El abismo al que los europeos, envueltos en los acordes de una patética sinfonía de ilusorias «igualdad absoluta» y «seguridad absoluta», absortos en las babas neomorales de nuestros celebérrimos próceres, neutrosexuados, subvencionados unos, esquilmados otros, gobernados todos y en absoluto estado de enjenación, … el abismo al que nos dirigimos, les decía, no es de izquierdas, ni de derechas, ni de centro. Tampoco es, siguiendo la nomenclatura de los diseñadores del futuro, popular, social, ciudadano, unido, ni siquiera de empoderamiento. La gama de colores varía, sin duda, pero la oscuridad que se adivina al final de todas las paletas es roja.
[blockquote align=»none» author=»»]Nos han adoctrinado para aceptar sin rechistar nuestra profunda ignorancia sobre los procesos económicos.[/blockquote]
Mientras perdemos el tiempo, hipnotizados por los medios y obsesionados con nuestras propias pulcredades en tiwtter o facebook (me temo que es parte del plan) nuestros políticos de todos los colores mantienen el paso firme hacia la armonización fiscal europea, que no es otra cosa que la generalización institucionalizada del saqueo y el robo. Nos han adoctrinado para aceptar sin rechistar nuestra profunda ignorancia sobre los procesos económicos. Ignorancia ilimitada. Y deseada. Deseada porque, cualquiera que se proponga entender las interdependencias y leyes económicas que rigen en las sociedades y las empresas pronto se daría cuenta de que ahí precisamente, y no en otro sitio se encuentra la esencia de toda política. Podrá definir su estado actual, su dirección y, sobre todo, sus metas. Y allí donde la libertad de mercado, la empresarialidad (y no me refiero a esos burdeles subvencionados, mantenidos o creados por el estado que todos podríamos mencionar) se convierten en el enemigo a batir, la meta es clara: crecimientode la dependencia del estado, crecimiento del aparato estatal, pobreza, guerra, dictadura.
[blockquote align=»none» author=»»]Querer ser mejor y pretender obtener beneficios de lo que se hace desde la libre competencia es pecado mortal[/blockquote]
Llevan predicándonoslo décadas: la mayor parte de las personas identifican sin rubor empresarialidad con riqueza, con avaricia, explotación, crueldad y maximización de beneficios a costa de otros. Y todo el mundo está de acuerdo: naturalmente deben los empresarios pagar impuestos. Mejor aún: sólo ellos deberían hacerlo! No sé si les suena lo de «los capitalistas son el enemigo del pueblo». Los autoproclamados rectores de los destinos del pueblo (no se cansarán de reptirnos que han obtenido el poder mediante la sagrada transmutación de la democracia, con la misma insistencia con la que ocultarán los verdaderos motivos que les llevaron a encabezar unas listas) no solo han logrado convertir a la gran mayoría de sus «súbditos» en víctimas, sino que han hecho del victimismo una de las grandes virtudes de nuestro tiempo. Querer ser mejor y pretender obtener beneficios de lo que se hace desde la libre competencia es pecado mortal, la posibilidad de arriesgar para ganar o perder desde el propio afán emprendedor forma ya parte de la enorme y perversa lista de herejías que no merecen la madera que arde en las hogueras inquisitoriales. Y nosotros, lemmings, no nos damos cuenta de que tanto el victimismo entrenado, como la demonización de «otros» y la fantasía de la eliminación de la incertidumbre no son sino los pilares de cualquier dictadura. De todas las dictaduras. No, lo que importa hoy es: me hago vegano o animalista? Y si soy transsexual?
[blockquote align=»none» author=»»]El daño que esta cascada antieconómica está generando es ignorado sistemáticamente bajo el lema «paga más el que mas tiene»[/blockquote]
Volviendo a aquello en lo que parece que estamos todos de acuerdo: es BUENO que las empresas paguen impuestos. Es un acto de justicia social, de redistribución. Pues no, porque cada Euro que paga una empresa en impuestos lo pagamos en realidad todos: los accionistas viendo reducidos sus dividendos, los clientes viendo aumentados los precios y los trabajadores viendo reducidos sus sueldos. El daño que esta cascada antieconómica está generando es ignorado sistemáticamente bajo el lema «paga más el que mas tiene». Nos autoobligamos a substituir el verdadero progreso que surge del afán innovador y la generación de nuevas oportunidades que nace de la asunción de riesgos por el imperio de la administeración pública, el conservacionismo exacerbado de lo que creemos tener.
Pero, ¿qué les estoy contando’? ¡Si todo va bien!
Pues temo que todo lo que nos parece que va bien, ya no va tan bien. Los costes del rediseño de la sociedad superan con creces lo que el estado puede extraer sin riesgo de quienes producen la riqueza. Subvención y protección de minorías, subidas de pensiones, economía verde y renovable, vivienda social, sueldos mínimos, ayusdas sociales, multiplicación institucional, reiteración institucional, programas para garantizar la «dignidad» (que hoy incluye tiempo libre, coche y smartphone), en otras palabras, la usurpación por parte del estado de lo que llamamos «vida» no es gratis y me temo que no es financiable. Las consecuencias más visibles son el aumento del endeudamiento público, el encendido de las impresoras de dinero del BCE y la pérdida del poder adquisitivo de cada uno de nosotros. Pero esto lo ignoramos sistemáticamente. Al contrario. Si hacemos caso de lo que «cuenta la gente», cada vez más ciudadanos creen que el estado no sólo debe garantizar un «ingreso base» para todos, ¡debe proveerlo! Sobre las limitaciones del uso de dinero en metálico prefiero no hablarles hoy.
