En muchas ocasiones mi fe inquebrantable en las capacidades humanas me arroja por el abismo del optimismo desenfrenado. Tal es así, que no hace mucho tiempo escribía en Twitter algo así como «ahora los políticos del PP y del PSOE tienen la ocasión de demostrar su vocación de hombres de estado». Y cuando hablo de hombres de estado no me refiero a sus preferencias en lo que a ordenamiento, tamaño o forma institucional del mismo atañe. Me refiero al simple hecho de ser capaces de superar los maniqueísmos nacidos de la endogamia partidocrática para procurar un gobierno estable y capaz de generar seguridad jurídico-legal a todo aquello que hacemos los habitantes del estado en cuestión, los que pagamos las facturas, dicho de otra forma.
Pues nones. Después de todo, los trepas que están al mando circunstancialmente en estos momentos se han preocupado más de satisfacer sus propios clientes, acólitos y seguidores, aferrados a la «pureza idearia», que del interés general.
El interés de «la gente» dicen unos populistas desvergonzados, jinetes a lomos del descontento y la decepción generalizados, despeñados ya por los barrancos de la inoperatividad que ellos mismos se han forjado allá donde tocaron poder. El Podemismo ha muerto antes de haber podido hacer más daño, lo cual ya es un alivio.
El interés de «la gente», dicen los populares de centro-derecha (en una clasificación tremendamente generosa, pues el PP carece de ideario que defender más allá del que se deriva del ejercicio del poder) aferrados a sus fieles votantes pero incapaces de despertar el interés de ninguno de los otros votantes… lo cual ya es de por sí una derrota lastimosa desde la que deberían obtener algún conocimiento nuevo sobre su «labor» de gobierno. El PP, huérfano de idea motriz, ha tocado techo. Preso del nepotismo y la corrupcción envejece lánguidamente sin capacidad alguna de generar nuevas ilusiones. No venden ni repartiendo poder, que ya es decir.
El interés de «las gentes del partido» parace enunciar siempre la dirección del PSOE, cuando en realidad lo único que interesa en las altas esferas del partido socialista obrero español (sí, con minúsculas) es mantener al de enfrente justamente ahí, «enfrente», apelando a un ideario trasnochado y profundamente difuminado por los borrones de la corrupción y el nepotismo … Un momento, no habíamos dicho lo mismo del PP? Sí, era lo mismo. Además estos tienen que lidiar con el monstruo podemita, capaz de robar votos allí donde el desencanto supera la «pureza ideológica» de la que los socialistas patrios tanto alardean.
Y luego quedan los «centristas de nuevo cuño», que han perdido la ocasión de co-gobernar y convertirse en impulsores de algunas reformas absolutamente necesarias en España, desorientados entre lo que ellos creían que la gente quería, lo que ellos quieren, y lo que podría ser pero no será. Ciudadanos que tampoco han sabido administrar la confianza que otros ciudadanos en ellos depositaron, «lost in space» podríamos decir.
Si aderezamos el coktail descrito con unas gotas de cainismo – tan nuestro – y unos cubitos de cuñadismo – todos somos tertulianos muy importantes en estepaís – tenemos la receta perfecta de la inoperancia política, esa que nos ha llevado a ser el espanto de muchos inversores, látigo fiscal de emprendedores, burla obscena de enfermos y personas dependientes, esbirros adoctrinados en un sistema educativo enfermo y anticuado, comprendedores de asesinos que fueron malos pero ahora son buenos y gemidores profesionales en busca de la dádiva estatal -dicen que gratuita-, la silla funcionarial o cualquier otro unicornio que nos prometa una vida feliz, segura y sin esfuerzo; que el esfuerzo igual nos hace ricos y ser rico es ser alíado del diablo. O peor.
Y así nos va.
Espero que este pueblo, tan listo para unas cosas y tan tonto para otras (como por ejemplo, darse cuenta de la inutilidad completa del socialismo) no cometa el tremendo error de echarse en brazos del sovietismo podemita. Aunque ahora, viendo la descomposición del PSOE, puede pasar cualquier cosa. Creo sinceramente que tenemos lo que nos merecemos y que tantos años de una educación estéril e ineficaz, dan como resultado lo que vemos: una sociedad idiotizada hasta la náusea (con las debidas excepciones).
