Sobre la responsabilidad

La responsabilidad es una virtud que surge sólo cuando existe espacio para su desarrollo. Un espacio de equilibrio entre oportunidades y riesgos, un espacio de libertad. El comportamiento humano implica siempre consecuencias. Las consecuencias de nuestros actos, sin embargo, no son predictibles, porque tienen lugar en el futuro. Por lo tanto, cada acción humana es una especulación. Y como tras toda especulación, existe la posibilidad de satisfacer necesidades, pero también se corre el riesgo de fracasar.

Esta incertidumbre es la que permite el desarrollo de otra virtud: la prudencia. Podemos iniciar o rechazar una acción en función de nuestra experiencia, de nuestra prudencia. Pero ello no nos eximirá jamás de la responsabilidad asociada a nuestra acción. Cuando una persona es responsable, asume que también puede equivocarse y deberá aceptar y asumir las consecuencias de sus actos, las buenas y las menos buenas. Precisamente es la toma de conciencia de que las propias acciones acarrean consecuencias la que  hace de la responsabilidad (y su asunción) una virtud ineludible en el ejercicio de la libertad.

Cuanto mayor es el empeño del Estado por asumir la responsabilidad del desarrollo social a través de la política, mayor es el grado de usurpación de la responsabilidad individual. Cada vez son más las normas y leyes que regulan nuestras vidas. Más las prohibiciones encaminadas a  asegurar que nuestro comportamiento se adapte al «canon» establecido por el poder de turno. No piense por sí mismo, la verdadera virtud está en no pensar. No decida por sí mismo, lo verdaderamente virtuoso es no tener que tomar decisiones. Cuanto menos puedan decidir los individuos, menor será el grado de incertidumbre, mayor la capacidad de previsión de quien ostenta el poder. Y para los imprevistos siempre habrá una vía represiva.

Por la vía de la acción política, la relación de causalidad entre la acción y la consecuencia se desequilibra, se distorsiona y, en caso de causar un daño, se socializa. La responsabilidad sobre la propia vida sólo es posible desde el control de la misma. Entregar el control de mi vida a manos del Estado supone entregar mi capacidad para tomar decisiones y la responsabilidad sobre las consecuencias de las mismas.

En la vida los seres humanos interactúan y, precisamente por ello, toman decisiones. Cuanto mayor es el grado de normación de mis actos (de mi interacción) menor mi capacidad para tomar decisiones. Cuantas menos decisiones deba tomar, menor será el número de ocasiones en las que podré experimentar las consecuencias -positivas y negativas- de las mismas. Mis actos normados acarrean consecuencias previstas, caigo en los automatismos previstos por la política. Dejo de ser yo para convertirme en nosotros.

Si mis decisiones ya están tomadas (mis actos perfectamente normados) y las consecuencias socializadas ya no necesito ser responsable. Me basta con ser obediente.

 

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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19 comentarios

  1. Llevo unos días tremendos y ni me he asomado a leer.
    Ahora me voy a los comentarios de los visitantes, pero este hilo me ha encantado
    Gracias Don Luis

  2. No seré yo quien minimice la importancia de la responsabilidad sobre los propios actos pero creo que en estos casos se peca de excesivamente simplista.

    Demasiado a menudo se plantea como algo binario. Los hay partidarios de que la sociedad reduzca el riesgo hasta prácticamente eliminar la responsabilidad y los hay que en respuesta a las tendencias socializantes se van al lado opuesto. Como el artículo no cae en el primer supuesto no comentaré nada sobre ese extremo.

    Hay casos en los que no se puede decir que lo mejor sin discusión es que la gente reciba el peso completo de sus actos. Por ejemplo:

    – La educación de los niños y adolescentes. Seguro que nadie cree que la educación rousseauniana es la mejor. Nadie en su sano juicio dejará que un niño juegue con el gas o tome un lingotazo de lejía a ver qué pasa. Y tampoco puedes dejar que tome decisiones con repercusiones para toda la vida y para las que no está preparado. ¿De verdad dejaríamos que nuestros adolescentes se casen con el primer amor? ¿Es bueno no ponerles límites? Si nuestros hijos empiezan a tontear con las drogas ¿razonaremos con ellos pero les dejaremos en última instancia la decisión de chutarse o no? Si quieren dejar de estudiar, ¿no diremos nada? Como a todo el mundo, a mí, mis padres me dijeron aquello de “cuando seas mayor me lo agradecerás” y, ¿saben qué?, ¡tenían razón!

