Entrevista a una «mala» feminista (segunda parte)

Continuamos con la entrevista a Loola Pérez:

6- ¿Crees que el feminismo quiere introducirse en el juego sexual prohibiendo determinadas prácticas e incentivando otras? ¿Qué ramas del feminismo lo hacen?

Creo que el feminismo hegemónico, en su mayoría de corte abolicionista, aún no ha entendido que la sexualidad de las mujeres no cabe en un panfleto. Su enfrentamiento directo con las trabajadoras sexuales le aleja cada vez más de los valores de igualdad, justicia y solidaridad que habitan en el movimiento feminista. Las putas no necesitan que otras mujeres las salven. Las putas necesitan el reconocimiento y respeto de sus derechos humanos. Personalmente, tengo muy claro que esto no se hace incentivando políticas que persiguen al cliente y por tanto, cavan en la situación de marginalidad, precariedad y estigmatización de la trabajadora sexual.

7- ¿Cómo es visto el BDSM desde el feminismo?

Al abolicionismo le aterroriza toda sexualidad que no sea cándida, delicada y suave. Dicen que el BDSM erotiza la violencia machista y esto es sumamente ridículo. Lo repiten continuamente, por si cuela. Pero no cuela. ¿Qué sentido tiene esa afirmación en mujeres lesbianas u hombres gay? Ninguna. La violencia machista es un fenómeno que parte de la desigualdad estructural entre mujeres y hombres. Mientras, el BDSM es un juego sexual consensuado e informado que a menudo conlleva el intercambio de roles y mucha comunicación. Hay una palabra de seguridad y cuando se pronuncia hay que parar. En la violencia machista no hay palabra de seguridad porque no es un juego.

8- ¿Qué actividades realiza tu asociación? ¿Qué fines tenéis de cara al feminismo en Murcia?

En Mujomur trabajamos sobre todo temas de prevención de violencia machista, educación afectivo-sexual y empoderamiento y liderazgo femenino. Tratamos también otros temas en talleres y charlas: trastornos de la conducta alimentaria, nuevas masculinidades, igualdad de oportunidades en el ámbito laboral, vindicación de la historia de las mujeres… Lo hacemos desde un punto de vista crítico.

La gran mayoría de nosotras tiene una conexión profesional con el Tercer Sector. Queremos que nuestras propuestas sean útiles, no anecdóticas. Conocemos los colectivos y la importancia de trabajar con ellos la igualdad de género. Queremos crear cambios en nuestro entorno, no vivir estáticas a través de subvenciones. Murcia es una ciudad de contrastes. Es bastante conservadora y religiosa, pero también tiene mucho movimiento social. Hay que depurar el machismo de las instituciones y asimismo, de los espacios de izquierda. Allí también hay machismo, incluso ese tipo de machismo más peligroso: el sutil, el invisible.

9- ¿No es contradictorio que gran parte del feminismo lleve por bandera el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, al mismo tiempo que tratan de prohibir la gestación subrogada o trabajos como el de prostituta?

Lo es. Las feministas que se oponen a la gestación subrogada claman “no presto mi útero”, pero en ningún momento las personas que defendemos la regularización de la gestación subrogada en España las estamos obligando a que gesten para otros. Tampoco se obliga a nadie a donar su sangre, sus órganos o su médula. Dicen que el altruismo en España no existe, que no hay mujeres que no quieran gestar para otras que tengan problemas de fertilidad o para familias homosexuales. Se equivocan, por eso se sienten tan amenazadas.

Se les acaba el discurso de la “mercantilización” o de la “explotación” porque el modelo de gestación subrogada que se pretende regular en nuestro país fija para la gestante una renta determinada. Es un punto clave para no feminizar la pobreza o que el motivo económico sea el único. Esto es España, no la India. La gestación subrogada es una oportunidad para consolidar los derechos sexuales y reproductivos de las personas LGTBIQ. No me gusta la regularización que plantea Ciudadanos, tiene muchas lagunas y carece de perspectiva de género en su planteamiento. Soy más afín al modelo canadiense.

De todas formas, en el debate de gestación subrogada, como en el de prostitución, no hay una postura única. Si a unas se las escucha más que a otras… Ya se sabe, la hegemonía. No todas tenemos las mismas condiciones y oportunidades para acceder al micrófono.

10- ¿Crees que existe una consolidada “guerra de sexos”?

No lo creo. Lo que observo son cada vez más hombres interesados en el feminismo, en la igualdad de género y la creación de nuevos modelos de masculinidad. Lo veo en mi pareja, en mi amigo Marlon, en activistas como Mariano Beltrán o Manuel Perdomo. ¿Eso vale? No, no es suficiente. Queda mucho por delante. Pero fíjate, hace unos meses fue objeto de una campaña de difamación brutal por grupos misóginos y neonazis. Me escribieron muchas personas para apoyarme. Me llamó la atención que muchos hombres también destacaron el trabajo que hago en redes sociales y que el planteamiento de las cuestiones de género que hago les había acercado a la lucha feminista. Eso es una muestra de sensibilidad. El mundo cambia cuando un hombre en lugar de participar en un linchamiento contra una mujer, la defiende a su lado de esos ataques.

11- ¿Qué tres personajes literarios consideras que reflejan más la fuerza de la mujer?

Jo, ¿tienen que ser literarios? ¿No pueden ser en general de ficción? Me gusta mucho el personaje de Xena. ¡Tengo que decirlo en algún momento! También el de Anais Keating, interpretado por una majestuosa Viola Davis, en Cómo defender a un Asesino. Es una mujer con sus luces y sus sombras. Me gusta. Me flipan los personajes femeninos que no están idealizados, que son complejos y que no atienden al criterio de buena mujer. Es una líder. Venga, va y como personaje literario… Isadora Wing, la protagonista de la novela Miedo a Volar de Erica Yong. Es una superviviente del matrimonio. ¿Nadie ha pensado en abolir el matrimonio?

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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11 comentarios

  1. Hace mucho, una persona me dijo que sólo se podía discutir a fondo sobre algo si se aceptaba no sacar a relucir a los tipos del paleolítico, a los extraterrestres, a los aviones a punto de estrellarse y a los náufragos en islas desiertas. Traducido a román paladino, se debe ver el caso normal porque cuando llevas los casos extremos o las situaciones hipotéticas todo deja de funcionar y de hecho siempre se usan esos argumentos para enmerdar la discusión.

