Algún día la mayoría de nosotros se dará cuenta que nuestra pertenencia a un determinado «pueblo» o «nación» – tanto desde el punto de vista territorial como del cultural, pero sobre todo desde el punto de vista legal – fundamentalmente es producto de la arbitrariedad administrativa. La mayor parte de los rasgos identificativos que percibimos como «nuestros» y que usamos para describir «lo nuestro» no han sido elegidos por ninguno de «nosotros», sino consecuentemente inculcados mediante el aparato educativo del que se sirven los «administradores de nuestra identidad», en un perfecto proceso de adiestramiento y doma.
Si tal proceso fuese el resultado de la interacción natural entre miembros de un grupo social determinado, con el fin de obtener mayor y mejor protección para cada uno de sus miembros frente a las amenazas foráneas, estaríamos hablando de lo esperable desde un punto de vista evolutivo a poco que sepamos cómo funciona nuestra especie. Nada que objetar. Pero cuando el adiestramiento identitario tiene lugar desde la firme voluntad de quienes ostentan el poder por perpetuar sus estructuras de privilegio o desde el diseño arbitrario de una supuesta sociedad perfecta, mejor o como quieran llamarla, nos encontramos ante el ejercicio perfecto de domesticación de las masas, siervas de una socialidad abstracta y en absoluto «natural».
El individuo queda situado entonces en una especie de comunidad fantasma, agrupado bajo un concepto administrativo vacío de significado en el que pasa a ser denominado «ciudadano» y del que no se espera nada más que el cumplimiento de sus funciones como «Contribuyente», «Votante» … o «Recluta» si fuera necesario.
Si la productividad de tal «ciudadano» llegase a sobrepasar la media establecida arbitrariamente por los administradores, lejos de recibir reconocimiento y agradecimiento por parte de sus «conciudadanos» o administradores, se expone a la envidia y la reprobación …. y a un aumento de la presión fiscal sobre su productividad. Mayor presión fiscal cuyos resultados se utilizan para financiar un gigantesco aparato estatal de control y regulación diseñado para controlar y regular su existencia, su forma de vida y … su productividad.
En realidad, no estamos hablando de procesos de socialización, hablamos de procesos de socialismo. Procesos en los que mediante la progresiva eliminación de derechos individuales en favor de privilegios para los clientes de los «administradores» y la persecución de la excelencia mediante la gravación fiscal del éxito productivo conducen inexorablemente al empobrecimiento moral de todos. Los mendigos son mal vistos, porque ya reciben suficnente «ayuda social». Los emprendedores son sospechosos de abuso de sus empleados, siempre. Los ricos son la causa de la desigualdad y la pobreza. Los grupos «disidentes» son difamados. Quien pretende ayudar fuera de las estructuras estatales será considerado delincuente.
Bajo la máscara de la «protección» del clima, los animales, los consumidores, los trabajadores, los homosexuales o cualquier otra minoría que haya logrado el sello de «víctima» y con el folletín de unos supuestos «derechos humanos» en la mano, los diseñadores unicorniales, esa élite criptofascista que nos gobierna, han logrado cuotas insospechadas de poder. Especialmente en las escuelas.
Como en todos los sistemas basados en la indoctrinación de sus «ciudadanos», estamos asistiendo a la pérdida de rendimiento y creatividad. El esfuerzo y la excelencia ya no son requisitos para el éxito escolar. La universidad ya no es el vivero de ideas nuevas que fue en su día, sino el «safe space» desde el que se postulan y defienden las doctrinas de las élites unicorniales, censurando sin decoro todo lo que suene a disidencia.
Cada vez nos parecemos más a los elefantes del circo: adiestrados para gustar y buscar el aplauso haciendo aquello que no nos es natural.
