Quien crea que el problema de la integración de la población inmigrante musulmana en Europa es un problema exclusivo generado por la visión radical que algunos musulmanes tienen de su propia religión sigue anclado en los años 30 del pasado siglo. Tras decenas de años de indoctrinamiento estatista, de invasión de la libertad individual por parte de docenas de gobiernos, de imposición del igualitarismo en lugar de consolidación de los principios de igualdad ante la ley, tras décadas de programas educacionales encaminados a reorientar al ciudadano en el nuevo teísmo secular, en la adoración al estado, en la negación de las propias particularidades y el infatilismo victimista, estamos completamente desarmados para enfrentarnos a la locura violenta de los criminales. Y cuando digo desarmados no hablo sólo de la imposibilidad de ejercer el derecho de autodefensa, que también. Hablo de la contínua perversión de los principios legales en los que se apoyan nuestras sociedades europeas, alejados del formalismo, arrojados al materialismo positivista y al buenismo como sucedáneos de moral.
¿Cómo defender desde la ley, con contundencia, la libertad y la vida de todos ante la amenaza de los violentos? Pensábamos que nuestras sociedades postmodernas serían inmunes, en su «demostrada superioridad moral», a cualquier intento de involución dogmatizante, viniese éste de donde viniese. Sin embargo, el buenismo paternalista occidental (triste final del camino iniciado en la Ilustración) tampoco es garantía frente al patronazgo y la mutilación de libertades individuales. Todo lo contrario: prohibición del mercadeo y consumo de drogas (peor aún, de algunas drogas), prohibición de la prostitución, prohibición de fumar en espacios privados (acaso mi bar no es mío?), prohibición de tener y portar armas, retirada de portadas de revistas, prohibición de novelas porque alguien cree reconocerse en uno de los personajes, prohibición de expresarse libremente en un medio de comunicación, prohibición de quemar banderas, ….
Del mismo modo que las armas no matan, no son las religiones ni las ideologías las que llevan al liberticidio. Es la existencia de un aparato represivo a su servicio lo que lo hace posible. El islamismo es más efectivo en los países teocráticos y más cruel allí donde se quiere obtener ese poder. La total ausencia de CONTUNDENCIA, tanto diplomática como legal, a la hora de denunciar el uso de la violencia bajo el manto de la religión allá donde se produzca, la absurda benevolencia con que pretendemos convertir a los asesinos en víctimas mediante el vacío discurso de la multiculturalidad, son las verdaderas razones en las que se basa nuestra indefensión como sociedad. Mientras sigamos mirando hacia otro lado cada vez que una mujer es mutilada, obligada a casarse por contrato familiar, un homosexual colgado de lo alto de una grúa o un joven asesinado en su iglesia porque en lugar de una media luna prefiere orar a una cruz les estaremos diciendo que no nos parece excesivamente preocupante. Y si no nos parece excesivamente preocupante cuando ocurre en Somalia, Arabia Saudí, Nigeria, Egipto o Irán, pensarán ellos, ¿por qué iba a preocuparnos si ocurre en Londres, Berlín o Madrid? Son la esencia misma de las reglas actuales -desvirtuadas- del juego político y la connivencia negligente con situaciones mal llamadas “culturales” los verdaderos responsables de cualquier intento de mal uso de la democracia, convertida en prostituta al servicio de la clase política.
No podemos defendernos de la babarie con más barbarie indiscrimiada. Debemos usar la razón. Cuando se abandona el uso de la razón, solamente el uso de la fuerza se mantiene como centro de los actos humanos. Las personas que aceptan la razón como medio único para alcanzar conocimiento están en disposición de dirimir sus diferencias por la vía de la persuasión; quien consiga poner de su lado la lógica prevalecerá. Pero si la Fe – es decir, aquello en lo que se cree, religión o estado – se convierte en principio predominante, no habrá manera pacífica de resolver conflictos. Desaparece la referencia a los hechos (se cree en lo que no se ve, se generaliza sobre lo que se ignora), no hay sitio para la lógica, ni espacio para discusiones racionales. El racismo, la confrontación y los muros son entonces las únicas vías de solución de conflictos.
Y la razón nos dicta que la defensa de la libertad, la vida, la integridad de las personas no se circunscribe exclusivamente al ámbito de mis vecinos. Todos tenemos derecho a ser libres, a vivir para experimentar esa libertad. Los que vivimos aquí, y los que viven allá. Los que no creemos en nada y los que creen en «algo». No basta con construir muros de contención, es necesario dejar meridianamente claro que los nuestros son los principios en los que se basa la convivencia pacífica de todas las percepciones privadas de la vida, en todo lugar, en todo momento. Ya les he contado que no es así, que no lo hacemos, con lo que hemos renunciado a la primera línea de defensa: la de las ideas.
