Hace algunos años que me pregunté qué ocurriría si se instituyese un sistema electoral que permitiese el voto negativo. Éste consistiría en un voto contra un candidato o partido particular que sería alternativo al clásico voto a favor del mismo. Es decir, que si usted decidiera que ningún partido le gusta pero hay uno que le disgusta particularmente, tendría la opción de votar contra ése partido en particular, dejando al socaire del resto de los votantes los resultados positivos de la votación. Al final se haría un neto con los totales de votos positivos y negativos y la opción que saliese más airosa de dicha votación positivo-negativa sería la ganadora. La idea en sí no sé si es aplicable. Desconozco sus inconvenientes en la práctica. Y como propuesta teórica desconozco su originalidad, aunque estimo que no será muy original, dado que es una idea de una simplicidad (acaso de un simplismo) apabullante. Para mi representa únicamente un ejercicio de imaginación. ¿Qué ocurriría en nuestro país con un sistema electoral que recogiese el voto negativo? Es en él dónde podrían comprobarse sus “revolucionarios” efectos de forma más acusada, dado que aquí son muchas las personas críticas (en un sentido “negativo” del término) que están contra casi todo pero que no tienen ideas ni propuestas alternativas para resolver los problemas políticos, económicos y sociales. ¿Estoy hablando de la España cainita y garrula? Si, en parte es eso, pero no sólo. Muchas personas poco resentidas y nada inelegantes sostienen planteamientos en los que la vertiente negativa (lo mal que va todo) es increíblemente más destacable que la positiva (lo que podría hacerse para cada asunto particular). No sé qué parte tienen en ello nuestro legado y bagaje culturales propios, nuestra historia y qué hay de universal en esa tendencia a la crítica negativa, pero en España sin duda el fenómeno parece más acusado que en otras naciones “desarrolladas”. Igual que hay pueblos “religiosos”, los hay “laboriosos”, “fatalistas” etc etc. El retrato no responde a la realidad compleja y dinámica que hay por detrás, pero al final un rostro es un rostro, y una expresión en él una expresión en él. En España somos “criticones”. Y la pregunta sobre lo que ocurriría en este terruño con dicho sistema electoral es del todo pertinente.
Hipotetizando sobre ello con algunos amigos, gente de izquierdas, de derechas, de centro (o lo que sea) e indefinibles diversos, cada uno a su manera, llegamos casi unánimemente a la conclusión de que el Partido Popular sería barrido por una gran ola de votos negativos. No sé si fue Brenan el que dijo que éste país era “sociológicamente de izquierdas”, pero del mismo modo que somos “criticones” se puede decir que es cierto también que, como país, somos más de izquierdas que de derechas. La combinación de ideas de izquierda e hipercriticismo quizás no sea casual, pero en cualquier caso es poderosa: conduciría, a todas luces, al voto negativo a la derecha.
Todas estas reflexiones vienen al caso porque ahora, con éste sistema electoral imperfecto y perverso (lo digo por criticar) que sólo funciona en positivo, el líder del PSOE busca apoyos (y los encuentra) para tumbar al elefante Popular, que no goza del suficiente apoyo “popular” para gobernar. Le da igual que sean amigos o simpatizantes de los radicales que siembran el terror, o que estén dispuestos a romper la unidad nacional, o que quieran ponerlo todo boca abajo para ver si las cosas, vuelta del revés, funcionan por casualidad. El ínclito líder del llamado principal partido de la izquierda no repara en medios para lograr sus fines. Y al margen de sus fines particulares y su deseo de poder, están otros más “elevados”, que pueden expresarse sumariamente con la frase y la fórmula alquímica: “Expulsar a la Derecha”. Eso es lo que motiva a muchos, su ideal inverso. Ya no se sueña con Paraísos Socialista. Ahora la cosa radica en espacios públicos libres de cualquier cosa que pueda suscitar la idea de que lo público pudiera ser, en ocasiones, dejar espacio a la libertad.
La votación se haría por varias tandas, hasta que sólo quede uno.
En la primera votación se iría el PP a hacer puñetas, eso nadie lo pone en duda. Pero en la segunda, el que se iría a tomar por saco es Podemos.
¿Qué ocurriría con esos partidos que nadie “contra-votaría” simplemente porque ni siquiera saben de su existencia? Quizás serían los que tienen las de ganar…
Yo entiendo que el eslogan “un ciudadano , un voto” seguiría en pie, por lo que si una persona vota negativo no podría votar positivo a otro… En este caso la idea tiene más enjundia:
Muchísimos votantes han votado al PP porque no salga POdemos… así que el Voto positivo del PP bajaría y el negativo de Podemos subiría… además hay bastantes partidos de derechas sin representación: VOX, Falanges, etc… todos esos votarían en masa negativo a Podemos. Resultado: POdemos desaparecería.
Dices que el PP desaparecería por la cantidad de votos negativos… ¿de dónde saldrían estos votos? No creo que saleran de POdemos que tiene gente muy adoctrinada y votarían positivo para salvar a su “Gran Líder” y adláteres. Probablemente saldrían del PSOE, bajando sus votos positivos… ¿Cuánto?
¿Y los nacionalistas? ¿Votarían en positivo a los suyos o en negativo al actual gobierno o al posible siguiente?
Con esto quiero decir que no creo que sea tan fácil de decir lo que saldría o que el PP desaparecería… Quizás terminase ganando el que menos arriesgue y menos se muestre: Ciudadanos…. Con unas personas que votarían a favor, por no saber a quién votar en contra; y no lo suficientemente “radical” para merecer los votos negaticos de muchos…
Hay una pega en todo este razonamiento, el motivo por el que el voto negativo sería indeseable es porque castigaría la unidad ideológica o de agrupamiento (por ejemplo, las coaliciones pre-electorales -que son la vacuna contra los pactos de perdedores, todo hay que decirlo-). En España un amplio espectro de la “derecha” está prácticamente cubierta por el Partido Popular (salvo PNV, UPN y lo que era CiU) mientras que el espectro ideológico de la “izquierda” está más fragmentado. Por lo tanto, a la hora de emitir un voto negativo, prácticamente sólo hay una diana a la derecha y muchas a la izquierda. Resumiendo: esto iría en contra del objetivo final de lo que implica votar en unas elecciones que es lograr un gobierno estable porque incitaría a la fragmentación y al fortalecimiento de unidades territoriales no unidas ideológicamente a nivel nacional, esto sería como crear Reinos de Taifas.
Estimado Germánico, creo que mucho de la “negatividad” que tiene este país, en parte viene de los medios de comunicación. A izquierda y derecha se ha vendido esta crisis – dura , sin duda – como una posguerra. Y aunque ha sido cierto que una parte de la población las ha pasado mal, especialmente en aquellos sectores de menos especialización y donde había sobredimensionamiento, esto no ha sido una posguerra.
Aparte, como bien dice tu compañero de blog daoizvelarde, la realidad y la verdad no importa, sino lo que sale en la tele. Y llevamos años vendiendo que todo es un desastre , por culpa del Gobierno. Curiosamente, los españoles nunca aplicamos esa feroz crítica a nosotros mismos.