    Creo que eso mismo se está haciendo cuando se habla de la prostitución (no las trabajadoras sexuales) o el alquiler de úteros (no maternidad subrogada). Para empezar cuando alguien me propone cambiar el nombre de algo me pongo alerta porque demasiado a menudo me intentan vender lo que no es. No soy nominalista, pero no soy tan tonto como para pensar que los nombres son inocuos. En segundo lugar se plantean casos bastante raros y se intenta luego elevarlos casi a categoría. Lo siento, pero la mayoría aplastante de las prostitutas no lo son por elección libre ente muchas otras posibilidades. Si estableciésemos un censo veríamos que, hoy como ayer, las prostitutas suelen ser mujeres del tipo que ahora se llama «vulnerables». O sea, pobres, niñas, inmigrantes, drogadictas, incultas… Y no ejercen por cuenta propia. Los prostíbulos, casas de lenocinio, esquinas y puticlubs son tan antiguos como mear y los que los regentan (sí, las esquinas también se regentan) no son hermanitas de la caridad y no reaccionan muy bien si sus «empleadas» dimiten aunque sea con quince días de preaviso. Es cierto, existen mujeres que lo hacen porque quieren y no están sujetas a un chulo o madama, pero estamos hablando de una exigua minoría y no podemos legislar para la minoría y aplicárselo a la mayoría porque es injusto. Lo de los casos extremos que decía antes. Y lo de que legalizar la prostitución dignificaría la profesión y la haría más segura es puro voluntarismo. Un negocio en el que una parte (los clientes) quieren pasar desapercibidos y la otra parte (los proxenetas) no quiere perder el control del producto (o sea, las prostitutas, pues no son otra cosa para clientes y proxenetas), necesariamente está reñido con la luz y taquígrafos. Habrá algunos casos en los que se abandone la clandestinidad pero serán muy pocos. No me imagino a los clientes pidiendo factura donde quede registrado su nombre y en la que se detalle el «servicio» que se les ha dado y su tarifa. Tampoco me imagino a un proxeneta negociando con el comité de empresa de su lupanar los pluses de nocturnidad o el tipo de trabajos y clientes. De nuevo, ¿se legisla contando con una minoría y se aplica a todo el colectivo?

    Con el alquiler de úteros pasa tres cuartos de lo mismo. Actualmente la gente dona sangre, sus órganos después de muerto y hasta la médula, pero nadie dona en vida un riñón o una córnea a un semejante si no media dinero o hay una relación familiar muy estrecha. Me puedo imaginar a una hermana o una madre gestando el hijo de su otra hermana o hija, pero me cuesta mucho imaginar a una mujer con una situación económica desahogada hacer lo propio por una desconocida. Volvemos a encontrar situaciones casi misceláneas y pretendemos convencernos de que eso es lo que ocurrirá de forma normal. Pues no señor, la realidad es tozuda. Y eso suponiendo que sólo pone el útero y no el óvulo, porque en ese caso la situación es completamente imposible. Sólo una desalmada tendría un hijo SUYO por encargo y luego se lo daría a otra mujer. ¿Y qué pasa con los aspectos afectivos de la madre de alquiler y del niño? Hay que ser imbécil para creer que ese problema no será uno de los más grandes a los que se enfrentaría el legislador y que, en mi opinión, acabaría haciendo que al cabo del tiempo se convirtiese en un clamor abolir la ley. Y no en mucho tiempo. Un par de casos lacrimógenos al estilo Juana Rivas en Antena 3 y se acabó el invento.

    Se plantea el caso de los homosexuales. Me centraré sólo en los varones para abreviar. Alguien tendrá que poner el óvulo, supongo. ¿Será anónimo o lo tendrá la propia gestante? ¿Y quién será el padre? Porque si no recuerdo mal, sólo un espermatozoide puede fecundar un óvulo. Ya sé que los dos serán los padres legales, pero me juego lo que sea a que en caso de separación, el padre biológico exigirá la patria potestad. La entrevistada asegura que es para solucionar los problemas y los derechos sexuales y reproductivos de las parejas homosexuales. ¿¿¿Mande??? Yo creía que los derechos sexuales no dependían de la reproducción. Y siguen teniendo los derechos reproductivos intactos. Al menos tanto como los míos. ¿Que no quieren tener relaciones con el otro sexo? Pues se siente porque así es como nos reproducimos los seres humanos, y como nosotros, el resto de especies sexuadas. Yo también, como todo hijo de vecino, he tomado decisiones en mi vida que anulan otras posibilidades y apechugo con mis decisiones. Se le llama responsabilidad. Querer algo pero no querer las consecuencias de ese algo es propio de la inmadurez adolescente, pero no de adultos. Y luego está el pequeño detalle del niño. Nos olvidamos que los procesos de adopción no se han inventado para solucionar un problema a los padres adoptivos sino para solucionar el problema del niño desamparado. No sé ahora, pero uno de los criterios básicos para conceder la adopción era comprobar la psicología de los padres para asegurase que no estaban buscándose a sí mismos y que de hecho se privilegiaba a los padres que ya tenían hijos naturales.

    Sobre el BDSM, en principio, estoy de acuerdo con lo que se dice en la entrevista, aunque me gustaría saber lo que opina un psicólogo (lo mío son las «ciencias duras»). Obviamente le doy todo el derecho del mundo a alguien a comer sólo pepinillos en vinagre los primeros martes de cada mes, pero si una de mis hijas me plantease una dieta tan peculiaridad, me aseguraría que es lo mismo que mi preferencia por hacer cosas en el silencio de la noche o bien hay un trastorno subyacente. La verdad, nunca he querido preguntar sobre mis querencias noctámbulas por si acaso me mandan a Ciempozuelos 😀

    • En primer lugar mis disculpas por la tardanza Sr. Tepúflipo. Estoy de montañismo y a mi regreso a casa no suelo estar para muchas letras. Pero al grano. Sus argumentos, desde el punto de vista del sistema de valores sociales dominante por estos pagos son incontestables porque describen con bastante acierto la realidad, pero algo debe de fallar, porque de lo contrario, siguiendo sus consecuencias, es necesario admitir que está justificado el despreciable y mezquino trato moral, tan real como lo que argumenta, que la sociedad da a las prostitutas: peor que a los asesinos. Por ejemplo, no hay más que tirar de su peso lingüístico: putas, zorras, golfas, rameras, prostitutas, barraganas (hay muchos más términos, pero tiro de los corrientes, Cela podría seguir con izas, rabizas, colipoterras y otros), frente a los escuetos: asesinos o criminales, con que se vitupera a ese tipo de individuos. Así que si el fallo no está en sus argumentos, deberá estar en el sistema de valores en que se sustentan. Y esto me obliga a dar un rodero para contestarle, empezando, claro está, por ellos.

      Ya se sabe que un sistema de valores es eso que se puede hacer con el aplauso social o simplemente sin su castigo. Los ha habido de todos los tipos, e invariablemente, siempre se han considerado a sí mismos como lo mejor. Hubo tiempos, por ejemplo, en que estaba muy bien visto conquistar otros territorios, tener esclavos o darle una hostia a tu mujer “porque era tuya”. (Una gilipollez muy utilizada por los demagogos de estos tiempos es juzgar otras épocas a través de nuestro sistema actual de valores.)