Desde las ideas, desde la razón. Debemos reconstruir nuestra muralla desde la defensa de los principios occidentales que nos han traído hasta aquí: libertad, paz, intercambio, igualdad ante la ley. Todo intento de justificación de lo musulmán desde la óptica occidental del “very typical, very nice, very multicultural” contribuye a la radicalización musulmanizante de los musulmanes. En el fondo, lo que se consigue con tales peroratas vanagloficantes de las más rancias costumbres islámicas es desacreditar los intentos de muchísimos musulmanes dispuestos a romper con tales usos. Dispuestos a superar sus propios estigmas y traumas.
¿Y los asesinos y sus cómplices? a la cárcel, para siempre. Lo se, ya ni siquiera sabemos hacer eso bien.
Ya, si todo el argumento es impecable salvo por un pequenho detalle: de que sirve el uso pacifico y racional de la razon contra quienes reniegan de ello y solo se basan en su fe. Por eso esta pasando esto en Europa, porque hemos supuesto que los principios ilustrados son aplicables tambien a los islamistas. Sorpresa: les importa poco y los usan a su beneficio, siendo nosotros como el raton de biblioteca intentando «convivir con reglas comunes y pacificas» con el gato callejero hambriento.
Sabemos como acaba, no? Basta ya de pretender que la sinrazon y el dogmatismo se combate con la razon y la paz. No es cierto.
Por otro lado, por que nos preocupa mas lo que ocurre en Europa que en un pais de oriente medio o Africa? Porque somos tribales y compartimos mucho con cualquier pais de Europa: cultura, moral, muchas costumbres… Es algo instintivo. Ademas de la cercania. Pretender obviar la parte animal (no racional) que tenemos, pretender que podemos ser seres completamente racionales, es pretender negar la realidad biologica del ser humano.
Bueno, si te refieres a mí, faltaría la segunda parte. Si la razón no funciona, entonces es cuando pienso que hay que aplicar la fuerza de modo progresivo pero sin complejos. Es fundamental recurrir primero a la razón, porque eso es lo que deslegitima al contrario y legitima ante él el uso de la fuerza posterior. Insisto, de modo progresivo pero hasta donde haga falta para anular totalmente la amenaza. Esto en Occidente no se ha hecho ni se hace, sino más bien lo contrario. La batalla moral, de momento, la vienen ganando las culturas totalitarias que nos están invadiendo apadrinadas por el totalitarismo autóctono, que es nuestro verdadero cáncer moral.
A mí personalmente no me temblaría el pulso. Sé por experiencia que la total determinación de golpear, si te obligan, evita siempre que lo hagas si el desequilibrio de fuerzas es palmario. Y éste es el caso. Lo que sudece es que no es el momento. Cualquier uso desproporcionado de la fuerza, según la moral actual en Occidente, recibiría el rechazo de una parte significativa de su ciudadanía entre la cual me encuentro. De momento tenemos perdida la batalla moral porque son tiempos de victimismo, pero también porque la situación de muchos de los inmigrantes (de la cual no me considero en ningún modo responsable, pese al culpabilizador discurso dominante) es humanamente dramática y si la ves no puedes dejar de tener un impulso natural de ayuda instintivo muy sano y humano. Impulso, por otra parte, que a mi se me borra de inmediato si leo en la mirada del que necesita mi ayuda sentimientos como odio, desprecio, desagradecimiento o simplemente la intención de culpabilizarme de su situación. Por otra parte, esa firmeza en la exigencia de respeto por la civilización a la cual dicen querer incorporarse es la puerta de entrada a la única posible integración, sea cual sea su sentimiento cultural (que a veces, o casi siempre, es la causa de que hayan tenido que emigrar). Tampoco les pedimos tanto. Sólo respeto e igualdad ante la ley para todos (aunque no ignoro que eso es un torpedo en la línea de flotación de muchos de sus prejuicios).
Por cierto, la razón es un arma mortal. Todo el mundo quiere tenerla, así que por ahí se nos pilla.
