El lamentablemente famoso decreto antiinmigración de Donald Trump revela algunas ideas muy importantes en el pensamiento de Trump y sus frenéticos partidarios del llamado movimiento Alt-Right. Al igual que en el caso de sus enemigos naturales, los políticamente correctos Guerreros de la Justicia Social, pone de manifiesto la cobardía, debilidad y amor por la censura que les son naturales. Básicamente, el decretazo de Trump es un intento de transformar a los Estados Unidos en un «espacio seguro», algo así como lo que conocemos, bajo un disfraz diferente, de muchas universidades norteamericanas (safe space). Se trata de la estatalización del sentimento del «estamos rodeados» y del miedo a las ideas consideradas peligrosas (en este caso el Islam), principios en los que se también se fundamenta la corrección política. Trump cree ser capaz de utilizar el decreto para mostrarse como el verdadero defensor de los valores estadounidenses.
En realidad su decretazo expresa lo contrario. ¿Cuán baja debe ser su confianza en los valores estadounidenses si realmente cree que estos podrían verse existencialmente amenazados por la llegada de personas con ideas diferentes? El tradicional, primigenio enfoque de la política migratoria en USA – pensemos en la inscripción de la Estatua de la Libertad: «Dame tus abatidas, tus pobres, tus amontonadas muchedumbres que ansían respirar libremente…» – se basaba en la convicción de que los valores de la sociedad norteamericana eran buenos y fuertes. Tan fuertes y tan buenos que vale la pena realizar un esfuerzo integrador incluso en aquellos casos en los que, debido a posturas antagonistas, parecería imposible. El enfoque de Trump sin embargo revela una profunda incertidumbre acerca de estos valores liberales. La deprimente y cobarde visión de América como víctima de innumerables amenazas existenciales plasmada en el decreto de Trump hace que sus seguidores vean un peligro en yemeníes que simplemente están buscando un trabajo, o sirios que solo aspiran a no morir mañana.
Sí, es importante enfrentarse y denunciar este lamentable decreto. Pero permítanme que les indique cómo creo que NO debe hacerse. No debe hacerse desde el gallinero plagado de gallinas descerebradas, en histérica carrera por huir de un zorro que probablemente apenas sea el perro del hortelano. Hasta ahora, la oposición al decreto revela por desgracia la misma irracionalidad que pretende denunciar. Irracionalidad que sustituye a la fría crítica política – que es lo que realmente necesitamos – por otra forma de histeria en el uso de las tácticas del miedo, en concreto el miedo ahistórico a la reaparición del nazismo. Escuchamos por doquier voces alertando frente a un nuevo fascismo, la transformación de Trump en un pequeño Hitler, con el que ningún líder respetable del mundo occidental debería sentarse a la mesa. Si el decreto revela una falta de convicción moral en Trump y sus seguidores, la oposición al mismo está revelando la falta de una política basada en la razón, la confianza propia y en los principios de libertad.
El uso metafórico del Holocausto para demonizar a Trump es absurdo por partida triple. Primero, las comparaciones históricas erróneas dañan la historia en sí misma. La increíble barbarie cometida con los Judios se diluye banalizándola en la comparación. Realmente no hay nada – nada – que nos permita comparar la prohibición temporal de inmigrar a personas procedentes de un puñado de países islámicos con el exterminio planificado por los nazis para eliminar a todo judio de la faz de la tierra. En segundo lugar, las reacciones ahistóricas excesivas son problemáticas porque implican situar las acciones de Trump completamente fuera del contexto de nuestro tiempo, el siglo XXI. Como si no hubiese pasado nada desde que hace 80 años Alemania se volvió loca. Las gallinas histéricas desestiman la responsabilidad de las políticas occidentales recientes – incluyendo la administración de Obama – en la aparición del histriónico Trump. De hecho, el decreto de Trump se entiende perfectamente bien desde el espacio abierto por las políticas autoritarias del miedo y carentes de principios del siglo XXI- por ejemplo, la prohibición temporal de Obama sobre la inmigración iraquí en los Estados Unidos a partir de 2011, o en la política actual de la UE, quien paga a dictadores africanos para que mantengan su población a distancia y disminuir la amenaza de una inmigración masiva (sin mucho éxito, por cierto).
