India ha cancelado la licencia internacional de Greenpeace para operar en el país y da al grupo ecolojeta 30 días para cerrar oficinas y demás chiringuitos, citando fraude financiero y falsificación de datos, según informaciones de este viernes (Reuters, fuente fidedigna; o, si prefieren, la BBC).
El primer ministro del gobierno Narendra Modi ha centrado la atención en las organizaciones benéficas extranjeras desde que asumió el cargo el año pasado, acusando a algunas de ellas de tratar de obstaculizar proyectos por razones sociales y ambientales. cosa que, por cierto, es lo que mejor saben hacer esas organizaciones.
El año pasado, el gobierno retiró el permiso de Greenpeace para recibir financiación extranjera, diciendo que el dinero era utilizado con el único fin de bloquear proyectos industriales. En la última orden emitida por las autoridades de Nadu (región Tamil), donde está registrada Greenpeace, el gobierno afirma haber descubierto que la organización está violando la ley vigente mediante la participación en transacciones fraudulentas.
Greenpeace se defiende diciendo que no, que ellos son muy legales y no han hecho nada malo. Lo cierto es que el gobierno de la India parece harto de las contínuas campañas contra la creación de explotaciones mineras, los cultivos transgénicos, las centrales nucleares y el tratamiento de residuos. en Europa ya sabíamos que a los «Verdes» no les gusta quemar carbón, ni extraer minerales, no sea que la gente dispnga de energía barata y materias primas para progresar. en un país como India, donde justamente esas son las condiciones de progreso, el buenismo gaiano de Greenpeace no agrada en absoluto. Y les han pillado con la pasta en las manos, que es otra cosa que les encanta.
En los últimos meses, el gobierno federal ha endurecido las normas que rigen las organizaciones benéficas y cancelado su registro de casi 9.000 grupos por no declarar los detalles de las donaciones en el extranjero.
Esto tenía que pasar. No es «normal» que unos occidentales acomodados, financiados por otros occidentales acomodados, les digan a los habitantes de la India que no progresen, que es muy malo. Que es mejor seguir con las bicicletas y quemando selva que disfrutar de vehículos rápidos, cómodos y seguros para llegar a casa y encender la cocina de gas, y hacerse un buen Tikka.
Los Hindúes no son tontos!
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Ya era hora de que alguien diera el paso. Y los que quieran vivir como hace 200 años que hablen con Marty Mcfly ahora que está tan de moda
«Los hindúes no son tontos» ¡Ya lo eres tú!
Tiene que ser muy doloroso darse cuenta que la organización amada es una banda de ladrones…
¡Que gran pais!
Bueno, pues, como hubiera dicho Peter O’Toole en Lawrence de Arabia :
¡ Los de la India son pocos, un sólo País, pero el hecho de haberse atrevido a semejante hazaña ( tan valiente como atravesar en camello el Nefud ), puede hacer que otros hombres, otros Países se les sumen ! ¡ Por Áquaba ! ( O sea, ¡ Por las libertades y contra las imposiciones de los «verdes progres» ! )
No me sorprende nada lo de estos ecoterroristas de Greenpigs. Lo extraño es que no haya más países que se pregunten por sus fuentes de financiación. Por mucho que digan que solo aceptan dinero de particulares y no de empresas, entidades o gobiernos, nada le impide a una determinada organización hacer donaciones masivas, disimuladamente, a través de sus miembros, empleados o militantes.
Sería algo tan sencillo como que Pedro Sánchez, por ejemplo, diera orden a todos los militantes del PSOE que ingresaran 100€ mensuales para Greenpigs a cuenta del partido. ¿Cómo se controla eso?