Bueno, no, el comentario era respecto al artículo en sí. Pero totalmente de acuerdo con este comentario. Este era el punto que quería hacer: creo que la sociedad occidental hoy está demasiado acobardada y las llamadas a la compasión, al victimismo y sentimentalismo, no son más que virtue signaling y falta de arrojo. Ese es el problema que tenemos y que habrá que solucionar. De otra forma, usarán esas herramientas, como dices, para meterse dentro de la sociedad y romperla desde ahí, como está ocurriendo en Suecia y en Alemania. Un caballo de Troya en toda regla.
En primer lugar aplausos a la entrada de Luís. En cuanto a mi teoría sobre la solución, al problema que se menciona, ya la he expuesto en tras ocasiones aquí y posiblemente sea procedente resumirla.
Pienso que el verdadero problema no está en la magnitud de la amenaza sino en la debilidad de nuestro pensamiento frente a ella. Desde luego, las soluciones militares (no totalmente descartables), hoy por hoy, crearán más terroristas que los que eliminen, puesto que carecen de “justificación moral” a los ojos del mundo (es un problema creado por nuestra propia debilidad de pensamiento, propiciada desde dentro).
La solución es lenta. Primero deberíamos cambiar nuestra actitud (y no con rumbo hacia el radicalismo violento anti Islam), sino hacia la superioridad moral de nuestra civilización –sin complejos-. El enemigo, desde luego, está dentro (todas las formas de totalitarismo disfrazado que padecemos) y hace muy bien su trabajo.
Respecto al exterior tenemos dos frentes:
1.- Los estados islámicos que financian el terrorismo y fomentan el odio a Occidente. Eso nos obligaría a rascarnos el bolsillo, dejando de venderles armas y de comprarles petróleo entre otras cosas (siempre he pensado que nuestra dependencia de él tiene motivos muy profundos, una de cuyas ramas es la fundamentalista lucha contra la energía nuclear).
2.- Comenzar una presión moral permanente sobre la población islámica europea. Sin su colaboración nunca conseguiremos acabar con elterrorismo interno. Y no veo a ningún líder que les exija posicionarse contra los terroristas que tanto los desprestigian sino más bien al contrario (“comprendiéndolos”). Si los inmigrantes islámicos realmente quieren vivir sus creencias en una sociedad libre como la occidental, son los principales perjudicados por el terrorismo islámico que los convierte en punto focal
receptor del odio de las masas occidentales que progresivamente se van radicalizando. Hay que educarlos en que denunciar a sus terroristas no es traición a sus principios ni correligionarios, sino colaboración con la justicia y la coherencia interior -si rechazan el terrorismo-. Y además, deben desprestigiar a nivel interno, en sus conversaciones
de andar por casa, todo el movimiento terrorista del cual, todo musulmán honrado y respetuoso debe íntimamente avergonzarse, y por lo tanto condenar. La postura fría y pasiva actual, parece confirmar que en el fondo, están de acuerdo con los terroristas. Y esto traerá consecuencias.
Lo que me parece ridículo (y asqueante), es el lagrimeo de palabrerío “políticamente correcto” que nuestros dirigentes repiten como cínicos loros en cada atentado. A menos, claro, que quieran matar de risa a los terroristas. En este aspecto, reconozco al menos la originalidad de Trump, que les define por lo que son: perdedores. Eso, al menos, les habrá dolido un poco (la verdad jode mucho cuando es un asco).
Pero como he dicho, el principal problema está entre
nosotros mismos.
Si pensamos que la simple defensa propia no será presentada como imposición bárbara del occidente megadesarrollado supermillonario arrogante ladrón y totalitario… vamos muy equivocados. Menos complejo bárbaro y más respuesta doméstica contundente.
Me temo que la cuestión está muy lejos de poder solucionarse sin recurrir a medidas que nosotros mismos no estamos dispuestos a apoyar y que en ultima instancia tampoco garantizan que los atentados islamistas indiscrimados no se repitan: el escenario internacional y nacional es demasiado complejo como para aspirar a eso.
Haciendo un repaso a la Historia, vemos que este tipo de dilemas siempre han existido para las potencias dominantes: la Roma, España o Inglaterra imperial se enfrentaron a problemas que en esencia son los mismos que enfrentamos hoy en día: sus intereses y por tanto la vida y bienes de sus ciudadanos se veían amenazados en algún lugar de los respectivos imperios o de sus aliados (generalmente en lugares periféricos y lejanos), y el debate consistía en si merecía la pena intervenir o no y en que grado y hasta donde. De hecho muchas intervenciones a la postre significaron expansiones territoriales pero otras acabaron en fracasos y retrocesos y otras tantas ni en lo uno ni en lo otro, sino en largos periodos de guerras larvadas de baja intensidad, como el que padecemos hoy en día.
