El debate sobre el trabajo infantil (entendemos como trabajo infantil aquel en el cual el niño deja de ir a la escuela para ir a trabajar, causándole un grave perjuicio en su vida futura) es algo que los liberales estamos condenados a perder. Da igual que hablemos de la necesidad para su supervivencia (de ellos y de sus familiares), o de que se trate de trabajos en mejores condiciones de seguridad y de retribución cuando se trata de multinacionales, o de que ninguna de las generaciones anteriores ha dispuesto de la riqueza suficiente para enviar a sus hijos a la escuela, o que sea un “mal “necesario””. Es indiferente. Lo perdemos, y punto. Aunque tengamos razón. Yo mismo estoy dispuesto a mirar hacia otro lado dentro de mis convicciones y pagar a los padres para que envíen a sus hijos a la escuela*. Es una cuestión de tripas.
Hoy mismo he podido leer un durísimo artículo en Die Zeit, haciéndose eco de la denuncia de Amnistía Internacional, según la cual existen miles de niños en el sur del Congo trabajando en minas de cobalto, y que dicho cobalto acaba en nuestros teléfonos móviles y en nuestros portátiles. Huelga decir que mientras escribo esto son las 7:30 de la mañana y ya tengo ganas de vomitar. Copio del Die Zeit:
“In kleinen Kobaltminen im Süden des Kongos fördern Tausende Minderjährige das Mineral, das in Lithium-Ionen-Batterien von Laptops und Smartphones bekannter Hersteller zum Einsatz kommt. Nach einem aktuellen Bericht der Menschenrechtsorganisation Amnesty International sind manche von ihnen nur sieben Jahre alt, arbeiten unter prekären Bedingungen und ohne Sicherheitsausrüstung. Viele zögen sich für einen Lohn von ein bis zwei US-Dollar pro Tag unter anderem dauerhafte Lungenschäden zu.”
Traduzco con mi diccionario Manolo-alemán, alemán-Manolo:
En pequeñas minas de cobalto al Sur del Congo, miles de menores de edad extraen el mineral que formará parte de las baterías ión-lítio de ordenadores portátiles y smartphones de conocidos fabricantes. Según un reciente informe de la organización de derechos humanos Amnistia Internacional, algunos de ellos apenas tienen siete años y trabajan en precarias condiciones y sin equipos de seguridad. Muchos sufren daños pulmonares duraderos por un salario que va de uno a dos dólares al día.
Y continúa:
“Das UN-Kinderhilfswerk schätzte 2014, dass in den Minen im Süden des Kongos rund 40.000 Minderjährige beschäftigt sind.”
Es decir:
En 2014, UNICEF estimó en 40.000 los menores de edad que trabajan en las minas al Sur del Congo.
Huelga decir que Mark Dummett, investigador de negocios y derechos humanos de Amnistía Internacional, se ha quedado a gusto… o al menos su vena anticapitalista se ha desahogado:
“The glamourous shop displays and marketing of state of the art technologies are a stark contrast to the children carrying bags of rocks, and miners in narrow manmade tunnels risking permanent lung damage,” said Mark Dummett, Business & Human Rights Researcher at Amnesty International.
“Millions of people enjoy the benefits of new technologies but rarely ask how they are made. It is high time the big brands took some responsibility for the mining of the raw materials that make their lucrative products.”
La situación es la siguiente: Hay muchas empresas que requieren de cobalto para fabricar microchips (o cualquier otro componente, me da igual). No sólo compañías como Sony, Apple, Microsoft o Samsung, sino también fabricantes de vehículos como Volkswagen o Daimler. Éstas recurren a una empresa llamada Zhejiang Huayou Cobalt Ltd (Huayou Cobalt, para los amigos) para que les facilite el cobalto que necesitan (si es que no tienen la fabricación de los componentes con cobalto externalizada). Esta Huayou Cobalt tiene una empresa subsidiaria en la República Democrática del Congo, controlada al 100%, llamada Congo Dongfang Mining (CDM, para los amigos). ¿Qué ocurre? Que Sony, Apple y demás compañías no tienen ni idea de cómo Congo Dongfang Mining consigue el cobalto. “Evitan descartar”, según las palabras recuperadas de Die Zeit. No obstante, siempre de acuerdo con Die Zeit, Huayou Cobalt afirma haber terminado con el suministro de cobalto en el que hayan intervenido niños desde 2014.
