Hay que vender «Libertad», hay que vender «Occidente»

Denunciar no es demonizar. Combatir no es exterminar. Es imposible establecer un diálogo si las dos partes ven en la otra su demonio. Defender con contundencia aquello en lo que se cree no implica que debamos eliminar a todos lo que no creen lo mismo.

El otro día escribía Arturo Taibo un artículo en esta casa en el que exponía sus razones para declararse islamófobo. Son, sin duda, legítimas, aunque yo no comparta su fobia. Mi intento de explicación de mi «no islamofobia» topó con la siempre inteligente y aguda barrera intectual de Plazaeme (gracias) preguntándome sobre mi supuesta comunistofobia o nazifobia. Y me quedé pensando sobre ello. La aversión que me generan las ideologías totalitarias y criminales, ¿es una fobia? ¿Acaso tengo algún tipo de problema que me impide reconocer que siento fobia por algo?

[mks_pullquote align=»left» width=»300″ size=»16″ bg_color=»#d8d8d8″ txt_color=»#4c4c4c»]»La aversión que me generan las ideologías totalitarias y criminales, ¿es una fobia? ¿Acaso tengo algún tipo de problema que me impide reconocer que siento fobia por algo?»[/mks_pullquote]Es posible. Es posible que mi convicción, la que me lleva a reafirmar la libertad de religión y pensamiento para todos, siempre, me impida aceptar abiertamente que siento fobia por alguna de esas religiones o ideas. También es posible, pero, que la mía no sea una patología de lo «alegre», y sí la expresión de otro convencimiento más profundo pero no menos importante: si hoy, por mayoría, decidimos erradicar una idea o una religión, ¿qué nos impedirá hacerlo mañana con las de Arturo Taíbo o Plazaeme? Peor, si hoy, por mayoría, decidimos matar, expulsar y encarcelar a todos los que profesan una idea o religión (independientemente de que hayan cometido actos criminales o no), ¿qué nos impedirá hacerlo mañana con  Arturo Taíbo o Plazaeme?

Los terroristas islamistas instrumentalizan su religión para obtener ciertos beneficios: un montón de vírgenes en el paraíso, venganza o, simplemente, satisfacción de sus instintos asesinos. Nosotros, sin embargo, vivimos en una sociedad en la que el asesino termina en la cárcel, la venganza se canaliza en los juzgados y es preferible vivir en paz con la gente hoy, aquí y ahora, que en la gloria soñada de un paraíso tras la muerte. No hay receta para detener al terrorista, sólo las balas y la prisión. Pero, ¿ y todos los demás?

[mks_pullquote align=»right» width=»300″ size=»16″ bg_color=»#d8d8d8″ txt_color=»#4c4c4c»]»Nosotros, sin embargo, vivimos en una sociedad en la que el asesino termina en la cárcel, la venganza se canaliza en los juzgados y es preferible vivir en paz con la gente» [/mks_pullquote]Todos los dictadores de todos los colores, empezando por los conquistadores de la antigüedad, pasando por los Reyes y Papas medievales para llegar a los comunistas y fascistas del siglo XX, todos han instrumentalizado aquello en lo que la gente creía para lograr sus fines. Todos supieron organizar un grupo de «cercanos al poder» capaz de aglutinar bandas de sicarios (criminales) para encabezar mayorías, de las que luego extrahían «creyentes» que se inmolaban en las guerras, vigilaban campos de concentración o denunciaban al vecino. Muchos de ellos nunca quisieron ir a la guerra, se avergonzaban de trabajar  en los KZ’s y denunciaban por miedo a ser ellos los denunciados, los «purgados». Víctimas de la transformación de aquello en lo que creemos en aquello que nos subyuga.

Eso es así, me dirán los más. Forma parte de la condición humana, asegurarán. Y no les falta razón. Ocurre que en occidente hemos sabido, hemos aprendido – a costa de muchísima sangre y muchísimas vidas- que la convivencia entre plurales necesita del reconocimento de la singularidad al tiempo que de la igualdad ante la ley. Por ello nuestras Leyes Magnas, todas, reconocen la libertad de expresión, de religión y declaran que todos somos iguales ante la ley, sin importar las ideas, la religión, el sexo, … El pensamiento es libre.