Dicho lo anterior, una cuestión que si me parece fundamental es establecer el orden de prioridades, cosa que en Occidente estamos lejos de hacer: por ejemplo y en relación al islamismo radical parece evidente que mientras no se extermine al IS y variantes (al-quaida etc) no estaremos a salvo. Por otro lado, Occidente y Europa en particular acogieron y propiciaron las llamadas primaveras árabes (quizás con una genuina e ingenua aspiración a que la democracia y lalibertad se impusieran en esos paises) que en ultima instancia ha sido el caldo de cultivo del IS.
Y para complicar las cosas tenemos que tener en cuenta que Occidente ni siquiera es la única potencia con intereses y presente en esa zona: el avispero sirio es el resumen de todo lo anterior: Rusos e iraníes pro-gobierno, Turcos y kurdos manteniendo su guerra particular, rebeldes, IS, etc, etc.
La primera pregunta, que es en sí misma un rompecabezas es : ¿cuales son nuestros intereses prioritarios allí y aquí? Y en función de eso ¿como los defendemos y que precio estamos dispuestos a pagar?.
Por cierto, creo que, en caso de dudas, es una estrategia inteligente copiar a los especialistas en la materia, y en semejante materia el mejor y más exitoso especialista que conozco es Israel, que se ha mantenido en un discreto segundo plano y que por descontado no ha pretendido ir de salvador, libertador o democratizador ni hermanita de la caridad de nadie, y que por el camino tampoco ha renunciado a su forma democrática de vivir y convivir con sus minorías claramente hostiles.
Junto a los anteriores principios si algo ha caracterizado a Israel es en ser implacable con sus enemigos y tomar represalias por cada acto de terrorismo en su contra, aparte de construir un muro y blindarse contra las infiltraciones enemigas, sin importarle un pito el vocerío internacional en contra.
Y no parece que le vaya demasiado mal dado el contexto tan complicado que ha tenido y tiene que afrontar, hasta el punto de que hay palestinos musulmanes con pasaporte israelí que han tenido que reconocer que el lugar de Oriente próximo más seguro para un musulmán es precisamente Israel.
¿Que tal si les imitamos un poco a ver como nos va?.
A tus preguntas:
– «¿cuales son nuestros intereses prioritarios allí y aquí? » la defensa de la libertad individual y la convivencia pacífica por encima de ideologías y religiones.
– «¿como los defendemos y que precio estamos dispuestos a pagar?» Sólo podemos defenderlo de forma activa aquí, aplicando rigurosamente nuestras leyes, de manera que esa aplicación de la ley sea contundentemente disuasoria. Allí, denunciar, no comerciar, no vender armas, denunciar de nuevo, ofrecer asilo a los homosexuales, a las mujeres mancilladas, a los que sufren opresión. Renegar de cualquier tipo de «alianza» con ellos. Actuar desde los principios de nuestra civilización occidental siempre, sin titubeos. No ceder jamás a sus pretensiones.
No queda otra.
¿No les comprarías petroleo ni gas a los saudíes, iraquies, iranies, argelinos, etc, etc porque en todos esos países no se respeta la libertad individual y se oprime a mujeres, homosexuales etc?
Exactamente, por ejemplo. Pero no basta con no comerciar. Hemos de decir por qué no lo hacemos.
No estoy seguro que pudiéramos permitirnoslo, al menos con la política energética suicida que seguimos en España. Quizás Francia podría permitírselo, pero no lo sé, aunque lo dudo mucho.
Construir más nucleares, fomentar las nuevas tecnologías, pero no para salvar el «clima», para salvarnos nosotros y a las víctimas de estos salvajes.
Por otro lado imagina que en Marruecos una variante local del IS estuviera en condiciones de instalarse y hacerse con el poder. ¿no crees que sería suicida limitarnos a defendernos aquí?.
Se apoya a la oposición, si esta lo solicita. No soy partidario de intervenciones fuera de casa. No han dado buenos resultados casi nunca.
Eso es lo que estamos haciendo en Siria e Irak: apoyar a algunos de los enemigos del IS. Por eso nos atacan para que dejemos de hacerlo como cuando ZP se retiró de Iraq tras el 11-M.
… nos llamó alguien a Irak? y a Siria? Apoyar no significa ir con nuestros aviones a tirar bombas, por cierto.