    – Nadie tiene información completa y elementos de juicio para tomar todas las decisiones. Es muy fácil decir que queremos poder elegir la mejor tarifa de luz, pensiones a capricho y que no nos engañen con la letra pequeña en los contratos, pero ¿tenemos todos los conocimientos adecuados para tomar decisiones en todos esos ámbitos? Yo me considero capaz de hacerlo en algunos pero en otros muchos tengo que fiarme de lo que otro me diga. Y tendré que responsabilizarme de las decisiones que ese “otro” me ha hecho tomar a mi. Y yo me considero un afortunado: la mayor parte de la población no sólo conoce menos temas que yo sino que ni siquiera conoce gente que le pueda guiar.

    – Vivimos en sociedad y determinadas decisiones individuales afectan al conjunto de la sociedad. ¿Los antivacunas no son un riesgo de epidemia? Incluso si sólo les afectasen a ellos, ¿les dejaremos morir si contraen la enfermedad y no tienen pasta para el tratamiento o lo pagaremos entre todos? ¿Y los que consideran que un deporte de riesgo no lo es de verdad si han suscrito un seguro? Dejemos que cada uno haga lo que quiera con sus pensiones y cuando haya un montón de ancianos sin la pensión de supervivencia ¿no generará ello incluso un problema de seguridad para mi que sí que acerté?

    Decía el catecismo que yo estudié que el hombre era un ser dotado de entendimiento y voluntad. Ambas cosas (o sea las dos a la vez) son requisitos para ser libres. Si no sé razonar o no me dejan tomar la decisión que quiero no puedo decir que soy realmente libre. Por eso los curas de mi colegio insistían en que la responsabilidad moral ante Dios no era igual que la responsabilidad en el derecho positivo a pesar de que el propio derecho positivo introduce atenuantes, agravantes y hasta eximentes.

    Perdón por la longitud del comentario, que casi es un post.

    • Gracias por el comentario. Creo entender que hablas, y muy bien, de la toma de decisiones. Nada que objetar a tus comentarios. El problema radica para mí en los momentos previos a la toma de decisiones (ser libre para hacerlo) y los posteriores a las mismas, asunción de la responsabilidad.

      La libertad no es un concepto que sirva únicamente para hacer el bien o no equivocarse nunca. La libertad es la que permite equivocarse… y aprender. Si el error afecta a terceros, ya se encarga la sociedad libre de exigir responsabilidades, las pertinentes.

      Por eso yo no puedo desligar libertad de responsabilidad: el libre tiene derecho a equivocarse, puede ser incluso malvado, pero debe acarrear las consecuencias de sus actos en cualquier caso. Verificar un error y adoptar las medidas pertinentes para no volver a cometerlo es un acto a posteriori siempre. Cuanto más amplio es el catálogo de normas apriorísticas (preventivas) menor es la capacidad de error … y menor la aprender.

      • Es obvio que libertad y responsabilidad son indisociables y que no puede existir la una sin la otra. Lo que ocurre es que yo no las veo en estado puro. Como decía antes, lo que nos hace libres es disponer de entendimiento y voluntad. A menudo se considera la prohibición (limitación de la voluntad) como la única restricción a la libertad, pero no es así. Si no tienes el conocimiento adecuado (limitación del entendimiento) tampoco eres libre y demasiado frecuentemente esa es la principal restricción. No espero tener la información perfecta como no espero que mi voluntad no esté limitada por el ambiente pero sí que haya mínimos y en muchos casos no ocurre. Niego al niño de siete años (la edad de uso de razón) la libertad en casi todos los ámbitos porque no tiene los conocimientos adecuados. Niego que una persona con el graduado escolar sea realmente libre para elegir su plan de pensiones porque no es capaz de hacer el mínimo cálculo actuarial requerido. Y así con muchas cosas de nuestra vida.