Y el tercer absurdo es que la oposición a Trump obtiene su impulso también en la política del miedo tan popular en la actualidad. La canibalización de horrores pasados al tratar de representar a Trump como una anomalía en el siglo XXI, se utiliza principalmente para permitir que los manifestantes se muestren apasionados y decididos (incluso agresivos). Y es aquí donde se revela su debilidad política. Carecen de una retórica seria con la que competir con Trump más allá del «fuck you». Evocando los horrores del pasado evitan una discusión racional sobre lo que realmente importa en este presente. Se limitan a estilizar a Trump como un villano, sin ofrecer una idea de cómo sería una alternativa de libertad en la práctica. Eso es lo terrible de los acontecimientos de los últimos días: Trump nos muestra sus rasgos autoritarios y la izquierda no es capaz de ofrecer resistencia contra su autoritarismo de una manera racional, positiva y veraz. Tanto la puesta en escena de Trump -el hombre fuerte- como la reacción histérica de sus opositores son herencia de la política del miedo a que estamos sometidos hace años ya. Entre estos dos polos – el histrionismo y la histeria – hay una alternativa: la razón y los principios – la verdadera y valiente apuesta por libertad de todos.
Para que sepas más de mí, yo soy conservador de Ted Cruz y Trump me pareció el «anti-Cristo» en un momento. Vivo donde vive en invierno y la verdad es que no tiene la mejor imagen entre los sub-contratistas de aquí. Pero uno no sabe (del verbo saber) por lo que «dicen». Yo hago un MINI-negocio con un club de él y me tratan como a Franco en sus tiempos. TODOS los conservadores estamos con él como un camaleón: con un ojo para aquí y el otro para allá. Pero yo creo que tiene MUCHAS restricciones ahora, precisamente por las personas que ha elegido para su gabinete. La gran mayoría de los de su gabinete son personas que han triunfado en su propia profesión y no están en el gobierno para aprovecharse de los contribuyentes. Éstos tienen también sus egos y no ha dudado en discrepar con Trump cuando ha sido necesario. Te doy dos ejemplos: Trump dice (en pocas palabras) Estoy a favor de la tortura. WHATTT? Si es ilegal!!! Y seguido dice que el Gen Mattias tiene otra opinión y se hará lo que diga él. A todo esto «tortura» se refiere al sofocar con agua, en este caso. Cosa que es discutible, pero no quiero alargar.
El otro ejemplo es: «Voy a eliminar los tratados de libre comercio». Y hace un par de días aclara: North American Free (and Fair) Trade Agreement. O sea, lo modificará a un acuerdo de Libre pero Justo. Y yo CREO (que no es del verbo saber) que Trump ha tenido nociones de lo que quiere, pero cuando se ha encontrado con la realidad total que le dan a conocer los de su gabinete, Trump comienza a «aclarar’ cada punto. Porque en USA no creo que haya un economista cobrando un salario que creo que el proteccionismo sea el camino a seguir para USA. Y mucho menos los que le han aconsejado hasta ahora. Por lo que no hacen falta alarmismos, sino un poco de paciencia que Roma no se construyó en 100 días.
Un saludo caluroso de Florida 🙂 28ºC
JJI, los editores del National Review que leo asíduamente dice lo siguiente sobre «La decisión renegada» del juez Robart. «La ley federal de inmigración al respecto, Sección 1182(f) dice «Siempre que el presidente encuentre que la entrada de cualquier clase de extranjeros a EEUU pueda ser perjudicial a los intereses de EEUU, el presidente puede por proclamación y por el periodo que encuentre necesario, suspender la entrada de TODOS los extranjeros o cualquier clase de extranjeros, o imponer en la entrada de dichos extranjeros, cualquier restricción que le parezca apropiada. Trump tiene todo el poder para lo que ha hecho y el poder judicial es el menos indicado para decisiones de inmigración. El poder judicial debe acatarse a las leyes existentes y no generar nuevas desde el banquillo. Para eso está el Congreso. La orden ejecutiva iba a ser para 120 días y para verificar que el proceso de los visados tenía los filtros necesarios. Y la lista de los países seleccionados viene desde Bush afectando al 15% de la población musulmana. Así está la oposición, que cada vez se parecen más a los bolcheviques. Saludos
Hola Rufino. Ya sospechaba que estabas en USA. En un ambiente intelectual tan enrarecido como el occidental, donde el pensamiento “correcto” ha conseguido crear temas tabú (una forma de religión, quizás la actitud que más me molesta de la progresía), la llegada de un “incorrecto” como Trump tiene un inevitable aire de liberación (de ahí las antidemocráticas manifestaciones de “los
buenos”, que parece que sólo aceptan las reglas del juego cuando ganan). Pero eso no me hace olvidar que Trump (y quizás Le Pen, si alcanza el poder en breve), son en realidad reacciones negativas a una presión dogmática negativa. Y a veces es peor el remedio que la enfermedad. Por ejemplo, Le Pen en el poder francés puede dar al traste con la UE, y la Historia demuestra que las divisiones crean países que luego guerrean entre sí. Sucedió en la España de las taifas, sucedió en la Europa de “las patrias”, etc. y todo eso puede volver a suceder. Por eso un nacionalista siempre me crea cierta aprensión, aunque sea de una nación ya establecida.