      En Occidente somos muy a dados a creer, aunque no lo digamos por hipocresía, que nuestra cultura o sistema de valores (SV desde ahora) es muy superior a todas las demás de todos los tiempos (no hay que lacerarse demasiado, los demás hacen lo mismo), pero como estamos aquí, voy a darle un poco para “ablandarlo”, bajarle los humos y preparar la verdadera respuesta a sus razones.

      La principal aberración de nuestro SV es la legalización del aborto (por cierto, no me dice nada al respecto). Asesinatos y abortos ha habido siempre en todos los sitios, pero le cabe a nuestro SV “el honor” de haberlo legalizado. Hoy en día es el principal y más feroz tabú de nuestro SV (una prueba más de su irracionalidad o incapacidad de defenderse por medios racionales). Ya he escrito algo más arriba, pero añado un poco más: matar un feto (supongo que hasta los más obcecados abortistas asumen que el feto está vivo), es suprimir todas sus posibilidades futuras rayanas en la certeza. Cierto es que quien mata un niño no mata un hombre (porque no existe todavía), y quien mata un feto tampoco mata un bebé, por la misma razón, pero cierto es también que lo priva de esa posibilidad más que probable: no puede negar que le roba el futuro. ¿Es eso justo? Alegar que no es consciente es otra aberración: ¿si no se entera, o no puede enterarse, es legítimo cargarse a alguien? Y está la propiedad del hombre sobre su carga genética. ¿Una persona acepta voluntariamente guardarte temporalmente una propiedad tuya y eso le da derecho a destruirla? No sigo, pero para mí, el aborto legalizado (salvo sus excepciones extremas), es de una hipocresía y degradación moral digno de una sociedad altamente decadente, vieja y egoísta. Y es característica en exclusiva del SV occidental. No encuentro un ejemplo más degradante en la Historia,
      precisamente porque se ejerce sobre el ser más débil e indefenso. Y todo por no afrontar unas molestias de unos meses o la vergüenza social, que es otro
      prejuicio que no se aborda ni se espera.

      Otra aberración del SV occidental (la segunda en importancia para mí) es la sistemática destrucción del mérito, las inquietudes y las posibilidades de crecimiento intelectual de nuestros jóvenes, obligándolos a compartir aula hasta los 16 años. Es todo un monumento al odio a la excelencia del que la mayoría de los mejores salen con daños irreparables (siempre están los que se salvan). Y ahí tenemos a padres vociferantes cuando algún ministro despistado habla de hacer “reválidas” que permitan hacer visible el mérito de alumnos y profesores, porque establecen “diferencias” que “discriminan” y etc. Y junto a ellos, otro ejército de jóvenes lobotomizados reivindicando que les mientan hasta las tiernas edades de veinte y muchos, en que empiezan a descubrir que sus titulados horizontes vitales son muy limitados.

      Y va uno más. Para mí es otra aberración inexplicable la tolerancia de los ciudadanos hacia el desprecio que los políticos les profesan. Me remito a los hechos. Mienten, roban, prometen y no cumplen sin consecuencias. Y los que no hacen eso, tampoco hacen nada por establecer leyes que los limiten. La política es la única profesión que no exige cualificación alguna y que no establece responsabilidades. Es la única profesión que no está reglamentada porque ellos son los que deberían hacer su reglamento. Y no veo a ninguno que lo intente ni lo denuncie, así que para mí, ¡todos corruptos de una manera u otra! A miles de Km por debajo de la dignidad de una puta. Y sin embargo… ¡gozando del respeto, por mucho que se les critique por la espalda, y la envidia social!

      A favor, y por lo que defiendo nuestro SV y trato de mejorarlo, tenemos que es el único reducto que reconoce, al menos en teoría, la libertad del individuo.

      Y quizás ahora ya no estaremos tan dispuestos a pontificar sobre la moralidad de algunas profesiones, visto que nuestra ética no está para echar cohetes, sin un análisis más profundo de lo que en realidad significan desde un punto de vista racional.

      Pero lo hago en otro comentario.

      • Buenos días.

        — Paso de largo sobre lo que comenta sobre homosexuales y BDSM. Para mí, si no hay abuso no hay delito, y allá cada cual con sus gustos y manías

        Creo que eso es exactamente lo que he dicho. Mi pregunta sobre los aspectos psicológicos es por pura curiosidad porque siempre me ha parecido un tanto infantil todo eso del BDSM. Pero claro, tampoco entiendo a los que siguen Gran Hermano o encienden mecheros y los agitan en los conciertos de Juan Guerra. Pero como estamos de acuerdo en lo principal de que cada uno haga lo que quiera en su dormitorio lo podemos dejar ahí.

        — pero la intención puede ser buena o mala, y eso le dará el valor moral

        Me da exactamente igual si las personas que lo impulsan “creen” tener una intención final bondadosa o malévola o si se debe a la idiocia o a la mala conciencia, pero lo que sí es claro es que lo que se pretende es cambiar el significado de algo asignándole otro nombre y eso es manipulación. Detrás de un cambio forzado de nombre hay siempre un proceso de ingeniería social y en boca de activistas y políticos nunca es inocente. Como vaticinó la madre de Pagaza a Patxi López “Harás cosa que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamarán valientes.“ Ponga “activistas” en lugar de “terroristas” o “alianza atlántica” en vez de “OTAN” ,“neoliberal” en lugar de “liberal” a secas, “investigado” en vez de “imputado”, etc. Si alguien considera que se debe dignificar la prostitución que abogue por ello, pero que no tire por el camino fácil de cambiar el nombre para ver si así se ahorra el trabajo intelectual. Una de las peores cosas que trajo el siglo XX (y mira que el s. XX trajo cosas malas) fue la creación de neolenguas orwellianas.

        — usted juega con la ventaja de ir con la corriente principal.

        Desconozco si voy con la corriente principal, aunque sospecho que mis opiniones sobre la prostitución, las drogas, el aborto, la energía solar o los transgénicos no es la mayoritaria, y en todo caso no sé en qué me beneficiaría esto en este foro. En principio discutimos con argumentos, no con votos populares y ahí jugamos todos en la misma liga. Por cierto, según el CIS (no recuerdo en qué informe, pero puedo buscarlo), la población española es abrumadoramente partidaria de la legalización. Creo que era de más del 70%. Mi posición no parece mayoritaria 😛

        — La principal aberración de nuestro SV es la legalización del aborto (por cierto, no me dice nada al respecto)

        Cierto. Nada decía porque nada tenía que objetar. La verdad, sólo entro a comentar las cosas con las que no estoy de acuerdo, y no siempre, claro. En aquellas cosas en las que estoy de acuerdo no intervengo casi nunca porque no creo que aporte mucho. Pero si me pide mi opinión, suscribo plenamente sus argumentos.

