El contrapeso eurocrático.

Sea como fuere, la realidad es que la UE es una unión económica con mercado único, pero no es una unión política. Esta es una realidad que tiene garantías de persistir, mientras siga existiendo disparidad de opiniones entre las diferentes naciones que la conforman. La consecuencia es un mercado único donde prolifera el libre intercambio, pero donde las políticas tienen mayor influencia a nivel regional y no a nivel europeo.

Recientemente en la cumbre europea de Jefes de Estado se ha alcanzado un acuerdo sobre las exigencias que David Cameron planteaba a la UE para que Reino Unido pudiera permanecer en ella; una UE Reformada, lo calificaba el propio Cameron. El dicho acuerdo ha llevado a David Cameron a anunciar el Referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE para el día 23 de Junio, para el que hará campaña para el sí. En el acuerdo se recoge grosso modo los siguientes puntos:

  1. El reconocimiento de que varios Estados Miembro de la UE puedan elegir un camino diferente de integración en la UE, al rechazar mayor integración política.
  2. El reconocimiento de que varios Estados Miembro de la UE no elijan el euro como moneda, pese a que el mecanismo europeo esté diseñado hacia una convergencia paulatina hacia la moneda única.
  3. La inclusión de un mecanismo que fomente el principio de subsidiariedad en la UE, que se materializará en que si un 55% de los Parlamentos Nacionales (es decir, 16) votan en contra de legislación que emane del Parlamento Europeo, dicha legislación deberá ser retirada o, en caso contrario, modificada.
  4. El reconocimiento de que cada Estado Miembro tiene plena soberanía en materia de seguridad nacional.
  5. La constatación de que es cada Estado Miembro el que define los principios de su sistema de seguridad social, su política de empleo y las condiciones de acceso a su sistema de Estado del Bienestar. “Europa no es una unión social”, resumió Angela Merkel.
  6. La posibilidad de modular el acceso a los beneficios sociales de los inmigrantes bajo ciertos supuestos y previa autorización de Bruselas.
  7. Introducir flexibilidad en la aplicación de las normas relativas a la unión bancaria.

Ante el contenido de dicho acuerdo, no han tardado en aparecer las acusaciones al mismo tachándolo de “cúmulo de concesiones indignantes”, “chantaje por parte del Reino Unido”, “un paso más hacia el antieuropeísmo” e incluso de que serán los trabajadores europeos los que pagarán el precio de este carísimo acuerdo vía reducción de sus beneficios sociales. Sin embargo, lo cierto es que el acuerdo dice mucho más a favor de la UE que en contra.

Remontémonos a 1984 cuando Margaret Thatcher consiguió el llamado “cheque británico”, que supuso una devolución de 2/3 del déficit fiscal del Reino Unido con respecto a la UE (es decir, más de 4.000 millones de euros al año), ya que la PAC era una de las políticas más caras de la UE y de la que menos se beneficiaría el Reino Unido al tener un sector agrario ínfimo. El “cheque británico” en la práctica fue un desincentivo, un contrapeso, a la PAC que fue auspiciada por Francia, una política de subvenciones y de control de precios que se ha demostrado nefasta, ya que tuvo como consecuencia el desperdicio de recursos, la pérdida de bienestar por parte del consumidor europeo y el rechazo de los principios del comercio internacional con los países de fuera de la UE, condenando a la pobreza a países que presentan ventajas comparativas en agricultura (la gran mayoría africanos).

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Al igual que el cheque británico, que introdujo incentivos claros a la reforma de la PAC, el acuerdo alcanzado hace unos días y promovido por el primer ministro británico, supone de nuevo un contrapeso a las políticas más centralistas de la Unión Europea. Es la constatación de la diversidad europea y de la dialéctica que existe en su seno entre dos tendencias: la vía liberal liderada por el Reino Unido que no cree en la unión política y la vía centralista auspiciada principalmente por Francia y Alemania.

Y es que, muy al contrario de lo que Robert Mundell expuso en su teoría de las zonas monetarias óptimas, de que para que una región con moneda única funcione adecuadamente debe ser política, cultural y estructuralmente homogénea, lo cierto es que la heterogeneidad y diversidad de Europa es precisamente una garantía de su éxito, al limitar la unión política tan ansiada por muchos pero que a mi juicio supondría una involución en materia de libertades, diversidad cultural y progreso económico.

Sea como fuere, la realidad es que la UE es una unión económica con mercado único, pero no es una unión política. Esta es una realidad que tiene garantías de persistir, mientras siga existiendo disparidad de opiniones entre las diferentes naciones que la conforman. La consecuencia es un mercado único donde prolifera el libre intercambio, pero donde las políticas tienen mayor influencia a nivel regional y no a nivel europeo.

