No me gustan las religiones. No me gustan las metafísicas, basadas en algún tipo de creencia extraterrestre y sobrehumana, pero tampoco las políticas, basadas en la observancia de los principios que la «moda sociológica» del momento impone. Ni cristianismos, ni islamismos, ni fascismos, ni socialismos … y si me apuran, ni liberalismos cuando estos son elevados al ideal que debemos alcanzar TODOS. Y como no me gustan las religiones, veo con preocupación el éxtasis místico en el que está cayendo (o ha caído ya) buena parte de la izquierda europea en lo que podemos llamar «izquierda regresiva», apoyados en profetas de dudosa integridad y sus «guerreros de la justicia social» que invaden redes sociales y la calle… y los puestos de gobierno.
No todo lo que se postula desde la izquierda regresiva es negativo: igualdad de derechos para mujeres, homosexuales, lucha contra el racismo, … el problema nace cuando, como en todas las religiones, para defender unos postulados legítimos se recurre a la discriminación positiva (antes a esto lo llamábamos «favor del rey») de determinados grupos de personas, al argumento irracional (incluso la mentira) y a la condena inmediata (incluso censura) de cualquier argumento en contra calificándolo de locura, imbecilidad, senilidad o claro signo de racismo, extremismo, sexismo o cualquier «ismo» que ustedes se puedan inventar. El resultado es un movimiento hermético circular, en el que las consignas flotan en el aire como ecos en un valle, impermeables a todo aquello que no comulgue con las líneas directrices del «movimiento».
La izquierda regresiva está plagada de contradicciones en su esencia: extremadamente vanidosa en su autoarrogada y profundamente antioccidentalista superioridad moral defiende una conducta altamente inmoral, pretendiendo luchar contra el racismo mediante la concesión de privilegios a grupos determinados precisamente basándose en su origen racial o étnico, otorga a ciertas minorías el papel de víctima con el fin de protegerlas al tiempo que demoniza otras minorías incluso dentro de aquellas que dice proteger. Disfruta de las ventajas nacidas del liberalismo capitalista en occidente al tiempo que las desprecia públicamente. Qué decir del guerrero de la justicia social que se manifiesta en favor de los derechos de los homosexuales negros portando una camiseta con la efigie del Ché Guevara.
Desde el nacimiento de las «políticas identitarias» y los conceptos de «interseccionalidad» y «multiculturalismo» vemos como la izquierda regresiva juzga y cataloga a los seres humanos en función del color de la piel y valora en qué medida unos están más subyugados que otros. Los blancos somos privilegiados que debemos pagar por los actos de nuestros antepasados, los negros, incluso los millonarios entre ellos, no deben hacer otra cosa que «librarse de sus cadenas».
La aparición del dictado de la «corrección política» es uno de los logro de esta izquierda de regreso que nos azota. Es una herramienta eficaz para combatir a quienes defienden sin matices la libertad de expresión y quieren hacer uso de ella. Comentarios no deseados son combatidos por esta nueva izquierda desde las trincheras de lo políticamente correcto instaurando el miedo a ser acusado de manifestarse ofendiendo a alguna minoría (real o inventada). De esta manera, cualquier minoría «reconocida» puede decidir qué es ofensivo para ellos y justificar así la censura de quien pretende manifestarse de manera diferente. Y no olvidamos que todo y todos somos una amenaza para casi todo y casi todos lo demás.
El izquierdista regresivo apenas ve lo peor de los demás (de todos los demás que no creen en lo que él cree) y abandona cualquier forma de hemenéutica benévola a la hora de valorar lo que el otro piensa/dice, limitándose -hipersensibles- a devolver lo manifestado en forma de boomerang lesivo con el fin de amordazar lo diferente.
Corren malos tiempos para la libertad….
¡ Que gusto tener de nuevo entradas suyas Don Luis ! Le aplaudo a rabiar.
Bueno pues llámalo el olivo y la margarita o si lo prefieres el Pepe y la Rosa que siempre serán una pareja hetero, bien avenida y como Dios manda. Y si de regresividad hablamos «tanto monta, monta tanto…» ¿Seguro que eres una persona o eres un robot?
Las políticas de izquierdas NO fomentan la igualdad de las mujeres, entendida como igualdad de derechos. Esto es una gran falsedad. Evidencias:
1. Simpatía hacia el islamismo, cultura según la cual las niñas de 12 años son aptas para el matrimonio y es conveniente pegar a las mujeres, entre otras cosas.
2. Se fomentan las cuotas, forzando a empresarios y entidades públicas a contratar a mujeres. Esto desde luego no es igualdad de oportunidades ni de derechos pero es que además perjudica a las mujeres que realmente, por sus méritos, se merecen esos puestos, haciéndolas parecer sospechosas.
3. NO se fomenta la maternidad sino el aborto, es decir, no solo se ayuda a las mujeres a realizarse como madres (lo que sería una parte fundamental de su función biológica) sino que se las ayuda a no serlo!!
4. Se legisla discriminando a las mujeres, dándoles aparente trato de favor respecto a los hombres. De nuevo, igual que con las cuotas, esto no es igualdad desde luego y está por ver si realmente beneficia a las mujeres o no.
No me he detenido en ese aspecto en particular, pero sí creo haber dejado claro que la intención en ese y otros aspectos se queda en dogmatismo descabezado.