        Pasemos al meollo del asunto.

        Por lo que yo entiendo su argumentación se basa en A) cualquier transacción hecha en libertad es válida y digna. Y B) Si alguien impulsado por la necesidad hace algo no puede ser juzgado por terceros y mucho menos si no le das una alternativa.

        Yo creo que no es tan sencillo. Para empezar si B existe implica que no existe A como discutiré más adelante.

        Estoy de acuerdo en que no es posible juzgar otras épocas. Todavía a finales del s. XIX los pueblos nómadas de América del Norte, sobre todo en Canadá y Alaska, abandonaban a los que no podían seguir el paso y era algo necesario para garantizar la supervivencia de la tribu ¿podemos declararlos bárbaros? Evidentemente no. Tampoco se puede juzgar con nuestras leyes el trabajo infantil del Tercer Mundo y ni siquiera el “dumping social” que hacen en China sobre nuestros sobrecargados costes laborales, ya que nosotros como país lo hicimos en los años 60 y de forma individual lo hacemos los menos productivos sobre los más productivos (por eso no todos cobramos lo mismo). Abogar por prohibir el trabajo infantil, imponer medidas de seguridad europeas en las fábricas de la India o prohibirles comer nuestros ¿peligrosos? huevos con fipronil es una majadería colosal y una crueldad disfrazada de buenismo. Es decir, volvemos al eterno problema de comparar cosas no comparables.

        Sin embargo eso no quiere decir que demos pie al relativismo más ramplón. Que abogue por el trabajo infantil en el Tercer Mundo como mal menor no significa que aquí podamos admitirlo y tampoco quiere decir que un mal menor sea algo bueno. Si no podemos trasladar nuestras soluciones al Tercer Mundo tampoco podemos hacer a la inversa y traer sus soluciones aquí.

        Por otro lado en nuestro cómodo mundo todos hemos tenido que tomar decisiones a lo largo de nuestra vida del tipo “no he tenido más remedio” y de los que no nos sentimos orgullosos y que nos pesan de por vida, lo que nos lleva está el espinoso tema de hasta qué punto somos libres para actuar.

        Afirmo que hay cosas que no pueden ser mercantilizadas sin que haya abuso de por medio. A lo largo de la Historia ha habido héroes que han entregado su vida por otros, pero siempre gratis. Hay muchos esquemas de valores y por tanto los seres humanos no nos pondremos de acuerdo en la lista de cosas no mercantilizables. Pero siempre hay una lista y curiosamente (o no), la prostitución casi siempre ha estado en esa lista, como usted mismo reconoce. Y curiosamente (o no) cuando se mercantiliza algo que se considera no mercantilizable se dice que se “prostituye” ese algo. Usted como liberal, considerará con toda lógica nulo de pleno derecho un contrato en el que uno se entregue “libremente” como esclavo o le repugnará la concertación de matrimonios según la dote con el beneplácito “libre” de las hijas. ¿Aceptamos que se pueda vender un voto? Es mío y puedo hacer lo que quiera con él, ¿no? Sin embargo todas esas cosas han estado vigentes y en cierta medida lo están aún.

        Supongo que estará pensando que no hay mucha diferencia entre alquilar el cuerpo para sexo, la venta/alquiler de órganos y alquilar los conocimientos y el tiempo a una empresa, pero son cosas antropologicamente muy distintas y por eso el trauma de una violación es superior al de una paliza y por eso nos vamos a cenar con cualquiera y sin embargo a lo largo de nuestra vida son muy pocas nuestras parejas sexuales. Supongo que eso nos llevaría a discusiones muy largas y probablemente no llegaríamos a un acuerdo, por lo que mejor lo dejamos correr. Al menos en este foro. Y porque además, esas actividades se caen porque tampoco cumplen el requisito de la libertad.

        Doy por hecho que es usted consciente que la libertad plena no existe (a menudo los liberales de carril parece que lo olvidan) y que para que haya libertad no basta con que nadie te impida hacer algo de forma coercitiva sino que se tienen que dar dos condiciones, a saber, que se tenga información de las alternativas y que nada condicione la toma de decisiones. Por eso los contratos firmados por un subnormal o un loco no tienen valor, por eso un menor de edad no puede hacer según qué cosas sin autorización paterna, y por eso hacer firmar a mi pescadero un contrato en el mercado de futuros de Chicago es un abuso indigno. Y nos pasa a todos. Yo tengo una razonable capacidad de juicio en varias materias pero en la mayoría de los casos, dependo de otros que me informan y que por tanto me condicionan. Al final, todos firmamos muchas cosas por amor, como la infanta 😛 Bromas aparte, precisamente discutí sobre la necesidad de proteger al ignorante (todos los somos) y a la vez protegernos también del ignorante hace un año aquí https://desdeelexilio.com/2016/05/19/una-tasa-mas-para-el-sistema-de-pensiones/ Eso en cuanto a la información. Pero es que estamos condicionados de muchas formas. Es imposible sustraernos completamente de nuestra educación, de la presión ambiental, de nuestros prejuicios y hasta de nuestras pasiones. No es que seamos esclavos, pero no somos totalmente libres. Por eso los juicios no son sota, caballo y rey y los buenos jueces tienen que sopesar muchas cosas antes de dictar sentencia.

        Cuando hablamos de libertad, como con tantas cosas humanas, nos movemos en un terreno lleno de matices y zonas grises y por eso, aunque me considero esencialmente liberal, nunca me he sentido identificado con dicho grupo. Bueno, en realidad, nunca me he sentido a gusto dentro de ningún grupo porque los veo más a la luz Teoría de Conjuntos Difusos y ellos siguen con la Teoría de Conjuntos clásica con una relación de pertenencia muy binaria 😀

        Por razones que no vienen al caso conocí de primera mano el submundo de la prostitución en los años 80 y puedo asegurar que el ejercicio libre era algo residual. Lo había, ciertamente, pero no era precisamente la norma. La mayoría de las mujeres en aquella época (no sé si también era aplicable a la masculina), estaban sujetas por la droga. Incluso las que no habían llegado a la prostitución como yonkis, ya se encargaba el chulo de que lo fuesen después. Ahora no sé cómo va, pero por lógica y por lo que sale a la luz, estoy convencido que, como muchas son extranjeras, se las puede esclavizar sin necesidad de drogarlas. Lo mismo pasa con el alquiler/venta de órganos. Se puede esperar un comportamiento altruista con un padre, hermano y hasta con un primo, pero no con un desconocido de Soria, un cuñado o una suegra. Desde mi punto de vista la situación de extrema necesidad excluye las condiciones mínimas necesarias para que sea considerado un acto libre. Eso que decía antes de que si existe B no puede darse A. Naturalmente disculparé a todo aquel que por necesidad venda un riñón o se prostituya. Incluso que venda a su hijo (el “alquiler de úteros” de forma más primitiva ha existido y sigue existiendo en Tailandia, por ejemplo). Lo que no haré es considerarlo como un acto libre (ni un comercio legítimo).

