El lunes pasado la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Aragón mostró su rechazo a la donación de 10 millones que la Fundación Amancio Ortega acordó con la Comunidad Autónoma de Aragón. El colectivo explica que no es necesario «recurrir, aceptar, ni agradecer la generosidad, altruismo o caridad de ninguna persona o entidad» Via «El mundo«
Estupefacción. Hasta que leemos su explicación, claro:
«Aspiramos a una adecuada financiación de las necesidades mediante una fiscalidad progresiva que redistribuya recursos priorizando la sanidad pública»
En resumen: es mejor robar con agresividad progresiva que aceptar la generosidad voluntaria.
A pesar de que la mayoría de las personas viven una realidad marcada por la escasez de dinero hemos desarrollado una fe inquebrantable en que, primero, el estado siempre tiene dinero y, segundo, la cantidad de dinero de que disponemos cada uno de nosotros no depende principalmente de los resultados del esfuerzo, sino que es una cuestión de reparto, de redistribución. Las consecuencias de esta esquizofrenia son una ilimitada actitud de exigencia/expectativa frente a la acción del estado, la aparición de una avasalladora cultura de la envidia y la consagración de la acción política como mera maquinaria de reparto de maná y bienestar, fundamentando así la hipercomodidad y el egocentrismo que caracterizan al votante/administrado/vasallo de hoy en día.
Pero hay algo que suelen olvidar estos estatólatras mendicantes: el estado está compuesto por personas, personas que toman decisiones bien al dictado de la ESCASEZ, bien al dictado de la ARBITRARIEDAD. En los orígenes del llamado «estado del bienestar» era la escasez de recursos la que dictaba las políticas a seguir con la meta clara y definida de procurar la prosperidad económica y social de una mayoría. De un tiempo a esta parte, acunados en los mitos del «todo es gratis» y «el estado provee» hemos desarrollado la política del «cueste lo que cueste», abonando la aparición de un inmenso aparato burocrático que, en primera línea, se ocupa de sí mismo y la propaganda necesaria para su autojustificación. La conservación del poder es la meta principal, el reparto de «regalos y privilegios» la verdadera moneda, la corrupción apenas un daño colateral asumible. El resultado: una sociedad devastada en su autopercepción humanitaria e incapaz de generar prosperidad más allá de la que nace del saqueo constante a quienes producen y generan riqueza.
Es INMORAL. Digo inmoral, porque sólo desde la inmoralidad, desde la total ausencia de sensibilidad con quien sufre una enfermedad como el cáncer y la absoluta rendición a la estatolatría recaudatoria es posible rechazar un generoso donativo de quien puede hacerlo.
– «Imagina que tienes un amigo que se encuentra en paro o que solo percibe la renta básica esa de 400€. ¿No le echarías una mano para ayudarle con alguna cosa si te lo pidiera?.»
– «¡Pues claro!.»
– «¿Y porqué?. Si el estado ya cubre sus necesidades básicas.»
– «¡Pero si puedo ayudarle para que pueda ir un poco mejor, porque no voy a hacerlo!.»
– «¿Y porque te opones a que haya gente que eche una mano para mejorar la sanidad pública?.»
– «¡Es que no es lo mismo!.»
– «¿De verdad?. ¿Y cual es la diferencia?.»
Este es un extracto de una conversación mantenida este fin de semana con un amigo al que no le gusta la idea de que se done dinero para mejorar la sanidad. Me encantaría poner sus explicaciones sobre la diferencia entre el caso que le exponía yo y el del señor Ortega, pero me temo que son demasiado incoherentes y, de hecho, creo que él mismo se dio cuenta de que no tenía un argumento válido. Tras nuestra conversación la idea seguía sin gustarle, lo que demuestra que al final es pura y simple cuestión de ideología y convicciones lo que lleva a la gente a negar ciertas cosas pese a su beneficio más que evidente.
Mucho me temo que el ser humano no es tan «racional» como se considera a si mismo.
Yo defiendo una sanidad, y educación, totalmente privadas, vaya por delante. Respecto al artículo, nada nuevo bajo el sol en esta sociedad totalmente idiotizada, incapaz de hacer absolutamente nada sin el Estado de por medio, sin el padrino correspondiente, y sin la subvención adecuada. Es una lástima, pero así es y será por mucho tiempo, y cada vez comprendo más aquello que Ayn Rand narró en su maravilloso libro «La Rebelión de Atlas», donde todo parece repetirse, una y otra vez, en estas sociedades condenadas a la decadencia mas terrible. El lavado de cerebro en esta sociedad nuestra, es tan grande, que ya el sólo acto de pensar se vuelve inmensamente heroico. Da la sensación de que todo está podrido, apestando a mierda por todos lados, y las grandes mayorías, a lo único que aspiran, es a poner la mano para recoger la limosna. Es lo que trae nuestra social-democracia nacional e internacional, gigantesca fábrica de borregos, a cada cual más idiota.
.Pasmado, indignado, estupefacto. ¡Lo estoy todo! ¿Cómo se puede llegar a tener un cerebro tan podrido? ¿Quiénes son estas asociaciones «en defensa de lo que sea público»? ¿Cómo se financian? ¿Cómo se eligen? Ni sabía que existían. Pesebre seguro. Ahora, y siempre, ellos se dedican a “poner la ética”, los demás (en este caso los enfermos), pondrán los muertos. Ya lo dices todo así que voy a otros aspectos.
