuicios de los disparates de grupos de mucha menor entidad o poder. Eso no quita que podrían darse casos de censura ocasional (nada es absoluto) perfectamente justificada si fuera eso: ocasional. De todos modos, lo último a censurar sería precisamente el arte. Es curioso como, de modo inevitable, cuando me preocupo por el futuro de Occidente, al final siempre acabo temiendo por su arte. ¿Qué será de él?

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