        Usted puede creer que se pueden establecer las condiciones para que la prostitución sea un acto libre y legítimo y que los clientes no tendrán reparos en declarar las facturas, pero estoy convencido de que es un acto de voluntarismo. Creo firmemente que será siempre un negocio subterráneo ejercido por gente en régimen de semiesclavitud. Los proxenetas, lejos de quejarse, brindarán por la legalización como lo hicieron con la pornografía, ya que les permitirá incrementar beneficios minimizando los riesgos, pero por debajo siempre estará el negocio sórdido de siempre con clientes anónimos y prostitutas escogidas entre la población marginal. ¿No le parece sospechoso que los primeros que defienden públicamente la legalización sean los propietarios de puticlubs? Creo que usted vive en Alemania donde hace algo más de 10 años se legalizó la prostitución. Si no recuerdo mal el sindicato de las prostitutas más importante ¡lo fundaron los proxenetas! En plan sindicato vertical, vamos. Y ¿cuántas prostitutas se legalizaron? Por las noticias que tengo la sensación de que el fracaso de la Ley allí es un clamor. (Aclaro que sólo leo medios extranjeros y versiones locales en inglés porque no sé alemán y nunca he hablado del tema con ninguno de mis amigos alemanes)

        un pequeño matiz que no afecta a la discusión principal. Las vestales eran sacerdotisas romanas, y de las más respetadas junto a las consagradas a Isis —importado este culto de Egipto— y eran vírgenes por narices hasta el punto que perder la virginidad estaba castigado con la muerte para ella ¡y para él!. Al acabar el sacerdocio podían casarse pero era raro que lo hiciesen. Todo lo contrario de una prostituta)

        Lamento el rollo, pero soy de la generación anterior a la que expresa ideas en 127 caracteres.

        Que tenga un buen día.

        • Como creo que coincidimos en el tronco, reduciré las premisas a lo esencial: Si una persona está en tal situación extrema que le impele a realizar un acto que consideramos muy negativo para ella misma, como única solución a un mal mayor, lo que yo digo es que prohibirle hacerlo sin darle una alternativa es una crueldad mayor (y meterse intolerablemente en la libertad individual). Denuncio esto porque es lo que en la práctica el buenismo fomenta. No hablo de establecer comercios determinados, sino de dejar en paz a la gente que sólo tiene esas salidas. Es decir, no legislar en contra de eso, sino en contra de los abusos (es otro tema, la legislación, para mí, debería ser neutra, es decir, no hablar de hombres,mujeres o niños, sino de abusos), pero causar un mal mayor en aras de «la bondad» es una perversión del concepto «bondad». (Sólo faltaría que a causa de la presión de los meapilas occidentales, empresarios como Amancio Ortega dejaran sin trabajo a miles o millones de niños «explotados» allí donde no tienen otra opción mejor.)

          Respecto de la prostitución, no tengo más relación que la que tengo con cualquier otro problema social que haya analizado. Detrás de su criminalización (también en estos tiempos en que se banaliza el sexo), existe un océano de prejuicios que hacen agotador entrar a fondo en el problema. Mejor un libro que permita verlo desde fuera, como por ejemplo el libro «Patria», de Aramburu permite ver el problema del nacionalismo a través de todos sus protagonistas. Y eso sólo sería un pequeño paso. En cualquier caso, me da profunda lástima el trato que se da a estas mujeres. Haría falta una auténtica labor de ingeniería social para cambiar el todos contra ellas que implicaría, entre otras cosas, cambiar la misma relación de las parejas, porque es un problema íntimamente conectado. Pero fracase su legalización o no (no hay que olvidar que muchas leyes buenas fracasan porque no están en su tiempo), si solamente unas pocas logran un estatus mejor, ya sería un paso.

          Respecto a la manipulación del lenguaje (casi siempre utilizada para otorgar méritos inmerecidos o esconder asiciaciones negativas que vienen de lejos), en realidad coincido con usted. Además de que creo de que no sirven para nada, porque el nuevo término es rápidamente ensuciado o ridiculizado. Yo preferiría dignificar la función de la prostituta y con ello quedaría dignificada esa palabra. (Joder con el miedo que da una cosa tan sencilla y placentera como el sexo.) Lo que me hace criticarlo, en su caso, es que claramente lo posiciona a usted en contra de iniciar ese trabajo de dignificación. Da la sensación de que para usted, las putas ya están bien como están.

          Soy liberal hasta el extremo de que me parece una violación cualquier intrusión del sistema en lo que puedo resolver individualmente. También soy pragmático y nunca se me olvida dónde estoy, pero por encima de todo, aspiro a ser racional. Esto significa que cambio cualquier idea por otra mejor sin la menor resistencia y con agradecimiento. Y que no defiendo mis errores. Eso es, para mí,el peor error. Creo que nuestra sociedad esta basada en el progreso material que nos proporciona la Ciencia, y ésta, a su vez, está basada en la racionalidad. Esto y que sólo en Occidente se ha valorado y defendido al individuo es lo único que creo que nos pone por delante de otras sociedades. En lo demás somos iguales o peores, como ya dije.

          Sabía que las vestales, como su nombre indica, eran vírgenes, y que en otros -pocos- templos las sacerdotisas se prostituían, pero como dije, estaba cansado y sin ganas de recuperar el dato (comoahora). Lo que quería indicar es que en contadas ocasiones, algunas formas de prostitución han contado con el beneplácito social. Pero está bien la corrección porque puede inducir a error a terceros. ¡Gracias!

          • Efectivamente parece que no estábamos tan lejos

            No obstante
            — «No hablo de establecer comercios determinados, sino de dejar en paz a la gente que sólo tiene esas salidas.»
            Y eso es lo mismo que digo yo