[mks_pullquote align=»left» width=»300″ size=»16″ bg_color=»#d8d8d8″ txt_color=»#4c4c4c»]»Debemos abandonar la dialéctica del agresor, en la que caemos cada vez que enviamos bombarderos a más de 4000 kilómetros en misión de venganza.»[/mks_pullquote]No es el odio el que nos salvará de la amenaza terrorista, sino la cordura. No son las fobias hacia lo extraño o lo que nos agrede, sino las filias hacia lo nuestro y lo que nos mueve en el día a día lo que nos hace diferentes, mejores, más prósperos, mas longevos, más sanos, y sí, por qué no decirlo, más civilzados que nuestros enemigos. Y eso es precisamente lo que debemos defender con uñas y dientes. Y eso es precisamente lo que debemos «vender» en todo el mundo. Debemos abandonar la dialéctica del agresor, en la que caemos cada vez que enviamos bombarderos a más de 4000 kilómetros en misión de venganza. ¿ No habíamos superado ya lo de la venganza mediante un sistema de leyes? ¿Por qué son mejores los bombardeos Franceses de ayer sobre Siria que los de ISIS de antesdeayer sobre el Líbano? No hablo de buenismos, ni pacifismos. Soy el primero que reclama el derecho a defendernos, colectiva e individualmente ante cualquier agresión, pero también seré el primero en defender el derecho de todo musulmán a creer y practicar su religión, siempre que ello no suponga un atentado contra los principios que rigen en las sociedades civiles occidentales: escrupuloso respeto por la vida, la propiedad y las ideas de todos los demás, incluídos «los suyos».

Debemos exportar lo que nos ha traído hasta donde estamos: la libertad y la convivencia pacífica. Y no con ejércitos desparramados por el planeta, sino desde el convencimiento de que vivimos mejor que nadie. Con la ley en la mano. Persiguiendo al agresor para juzgarlo. Desde el convencimiento de que comerciar, intercambiar, procurar prosperidad es preferible a robar, dilapidar y condenar a los más débiles a la miseria más absoluta. Desde el convencimiento de que un ciudadano puede ser creyente en algo, pero no debe creer en nada si no lo desea.

Tenemos que vender mejor «Libertad», desarrollar un nuevo márqueting para vender «Occidente». En caso contrario, la dialéctica de la sangre volverá a tomar el mando de nuestros actos y marcará el destino de nuestros hijos.

 

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Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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10 comentarios

  1. Pues yo no creo que tengas tanta aversión a las ideologías totalitarias y criminales, al fin y al cabo eres partidario del capitalismo.

  2. El caso es, Luis, que esas libertades han costado sangre, sudor y lágrimas. Y también es un hecho histórico que las libertades y los derechos nunca están asegurados, pues los totalitarios, los intolerantes y los irracionales abundan, y que abundan mucho más los que los siguen aunque no tengan idea clara de lo que les cuesta y costará ese instinto de rebaño.
    Creo que tenemos derecho a defendernos con todas las armas que tengamos a nuestro alcance, puesto que el ataque también es total e indiscriminado.
    ¿La defensa personal? Por supuesto, y por eso deberíamos tener derecho a portar armas para ello.
    ¿La defensa territorial? Por supuesto, y eso implica no solo la lucha en nuestro terreno, ya que si solamente nos limitamos a ello seremos derrotados inexorablemente, sino también llevar esa lucha vital hacia el territorio enemigo, y con esto no me refiero únicamente a bombardeos estratégicos sino a medidas tácticas, que incluyen tanto el ámbito económico como el propagandístico y, sin duda alguna, a ataques por tierra para eliminar o capturar a todos los combatientes enemigos que se pueda.
    Es una guerra total, y como tal debemos encararla. Ellos, el enemigo, son los que han declarado esa guerra y pretenden, como lo afirman abiertamente, destruir nuestra civilización, esa que nos brinda tanto como personas humanas. En un conflicto así, nuestras ideas y principios occidentales nos llevan a intentar ganarla con la mayor precisión quirúrgica posible, limitando al máximo tanto las pérdidas de nuestro lado como sufrimientos innecesarios en el otro lado. Pero eso debe ser únicamente una pretensión, un intento justificado e impulsado por nuestras ideas democráticas y humanistas, pero que no debe hacernos perder de vista que, en última instancia, o vencemos o perecemos.

  3. No creo que a esta señora se la pueda acusar de fascista, derechista, conservadora o lo que sea que se utiliza en estos pagos, por los que no razonan, para desactivar a los que sí lo hacen. Es un testigo y una víctima directa. Y nos dice claramente lo que piensa del islam.
    No llego a comprender los motivos de los ciudadanos occidentales que por activa (y sobre todo por pasiva), justifican el islam o su invasión manifiesta, que no rechazo por la gente que viene (que más fuertes nos harían a la larga si compartieran nuestras ideas sobre libertad y respeto), sino por su obstinada voluntad de implantar sus principios lo que significaría el fin de los nuestros. Creo que se sienten tan acomplejados que desesperan de alcanzar nuestro nivel de convivencia y por eso desean destruirlo. Somos, para ellos, un cruel espejo.
    Esta conocida imagen, que conviene no olvidar, es una de la mejores definiciones del islam y sus efectos sobre la libertad. Vamos, hasta el comunismo es un infierno preferible.