El acuerdo introducido, compatible con los Tratados de la UE, supone el contrapeso natural a una creciente burocracia europea donde ahora se introduce la posibilidad de eliminar legislación europea si los Parlamentos Nacionales la rechazan; supone la constatación de diferentes visiones sobre Europa y deja el camino abierto a diferentes recorridos que los Estados Miembros decidan emprender dentro de la UE; supone reforzar la competencia de políticas y la descentralización entre los Estados Miembro de la UE, lo cual limita el poder político sobre la economía de la UE.

Asimismo, el acuerdo da un espaldarazo al modelo liberal de inmigración: libertad migratoria pero acompañado de reducción de derechos sociales relativos al Estado de Bienestar. Tal modelo se contrapone a otros modelos alternativos, como por ejemplo el de restringir libertad migratoria para proteger el Estado de Bienestar, impidiendo a la nación favorecerse de todo aquello que los inmigrantes puedan aportar al país y cercenando la libertad migratoria de aquellos que quieran acceder a un país tan sólo para ganarse la vida y no para aprovecharse de ninguna ventaja social que automáticamente le viene impuesta al pasar la frontera (ni siquiera se puede renunciar voluntariamente a ella a cambio de residencia). También se contrapone a otro modelo quizá aún más problemático: el de autorizar la libertad migratoria sin modular el acceso al sistema del Estado del Bienestar, lo cual supone un aumento del descontento entre los ciudadanos y un desequilibrio en las cuentas del sistema de seguridad social e incluso un conflicto internacional.

En definitiva, el reciente acuerdo alcanzado refuerza a la UE, fuerza que brota de su diversidad y del contrapeso que existe hacia la unión política. Y que, al igual que el “cheque británico” supuso un freno a las políticas antiprogreso de la PAC y creó un marco para que otros Estados Miembro pudiesen adherirse al mecanismo, mejorando a la UE, el reciente acuerdo supondrá una mejora adicional de la UE (“Reformed UE”, como definió el propio David Cameron) al introducir límites al poder de la UE sobre los Estados Miembros y una restricción de la política frente a las decisiones voluntarias de millones de europeos o mercado común. A mi juicio, el Reino Unido ha venido actuando como el contrapeso perfecto que logra que la UE pueda permanecer en equilibrio por mucho tiempo. Lejos de este acuerdo suponer un avance del antieuropeísmo, no es más que una reafirmación de la UE.

 

Antonio Vegas
Antonio Vegas

Economista, especializado en finanzas. Apasionado de la libertad.

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4 comentarios

  1. Creo que se trata de dos problemas diferentes. El primero es si las propuestas del Reino Unido son o no son adecuadas. En eso no voy a entrar porque efectivamente es algo que se puede y de hecho se debe discutir, aunque siempre usando la razón y no las tripas. Y en muchos casos las propuestas británicas suelen ser beneficiosas.

    Sin embargo, el segundo problema es más peliagudo. Como regla general si uno firma un tratado, sea el que sea, debe mantenerse o bien renegociarse pero me molesta profundamente la actitud del Reino Unido consistente en, esto lo firmo, luego digo que me viene mal y que o se aceptan mis condiciones o me voy. Y además dejando siempre claro que sólo estaré a lo que me parezca. En mi opinión creo que si uno viene de esa forma, lo más correcto es marcharse (o invitarle a marcharse) y luego negociar un nuevo ingreso. Y siempre teniendo en cuenta que si quieres condiciones especiales deberás a cambio aceptar menos influencia en las instituciones de las que no quieres formar parte del todo.

    Además se sienta un precedente (uno más) muy peligroso porque ¿con qué argumentos se le dice a Hungría, Polonia o España que debe acatar las decisiones por todos tomadas? ¿No se parece mucho la forma en cómo plantea las cosas el Reino Unido a lo que hace la Generalidad aquí? Y ya sé que es un caso muy distinto, pero creo que con Grecia se actuó correctamente: si no quiere cumplir las normas en las que todos los demás estamos de acuerdo tendrá que salirse del Euro. A lo mejor tienen ustedes razón, pero dentro de la UE estas son las normas y si no quiere estar, ¡Grexit!