            — «Lo que me hace criticarlo, en su caso, es que claramente lo posiciona a usted en contra de iniciar ese trabajo de dignificación.»
            Pues ha acertado. Me molesta que me jueguen con el lenguaje en cualquier caso y con independencia de que esté de acuerdo o no con los objetivos, Me parece una artimaña sucia. Sin embargo, y al margen de las trampas del lenguaje, sí estoy además en contra de dignificar la prostitución. Aunque parezca un juego de palabras, no se puede dignificar lo que por naturaleza es indigno. No creo que se deba perseguir a las prostitutas porque normalmente ya tienen bastante con su poco gratificante vida como para complicársela más aún. En realidad es justo al revés. Una prostituta no suele tener una buena autoestima (eso que le decía sobre que el sexo no es como irse a cenar con alguien) y si encima le dices que lleva una vida estupenda y que lo que hace es tan digno como ir a la oficina no le haces ningún favor. Por poner un ejemplo personal muy alejado del tema. Yo he tenido en alguna ocasión, afortunadamente no muchas, que despedir a alguien. Estoy convencido que hice lo correcto, que no tenía alternativa y hasta en ocasiones la propia «víctima» me ha dicho que le sorprendió que no lo hubiese hecho antes. No tengo ningñun resquicio de duda. Pues bien, no pasa mucho tiempo sin que me acuerde de cada caso y lo revise mentalmente y le aseguro que lo último que quiero es que me digan que hice bien. Prefiero que me digan, que son afortunados de no haber estado en mi lugar y que es una auténtica putada tener que despedir a alguien. Se trata del mal menor, pero no deja de ser el mal. Sé que es una cuestión de matiz y que en el fondo buscamos más o menos lo mismo, pero creo que el matiz es importante. Y, además, el proceso de dignificación tiene efectos secundarios como son el fomentar el «consumo» y, si bien es una salida, digamos, cuasi-única para determinados hombres (estoy pensando en algunos enfermos mentales o físicos), en otros casos fomenta una banalizacion del sexo y de las relaciones de pareja que sólo puede perjudicar a las mujeres. Resumiendo, puesto que no creo que se deba perseguir a la prostituta como tal y tampoco creo que se deba admitir como un comercio legitimo, lo mejor (que no lo óptimo) es dejarlo en la alegalidad: no lo legalizo pero no lo persigo. De nuevo el mal menor, pero el mal, al fin.

            — «Da la sensación de que para usted, las putas ya están bien como están.»
            Ahí se equivoca. Nadie, salvo los proxenetas y clientes (y no todos), cree que están bien como están. Fíjese que hasta los religiosos de todas las confesiones, que son los que siempre han condenado más la prostitución, han tenido gente ayudando a esas mujeres. Aunque haciendo memoria, creo que las chaladas de la Anti-Saloon Women League eran poco amistosas a diferencia de sus compis en eso de la prohibición, el Ejército de Salvación. Pero puedo equivocarme. En la actualidad, los grupos sociales que trabajan con prostitutas tienen diferentes aproximaciones al tema, diferentes soluciones y diferentes concepciones del ser humano, pero todos, sin excepción, creen que una prostituta está mejor fuera que que dentro y desde luego que pueden mejorar hasta sin abandonar la prostitución.

            En fin, es agradable poder discutir sin que a uno le caiga la del pulpo y se le mente a la madre en cuanto se discrepa. Y sobre todo es agradable que se usen argumentos y no las vísceras. Será porque soy de ciencias, porque me han educado así, o porque mis genes me llevan a eso, pero soy más hijo del racionalismo que del postmodernismo. La razón ciertamente engendra monstruos pero guiarse sobre todo por los sentimientos es garantía de las mayores aberraciones.

            • Un poco tarde pero contesto cuando puedo. Vayamos al tema importante, que es estar o no a favor de dignificar la prostitución mediante su legalización. Usted describe la realidad con exactitud, pero yo nunca me he conformado con la realidad. Vaya por delante que en temas como el aborto y la prostitución, mi objetivo final sería que ninguno de los dos fuera necesario. Me parece mucho más sencillo conseguir lo primero, pero vayamos a lo segundo y teoricemos un poco (sólo a grandes rasgos, y sin desviarse por muchos matices, porque como ya le dije, dispongo de poco tiempo). La prostitución sólo es posible porque se da una situación de ventaja, en el terreno sexual, de la hembra respecto del macho, porque si no hubiera esa ventaja sino equilibrio, el sexo sería un acuerdo sin dinero por en medio. Es un fenómeno que se puede observar fácilmente en todos los mamíferos superiores y en otras especies. La Naturaleza ha dispuesto que el macho busque a la hembra, más que al revés, y ésta dispone de ese recurso. Como contrapartida (en la Naturaleza se da siempre un equilibrio porque de lo contrario cualquier especie desaparece), el macho suele ser más fuerte. La fuerza es un recurso que hasta hace cuatro días equilibraba, más o menos, la balanza, así, machos y hembras tienen su papel. Lo que sucede con la especie humana (y sólo en Occidente) es que el macho, al menos teóricamente, y realmente en muchísimos casos, ha renunciado a esa ventaja. Eso es un gran avance intelectual porque posibilita una relación de igualdad entre ambos sexos (somos intelectuales mucho más que animales, y en este terreno podemos aspirar a la igualdad, o mejor dicho, al equilibrio, sin tener que jugar con ventajas físicas o sexuales, como viene siendo habitual hasta ahora).

              Así que la renuncia al uso de la fuerza por parte del macho es la posición intelectualmente dominante en nuestro sistema de valores. Los machos que no tienen otro recurso quedan así desplazados del terreno de juego (igual que en la edad media, y otras, el intelectual quedaba desplazado frente al guerrero). Invito a pensar sobre esta circunstancia porque, aunque hoy se exija sin paliativos a todo macho, en la práctica, tiene unos efectos psicológicos muy importantes sobre un gran número de ellos (tienen que renunciar a su ventaja natural).

              Sin embargo la hembra conserva todas las ventajas que la Naturaleza le ha otorgado respecto a la sexualidad (que por cierto, hoy en día, se amplifican a través de todos los medios de comunicación: tías buenas por todas partes) y además todas las ventajas de la igualdad que la ley le concede frente al macho (en realidad muchas más, ya es una desigualdad a su favor, pero esto es otro tema). Ahora imaginemos un mundo en el cual la mujeres hayan realizado un cambio mental del peso del que el Hombre ha hecho por sí mismo al renunciar a la ventaja de la fuerza (como dicen los vascos: para qué hablar si lo podemos arreglar a hostias) y renuncian a la ventaja que les proporciona el sexo. Imaginemos un mundo de hombres y mujeres iguales ante la ley, autosuficientes materialmente, y que principalmente se valoran intelectualmente (todo tiene un valor así que no hay que despreciar nada). En esa situación nadie necesitaría pagar por el sexo (no habría putas o casi).

              Y en ese mundo, también cabrían las personas que venden su fuerza (por ejemplo actores de acción o soldados) y mujeres que venden su sexo
              a hombres que las respetan, y no quieren complicarse la vida con ese tema, porque en el fondo, en el sexo, como en todo, lo único irrenunciable es el respeto mutuo. Y todo ello podría ser muy legal y respetable. Hoy ya existen hombres así (siempre los ha habido), que hablan bien de sus putas, porque han llegado a la conclusión de que es la forma más barata, para sus objetivos, de conseguir sexo desprovisto de otros significados que no sea ese agradable placer que sin respeto mutuo pierde lo principal de su valor, hoy en día tan desvirtuado, además, por tanta simbología que sobre él hacen recaer la mayoría de las personas.