Pero lo anterior no me quita de pensar que la reacción a una cosa negativa tenga que ser necesariamente positiva. Y Trump, al que desde luego, como a cualquier persona, nunca descalificaría de entrada (esperaré a sus obras), por ejemplo ya se sale con el tema de la tortura (defendiéndola). Algo innecesario por el momento, y que sólo echa leña al fuego. El tema de la tortura, como el de la pena de muerte, es un tema tabú (y eso es un grave error, que además, provocará la reacción) que particularmente me molesta mucho (como todos los tabúes). A la “progresía” (que está minando Occidente), le gustan los maximalismos como a todos los totalitarios: tortura no, pena de muerte no, y bajando de nivel, cachetes no, etc. Y prohibido hablar de ello o te criminalizo socialmente (su arma favorita por ahora). Ya he comentado en otras partes de este blog que prohibir hablar de cualquier cosa es dogmatismo fundamentalista, porque en definitiva, lo que pretende es que se prohíba pensar de esas cosas, es decir, convertir el pensamiento en un delito.
Y no voy ahora a hablar de la tortura, que en el mejor de los hipotéticos casos, será como mínimo el mal menor, lo que no le quita que sea UN MAL (conviene no olvidarlo), que causa un gran daño moral al que la practica, aunque fuera para salvar a su inocente hija de un mal nacido (situación en la que creo que todos tragaríamos ese sapo). Lo que quiero decir es que mentar ese tema ahora, es sin duda, un error político de Trump que indica cierta tendencia a la provocación y el matonismo, cuando a un político lo que primero le pediría es grandeza de miras y capacidad de tender la mano.
Sobre el proteccionismo económico que predica, también tengo mis reservas (me parece muy primario), pero con esto, como con todo, es cuestión de medida. Cuando un avión aterriza o se estrella, toma tierra en ambos casos, pero no es lo mismo. Para mí la apertura es positiva en sí misma (como el agua), pero según la dosis puede ser letal. Y hoy, la llegada de un inmigración
masiva, históricamente inasimilable, me parece un error de profundas y destructivas consecuencias futuras. Eso no quita que despreciar a esa gente sólo los enroque en sus posiciones. Y hoy sólo tenemos dos posturas encontradas: la admisión servil, en plan de “lo que os pasa es por nuestra culpa” o el rechazo ofensivo: “lo que os pasa es porque sois una mierda” y os vamos a echar de
nuestro “maravilloso” mundo.
Existe otro camino, que es la mano tendida, sin desprecio en el corazón, pero la razón por delante. Os ayudaremos a que os ayudéis. Y sólo a eso. Y vivir aquí supone aceptar ciertos principios que podéis discutir hasta su destrucción racional, si podéis, como nosotros haremos con los vuestros, porque esto, precisamente, y no otra cosa, es lo que significa Occidente y la piedra clave de su estructura. Occidente no es sus principios, sino su predisposición permanente a ponerlos en la picota.
Saludos.
Me han encantado los comentarios de JJI. No voy a entrar en cómo deberían ser las leyes de inmigración, así como las visas. Pero existe una ley llamada McCarran-Walter Act of 1952 (desde Truman) que permite la selección de los que pueden entrar o no en USA. Este artículo nos abre los ojos sobre quién ha utilizado la ley y cómo. Y nos dice, que técnicamente TODOS los musulmanes que se acatan a la ley sharia pueden ser expulsados porque les prohíbe jurar por el cumplimiento de la Constitución.
