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Esta noticia no os la he contado según saltaba. Disculpas. Había visto circulando por Twitter noticias y chascarrillos sobre el nuevo comentario alucinógeno de Stephan Lewandowsky en Nature. Y más llamativo, el borrado sistemático de comentarios críticos en la página web de la revista. Nada menos que a académicos conocidísimos.

El fallo mío es que me cuesta muchísimo hablar en serio sobre payasos. Es como hablar de Zapatero como si hablaras de una persona o caso normal; no puedes. La payasología debería quedar restringida al circo. Pero al verlo en lo de Curry, no puedo dejar de reflejarlo.

Imagina. Unos supuestos científicos (bueno, psicólogos) que proponen: No dejemos que la transparencia dañe la ciencia. Tal cual, y en serio.

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Es inevitable que provoque críticas, ¿no? Y siendo en Nature, incluso escándalo. Porque el título no es ningún malentendido, ni ninguna exageración publicitaria. La propuesta es literalmente lo que se dice. A tomar por saco la transparencia si los científicos y sus trabajos son de los nuestros (progres).

Ejemplo:

Muchos ataques organizados piden más datos, a menudo con el objetivo de encontrar un método de análisis que hace desparecer los resultados indeseados.

¿Se habrá perdido Lew la parte aquella que decía presentar todos los datos? ¿Y la parte en la que los deseos sobre los resultados son irrelevantes, porque lo único que importa es si pueden soportar todos los métodos válidos de análisis?

[Nota. Traducción: “ataques organizados” significa crítica desde el otro lado del condón sanitario. Por ejemplo, esta misma crítica es un “ataque organizado” a Lewandowsky, según Lewandowsky.]

El escándalo era inevitable, porque Lewandowsky es un chiste. Tiene un historial larguísimo de ocultar datos, que demuestran que las conclusiones de sus estudios no se desprenden de esos datos … si presenta todos los datos. Y era imposible que no se lo recordara algún académico. Richard Tol, sin ir más lejos:

La integridad en la investigación es estupenda. Empieza en casa. Sería bueno si el profesor Lewandowsky contara la verdad de su investigación sobre cambio climático, y si le dijera a su estudiante John Cook que hiciera lo mismo. El acoso disminuiría mucho si los investigadores contaran la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad sobre sus datos, cómo los recolectaron, y cómo los procesaron y analizaron.

[Nota: John Cook, el alumno de Lew citado, es el autor del famoso estudio del 97% de «consenso climático».]

 

Y como el de Tol, muchos otros comentarios borrados en Nature, que recordaban la increíble carrera de ocultación de datos del fantástico profesor de psicología. Y la fasedad de sus conclusiones … cuando se ven y examinan medio decentemente todos sus datos. A veces, incluso con los datos muy parciales que presenta. El que quiera catar el carrerón de falsedades y ocultaciones de  Lewandowsky, lo puede hacer con toda comodidad en la web de McIntyre:

El problema, por supuesto, no es Stephen Lewandowsky. El problema es el esquema, y su aplauso por Nature y el “establishment” científico actual. Están pidiendo algo similar al aberrante “safe space” de las universidades del mundo anglosajón, por el que directamente se prohíbe la emisión de opiniones que se consideran inadecuadas. Y hace la comparación explícitamente:

Los científicos que son acosados a menudo se sienten solos. Las universidades no toleran el acoso basado en la raza o el género, y tampoco deberían tolerar el acoso basado en ciencia polémica.

 

Si traducimos “acoso” por crítica; y “ciencia polémica” por trabajos que ocultan parte de los datos y métodos, y los hace irreproducibles; queda clarísima la propuesta de Lew. ¿Y quién decide cuándo se trata de “acoso”? Por supuesto, el ambiente y las instituciones. La cúpula de la burocracia académica guiada por el activismo social de las ONGs y los partidos políticos de buen ver.

Os paso a Judith Curry, que a mi me da la risa.