              Y como le dije, todo esto sólo son bocetos de posibilidades. Quizás le interese especular sobre ellos. En cualquier caso, como dice, un placer intercambiar ideas.

              Para terminar, no obstante, me veo obligado a hacerle un apunte para combatir un error (seguramente un error difundido intencionadamente contra la racionalidad), que parece deducirse de sus palabras: -“La razón ciertamente engendra monstruos”. Parece una perversión del título de uno de los “caprichos” de Goya: “El sueño de la razón produce monstruos”, que viene a significar exactamente lo contrario de lo que se ha hecho creer a la gente (que la razón produce monstruos), cuando lo que Goya representa es exactamente lo contrario: cuando la razón duerme aparecen los monstruos, es decir, la irracionalidad produce monstruos.

              Saludos https://uploads.disquscdn.com/images/f6de0d893dee7dfe5b927faaf286bb610f59a02343ebea7ced098d286dbfc1c5.jpg

    • Sobre las prostitutas:

      Parto de la hipótesis científica de que mientras no se demuestre la existencia de Dios, o del alma, estas entelequias no pueden entrar en un SV racional. Así que somos sistemas vivos (personas, para abreviar) cuya más elevada función es el pensamiento y que interaccionan con los otros suministrando servicios, físicos o mentales, que son recompensados de alguna manera que les permite sobrevivir, o que directamente los parasitan.

      De entrada, y por definición, cualquier parásito acomodado queda por debajo (debe quedar en valor, desde un punto de vista racional) de cualquier persona que suministre un servicio solicitado en un mercado libre, por bajo que éste sea. Sin embargo, los parásitos acomodados, que son legión, al contrario que las putas cuentan con muy buena prensa.

      He de reconocer, sin embargo, que las prostitutas, a pesar de que suministran placer sexual (algo muy valorado), sufren en todos los SV (salvo escasas excepciones de vestales en antiguos templos), una auténtica marginación social que es muy sospechosa. Paso por alto, a pesar de su importancia, toda la criminalización a que las han sometido las teocracias porque ellas tienen sus motivos espurios evidentes (se apropian de la moral) y los gobiernos diversos (no pagan impuestos y una sexualidad libre crea gente libre). Lo que me preocupa es la marginación a que las somete el propio pueblo llano sin necesidad de que instancias superiores los manipulen. El oficio de prostituta (que a fin de cuentas vende un servicio físico, como un albañil), concita mucho odio que sólo es explicable si pone en peligro situaciones particulares muy comunes (da para un libro). En particular: molesta a las esposas, porque, abreviando, de alguna manera las somete a competencia, pero… ¿por qué no las defienden sus clientes? Da para otro libro, pero resumiendo, probablemente los humilla profundamente su fracaso como macho que los obliga a pagar por lo que desean, y ni a soñar con ser deseados. Y otras muchas desviaciones morales. Pero es que me alargo mucho, así que recorto: la razón dice que cualquier buen servicio debe ser recompensado económicamente, pero también moralmente, mediante el reconocimiento. Eso es lo que hacemos, por ejemplo, cuando aplaudimos una obra de teatro que nos causa placer y por la que hemos pagado. O con un fontanero que nos soluciona un problema: ¡gracias y aquí tiene! Pero con las prostitutas somos crueles, a pesar de la importancia del placer que suministran. Es algo que no se puede entender si no se pusiera en peligro muchos prejuicios. Sin la existencia de esos prejuicios no cabe duda de que sus servicios serían muy reconocidos, y eso significaría una gran dignificación de su trabajo y de su vida. Y quizás, hasta no les importaría a sus clientes recibir una factura que podrían enseñar a su esposa sin problemas. Pero claro. Tocamos el mundo de la posesión de las personas por otras personas y las promesas de sentimientos. Pues señores, no se puede poseer a las personas (por mucho que se disfrace la cosa), sin privarlas de su dignidad, como a un esclavo. Y prometer sentimientos es una irracionalidad, porque los sentimientos van por libre. Lo más que se pueden prometer es intenciones emocionales. Y si alguna ley lo exige, es fraude de ley, porque por lo mismo, podría exigir que volemos con las orejas. No sé si se entiende, pero quien quiera saber lo que tiene, que abra su mano. Me alargo demasiado, pero es que las razones del Sr. Tepúflipo se asientan sobre una montaña de prejuicios muy asumidos.

      Sigo.

    • Hay otro aspecto muy real en lo que dice el Sr. Tepúflipo, pero que sin embargo no debería ser considerado una injusticia. Resumiendo, afirma –y otra cosa no sería lógica- que sólo los necesitados pueden ejercer profesiones como la prostitución, o ceder un riñón, etc. Y podríamos añadir el trabajo infantil en el tercer mundo, etc. Da para otro libro, pero iré a la conclusión: a cualquier persona que critique o trate de prohibir que los necesitados intenten salir de su miseria por cualquier medio, le pediría que o bien les suministren otro medio mejor, o bien se callen, porque los están jodiendo pero bien. Y que no se pongan el disfraz de buenos pidiendo que el Estado (es decir, los impuestos de los que los pagan) les solucione el problema. Siempre hay más problemas que impuestos. Cuando los niños ingleses, en el siglo XIX, se ponían a trabajar 12 horas, seis días, durmiendo al pie de la máquina, no lo hacían forzados. Esa situación era una mejora sustancial de su realidad
      previa, y por eso iban voluntariamente. Y sobre sus esfuerzos, entre otros que hoy serían considerados un abuso, se pudre nuestra mimada sociedad. Mi padre
      apenas fue a la escuela. Ya con siete años se iba un par de noches al campo con las ovejas. Luego en la mina hasta los 14. Luego peón, albañil y finalmente
      empresario. Desde los doce trabajaba con él en mis vacaciones y ratos libres a ritmo de adulto. Y no creo que me hiciera ningún daño. Hasta orgulloso me
      sentía, y si hubiera aparecido por allí un “perroflauta” a defender “mis derechos” y dejarme sin mi colaboración a la familia, probablemente se hubiera caído por algún barranco. Así que si me veo en la situación de vender un riñón, o mi cuerpo o mi vida, como única solución para un problema que personalmente considero mayor y que no puedo o no sé, solucionar de otra manera, nadie es nadie para venir a impedírmelo a menos que pueda arreglármelo más barato. Lo demás es condenarme a un destino peor. ¿Se entiende?

      Sigo.

