¿Es el hombre un lobo para el hombre?

“Tomar o no tomar venenos. – El único argumento decisivo que en todos los tiempos apartó a los seres humanos de ingerir un veneno no fue que matase, sino que tuviese mal sabor”. Friedrich Nietzsche. Humano, Demasiado Humano.

Lo dicho por Nietzsche es enteramente aplicable a nuestro tiempo. Diría incluso que especialmente, si no fuera porque la naturaleza humana es en todos los tiempos el argumento decisivo.

Lo que ha cambiado ha sido el medio. Ahora podemos ingerir venenos de todas las clases y colores, y poco a poco, silenciosamente, enfermar por medio de ellos. Algunos se acumulan en nuestros tejidos, y estos se desgarran, aunque por fuera no tengamos la ocurrencia de rasgarnos las vestiduras.

También el ambiente político está envenenado. Nuestras elecciones también acarrean consecuencias para la salud de nuestras sociedades. Y de tanto envenenarnos con creencias sesgadas terminamos por creer sesgadamente que nos envenenan, cuando nosotros elegimos beber de ese vaso. Se trata de la responsabilidad, idiotas.

La realidad siempre estuvo a medio camino: los sesgos son su varianza. En la medida en que nos desvían de su centro generan caos. La sociedad primero se polariza y luego se disgrega. Algunos lo llaman pluralidad. Pero sin un punto de referencia, llámese Estado de Derecho, Democracia, Libertad, Derechos Humanos, etc etc…todo se reduce a la tribu, que es la cosmovisión en cuyo centro estamos nosotros y en cuya periferia están los otros, esa cosa a la que hay que eliminar.

Hay que admitir que hoy la tendencia a desentenderse del mundo y encerrarse en una burbuja, a ser posible a prueba de intrusismos, está muy extendida, y se da tanto entre los socialistas de todos los partidos como entre los liberales de todos los partidos, y por descontado entre aquellos que solamente toman partido por sí mismos (y los suyos). Cada uno es muy abierto de mente y ligero de palabra para reconocer a los demás su legítima existencia y su legítimo espacio, así como para considerar completamente justo su propio lugar en el mundo, si se valora subjetivamente como bueno, e injusto si se valora subjetivamente como malo. Justo es aquello que nos complace.

Tras la piel de cordero del hombre honorable que defiende libertades y derechos existe un lobo que, por su naturaleza carnívora, precisa de la carne de otros para sobrevivir y llevar adelante su proyecto existencial. No hace falta que nos rasguen esas vestiduras de suave lana para que pueda entreverse, con una mirada oblicua y penetrante, el rostro humano, demasiado humano, es decir, de lobo, que se esconde por debajo de esa piel de cordero. El socialismo o cualquier otro –ismo con rostro humano es el más descarnado y feroz. Y eso no lo arregla ni la factoría Disney dando forma animal a nuestros instintos e inclinaciones típicamente humanos. El hombre es un lobo para el hombre. La naturaleza humana sigue siendo, después de todo, el argumento decisivo: Somos animales que, como cualquier otro animal, tienen por principal objetivo la supervivencia. Y eso incluso, o diría incluso que especialmente, cuando damos la vida por una causa. La paradoja es solo aparente. Somos licántropos, estrategas motivados que hacen un uso venenoso del arte de la retórica. Nuestro mayor logro: el autoengaño.

¿Debemos desconfiar de los políticos que prometen ahondar la democracia y extender las libertades? ¡¡Por supuesto!!

¿Debemos desconfiar de las grandes corporaciones, o los agregados mayores conocidos como BIG PHARMA, BIG SODA, BIG FOOD que dicen servir al mercado y al consumidor mientras solamente dan lo que les proporcione un mayor retorno financiero? ¡¡Por supuesto!!

Pero sobre todo….¿debemos desconfiar de nosotros mismos, de nuestro criterio más depurado, de nuestra certidumbre más largamente trabajada? ¡¡Sí, sí, sí y cien veces sí!!

Nosotros tomamos el veneno. A veces también nos envenenamos sólo con pensamientos. Y mientras nuestra salud y la de nuestra sociedad se deterioran, cantamos sin cesar el himno de su gloria.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

Artículos: 465

3 comentarios

  1. ¡ Que comentario tan estupendo !
    Porque estaba muy cachifundida últimamente, tanto con el ambiente en la política mundial, en las medidas globales oficialmente ecológicas, como en el panorama español, en mi trabajo , en la familia, etc etc.
    Y este hilo me ha animado muchísimo. He decidido sumergirme a fondo en mis libros de Glen Duncan, aceptar mi fondo como licántropa, y dedicarme a vivir lo que me quede, con todas sus consecuencias.
    Y va a ser un descanso y una gozada.
    Gracias.

Los comentarios están cerrados.