¿Por qué lo público es mejor que lo privado cuando es esto último lo que sostiene lo primero? ¿En qué tipo de ética se basa el derecho a exigir a una persona que trabaje entre 4 a 7 meses para los demás? ¿Lo harías, de ser libre, por tus familiares cercanos o simplemente los proveerías hasta que se levanten? ¿Lo seguirías haciendo si ese familiar cercano se convirtiera en un subsidiado permanente sin ninguna discapacidad evidente? ¿Lo harías si fuera un desagradecido que te culpa de su estado y que te dice que el fruto de tu esfuerzo es suyo “en justicia”?
Pero por el «Estado del bienestar» no te queda más remedio. Eres, a la fuerza, más solidario con él que contigo mismo. Y por supuesto, ni levantes la voz, porque no tienes ningún derecho, salvo a que se te mire con suspicacia “por ganar tanto dinero”. Ellos son tan incapaces de hacerlo que prefieren creer que eso es imposible sin que hagas “algo sucio”. Que eres un ladrón, vamos, ni siquiera “presunto”. Que les robas, un poco a cada uno de los miles de ellos, por medio del maldito capitalismo, y cuando pagas impuestos sólo devuelves (siempre poco, a su juicio), algo de lo que les has robado. ¡Maldito ladrón! ¿Y encima te tengo que dar las gracias?
Existe, desde luego, un impulso solidario natural –muy sano- que te impele a ayudar a cualquiera cuando lo ves en necesidad. Y existe otro impulso natural –muy sano- que es el agradecimiento al que te ayuda. Es en estos sentimientos en que personalmente baso la ética de la solidaridad, que cuando es obligatoria (porque hay muy buenas razones para ello), debe ser razonable y también reconocida. De ese modo, el defraudador, perdería, cuando defrauda, su calidad moral, pero en este sistema depredador y desagradecido, que además te insulta, tanto más, cuanto más contribuyes, no encuentro base ética alguna para ello. Sólo encuentro la razón de la fuerza: nosotros somos muchos. Somos la mayoría. Somos el ejército de insaciables necesitados y la tropa que con las excusa de atendernos, gestiona el tinglado con sus intereses en primer lugar. Y si no cumples con lo que te digamos, eres un defraudador, un corrupto y te aplicaremos medidas coercitivas inmediatas.
Quienes han trabajado casi toda su vida “para los demás” en proporciones de más del 30%, entenderán estas palabras. Los otros, eternos inmaduros dependientes, no podrán. El miedo a perder la seguridad de “papá estado” se lo impide. Aunque la ignoren, ¡es terrible su condena!
Completamente de acuerdo, tanto con el art. como con el comentario.
Por mi parte solo comentar algo colateral: hay algo en que la izquierda es claramente superior a la derecha, y es en su capacidad de organizarse y movilizarse. Eso explica que desde asociaciones de vecinos, a «sindicatos de estudiantes», a la asociación de pacientes que ha rechazado la donación del Sr. Ortega, etc, etc todo sean monopolios izquierdistas. Lo paradójico es que, aunque el nº de asociados que participan en esas asociaciones sea insignificante y por tanto su representatividad nula, los réditos y la propaganda que obtienen es enorme. Por eso se arrogan la prerrogativa de hablar en nombre del «pueblo», del «barrio», de los «pacientes» etc, etc.
Porque al otro lado ideológico no hay nadie organizado.
Cuánta razón llevas, pvl.
Parece que da vergüenza asociarse para defender cosas tan elementales como … responsabilidad individual, premio al esfuerzo, respeto a la esfera privada, fomento del altruísmo voluntario … y si existen, no se publicitan… porque son «fachas»
Así es Luis. Personalmente lo intenté fugazmente como militante(pagando religiosamente mi cuota mensual de afiliado) en Vox hasta que me dí cuenta del pelaje de la antigua dirección.
Aunque estoy seguro que los que están ahora son bastante más honrados, lo cierto y verdad es que mi tendencia natural individualista se vio reforzada con aquella experiencia fallida y no he repetido.
No obstante, en mi fuero interno, echo de menos participar en algún tipo de asociación politico-social con la que me identifique ideológicamente, que no tiene porque ser un partido político a la manera tradicional.
De hecho mi participación en este sitio tiene algo de esa necesidad «social»: compartir ideas con gente con las que me identifico, aunque inevitablemente haya cosas u opiniones que no comparta, y en la medida de mis exiguas posibilidades y capacidades contribuir a que este sitio, esté activo y se conozca.
Y precisamente por ello os estamos tan agradecidos a los lectores y comentaristas. No lo decimos con la suficiente frecuencia.
🙂
«Eso explica que desde asociaciones de vecinos, a «sindicatos de estudiantes», a la asociación de pacientes que ha rechazado la donación del Sr. Ortega, etc, etc todo sean monopolios izquierdistas. Lo paradójico es que, aunque el nº de asociados que participan en esas asociaciones sea insignificante y por tanto su representatividad nula, los réditos y la propaganda que obtienen es enorme»
No solo eso. Si analiza, y contabiliza, las personas que componen esas «Organizaciones Abajo Firmantes», se dará cuenta de que sus miembros se repiten en ellas más que los mejillones en lata.