    • Paso de largo sobre lo que comenta sobre homosexuales y BDSM. Para mí, si no hay abuso no hay delito, y allá cada cual con sus gustos y manías, y además estoy cansado, pero sí que termino con una frase suya que comparto: “no soy tan tonto como para pensar que los nombres son inocuos”. Cuando se cambia el nombre de algo es, desde luego, con una intención, pero la intención puede ser buena o mala, y eso le dará el valor moral. Cuando usted se resiste a llamar trabajadoras sexuales a las putas, en realidad lo que hace es resistirse a cambiar su estatus. Usted sabrá por qué, pero por favor, no me diga que es porque le preocupa su bienestar. Ellas saben lo que pueden hacer en su favor y circunstancias mejor que usted o que yo mismo. Por mi parte me limito a respetarlas. Y sí, creo que legalizarlas (un simple acto jurídico) las ayudaría mucho a vivir mejor y fastidiaría mucho a los proxenetas, pero en cualquier caso, lo primero que haría es pedirles su opinión.

      Saludos y disculpas, pero usted juega con la ventaja de ir con la corriente principal.

  2. Iba yo agradablemente sorprendido por lo acertado de las opiniones de la entrevistada (marcadamente liberales), cuado tropiezo, al final, con su estacazo al matrimonio (supongo que un residuo de feminismo clásico). El matrimonio, hoy en día, está de facto vaciado de contenido y de ventajas. Una simple pareja, no declarada, tras una breve convivencia (creo que dos años), ya cuenta con todos los derechos legales que el matrimonio concede a la parte débil de la pareja (generalmente la mujer), y ninguno de sus muchos inconvenientes legales si lo quieres disolver (corríjaseme si no es así). Supongo que esta legislación es un ataque directo a esa institución por ver si se cae sola, pero al parecer, debe tener algo natural en su estructura porque mucha gente sigue empeñada en asumirla libremente y complicarse la vida. Incluso los homosexuales lo reivindican y se refugian bajo ese nombre, cuando bien podrían haber inventado una palabra (por simple economía del lenguaje), para cada una de las diferentes formas de emparejamiento que adoptan legalmente. Pero bueno, hoy nadie obliga a nadie a casarse, así que no entiendo muy bien esa inquina por un lado, ni esa rivindicación semántica por el otro.

    En cualquier caso, totalmente de acuerdo en que cada cual es dueño de su cuerpo (muchos lo han sacrificado por lo que consideraban, o les dijeron que era, el bien común y lo seguirán haciendo), que la prostitución debe ser legalizada y respetada (todos vendemos algo de nuestro cuerpo, porque somos un cuerpo, lo demás son entelequias sin demostrar), y que en juegos privados entre gente capaz no hay que meterse mientras sean eso, privados. Solamente con el aborto, que no se cita, pero me aprovecho y lo hago yo, no trago (siempre contra corriente, ¡qué fastidio!). Por supuesto que entre el feto y la mujer, elegiría a ésta, pero es que en la mayoría de las situaciones no es el caso. Casi siempre la elección es entre los inconvenientes de una mujer que no quiere soportar unos meses de molestias nada extraordinarias en la mayoría de los casos (y una posible vergüenza pública que es un prejuicio que se podría combatir y nadie lo hace) o una vida humana, porque sin salir del país, muchísima gente estaria dispuesta a quedarse con el crío ¡y adiós problema!. La ecuación real es, excepciones aparte, MOLESTIAS TEMPORALES versus VIDA HUMANA.
    Estamos ante una elusión legal de responsabilidades conseguida espuriamente a caballo con otros derechos necesariamente reivindicados. Como que no te pasara nada por atropellar al aguien que no se ha enterado, por ejemplo, porque lo hicieras «sin querer». Y es que biológicamente, el proceso de una vida empieza con la formación del zigoto. Lo demás no es Ciencia y no entro a discutirlo (si fuera creyente podría pensar, por ejemplo, que el alma viene a los tres meses, como sostenía Santo Tomás, y entonces no estaríamos hablando de un ser humano y no habría problema). Y da igual cuándo interrumpas el proceso porque inevitablemente interrumpirás una vida humana (en realidad, cuanto antes lo hagas más daño causas, porque si matas un viejo lo privas de su vejez, etc., pero si lo haces con un zigoto acabas con todas las fases de un ser humano). ¡En fin! Para mí, en este punto, el feminismo empezó a perder el norte. Por conveniencia se puede justificar cualquier cosa.
    Por lo demás, si quieres vivir con tu pareja, a poder ser una vida, la superioridad te aburrirá soberanamente. La inferioridad será una humilación que lo corromperá todo. En ninguna otra relación interesa tanto el equilibrio como en la pareja emocional. Lo demás sólo serán apaños.

    • Me gustaría hacer una puntualización, Coincido con usted en la forma absurda de sacar el matrimonio en la entrevista ¿Abolir el matrimonio? ¿Por qué? Si usted no quiere el matrimonio no se case, pero imponer que nadie pueda casarse (no otra cosa significa abolir) es una tiranía tan grave como obligar a todo el que quiera meterse en la cama con otro a que se case. Se ve que en cuanto rascas dentro de un humano te sale el tirano. Debe ir en nuestros genes.

      Lo que me choca un poco es eso de que la institución debe tener algo natural puesto que la gente lo sigue adoptando con fruición. En realidad hablar de constancia en el matrimonio es un poco aventurado. A lo largo de la Historia, y hoy mismo en las diferentes civilizaciones, el matrimonio se ha manifestado de muy diferentes formas. Por ejemplo, nuestra civilización se denomina judeo-cristiana con base romana y sin embargo los romanos tenían varios tipos de matrimonio de los cuales los más importantes eran «cum mano» y «sine mano» (por algo sigue existiendo la petición de mano). Los judíos no tenían un concepto de matrimonio indisoluble, desde luego los esposos no funcionaban en términos de igualdad y solía y suele ser todavía concertado por los padres. Y en el cristianismo se hablaba de respeto y amor, pero no era el amor romántico que rige ahora sino que se parecía más a la «pietas» grecolatina. En ninguno de los tres cuentan mucho los sentimientos, la verdad y al menos en los dos últimos no se puede ignorar la trascendencia religiosa que, sin embargo, no tenía el romano. Podríamos seguir con el matrimonio que existió durante la Edad Media (las diferentes edades medias realmente) y entre las diferentes clases sociales pero no se trata de ello. El matrimonio tal y como lo conocemos (por amor, disoluble, laico) es de hace muy, muy pocas décadas y sólo en la cultura occidental. Si queremos hacer un denominador común entre todos los matrimonios deberíamos dejarlo sólo en un vínculo legal entre al menos un hombre y una mujer (a veces varias) con la finalidad de ayudar a la procreación. El resto de cosas unas veces están y otras no. Sé que es una definición que nadie que se casa ahora la suscribe (yo el primero), pero es lo que une a todos los matrimonios. Y eso es lo que debe tener algo de natural: buscar un entorno seguro para criar a los hijos (y, añadiría, poder satisfacer la concupiscencia con cierta y frecuencia y estar razonablemente seguro de que tus hijos son tuyos). Crudo y con poco glamour, pero…

      Sobre la prostitución y demás me remito a un comentario mío más arriba.

      Un saludo

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