Saludos
M.s. Hunziker
Wouldn’t it have been interesting if, at some point during the presidential campaign, one of the candidates had asked, «Oh, by the way, has anyone in Washington, D.C., ever heard of the McCarran-Walter Act Of 1952?»
It has been law for almost 65 years.
Here are the historic facts that would seem to indicate that many, if not most, of the people we elect to work for us in Washington do not have the slightest idea of what laws already exist in OUR country.
After several terrorist incidents were carried out in the United States, Donald Trump was severely criticized for suggesting that the U.S. should limit or temporarily suspend the immigration of certain ethnic groups, nationalities and even people of certain religions (Muslims).
The criticisms condemned such a suggestion as, among other things, being un-American, dumb, stupid, reckless, dangerous and racist.
Congressmen and senators swore that they would never allow such legislation, and our president called such a prohibition on immigration unconstitutional.
As Gomer Pyle would say, «Well, surprise, surprise!»
It seems that the selective immigration ban is already law and has been applied on several occasions.
Known as the McCarran-Walter Act, the Immigration and Nationality Act of 1952 allows for the «suspension of entry or imposition of restrictions by the president, whenever the president finds that the entry of aliens or of any class of aliens into the United States would be detrimental to the interests of the United States.
«The president may, by proclamation, and for such a period as he shall deem necessary, suspend the entry of all aliens or any class of aliens, immigrants or non- immigrants, or impose any restrictions on the entry of aliens he may deem to be appropriate.»
Who was president when this was passed?
Harry Truman. Who do you suppose last used this process?
Jimmy Carter, no less than 37 years ago, in 1979 to keep Iranians out of the United States.
But he actually did more. He made ALL Iranian students, already in the United States, check in with the government. And then he deported a bunch of them.
Seven thousand were found in violation of their visas, and a total of 15,000 Iranians were forced to leave the USA in 1979.
So, what do you say about all of the criticism that Donald Trump received from the Democratic senators, representatives and the Obama Administration?
Additionally, it is important to note that the McCarran-Walter Act also requires that an «applicant for immigration must be of good moral character and in agreement with the principles of our Constitution.»
Therefore, one could surmise that since the Quran forbids Muslims to swear allegiance to the U.S. Constitution, technically, ALL Muslims
should or could be refused immigration to OUR country.
http://library.uwb.edu/ Static/USimmigration
U.S.immigration/1952_ immigration and_nationality_ act.html
Hola Rufino. La verdad es que te contesté la semana pasada, pero icluía un enlace y cuando lo hice, me salió un mensaje diciéndome que mi comentario espera moderación y hasta ahora. No es la primera vez que me pasa o sea que a partir de ahora se acabó el enlazar para mí. En resumen, te agradecía tu amabilidad. El resto ya me da pereza repetirlo.
Saludos.
Sr JJI por mi lado no ha sido tanto por amabilidad como por reconocimiento :-). Opinar sobre lo que hace Trump, especialmente entre personas de vuestro nivel salarial, es MUY arriesgado. Pero estamos viendo cosas muy positivas. Y nos hemos enterado que el juez que frenó en seco la orden ejecutiva es un juez «activista» izquierdista (¿como Garzón?) Ha usado razonamientos muy dudosos. Dijo que ningún ciudadano de los 7 países había sido arrestado y resulta que no es cierto. Por lo menos uno de Somalia sí fue arrestado por intentar un acto de terrorismo. Creo que hay otro. Curiosamente, el mismo juez y los mismos indignados nunca abrieron el pico por los miles de cubanos que andan esparcidos por otros países esperando pisar tierra americana. Cosa que Obama no tuvo ningún problema en hacerlo. Ironías de las vida. Saludos
De Trump me gustan dos cosas (de momento, luego ya veré). La primera es puramente racional: ¡un político que cumple sus promesas! Parece que eso escandaliza, tan acostumbrados, como estamos, a que no lo hagan.
La segunda es irracional, y probablemente nociva: me encanta que le den por donde menos les gusta a los «bien pensantes» totalitarios que en cuanto no sale la suya, inundan las calles de revueltas. ¡Es que ya cansan cantidad, a parte del daño que hacen.