Vamos de camino a las décimas elecciones, no las terceras. Lo digo porque, de los 5 millones de votos podemitas, no cambiarán el sentido de su voto más allá de 2 millones, que no votarán otro partido, sino que más probablemente se quedarán en casa. Con lo cual se mantiene una distorsión de 3M votos contra el bipartidismo.
Los votantes de C’s se irán pasando a los partidos mayoritarios, o se quedarán en casa; los votantes de C’s se creyeron que era posible reformar la política desde dentro ¡benditos ingenuos! (yo incluido)
Los votantes de los partidos mayoritarios lo toman como el fútbol; soy de tal equipo, y de tal partido: son los míos, y los mios. La corrupción sólo cuenta para los idiotas y los ingenuos. Sin ánimo de ofender.
Oh, doy por hecho que quien piense que es importante una cierta gobernabilidad estará sin lugar a dudas a favor del bipartidismo, que es la forma de estabilidad más estable que existe. Pero estoy de acuerdo con el comentarista anterior: hay cosas peores que estar sin gobierno. Me imagino en España un gobierno sectario como el de Colau en BCN, y bufo y me erizo como los gatos.
Un saludo.
Algunos apuntes, en plan abogado del diablo:
1º Afortunadamente, parece que la España actual no es muy distinta institucionalmente de los países de nuestro entorno, pongamos, la democrática Bélgica. Aquí como allí, hemos pasado bastantes meses con un Gobierno en funciones, y no parece que haya sucedido nada catastrófico. De hecho nos hemos ahorrado la incontinente diarrea legislativa a la que nos tienen acostumbrados nuestros benefactores gobernantes y no parece que la economía haya caído en barrena
2º Solos los ingenuos se pueden creer a éstas alturas los mantras publicitarios de la política profesional, de los cuáles el primer mandamiento es que los políticos actúan en primer lugar para beneficio del «pueblo». Y esto es tan válido para España como para cualquier otro país o grupo: los que mandan se van cuando pierden el poder y los echan los que les reemplazan, así que es ingenuo esperar por parte de nuestros políticos sacrificios por el bien común, cuando ni siquiera a nivel individual los seres humanos los practicamos con asiduidad.
3º Por lo tanto, en España como en el resto de Occidente, afortunadamente hemos acordado jugar a un juego que se llama democracia representativa que se juega con unas reglas determinadas. Gracias a ese juego, cuando no hay acuerdo sobre quien tiene que gobernar el país, no nos dedicamos a degollarnos los unos a los otros que era lo que tradicionalmente hacíamos a lo largo de la Historia y lo que siguen haciendo en muchos otros lugares.
4º Tener un Gobierno en funciones quizás sea caro (en el sentido de que seguramente habrá inversores que se lo piensen ante el clima de incertidumbre política), pero en mi opinión es muchísimo más barato que tener un gobierno formado por socialistas a la gresca, neocomunistas e independentistas (que teóricamente es la alternativa), y por descontado es infinitamente mejor que tener una guerra civil.
5º No culpemos de la situación actual a los políticos que nosotros elegimos, en virtud de la reglas del juego al que hemos decidido jugar. Los responsables para bien o para mal de lo que ocurre, es nuestra, de los ciudadanos que votamos:
De los que como yo votan al PP aún siendo conscientes de su repugnante nivel de corrupción.
De los que votan al PSOE creyendo que los corruptos son solo los del PP y para los que la derecha es su enmigo.
De los que votan Podemos creyendo ser mejores que los demás y que la culpa de todo la tiene Franco y los fascistas que no les votan a ellos.
De los que votan Ciudadanos sin ser conscientes de que precisamente por ello, la derecha (es decir el PP) lo tiene mucho más difícil.
De los que votan partidos independentistas básicamente para jodernos a los demás.
De los que votan partidos minoritarios y luego se quejan de que no hay Gobierno.
De los que no votan y también se quejan de lo mismo.
En definitiva, que si no hay Gobierno es culpa nuestra.