¿No se han fijado en las constantes comparaciones jurídicas, económicas o estadísticas con el resto de Europa? A modo de ejemplo, mientras escribo estas líneas, recuerdo la confrontación entre Albert Rivera y Pablo Iglesias moderada por Jordi Evolé sobre el país en el que quieren convertir España mientras se tomaban un café. Sí, hombre. Cuando queríamos ser Dinamarca (del quinto vídeo del listado en adelante). Ese era el modelo de país que queríamos ser. ¿No se acuerdan? No quiero sonar rencoroso, pero yo sí. Me acuerdo de esto porque muestra la carencia completa de puntos de referencia. Nos planteamos “lo que nos gustaría ser”, pero no nos planteamos mejorar desde lo que somos. Sí, ya sé que mentalmente es mucho más sano pensar en “la meta a la que llegar” que pensar en “lo que eres ahora”. Uno piensa en el 20% de paro, en el 100% del PIB en deuda pública, en el 5% de déficit o en… casi cualquier estadística, y se hunde. Mejor pensar en el unicornio a conseguir. El problema de este razonamiento es que la gente cree que Dinamarca, por centrarnos en el ejemplo, tiene la riqueza que tiene por tener la legislación que tiene, y no por tener la economía que tiene detrás, y que es lo que permite pagar los precios que suponen esa legislación. [Para desorientados, recordarles qué es Dinamarca].
Ayer, por poner otro ejemplo, tuve la oportunidad de leer otro ejemplo de usar estadísticas de forma que no nos centramos en lo que somos, sino en lo que nos gustaría ser, ignorando las consecuencias. Se trata de un texto del colectivo Economistas Frente a la Crisis hablando de la dualidad en el mercado laboral español.
Ya les avanzo que no soy economista, de modo que no puedo cuestionar los datos aportados por el autor del artículo (descuiden, ya publicaron un artículo devastador en El Economista al respecto). Soy psicólogo. Y tengo otro papel que dice que he hecho un Master en Dirección de Recursos Humanos. No seré yo quien niegue el papel de la legislación como incentivo a la hora de contratar, como plantea el autor, pero sí puedo atreverme a plantear que esa forma de plantear los problemas es equivocada. ¿Por qué?
El artículo plantea que el despido (sea individual o colectivo, temporal o indefinido) en España no es caro, sino barato, porque al comparar los datos con el resto de países de la Unión Europea, resulta que estamos por debajo de la media. El problema de este argumento consiste en que, para el Departamento de Recursos Humanos de cualquier empresa (o quien tome la decisión), estar más cerca o más lejos de la media europea es irrelevante cuando se trata de contratar a un trabajador. ¿Por qué? Porque lo que les importa a los señores del Departamento de Recursos Humanos es si puede pagar el sueldo o el despido, o no, o si es rentable contratar a alguien, o no. Y en esa toma de decisiones, la posición española respecto de la media europea en cuestiones como el coste del despido o de la contratación incide CERO. Lo que importa es si las empresas tienen un margen de beneficios suficiente para permitirse contratar a alguien, o no. Si los jóvenes a los que pueden contratar tienen la formación necesaria para hacer el trabajo, o no. Si la productividad del trabajador amortizará el salario a pagar, o no. Es decir, la variable (una de ellas) que incide son las consecuencias de la normativa vigente en la situación de la empresa.
Es un hecho objetivo que las empresas, independientemente de su tamaño, están apostando por las contrataciones temporales. Y, sobre todo, a tiempo parcial.
Pensemos por un momento en lo que ha ocurrido en España. Han desaparecido 300.000 y 500.000 empresas, los márgenes empresariales han caído a plomo durante la crisis, muchísimos jóvenes muy cualificados han emigrado o se lo estén planteando, la deuda privada (familias y empresas) sigue siendo elevadísima, los recién licenciados no están bien formados en términos prácticos, seguimos sin tener mentalidad emprendedora (por no decir que somos anticapitalistas)… ¿Qué esperaban? ¿Qué fundáramos Apple, Microsoft, Bosch, Volkswagen y otras empresas punteras en menos de dos años? No tenemos ni el capital económico ni el humano para crear ese “empleo de calidad™”, por no hablar de una legislación laboral adaptada a nuestra realidad, por muy alejada de la media europea que esté. Lo normal es lo que está pasando: Poco riesgo, apostar en lo que sabemos (turismo) y andar con pies de plomo a la hora de contratar. ¿Industria? Que fabriquen ellos.
Intentémoslo con un ejemplo. ¿Ustedes creen que se pueden plantear subidas arbitrarias del salario minimo para que estuviera a la altura de la media europea? Fusilo la gráfica de El Mundo. A ustedes la idea les puede parecer un disparate… pero no a Alberto Garzón, y les recuerdo que Izquierda Unida tiene diputados en el Congreso.
A la vista de los márgenes empresariales que hemos tenido durante la crisis, aunque no tengamos datos oficiales, no es difícil deducir que los márgenes de muchisimas empresas no serán suficientes como para poder resistir en el corto plazo una subida del salario mínimo como la que propuso el señor Garzón. Eso sí, quienes no sean despedidos pueden quedar mucho más cerca de la media europea.
Esta forma de pensar en la que nos comparamos con Europa, por muy bella y “exigente” que nos parezca, es falaz y contraproducente. Estamos donde estamos y como estamos, y hay que partir de una visión realista de nuestra situación para encontrar las mejores soluciones a los problemas. Preferiblemente, tomando como punto de partida la realidad de los agentes implicados: los empresarios y los trabajadores.