Sobre lo de integrar el islam, como floklore cultural, o sentimiento privado, de un estamento social (que estaría muy bien porque la uniformidad aburre y empobrece), ya he dicho aquí, como también recuerdan Plaza y otros, que eso, la Historia demuestra que no ha sucedido nunca, luego quizás es que no es posible. Acaso en pequeñas dosis, sin atraganterse, pero lo de ahora es empacho, en una situación muy problemática para la UE. ¿Por qué no se presiona a los países del Golfo?
También me gusta creer que nunca se ha realizado, y queda por intentar, una campaña de respetuosa, pero tenaz, critica racional del islam, como se hizo y se hace con el cristianiismo con los efectos que vemos actualmente (guerras de religión católico-protestantes aparte, que también las gastamos finas). Criticar las ideas respetando a las personas. El islam nunca se moderará mientras se lo juzgue respetable, cuando el Corán está lleno de barbaridades inasumibles para una mentalidad democrática. Y cuando se eliminen esas suras, pues no habrá problema, pero entonces ya será otra cosa, como el cristianismo actual es otra cosa comparado con el de Calvino, por ejemplo, que hizo quemar a Servet y tiene estatua en Ginebra.
Pero no hay valor para decir lo que realmete se piensa al respecto (o creo yo que se piensa, que a veces soy un incauto), desde las más altas instancias: -¡Ejem!, la mano tendida, por supuesto, pero tendremos que hablar de algunos principios antes de hablar de nacionalidad. ¡Que sean ellos los que digan NO!
Yo creo que esa es una clave, JJI. Y además tenemos la experiencia. Vaya, somos los inventores de moderar (civilizar) una religión dominante y opresiva. ¡Voltaire! Y no se trata de convencer con caricias y chupetes, sino de un ataque (dialéctico) en toda regla, por tierra, mar y aire. Eso es lo que le falta al Islam en Occidente. Unas buenas hostias intelectuales, y sin parar.
Pero estamos haciendo justo lo contrario. Nuestros intelectuales y políticos les ponen algodones a los cafres islámicos, ¡y atacan a los (ahora ya) inofensivos cristianos!
Estamos haciendo el gilipollas. La integración no va a ser mientras el islam no se civilice. No queremos hacer lo necesario para que se civilice — el ataque moral / intelectual. Es inevitable que salga gente proponiendo soluciones a lo burro, vía inmigración y tal. Y eso todavía no es el peor estado posible.
Dais los dos en el clavo, estimados. La cita de plaza es definitoria:
«Pero estamos haciendo justo lo contrario. Nuestros intelectuales y políticos les ponen algodones a los cafres islámicos, ¡y atacan a los (ahora ya) inofensivos cristianos!»
Pero me da la impresión de que tu texto va más en la dirección de darle palmaditas al islam que de lo contrario. Criticar sólo un lado suele interpretarse como justificar el otro. Y más imortante que lo que se quiere decir es lo que sa hace entender. La inmigración sin control es una cosa muy criticable. Más que negarla hay que buscar alternativas y diversificar soluciones.
Por cierto. Me alegro de verte de nuevo por tu casa.
No le doy más o menos palmaditas al Islam de lo que lo haría con el comunismo, los cristianos radicales, los neonazis o el simplemente malvado. Critico la postura de Trump porque no es una postura de libertad ni consecuente con los postulados en los que se basa la sociedad norteamericana.
El problema de la integración no es una cuestión de ver a quién dejo entrar y a quién no, es una cuestión de ver cómo me mantengo firme, con la ley en la mano, en los principios que rigen la sociedad en la que vivo y a la que llegan personas con otros principios. Desde la blandura del multiculturalismo unicornial no se alcanzan las metas de la integración, solo se facilita la invasión. Y desde las medidas prohibicionistas solo se atenta contra la libertad de, por ejemplo, ciudadanos con Green Card que no pueden volver a SU casa. O de personas que sólo desean ganar dinero y vivir mejor.