Al hilo de lo dicho, vemos hoy como en la ultra-estatista Francia, las fuerzas anti-globalización siguen aumentando. Un Estado gigantesco, como el Francés, nos demuestra una vez más, como los procesos socializantes, desde la escuela básica, hasta la Universidad, a lo único que conducen es a mas desilusión colectiva, a mas fracaso personal, a mas dependencia de los aparatos gubernamentales, y lo mas esencial a menos libertad. Añoro a una de las pocas personas, el liberal Revel, ya fallecido, que supo poner realmente los puntos sobre las íes, y que expuso claramente ante los Franceses los resultados de las políticas estatalizadoras, aquellas que los han llevado hasta donde están. Si no lo quieren ver, allá ellos. Viendo lo que sucede actualmente en medio mundo, me identifico claramente, y cada ver más, con el libertarianismo, con la filosofía de la libertad, y desprecio profundamente el estatismo, fuente irremediable de desgracias para todos. Y me da igual que lo voten cien o mil millones, da igual, sus resultados siempre son los mismos.
No entiendo. ¿Qué quiere decir «interacción natural»? En:
Primero tienes el problema de la teleología. Con el fin de. Pero no tienes ni idea de si ha surgido «con el fin de», o por cualquier otra causa que proporcionaba un resultado que ni se buscaba, ni se conocía, ni se podía esperar. Pero proporcionaba eficacia.
Y luego hay el problema de que «la firme voluntad de quienes ostentan el poder por perpetuar sus estructuras de privilegio» sea algo no natural. La única diferencia está en que en un caso de gusta el objetivo que le imaginas al asunto, y en el otra caso no. Pero la naturaleza , o la condición de natural / no natural, no puede depender de tu gusto.
Y en tercer lugar creo que es muy lícito pedirte que muestres una sola sociedad de mayor complejidad que la banda de cazadores más o menos nómadas que no sea «una especie de comunidad fantasma, agrupado bajo un concepto administrativo vacío de significado». ¿Cómo funciona eso de que el tótem o la religión tengan significado, y no sean conceptos administrativos? ¿Por qué va a tener más significado «el clan Bisonte», o «Dios creador», que «patria» o «justicia social»? ¿O ser menos «conceptos administrativos»? Todos ellos son cuentos; todos ellos funcionan; y su «significado» depende de que te los creas, o no. Puramente subjetivo.
Sustituye estatales por clan, fe, etcétera, y tienes la misma situación.
¿Algún ejemplo sistema (sociedad) no basado en la indoctrinación de sus miembros?
Los otros problemas que describes, que consideras muy actuales y -parece- inexistentes en el pasado, pueden ser ciertos. En ambos sentidos; como problemas, y como actuales. Ni idea. Pero la base en la que los soportas, la causa que les imaginas, no tiene sentido. Porque la diferencia que quieres ver no existe. Al menos no como la planteas.
«¿Algún ejemplo sistema (sociedad) no basado en la indoctrinación de sus miembros?»
No, por eso todas las sociedades humanas hasta la fecha han terminado decadentes e incapaces de defenderse de otras «culturas» aún más agresivas, más jerárquicas y dirigidas. Salimos del chamanismo (en sus diferentes grados, desde el tribal al papal pasando por el real de su majestad) para entrar en el democratismo buenista, obligatorio y diseñado desde la escuela en lugar de desde los púlpitos. Y como es lo que «hay», en lo que te fías, Plaza, nada de lo que yo pueda escribir jamás reclamando un orden social diferente, basado en el voluntarismo y la cooperación libre entre personas podrá sacarnos de la discusión. Yo considero el sistema social humano, tal y como ha venido desarrollándose, profundamente primitivo y siempre opresor.
Saludos!
¡Pobre Luís! Todo el mundo sacudiéndote por tus planteamientos tan idealistas. ¿Se ha de deducir de ello que los que te rebaten están por la labor contraria de lo que propones? Apostaría a que sobre el terreno serían tan liberales o más que tú.
Lo que sucede es que toda generalización tiene mil puntos flacos. Y buscar las cosquillas al prójimo suele ser divertido. Es verdad que nunca ha existido una sola sociedad que no «indoctrine» a sus ¿ciudadanos…? ¿Siervos…? Lo que más guste. Pero es igualmente cierto que en todas las sociedades han existido siempre individuos muy capaces de sobrevivir sin «la protección del Estado», muy amantes de su libertad y responsabilidad, y sobre todo, eternos luchadores por ampliar los límites a la intromisión del Estado en la intimidad del individuo. Es un toma y daca continuo de resultado desigual. Estos individuos son ciertamente escasos pero muy determinantes (seguramente, si fueran algunos más, las sociedades no podrían existir tal como ahora las conocemos).