        El otro problema que veo es que no vivimos aislados, sino en sociedad y por tanto no puedo dejar que el chalado de mi vecino haga la instalación del gas como le salga del pie porque su casa es también la mía. Y no, no me consuela que luego mis herederos le exijan responsabilidades a sus herederos. En consecuencia no me duelen prendas a la hora de limitar su libertad y obligarle a hacer respetar una normativa. Normativa que yo tampoco he puesto porque soy tan ignorante como él.

        Por descontado que aprendemos de nuestros errores y que deben existir para poder aprender. Como todo hijo de vecino, me acuerdo más de aquellas lecciones aprendidas por darme de morros que las que entendí sin experimentar (léase sufrir) sus consecuencias. Pero ¿qué pasa en aquellas ocasiones en las que los errores son irreversibles por letales y de los que me da igual haber aprendido la lección? Sí, los (i)responsables de Chernobil aprendieron la lección pero demasiado tarde para ellos y para los demás. No fue una experiencia «educativa» para nadie implicado. Ni para el que eligió mal su pensión y se dio cuenta a los 67 años, ni para los padres que no vacunaron a su hijo de tos ferina y la palmó, ni para los que se fiaron de que el camping de Biescas era seguro.

        Sí hay decisiones que tengan o no repercusiones irreversibles hay que afrontarlas y responsabilizarse de ellas. Yo elegí una profesión que me gustaba menos que otra porque pensé que la que más me gustaba no me permitiría vivir de ella. Ahora sé que me equivoqué y que podía haber vivido también de ella, pero lo asumo. Un matrimonio puede ser un fracaso y no tiene arreglo (convertir a tu pareja en ex-pareja no la hace desaparecer como saben todos los divorciados). Perder los nervios en un conflicto de tráfico y matar al contrario con una barra de hierro que llevaba por si acaso (por si acaso perdía los nervios quiero decir) es algo que tiene repercusiones. Y con más motivo en cosas que no son irreversibles (elegir el coche menos adecuado, ir de vacaciones y encontrarte con Belén Esteban, comprar acciones de Costa Cruceros el día anterior al naufragio del Costa Concordia).

        En definitiva, volvemos al eterno problema de confrontar libertad y seguridad (ya he aclarado que la libertad y la responsabilidad son dos caras de la misma moneda). Yo voté la primera vez en 1982 y pasé mi primera juventud bajo un gobierno de retórica socialista (afortunadamente era más retórica que realidad) y me saltan todas las alarmas cuando oigo hablar de «solidaridad», «garantías» y «derechos» pero no hasta el punto de ignorar que esa antipatía visceral no puede ocultar que existe una enfrentamiento irresoluble entre los dos valores y que en cada caso y según la (libre) preferencia de cada uno, le daremos más importancia a la libertad o a la seguridad. Por cierto, existe la libertad de ceder libertad a cambio de seguridad. ¡Toma paradoja! Yo no aspiro a crear un conjunto filosófico que resuelva el problema de forma definitiva, entre otras cosas porque creo que no es posible, y sólo me conformo con evaluar los casos uno por uno de la forma más honrada posible.

  3. Te leo en tu tercer párrafo y me parece agudo y oportuno.
    Luego leo a Bastiat con su “Hay que dar sentido a la idea de libertad en el
    mundo de hoy…. y es difícil. Sobre todo cuando esa libertad se enfrenta a la
    realidad en la que la falta de cadena de montaje nos desnuda ante las muchas
    necesidades a las que nos hemos acostumbrado.”

    Acierta Bastiat con esta sociedad en la que hasta ahora ha
    predominado el confort, la comodidad, y el que la culpa siempre es de los demás
    (esto lo añado yo).

    Recuerdo que en una ocasión en un intercambio de opiniones
    con una mujer muy preparada –esposa y madre y entusiasta católica- me dijo “es
    que la culpa es de la sociedad”. Esto ocurría antes del intento de golpe de
    Estado del año 1982. Le contesté rápidamente “pero Carmen, ¿quién es la
    sociedad?, ¿no somos usted y yo sociedad?, ¿por qué buscar culpable etéreo y
    externo como es la ambigüedad de una culposa sociedad?