No entiendo muy bien el pánio que nos ha entrado a todos con los musulmanes sabiendo que al lado tenemos conciudadanos que no dudarían un segundo en robarnos todo lo que tenemos por el bien de «la gente» o encarcelarían (o peor) a las mujeres que abortan o decidirían por nosotros qué podemos y qué no podemos consumir. Pero si estamos rodeados! Nada, llevamos años de desinformación a través de la consagración de las políticas del miedo: islamismo radical=todos son terroristas / cambio climático=somos malos y moriremos todos / violencia=heteropatriarcado asesino / … y así todo. Hemos caído en la trampa, ya no elegimos enemigo, lo hacen ellos por nosotros. Pues vale…. sigamos renunciando a nuestros principios en defensa de los mismos … absurdo, verdad?
Hay una variable que la gente parece olvidar, y es lo que se puede y no se puede hacer. La capacidad limitada de admisión no significa que no se tenga que admitir, sino que hay un límite que se ha de considerar, y en su caso aplicar.
Y otra cosa es el emigrar «para mejorar», no por huir de la represión de las propias libertades. Ahí yo no veo un derecho del individuo en sí, sino una decisión del país receptor, al cual le reconozco el mismo derecho a «querer mejorar», es decir, que si la inmigración lo perjudica, puede perfectamente negarse (sin negatividad moral) en la medida que considere adecuada.
Y por supuesto, tampoco hay que renunciar al control del inmigrante, porque entre ellos se pueden colar todo tipo de delincuentes. De hecho, los estados no renuncian al control de sus propios ciudadanos, así que no debe haber motivo de escándalo.
Gracias por tu comprensión Plaza. No hace mucho, en otro foro, sólo la incomprensión me respondía al mismo argumento. Parece que sólo hay dos posiciones: a favor o en contra, y eso no puede ser una casualidad. Occidente tiene que rearmarse moralmente y criticar sin piedad (las ideas) pero con respeto (a las personas), lo cual es perfectamente compatible y muy eficaz. Y lo primero a criticar es el principio de que hay cosas que no son criticables. Cuando nos acusen de nuestros errores, perdón rápidamente y a seguir con los suyos (que tienen más, a carros, porque jamás se han criticado), y ayudar materialmente, lo que se pueda, que no hay que desvestir un santo para vestir otro (vestigios que me quedan de mi educación religiosa). Y sacando la cara a la vergüenza a los países ricos, y hermanos, que se hacen el longuis.
Todo lo anterior me parece tan de Perogrullo, que si no se hace es por otras razones, ajenas a la causa de los marginados del mundo.
Yo creo que hay una serie de intereses bastardos creados por la evolución del sistema democracia, y por los nuevos sistemas de comunicación e interacción. Todo ese rollo de la política de «identidades» y el victimismo da mucho juego. Funciona. Así que alguien se va a aprovechar de ello. Y entonces ya no se puede criticar algo que sea «identitario», como el islam, pero sí se puede seguir criticando el ya inocuo cristianismo porque no es minoritario en Occidente, ni presumible víctima.
Te lo copio de la entrada de la Marcha por la Ciencia:
– solidarizarnos, y actuar como aliados de los científicos negros, latinos, asiáticos, isleños del Pacífico, indígenas, no-cristianos, mujeres, discapacitados, pobres, gays, lesbianas, bisexuales, mariflores, transexuales, no-binarios, sin género, e intersexuales
Saca el factor común de ese puré.
Con ese ambiente no puedes esperar ninguna intelectualidad Voltaire para civilizar el islam. Ni el islam, ni nada. Y el caso es que en las condicione actuales, les funciona. Bueno, hasta que estalla y tienes Trump.
El factor común está claro: el victimismo. Hemos pasado, en poco tiempo, de una época en que se glorificaba a los héroes a otra en la que se mitifica a las víctimas. Puestos a especular, quizás tenga algo que ver el victimismo judio por el holocausto (no niego la barbaridad ni su condena -y tener que poner la coletilla es un peaje al buenismo-, por evidente), pero a los supervivientes les ha sido rentable y puede haber sentado precedente. De todas formas, me parece más probable una reacción de la izquierda contra el poder del capital (nació para eso). A finales del XIX la izquierda no necesitaba pobres ni razones morales, le sobraban con lo de aquí, pero con el estado del bienestar se ha quedado casi sin argumentos y sin clientes, así que ha tenido que importar el problema. Es un esbozo simplista pero sólo pretendo apuntar hacia un aspecto. En definitiva se basa de la supervivencia de un estamento determinado de profesionales -una forma de curato-, siempre en primer lugar para ellos, que ven cómo se les acaba «la faena». (Es una reacción natural y común a todo «gremio».) Por eso, entre otras cosas, se oponen subterráneamente a la CIencia (el cine catastrofista está lleno de propaganda anticientífica) y a la energía de alta potencia, como la nuclear, porque en el fondo, energía es progreso (y paro para ellos). Sólo que esta forma de parasitismo social puede acabar con el sistema del cual se alimentan, y desaparecer con él. En realidad creo que es el futuro más probable.