No creo que el IS vaya a dejar de ponernos bombas si dejamos de bombardearles directamente y nos centramos en apoyar solo a sus enemigos sobre el terreno. El IS nos va a poner bombas siempre que puedan hacerlo porque nuestros intereses y los suyos son contrarios e incompatibles. De hecho su existencia pasa por demostrar a los musulmanes (a los de allí pero también a los de aquí) que son capaces de derrotarnos por la fuerza y el terror.
Por desgracia vamos a tener que acostumbrarnos a que, un día sí y otro también, atenten contra lo que les venga en gana. Y sí, yo también creo que nosotros mismos les hemos dado bastantes alas a estas alimañas, que aparte de matarse entre ellas, también nos matan a nosotros. Acordémonos de la famosa Alianza de Civilizaciones (me niego a llamar civilización a una religión arcaica y totalmente retrógrada), del inútil de Zapatero. Ahí están algunas de las falsas premisas establecidas, al equipararnos con esa chusma fascista que llamamos Islamismo. ¿Habríamos establecido una alianza con el Nazismo en los años treinta del pasado siglo?, ¿verdad que no?. Si para algo sirven las policías, los ejércitos, los servicios secretos de todo el mundo, es para hacerles frente, en todas partes donde estén. Se les detiene a veces, se les busca allí donde están sus guaridas, pero parece no ser suficiente. Hay que combinar, desde mi punto de vista, la opción militar, con la persuasiva, educativa, formativa, y demostrarle a toda esa gente que nuestro mundo occidental, sí es una auténtica Civilización, y su mundo, por ahora, es la Edad Media, o quizás todavía peor.
Sí, de acuerdo.
No hace mucho le leí a uno de mis pensadores de cabecera (Santiago Navajas) una frase que en principio me dejó descolocado pero que creo que n está falta de verdad: «Culturas hay muchas, pero Civilización sólo hay una».
Estos días, en los que la marina italiana actúa como ferry para mafias libias a petición de la burocracia europea, es disidente pedir que simplemente se cumplan las leyes.
Por ahí van mis tiros, Asertus.
Hay que recordar cómo se acabó, o al menos redujo mucho, la violencia callejera en el País Vasco, cuando los padres pasaron a ser responsables subsidiarios de lo que hacían sus hijos.
¿y qué propones? ¿que el padre sea responsable de los 22 muertos del suicida? Eso es tan ilegal como el resto de las cosas que sí podrían solucionar el problema y no solucionaría nada. No es lo mismo el que quema un contenedor que el que mata a 22 y se suicida.
Hay que pensar: si vamos a poner por delante el buenismo o nuestra seguridad.
Si quieres seguridad deberás hacer lo mismo que ellos en su casa: prohibido el Islam en Europa, prohibidas las mezquitas, expulsión de todo musulmán sin papeles, expulsión de todo musulmán (y me da igual si ha nacido aquí) que se sospeche minimamente que está «radicalizado» y a su familia con él, los inmigrantes ilegales inmediatamente devueltos a donde han salido…
Cuando los mozárabes apoyaban a los piratas berberiscos se les expulsó de España y se soluci´onó el problema…. no se solucionó con minutos de silencio, con comentarios en plan «son una minoría», «son la religión de la paz», etc etc
De esa forma en unos años se solucionará el problema… con el sistema que llevamos de minutitos de silencio, y comentarios de «todos somos hermanos», «sólo son unos pocos», «apagauemos las luces por los muertos» o «je sui xxxx» se mantendrá esto siglos o años (hasta que ganen).
Estoy de acuerdo. Es imposible e inútil combatir al terrorista aislado sin combatir el entorno en el que surge.
No es bonito ni agradable, y con toda seguridad se cometerán injusticias, pero las guerras son así: no las ganan los justos, ni los que no están dispuestos a luchar porque no quieren causar victimas inocentes.
Las guerras las ganan los que son más eficaces, lo cual no quiere decir que tengamos que ser igual de criminales que ellos, pero sí que debemos ser conscientes de que no podemos permitir tener al enemigo y al entorno en el que ha surgido infiltrado e identificado en casa, esperando a que decida actuar para a su vez actuar nosotros.
Si la familia de un musulmán es testigo de la radicalización de uno de sus miembros sin denunciarlo a las autoridades occidentales, debe considerarse cómplice y por tanto afrontar las consecuencias. Tres cuartos de lo mismo para mezquitas y asociaciones islámicas.
pda: los que apoyaban a los piratas berberiscos eran los moriscos o mudéjares, que eran los musulmanes bajo dominio cristiano.