    Sabemos que antiguas civilizaciones conseguían amedrentar a
    sus súbditos mediante la violencia y la tortura; la esclavitud era norma y se hacían
    guerras sólo para poseerlos. Falto de derechos, el esclavo era el paradigma del
    poder individual o colectivo.

    La sociedad evolucionó aunque en la Edad Media el esclavo se
    sustituyó por el vasallo; si bien el vasallaje era voluntario, lo cierto es que
    si no lo eras carecías del soporte del señor feudal y su compromiso de
    protegerte.

    Tras la ilustración y ya en la edad moderna, entró en
    declive el feudalismo pero apareció la sociedad industrial con trabajadores
    hasta la extenuación.

    Aparecieron Marx y Engels y condujeron a cientos de millones
    de persona a pasar del régimen tiránico de los zares al de una Nomenclatura en
    la que dominaba la frase de Stalin “un muerto es un problema, millones de
    muertos no es más que una estadística”

    Posteriormente tras una cruenta 1ª guerra mundial, y más
    cruenta todavía: la 2ª, parece que sí se consiguió una notable merma en la
    eliminación individual; pero tampoco fue así. Los nazis habían conseguido el
    pensamiento uniforme con todas sus deformaciones; pero en el occidente europeo
    teníamos a Salazar en Portugal y a Franco en España (ambas dictaduras bastante
    ligeras); ¿y en el resto de Europa?; teníamos sojuzgados por Stalin desde Rusia
    a los Urales además de Siberia; pueblos de gran tradición como Polonia,
    Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, y en un estatus difícil Austria y con el
    añadido de los Balcanes con Tito como motor del pensamiento único.

    Este repaso mental de la esclavitud me lleva a pensar en que
    es la libertad en la actualidad; como soy mayorcito soy pesimista; el control
    de los medios de comunicación es impresionante; puede valer como ejemplo la
    prensa catalana en nuestro país.

    Sinceramente, salvo escaso movimientos que adolecen de apoyo
    de los media, no veo nada en el horizonte que nos permita discernir cual es
    nuestra respuesta ante cualquier problema; nos han convertido en masa; pero una
    masa tan cruel que distingue entre UNOS contra OTROS; así es más fácil
    controlarnos y que sólo pensemos entre un SÍ, un NO o no sabe no contesta, lo
    cual les es indiferente para los poderosos.

    Sinceramente creo que si seguimos el camino que nos están
    marcando, acabaremos teniendo las opciones de los esclavos de la antigüedad: Rebelarse-
    con riesgo de torturas o muerte- u obedecer.

    A pasos agigantados entiendo que OBEDECEMOS.

    Y perdón por tan pesimista mensaje.

    Ángel

    • Comparto tu pesimismo, Ángel. Buen resumen.
      Yo también opino que la situación de falta de libertad se recrudecerá en los próximos años. Hasta quie el sistema sea absolutamente insostenible. Entonces volveremos a los garrotes :(((

  4. Muy buen comentario Luis. Muy bueno. Es un extracto de lo que la moral liberal ofrece al individuo y el cómo se enfrenta a la dictadura del socialismo real, aquel que os cuida desde la cuna a la sepultura……

    O no.

    Pienso en un grupo humano específico, limitado en número pero importante como ejemplo…. Los grupos formados por aquellos que consagran su vida a un Dios. Monjes, monjas, frailes…. nos sólo católicos… cualquiera.

    El otro día vi un documental sobre una ciudad del Tíbet, su vida cotidiana, su fiesta mas importante…. y sus monjes tibetanos. Monjes que compartían una línea común…. tenían su vida consagrada su fe… y una vida cómoda.

    En el fondo, perder una gran cantidad de libertad a cambio de comodidad, de seguridad, de no tener que esforzarse en pensar tiene su atractivo. Un atractivo que se fundamenta en minimizar los esfuerzos y minimizar los riesgos a cambio de perder libertad…. ¿Libertad para qué? Decía Lenin.

    Esa es la contraparte que el socialismo ofrece. El pensar que la libertad es menos necesaria cuando se garantiza el vivir sometido, si, pero seguro. Dirigido, sí, pero cómodo. Disciplinado, si…. pero con el pan en la mesa.