    Y no creo que se trate de que UK tenga todos los ases. Podría insinuarse a Cameron, por ejemplo, que si se van, en el siguiente referendum escocés, serían éstos los que planteasen que quieren la independencia para no apartese de Europa como hacen los ingleses. Porque hay que tener mucha cara para decirle a los escoceses que si se independizan salen de la UE… para justo a continuación decirles que al quedarse puede que sean los ingleses los que los saquen. (En este tema obviamente hablo de Inglaterra y no de Reino Unido)

  2. Algunas de las cuestiones me parecen bie, comola de que se puedan retirar normas europeas… ya que esto se está convirtiendo en un «trágala»: viene de Europa que debemos poner una norma contra el serrano y nos quedamos sin jamón…
    Pero hay otras que, cuando menos, parecen ir en conra del «espíritu» de la Unión. «La posibilidad de modular el acceso a los beneficios sociales de los
    inmigrantes bajo ciertos supuestos y previa autorización de Bruselas.» esto no suena a «libertad de movimiento de personas» que es uno de los pilares de la Unión, ese en el que te dicen que si vas a otro país de la Unión tienes los mismo derechos que los que allí nacieron.
    El «modular el acceso a los beneficios sociales» puede ser interpretado como dices que los países podrán «favorecerse de todo aquello que los inmigrantes puedan aportar al país» y también comola posibilidad de traer «esclavos», es decir gente que «trabaje para el país sin las ventajas del país».
    Puestos…. ¿porqué no exigen el resto de países que los capitales sean modulados en su movimiento a otros países «restrigiendo sus derechos fiscales»? Acabamos con la City en dos días…

  3. Me ha encantado y animado muchísimo esta explicación. ( Tengo que reconocer que soy totalmente anglófila, y que tengo tendencia a dar de entrada al UK el beneficio de la duda, pero ahora , con estos razonamientos que nos pone, voy a poder fundamentar mi anglofilia ante los demás )
    Muchas gracias

  4. Yo estoy muy perdido en este asunto. Entiendo bien la parte «I don’t love Brussels» del discurso de Cameron. Pero no estoy nada seguro de lo que significa «I love UK».

    ¿Por ejemplo?

    lo cierto es que la heterogeneidad y diversidad de Europa es
    precisamente una garantía de su éxito, al limitar la unión política tan
    ansiada por muchos pero que a mi juicio supondría una involución en
    materia de libertades, diversidad cultural y progreso económico.

    ¿Qué quiere decir «unión política»? ¿Algo como lo que hay en USA? ¿Y cómo se ha medido que eso suponga una involución en materia de libertades, o de progreso económico?

    Respecto a la diversidad cultural, se me ocurre que el que sea sensible a las ibertades debería ser completamente insesible a la «diversidad cultural». Vaya, a su defensa o promoción. Debería ser cada fulano quien decida lo «diverso» que quiera ser culturalmente, sin que venga un Cameron a imponerle una «anglicidad» , o una «uk-idad». Bastante hartito estoy de mi «diversidad cultural vasca», o incluso de la española, que se las pueden meter por donde les quepan.

    Al final con lo de la UE tenemos un problema, que yo veo que señalan desde USA, pero que en Europa no queremos ver. Que yo sepa, la UE es un experimento que no se ha hecho nunca. Y si no se ha hecho nunca, no puedes saber ni (1) si va salir bien, ni (2) cómo se hace para que salga bien. Y me refiero a la unión monetaria y de mercado SIN unión fiscal.

    Mira este cuadro:

    https://plazamoyua.files.wordpress.com/2015/01/balanzas-fiscales-usa.png

    Más detalles en The Economist:

    America’s Fiscal Union

    Sabemos que USA sí funciona. Puede gustarnos, o no gustarnos. Pero difícilmente puede no gustarnos por su falta de «libertades», o de «progreso económico». Es cierto que el vascopiteco puede notar alguna falta de diversidad cultural, pero a nadie razonable le importa lo que piense el vascopiteco. Sin embargo NO sabemos que la UE y su unión monetaria sin unión fiscal funcionen. Hace nada estaban francamente en cuestión, y si no seguimos hablando mucho de ello, es mas por no amargarnos que porque ahora nos inspire una gran confianza.

    Otra forma de verlo. The Atlantic es tan poco «Potemos» como The Economist. Y si embargo opina:

    The difference between the U.S. and Europe is that when the Greek
    economy «pulls a Mississippi» (or perhaps I should say, when Mississippi
    «pulls a Greece»), the EU and the U.S. have 180-degree opposite
    reactions. Over here, we calmly write checks to Mississippi in the form
    of Medicaid and unemployment insurance, no questions asked. Europe has
    no comparable «Peripheraid» for its weak peripheral states. Instead, it
    has chaos.

    Resumiendo. ¿De dónde sale esa «garantía de éxito» de un experimento que hasta ahora nadie ha visto funcionar?

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