Así, a bote pronto, a casi todos los que escriben por aquí los metería en ese grupo, que no se acabará hasta que se encuentre el gen de la libertad y se elimine en un laboratorio. Ya lo decía Huxley. Sólo entonces seremos felices.
El esquema de tributación progresiva tiene como fin principal el impedir una acumulación de capital por parte de gente capaz de generar riqueza y, con ello, una alternativa de influencia y poder. Si algún empresario, a pesar de todo, consigue superar la gran barrera fiscal, sufrirá entonces el ataque de la regulación para, o bien hundirlo, o bien sumarlo a la causa.
La revolución tecnológica permitió una generación de riqueza tal, que los efectos negativos del socilismo que padecemos quedaban diluídos. Pero una vez que la velocidad de crecimiento mengua y las cargas fiscales y normativas no dejan de crecer, el resultado inevitable será catastrófico.
Eso es así. Sí
NO!!! Gracias a Dios (o al Sol, o al ArbolSagrado o a Vishnu) la revolución tecnológica se acelera constantemente. Hemos pasado en pocos milenios de manipular piedras a manipular ratónes o joystics; a pasar conocimientos de una generación a otra mediante relatos y sagas verbales a garabatos en arcilla y luego en papel y ahora tenemos toda la Biblioteca del Congreso de Washington (o la de Alejandría) en un pen en el cajón de nuestra mesa de trabajo… o en la «nube». Ese es el verdadero socialismo: información al alcance de todos. La tecnología permite hoy que un listillo en un remoto rincón de la selva africana se entere de que la ceguera infantil es causada por la falta de vitamina A y se le ocurra plantar zanahorias entre sus mandiocas y dárselas a sus hijos y vecinos. Dentro de pocos años no mandará el chamán ni el «bata blanca». Quién iba a pensar que los hijos de los bodegueros franceses que agitaban el libro rojo de Mao en las manifs del 68 en Paris acabarían vendiendo su bodega de Chablis del siglo XVI en el corazón de la Borgoña a ¡un industrial chino!
Completamente de acuerdo con usted.
Su comentario final, sobre los «maoistas» franceses vendiendo su herencia centenaria al industrial chino es genial y resume perfectamente la idea de que por imperativo biológico darwinista a largo plazo lo eficaz triunfa (en este caso el capitalismo emprendedor chino, por cierto, surgido y desarrollado en un régimen autoritario nominalmente comunista) y lo ineficaz (las poses «maoistas» de los herederos rentistas franceses) sucumbe.
Este ejemplo suyo es genial porque también desmonta buena parte del contenido ideológico del art. de Luis: ahí tenemos un ejemplo perfecto de como un Estado como el chino, que está en las antípodas ideológicas y sociales del libertarismo, ha sido capaz de generar instrumentos capitalistas tan eficaces como para competir exitosamente con (y contra) las cunas tradicionales del capitalismo, como la Francia de su ejemplo, cuya sociedad (que en buena parte es también la del resto del Occidente capitalista y desarrollado), se ha comportado como los ricos herederos rentistas que, por puro aburrimiento e incapacidad intelectual, se dedica a jugar a ser maoistas y otras cumbres intelectuales similares (comunismo, ecolojismo, etc, etc), sin necesidad de intervención por parte de las «élites» y «obscuros aparatos estatales» que Luis denuncia en su art..
En resumen, si el día de mañana los chinos se convierten en el primer mundo, como todo parece indicar, y nosotros retrocedemos al tercero será porque ellos se lo han currado y han estudiado matemáticas, física, etc, etc y además han sido lo suficientemente listos para no echar abajo un Estado que con todos sus errores pasados y más allá de las etiquetas ideologicas, les ha permitido salir de la pobreza y competir de igual a igual con los otrora poderosos occidentales, mientras que en Occidente nos dedicamos a filosofar sobre la obscura conjura de las élites estatales empeñadas en sojuzgar al individuo.
Por cierto, el caso chino, de capitalismo económico bajo sistema político comunista, es también el ejemplo perfecto de lo difícil que es hacer pronósticos en Historia: de acuerdo a todas las corrientes ideológicas occidentales, desde las comunistas hasta las liberales, eso no debería estar funcionando y menos con éxito.