    Por ello hay que enfrentar al individuo a su propia realidad. Matrix, siendo ese personaje traidor que cambia libertad, y penurias, persecuciones, hambre, por una vida ficticia pero alucinantemente real sometido al servicio de la máquina, o el encontrar en la libertad del individuo, el mito del hippie de Las Alpujarras viviendo desprendido de un mundo que nos somete a dictado morales, estéticos, consumistas que minimizan la individualidad casi tanto como un libro sagrado o una norma monástica a cambio de una vida se trabajo en una cadena de montaje.

    Hay que dar sentido a la idea de libertad en el mundo de hoy…. y es difícil. Sobre todo cuando esa libertad se enfrenta a la realidad en la que la falta de cadena de montaje nos desnuda ante las muchas necesidades a las que nos hemos acostumbrado.

    Y sin embargo, siempre será mucho más gratificante ser libre, vivir de tu esfuerzo, vivir de tus logros, enfrentarse al resultado de tus actuaciones y aprender a sobrellevar tu vida por ti mismo y no sometido a nada ni a nadie… ni tan siquiera a cambio de seguridad y comodidad.

    Eso ofrece el liberalismo, sentido de ser uno mismo por uno mismo. Con todos sus riesgos pero con la emoción de sentirse libre.

    • Predicamos en el desierto Juano. Te paso el comentario que uno de esos «pensadores» deterministas me deja en twitter:

      @rgrantiliberal : @Luis_I_Gomez tú puedes ser responsable aunque tus actos estén normamados,si esque aceptamos eso de la responsabilidad ,claro;además…..

      @rgrantiliberal : @Luis_I_Gomez yo sólo soy responsable d las consecuencias intencionales de mis actos,de los resultados en 1 palabra ,no de las consecuencias

      Ni que decir tiene que no voy a pedirle que me explique la diferencia «metafísica» entre resultados y consecuencias de un acto. Sobre la responsabilidad secundaria, incluso la involuntaria ya ni te cuento. Así está el patio. Eso de la prudencia, el aprendizaje … son cosas del pasado. Sólo eres responsable ante la norma, es decir: eres obediente y punto.

      • ¿Juano????

        Me honras con el equívoco… pero… No soy Juano…

        Pero si, resulta sorprendente la sumisión de muchos jóvenes hoy en día al poder. No es ya pedir una rebelión de las flores como el movimiento hippie, sino en ser simplemente jóvenes que luchan por ideales, locos, ilusorios, o sólidos y pensados, repensando, con reflexión profunda sobre ello. No. La sociedad que estamos creando padres, profesores, políticos constructivistas se basa en chavales sin criterios en su juventud en los que no imponerlos normas siendo pequeños parece tener la consecuencia de que en cuanto asumen la norma impuesta por el Estado la encuentran buena porque es una guía que les facilita el orden y simplemente la degluten y se someten. La pastillita ….

        Y Luis… creo que lo del Discus… te lo tienes que mirar.

        Mi comentario lo publiqué a las 23 horas del día 5.y tarda mucho en aparecer en la columna de la derecha de manera que se hace difícil saber si nuestros comentarios producen reacciones inmediatas y así poder tener debates… en caliente.

        Además, eso de que haya que pinchar en el tiempo que hace que se publicó, con retraso que ya digo, y no en el nombre o en el espacio que ocupa la referencia al comentario… se hace poco intuitivo….

        No se. Ya le dije a Rallo que no me gustaba y parece que se lo está pensando, y me sigue sin gustar aquí

        • Ostras! Bastiat! Perdona….

          Los comentarios de Discus aparecen inmediatamente en los correspondientes artículos. Además, lo más fácil es pedir a Disqus que te envíe un e-mail cuando responde a tu comentario 🙂

          Lo de la barra lateral es un widget que, efectivamente, no es nada intuitivo. Lo estoy mirando.

          • Seguro que estas en ello aunque no soy de tener el correo abierto todo el tiempo….

            Bueno… ¿y de lo que te digo?