  4. ¡ Como me ha gustado su artículo D. José García Palacios !. Muchas gracias por poner el enlace.
    Lo digo así, porque como no estoy en las redes sociales, no me deja darle al ^ de debajo de su comentario.

  5. Perdona Luís que hoy de tanto la vara. Me gustaría que lo que dices fuera posible, pero ya sabes que hay cosas contradictorias en sí mismas. Por ejemplo cuando dices:
    «…seré el primero en defender el derecho de todo musulmán a creer y practicar su religión, siempre que ello no suponga un atentado contra los principios que rigen en las sociedades civiles occidentales: escrupuloso respeto por la vida, la propiedad y las ideas de todos los demás, incluidos “los suyos”.»

    El Islam y la democracia no son compatibles. Y quien no acepta es el Islam. Tampoco, en realidad, lo es cualquier religión. Si es religión, no es democrática. Ya lo he comentado en otro sitio. Por lo tanto, yo acepto que cualquiera practique su religión en su ámbito privado, pero no en la ley de todos. Esas leyes que pides que se respeten, son las primeras que se cargarán, porque no pueden cumplirlas sin renunciar a la esencia de sus creencias -y no están dispuestos-. Y si no es posible, soñar es perder el tiempo y una irresponsabilidad, y puede ser una pérdida desastrosa para la libertad. De todas formas, mil o dos mil años más de nueva Edad Media son perfectamente posibles y probables. Grecia y Roma ya cayeron.
    Y no. No creo que le tengas fobia a nada. No creo que vaya con tu carácter. Lo que tu sientes por el fascismo y el comunismo es RECHAZO FRONTAL. Lo mismo que en realidad sientes por el Islam (lo que pasa es que no está oficialmente santificado exponerlo). Y eso deja perfectamente a salvo a los famosos 1500 millones. En realidad, criticarlos, es demostrarles más amor que las palmaditas en la espalda de los buenistas que generan más desprecio hacia nosotros que aprecio.

  6. Cuando otros país, o en el caso del ISIS pseudo-país, te ataca, tu única opción es la militar. Cualquier opción que no pase por la destrucción del ISIS es invitar a cualquier banda de forajidos a hacer lo mismo. Y sí, eso implica muertes, incluso de personas no directamente responsables de lo que ha pasado en París. En cuanto a lo de «exportar occidente», no sé qué mas quieres: el mundo entero, quizá con la excepción de Corea del Norte, y en menor medida China, está occidentalizado.
    Quizá deberíamos replantearnos nuestra cultura occidental, tan repleta de populismos socialistas y progresistas, que lleva a todos los que se sienten excluidos a pensar que son injustamente tratados por la sociedad. Poco menos que les hemos dicho a todos esos jóvenes árabes de las banlieus parisinas que están en su derecho para protestar, para alzarse, para quemar coches, decir no «a la sociedad que les oprime». De ahí a radicalizarse un paso más hacia el yihadismo sólo hay unos cuantos pasos hacia adelante.

  7. La conclusión que extraigo del artículo (no creo que sea muy ingenuo ni que haya que tener un grado en Filosofía para comprenderlo) es que deseas que capturemos a los terroristas y los juzguemos, sin que ninguno de ellos muera. Bien, la propia conclusión me parece demasiado surrealista. Tenemos a unos asesinos que desean matar, con indiferencia de los riesgos que les suponga; y con un arraigo tal a su fundamentalismo que. antes de realizar cualquier raciocinio (el más mínimo) que suponga un plausible pensamiento de debilidad o error, preferirán actuar con violencia y enorgullecerse de su «valiente acto» antes que detenerse.

    Perdonadme la pregunta genérica y la falta de argumentación, pero he de preguntarlo: ¿de verdad sabríamos resolver esta crisis global sin necesidad de matar a nadie?

    Me inquieta demasiado. No querría que nadie muriera, pero, ¿de qué forma actuarán, si odian la libertad y hasta sus propias vidas, y están deseando ver la muerte?

    • Bueno, yo no he dicho que no se deba matar anadie. De hecho, la defensa propia prevee que se pueda matar al agresor. Sólo digo que se trata de defender tu casa. Y hacerlo desde tus principios, y no desde los del enemigo.

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