Además, yo al menos, no recuerdo a ningún profeta occidental que pronosticara anticipadamente su éxito actual, lo cual demuestra lo endeble de los planteamientos ideológicos para explicar la realidad social.
Sin embargo, era de prever que tarde o temprano los chinos harían lo mismo que los japos después de la II GM y en pocas décadas superarían la tecnología USA. No en vano los chinos, -a pesar de su aislamiento y de estar dominados por sistemas feudales absolutistas-, inventaron la pólvora, el papel, la imprenta, los billetes de moneda, la brújula, el aprovechamiento del gas natural… y de acuerdo a teorías bastante verosimiles la navegación marítima hacia el oeste, quizas hasta América. Son gente inteligente, perseverante y laboriosa, aunque Macao sea el mayor garito del mundo. Ni los fenicios les igualan en su habilidad comercial y mercantil. Pero lo que les transforma en una seria competencia es su absoluto pragmatismo. Les da igual vivir bajo una «democracia» comunista y firman ventajosos tratados tanto con pájaros como Maduro en Venezuela o cono con los más corruptos regímenes africanos. Business is business, y tira pa’lante. Aquí en Las Palmas de GC empezaron con sus tipicas tiendas de todo a 100 y su comida china, pero ya tienen supemercados y ¡bares! Si, el típico bareto que sirve cortados, cañas y bocatas bajo la pantalla gigante que vocifera el más actual partido de futebol es administrado, servido y limpiado por sonrrientes personajillos orientales. De allí a comprar el Corte Inglés solo queda un paso.
Otra vez de acuerdo con usted, salvo en lo de que el éxito chino era de prever.
A la muerte de Mao, China iba directa camino del mismo desastre en el que acabó el resto del bloque comunista con la URSS a la cabeza, y fue gracias a la visión y pragmatismo de Deng Siao Ping, de dar un giro de 180º para instaurar el capitalismo económico en el Estado comunista, resumido en su famoso lema «que más da que el gato sea negro o blanco con tal de que cace ratones» , lo que ha permitido el milagro económico chino.
Salvando las distancias, no es díficil establecer semejanzas entre ese modelo y el caso de Singapur o la España franquista o el Chile pinochetista.
Y vuelvo a repetir que, a diferencia del fracaso del comunismo ortodoxo que fue profetizado por los liberales, no conozco a ningún teórico político que anticipara dicho éxito ni siquiera análisis interesantes del fenómeno a toro pasado, cuando en mi opinión es probablemente y visto con perspectiva histórica el acontecimiento político-económico más relevante tras la IIGM.
Por cierto una comparación histórica muy interesante consiste en comparar lo ocurrido en la URSS de Gorvachov y la China de Deng: mientra el 1º puso el acento en la libertad política sin transformación económica, el otro tomo justo el camino contrario permitiendo la transformación económica pero manteniendo intacto el monopolio del poder.
Además los dos tuvieron que hacer frente a dos momentos críticos: el golpe de estado que precipitó el fin de la URSS y las protestas populares que acabaron en/con la masacre de Tian-An-Men.
Los resultados de ambos procesos ya forman parte de la Historia: la caída de la URSS y la consolidación de China como 2ª potencia mundial y seria amenaza para la hegemonía de USA.
Visto a posteriori creo que la enseñanza es que, en política, la «vulgar» economía es el factor decisivo, mucho antes que cuestiones más grandilocuentes como la democracia, la libertad o los derechos humanos, y ello por una cuestión biológica de puro sentido común: los bichos lo primero que necesitamos es alimentarnos y después viene todo lo demás. Y para alimentarnos (es decir para cubrir nuestras necesidades básicas «decentemente») la seguridad y regularidad son requisitos imprescindibles.
A día de hoy esas condiciones de prosperidad económica solo se han conseguido a largo plazo, en el Occidente capitalista y democrático y recientemente en regímenes autoritarios como el Chino con economía capitalista. Creo que Occidente debería reflexionar sobre el orden de las prioridades tanto en lo que respecta a su propia existencia y modelo como el que quiere exportar al resto del mundo, un ejemplo de lo cual lo tenemos en las fracasadas revoluciones árabes, en los que la prioridad occidental ha sido exportar libertad en vez de exportar prosperidad económica.