            Es que una vez tuve un pequeño coloquio con un amigo, al que recordaré siempre, puesto que al poco falleció y siempre pensé que tenía mucho que aprender de él, en el que me dijo que se hizo un estudio por el que se vio cómo los niños educados en familias… de esas modernas, que no ponen límites que los niños pueden hacer lo que quieran, que lo tienen todo acaban siendo adultos asustadizos y temerosos, fáciles de ser sometidos a normas ajenas que si hubieran sido educados en la disciplina, o en mayores controles morales, y que el hecho de esa lucha contra ellas les provocaría el aprendizaje necesario para ser adultos maduros independientes, con criterio y, sobre todo, conscientes de su libertad y de su individualidad…

            No pude ir mas allá. No pudo decirme dónde leyó eso, pero siempre entendí que en cierta forma tiene su lógica. Quizás Germánico tenga alguna noticia sobre el particular.

            Por eso siempre me ha llamado la atención la laxitud que suele caracterizar los sistema educativos que tratan de imponer las izquierdas. Y que se trata de impregnar a la sociedad sobre lo negativo de hacerlo dentro de las familias. Niños que se sienten fuertes frente a los padres, en el colegio y en los centros de secundaria, que no reconocen autoridad, que no entienden el esfuerzo porque simplemente no lo necesitan para seguir con una vida regalada en cuanto a su formación pero que en el momento en el que no son capaces de enfrentarse a la vida real, a la vida adulta en la cuestión profesional son fácilmente sometidos al ideario socialista al proponer sistemas normativos aparentemente sólidos, comunitarios y comunitaristas, colectivistas, el nosotros, como refugio ante los temores que representa la soledad del reconocerse individuo, las modas…

            Todo ello… me impone una cierta ansiedad sociológica, al tratar de comprender porqué se está dando esta situación…..

            • Sí, es un poco lo que venimos observando en las escuelas quines nos ocupamos un poco de lo que en ellas pasa (tengo hijos).
              Si no aprendemos que nuestros actos tienen consecuencias, inhibimos el sentido de la responsabilidad y favorecemos las tendencias hipernormativas.
              Los niños son un caldo perfecto de cultivo: si digo que no hay televisión hasta que no estén terminados los deberes,y explico la importancia de establecer esa escala de valor, estoy enseñando al niño que hay cosas más importantes que otras.
              Si le explico por qué es inmoral perder los lápices todos los días (me está causando un transtorno económico, afecta a mi propiedad) aprende que las consecuencias de un acto inmoral (contra mi propiedad en este caso) afectan a otros (a mí, en este caso), pero tamben a él: se queda sin propina el fin de semana, no hay dinero para eso, he de comprar lápices.

              Es posible una educación en la responsabilidad sin caer en el autoritarismo. Pero una educación antiautoritaria jamás podrá alcanzar ese fin: no habría consecuencias.

            • Pero
              fíjate… ¿Qué es una educación autoritaria, qué es el autoritarismo en la
              educación….???

              No entiendo el que usemos ese concepto a la hora
              de educar.

              Puede haber mala educación y buena educación, pero
              obligar a un niño a hacer la cama, no es autoritarismo, es hacerle ver que
              tiene obligaciones y que tiene que responder ante el que manda. El reconocer la
              autoridad de los padres al tener que hacer lo que los padres dicen no es
              autoritarismo. Es simplemente el reconocer que ellos tienen la responsabilidad
              de su educación, de los bienes de la casa, del orden, y de ahí dimana la
              autoridad para imponerle tareas, deberes, y que tiene también la autoridad para
              exigirle responsabilidades si no las cumple.

              Eso no quiere decir que haya que obligar a los niños
              a trabajar o a cosas peores. Es simplemente el orden.

              No entiendo a esos padres que quieren ser amigos,
              iguales que sus hijos. No es nuestra tarea. Nuestra tarea es la de servir de
              guía, tarea muy importante, y hermosa, que nos obliga a tomar decisiones por ellos
              e imponérselas hasta que ellos tengan la capacidad y la determinación, que
              suele surgir por el enfrentamiento con los padres, para decidir por sí mismos.

              Cuando un niño quiere hacerse notar lo primero que
              aprende es a decir no…. Pues no. Ha de ser a veces si y a veces no. Depende. Y
              decidir eso es tarea de los padres. Y eso no es autoritarismo. Es simplemente
              que tenemos la autoridad para hacerlo porque somos responsables de ellos y de nosotros
              mismos.