Hay algo que no cuenta el informe de Amnistía Internacional. Las razones por las que hay trabajo infantil en el Congo. La República Democrática del Congo, tras el fin del colonialismo, se convirtió en un país por el que pasó uno de los dictadores más espantosos y corruptos que se recuerdan, Mobutu Sese-Seko, y que estuvo sufriendo de constantes guerras internas. Occidente se ha dejado allí un montón de dinero en ayuda internacional. He buscado sus datos sobre corrupción a día de hoy, y difícilmente pueden ser peores. De ahí la pobreza, y de esa pobreza la mano de obra infantil en las minas. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
Más allá de este hecho, que es muy grave, conviene mirar los datos a nivel mundial para tener conciencia del problema real y su evolución en los últimos años. Y me remito a datos suministrados por la Organización Internacional del Trabajo a 23 de septiembre de 2013:
- El número global de niños en situación de trabajo infantil a disminuido de un tercio desde el año 2000, pasando de 246 millones a 168 millones.
- De estos 168 millones, la mitad, 85 millones efectúan trabajos peligrosos. En el año 2000 eran 171 millones.
- Se registró una disminución del 40% del trabajo infantil en las niñas desde el año 2000, mientras que en los niños la disminución es del 25%.
- La agricultura continúa siendo de lejos el sector con el mayor número de niños en situación de trabajo infantil (98 millones, o 59%), luego están los servicios (54 millones) y la industria (12 millones). La mayoría se encuentra principalmente en la economía informal.
Unicef, por su parte, calcula que hoy se trata de 150 millones aproximadamente.
Es decir, sin quitar un ápice de drama de los niños que tienen que trabajar, el número de niños que tienen que trabajar se ha reducido mucho en un período de tiempo relativamente corto. Y, desde luego, no es culpa de que haya multinacionales que necesiten de sus recursos o su mano de obra. Es porque hay Estados que les han estado empobreciendo sistemáticamente durante décadas, ya sea por culpa de guerras, malas decisiones políticas o por la corrupción.
(*) El problema de forzar a los padres a enviar sus hijos a la escuela sin dar nada a cambio es que los padres (y los niños), al poder morir de hambre, acaban vendiendo a los hijos o enviándoles a lugares tan poco edificantes como prostíbulos o el campo.
Yo fui un trabajador infantil, por cierto estoy orgulloso de haber ayudado a mis padres. Siempre tuve que trabajar en el campo en las épocas de siembra y cosecha, cuidar los animales era tarea mía, salvo cuando había que hacerlo en horario escolar, y, además en vacaciones escolares me iba al mar con mi padre. No me ha pasado nada por ello, tengo más de 50, una familia numerosa y un trabajo que me gusta. Por cierto a un tuve tiempo de estudiar un par de carreras, gracias a una de ellas me gano hoy la vida.
No tengo nada claro que el hecho de que mis hijos no la hayan rascado nunca sea bueno para ellos. En fin, al menos llevan buenas notas. Por cierto, tampoco teníamos máquinas para trabajar el campo y en el barco además de no tener maquinaría auxiliar había que usar, a veces, los remos.
Los animales nunca nos contagiaron nada y eso que a las aves les venía en ocasiones una “peste” y se las llevaba casi todas. Evidentemente no dormíamos con los bichos. Por cierto, mi madre nos obligaba a tomar siempre un huevo batido (crudo) después de comer, hoy casi la meterían en la cárcel por eso, y si se enteran de que a veces le echaba Sansón o Aníbal a nuestro batido apaga y vámonos, la verdad es que con el vino dulce sabía mejor.
No, Pedro, no. Lo de que los niños tengan que trabajar para sobrevivir no es un falso dilema. Lo de que haya niños que tengan que trabajar es lo que hay. Tiene el ejemplo, hoy, de la República Democrática del Congo. Usted habla de buscar la solución. Cuánto vamos a tardar en encontrar la solución? Por qué todavía no la hemos encontrado, si tan sólo se trata de “buscar la solución”? Ya hemos intentado buscar una solución… lo hemos hecho durante décadas. Nos ha salido carísimo. Y aún así los niños tienen que seguir trabajando. Ah, que mañana mismo el niño tiene que seguir trabajando para comer, y a usted no se le ha ocurrido nada para resolver los problemas. Por favor, ahórrese la demagogia barata. Está muy bien ponerse en lo alto de la montaña y dar lecciones sobre lo ejemplar que deberíamos ser, sobre la rectitud y la integridad… pero es que eso, mañana día 28 de enero de 2016, a esos niños no les va a dar de comer. De hecho los niños tienen la fea costumbre de morirse de inanición en tres días, y dudo bastante que a nadie se le ocurra la solución en esos tres días. Entiéndalo, asuma que los unicornios no existen y piense en consecuencia.
Un saludo.
“lugares tan poco edificantes como prostíbulos o el campo.”
Hombre, por favor, los prostíbulos sí pero ¿qué tiene de poco edificante el campo? (en todo caso poco edificado, jejeje)
Pues es poco edificante porque, al no haber máquinas, tienen que hacer todo el trabajo a mano, con el consiguiente esfuerzo, o con animales, con el consiguiente riesgo de contagio de enfermedades.
edificante 1. adj. Que edifica (‖ infunde sentimientos de piedad y virtud).
DRAE