Y no llego más allá cuando analizo las posibles causas del suicidio demográfico y moral de Occidente. Todo me parece un enorme absurdo. Tenemos muchos errores y barbaridades en nuestra mochila, pero ha sido el precio de aprender entre otras cosas (hemos ido delante). Y las otras culturas no tienen mucho más que enseñarnos, sino menos, en todos los terrenos, y de todas, la que menos, el islam.La única religión monoteísta pura, y la más intolerante. Una lacra que tiraniza, en primer lugar, a los propios musulmanes, que son tan humanos como nosotros.
A nuestros jóvenes les esperan tiempos muy interesantes (difíciles siempre han sido). Cada generación tiene su problema. Unas veces predominantemente material, otras mental. A Occidente, hoy por hoy, lo han conseguido marginar y acomplejar, como al empollón de la clase. Y la fuerza no ha venido del tercer mundo, que sólo se usa como ariete. Esto es lo único que tengo claro.
Totalmente de acuerdo contigo. Es el multiculturalismo unicornial del que hablo en otro comentario.
Dices: «El islam nunca se moderará mientras se lo juzgue respetable, cuando el Corán está lleno de barbaridades inasumibles para una mentalidad democrática.»
y das en el clavo. Por eso, si vienen, deben EXPERIMENTAR que ya no viven en una sociedad regida por la Sharia. Y eso cómo se hace? Con la ley en la mano y aplicándola sin tapujo alguno.
La ley solo no es suficiente. Es preciso el acoso y derribo de la ideología islámica por medio de la razón. Y siempre desde el respeto más sentido (si no fuera así, mejor hacerles la guerra directamente, nada peor que la hipocresía), pero de modo implacable. Esto sé que funciona y que no produce rencor o resentimiento. Se llama convencer. Olvidamos que ellos son sus principales víctimas. De una forma progresiva, se ha de extender entre ellos el desprestigio de muchos de sus principios, incompatibles con la libertad del individuo. Ellos no son sus principios. Es lo que se ha hecho con «la supremacía intelectual y moral de Occidente», a pesar de que nos lo teníamos bien creído.
Se puede ver de otra forma. Revela una profunda certidumbre sobre la inefectividad de esos valores respecto de según qué esquemas mentales colectivos. Y es una certidumbre que no viene de si «parecería» imposible, sino de la cruda observación del mundo. El nivel de integración de los musulmanes, y sólo de los musulmanes, no es lamentable; es peor. Y esto es un hecho que se observa, que se mide, y que está frente a nuestras narices — abramos o no los ojos.
El hecho mismo no implica la solución. Puedes elegir muchas. Pero ninguna solución verosímil pasa por ignorar lo que ocurre. Eso normalmente no funciona. Puedes, sí, optar por no hacer nada. Pensando que se arreglará sólo, o que es mejor soportar el problema que cualquiera de las soluciones. Pero ni siquiera en ese caso parece recomendable ignorar la realidad. Si vas a atarte los machos y a esperar con paciencia a que escampe, al menos conviene saber qué esperas. Tipo: tíos, joé, que llevamos mucho tiempo esperando a que os civilicéis un poco. Y disimular no es ningún incentivo para que empiecen.
¿Eso supone aceptar que el «liberalismo» no es tan mágico como algunos lo quieren imaginar? Seguro. Pero ese es un problema de la imaginación. Cambia la imaginación si no se corresponde con la realidad. 🙂
Estando de acuerdo contigo en que los musulmanes tienen serios problemas de integración, sigo pensando que esos se curan mejor desde la defensa de los principios occidentales que desde los muros y las trincheras. Abandonar la medianía política, el famoso «apaciguamiento» (que nos es más que rendición cobarde), son pasos importantes a dar. Los argumentos? No hace falta ser «liberal», basta con ser consecuente con los principios que nos han traído hasta donde estasmos.