              Y
              resulta especialmente preocupante el intento por parte de socialismo tanto de
              minorar nuestras responsabilidades, por ejemplo obligando a la escolarización,
              como el quitarnos autoridad impidiendo o tratando de regular la autoridad y los
              castigos….

              Los
              hijos son responsabilidad de los padres… Y esa lucha es fundamental para
              luchar contra el colectivismo.

            • Hombre, he intentado evitar el «no, porque lo digo yo» o el «no, mientras comas en esta casa», que no me parecen argumentos a «enseñar». Es lo que yo entendería por autoritario: se hace porque lo digo yo.

              Lo antiautoritario es un «haz lo que creas conveniente», exactamente igual de falso. (o peor)

              Considero que educar es comunicar.

              Me quedo (la he tuiteado en tu nombre) con tu última frase. Efectivamente, fundamental contra la indoctrinación colectivista. Por eso yo no cedo mi responsabilidad a la escuela, la comarto con ellos si acaso.

            • ¿¿¿¿Que me has qué????

              joeer.

              Pues mira… hasta el haces esto porque lo digo yo…. es una forma de educar. hay momentos en el que no hay razones. Simplemente hay que obedecer. Expoliar puede significar perder un tiempo precioso y si el niño no está acostumbrado a obedecer puede significar, en ocasiones, digo, que se ponga en peligro. Un niño que pide explicaciones por todo puede caerse por un balcón o ser atropellado por un coche.

              Y no hace falta ir tan lejos. Explicarle a un hijo que no puede tener tal o cual capricho puede ser muy educativo… a veces. Pero otras, sobre todo cuando es pequeño, es tratar de informarle de aspectos que todavía no tiene asimilados como la autoridad. Y no es mala la autoridad. Lo malo es no saber ni los límites ni quienes la tienen de manera legítima.

              Nosotros, los padres la tenemos de manera legítima, o al menos eso creemos tu y yo, tu porque me has….. tuiteado…. , y los hijos aprendiendo cuando se ha usado mal, aprenden también que hay límites. Y eso es importante. Rebelarse contra el padre es aprender a ser independiente. Aprender a desobedecer es aprender a asumir la responsabildad de nuestros actos. Enfrentarse al poder…. Luis…. Es la mejor forma de madurar.

              Por eso se quiere evitar la autoridad de los padres… No quieren que aprendan a luchar contra el poder cuando deben, pueden, están mejor dotados, y sobre todo en el mejor ambiente posible, en la protección del hogar, y así aprender a mirar al poder… con desconfianza. No… Necesitan que el poder permanezca virgen en sus mentes para que no aprendan a luchar contra el poder del Estado.

            • Si no te digo que no Bastiat, pero yo soy un «blando» 😛 y a los míos, desde muy niños, he intentado evitarles el «porque lo digo yo». No hace falta si está claro que se hacen las cosas como yo quiero… hasta que, tal y como comentas, ellos pueden articular «quieros» mínimamente morales. Entonces se dialoga, se negocia, empieza la fase «b», también muy interesante 🙂

            • Ya… ya se que eres un blando… Es parte del mal de esta sociedad…. negociamos con nuestros hijos…

              Y no está mal…

              Mira.. un caso de negociación:

              «O te comes las judías o te doy un soplamocos….. elige»

              ¿Ves que fácil…???

    • Lo bueno de una sociedad donde la gente sea realmente libre (que tome sus decisiones y admita sus consecuencias) es que dentro de ella, si alguien lo desea, puede constituir un grupo en el que se ceda parte o toda esa libertad. Es decir, que si alguien quiere ingresar en un monasterio de clausura o en una comuna comunista, podría hacerlo, dejando a los demás en paz. Muchos modelos podrían convivir sin demasiados problemas.

      El problema es que las más de las veces, esa misma gente quiere que todo el mundo entre en su ideal de comunidad, quizás porque saben que de otra manera su sistema no sería viable.

      Y es cierto, se ha educado a la gente en la idea de que es mejor que alguien decida por los demás, y a vivir sin esas preocupaciones. Un ejemplo: La consigna que al final se extraía de todas las movilizaciones del 15M y similares, siempre era algo como «debe venir alguien bueno y honrado que nos arregle esto».

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