El resultado ya lo había previsto Milton Friedman en su famoso triple salto mortal: «Del bienestar público pasando por la crisis financiera hacia la dictadura»
Que pasen un feliz Domingo.
Decía el gran liberal Francés Revel, que la primera fuerza que mueve al mundo es la mentira. Yo añadiría también que la segunda y la tercera, eso unido a que la gran mayoría de la gente prefiere vivir engañada. Hemos llegado a un estado de decadencia tal, en todos los ordenes, que la vulgaridad y mediocridad imperantes, impide ver o razonar con claridad. Pocos nos damos cuenta de que el edificio socialdemócrata, creado a partir de 1945, se está cayendo a pedazos, querámoslo o no. Y lo que se atisba como su recambio, no sólo no funcionó anteriormente, sino que destruyó la libertad individual casi por completo en toda Europa, dejando un reguero de sangre y miseria a su alrededor. Pero no ha sido suficiente por lo visto, ya que estamos otra vez en las mismas, y lo que muchos piden a gritos es todavía mas Estado, más y más, hasta que el gran Leviatán acabe por devorarnos a todos. Yo me he bajado hace tiempo de ese tren a ninguna parte, comprendiendo que el camino a andar es justamente el contrario al que anhela la masa borreguil: Es menos Estado, cada vez menos, adonde tenemos que caminar, vivir como hombres libres y responsables de sus actos, y no como siervos.
Completamente de acuerdo con usted, incluido el que yo también me baje hace tiempo de ese tren a ninguna parte. Esperemos por la cuenta que nos trae que cada vez seamos más, porque si no, lo tendremos, a no mucho tardar, bastante jodido.
Cada estructura del Universo tiene su propio tiempo propio: así mientras el tiempo propio de los individuos humanos de menos de 100 años, el tiempo propio de las sociedades en el sentido amplio de países se mide típicamente en varios siglos. Una regla histórica común a las sociedades, es que son tanto más longevas cuanto más ricas y, por tanto, más exitosas son generando riqueza.
Con este punto de vista en mente, es evidente hasta que punto ha sido un fracaso histórico el experimento de las economías comunistas, que apenas han durado lo mismo que una vida humana, menos de un siglo, algo más que sus parientes cercanos, los fascismos, que apenas duraron una década (y eso sin entrar en el gigantesco coste que supusieron en vidas humanas ambos tipos de experimentos sociales).
Afortunadamente, en Europa Occidental, tras el colapso del fascismo, el comunismo no consiguió triunfar (aunque cerca estuvo en algunos países), pero es evidente que algo del «espíritu» de ambas ideologías sigue vigente aún en nuestras sociedades, hasta el punto de que fenómenos que el FN de Francia, Podemos en España o Siryza en Grecia son opciones reales de Gobierno.
Pero, aún si miramos al resto de formaciones políticas que reciben el apoyo mayoritario de nuestras sociedades, vemos que los tics colectivistas que denuncia el autor del art. están presentes en mayor o menor medida, en lo que podríamos englobar bajo la etiqueta de socialdemocracia.
Ejemplos paradigmáticos de sociedades «socialdemócratas» europeas son Francia y Alemania: ambas naciones centrales, poderosas y ricas, y a día de hoy, con muy diferente estado y pronóstico económico: regular tirando a mal en Francia, frente al exitoso de Alemania, (lo cual, de paso, explica que en Francia exista una opción política con opciones de Gobierno como el FN). ¿Qué es lo que diferencia hoy en día a Francia y Alemania, que explique sus contrapuestos estados económicos?.
Todo lo anterior, me sirve para formular la siguiente reflexión en relación al art.: ¿podemos advertir, que el modelo «socialdemocrata, imperante mayoritariamente en europa Occidental desde el fin de la IIGM, esté exagerando los tics colectivistas que denuncia el articulista, y que eso conlleve un riesgo serio de colapso de nuestras estructuras sociales, simplemente por puro fracaso económico del sistema?. ¿Concretamente en España, hacia donde nos encaminamos, hacia el modelo francés que hace aguas a pasos agigantados, amenazado por populismos neofascistas o hacia el modelo alemán que por el momento, perece ser un modelo exitoso, a a salvo de opciones políticas populistas?. ¿Y en Europa occidental en conjunto?.
Creo que el extinto modelo francés es más referente que el germano. De todos modos, la socialdemocracia alemana ya está asistiendo a los primeros síntomas de decadencia. Este año hay elecciones, y apuesto por un repunte del SPD, no porque los alemanes hayan recuperado el espíritu de Willy Brandt, sino porque temen que la democracia cristiana ceda más fácil a la presión que desde la derecha nacionalista empieza a ejercer AfD. Lo que de momento «salva» a la economía germana es su enorme poder exportador, basado en un cuasiperfecto entramado empresarial que ninguna socialdemocracia del mundo ha logrado hasta ahora poner en jaque. Casi todos lo políticos germanos son muy conscientes de esa tecla, la del empresariado, no se debe tocar en exceso, y no lo hacen.
Luis: «Creo que el extinto modelo francés es más referente que el germano».
Eso mismo me temo yo.
Prueba de ello es que aquí también tenemos un primo hermano del francés FN, llamado Podemos, en condiciones de alcanzar el poder democráticamente, lo cual, en sí mismo es un ejemplo perfecto de que la democracia no es por sí mismo ninguna panacea, porque las sociedades como los individuos, también se equivocan en sus elecciones, y cuando lo hacen apoyando recetas demostradamente ineficaces y totalitarias, siempre acaban(mos) pagando el precio del error.
Me temo que en muy poco tiempo, vamos a ser victimas de la sabia maldición china: «Ojalá vivas tiempos interesantes».