Alemania está viviendo unas semanas políticamente agitadas tras la intención declarada de la cánciller Angela Merkel de acoger a los hasta 800.000 refugiados que se prevé que lleguen a Alemania a finales de año. En principio, se trataría de una decisión meramente humanitaria y temporal de acoger a los refugiados procedentes de las guerras en Siria e Irak. Políticamente no hay mucha discusión: Tanto la CDU como el SPD, que son los dos partidos mayoritarios de Alemania y que gobiernan conjuntamente, están de acuerdo en la acogida. No obstante, están surgiendo una serie de problemas que no conviene perder de vista.
Se trata de un problema relativamente viejo en Alemania, y que debe ser estudiado desde varios ángulos.
La situación actualmente. Millones de personas están huyendo de Siria e Irak a causa de la irrupción del Estado Islámico y de las guerras que están librando con dichos Estados (se calcula que son 12 millones de personas desplazadas). Estos refugiados están siendo acogidos por países de la zona, como Turquía, que ahora mismo se encuentra desbordada (sólo en la ciudad de Bodrum se calcula que hay más de un millón de personas, según el Handelsblatt). Lógicamente, los refugiados buscan llegar al centro de Europa, y todos los lugares de tránsito (Grecia, Macedonia y Serbia) se encuentran también desbordados. Hungría, por su parte, ha decidido reforzar el control policial, vallar la frontera e incluso imponer penas de cárcel a quienes crucen ilegalmente su frontera.
Las mafias están haciendo su agosto e intentan pasar el mayor número de personas hasta Europa por unos precios desorbitados para estas personas y en unas condiciones penosas. Los camiones encontrados llenos de refugiados, y en algunos casos, de muertos por asfixia, no son más que la consecuencia de la no existencia de libre circulación de personas, y debemos temer que sucesos así vuelvan a repetirse.
Violencia y situación policial. Alemania se las está viendo venir y ya está empezando a levantar campos de refugiados por todos los Länder, independientemente de que sean fronterizos con Austria o Polonia o no. Algunos de estos refugios han sido atacados por extremistas xenófobos o neonazis. Ahora mismo se está hablando de Heidenau, población al Sur de Sajonia de 16.000 habitantes, por los insultos recibidos por Angela Merkel al grito de «Wir sind das Pack» («nosotros somos la chusma», con marcada intención sarcástica del «Wir sind das Volk», principal lema de los movimientos cívicos de 1989 que ayudaron a derribar el Muro de Berlín; no deja de ser irónico que uno de los objetivos de aquel movimiento era la de la libre circulación de personas de la RDA a otros países no comunistas). En ese sentido, debemos entender que, al margen de la repercusión mediática fuera de Alemania, estas situaciones se están reproduciendo en toda Alemania (y no sólo en Sajonia o en Berlín, donde una sede del SPD ha sido también atacada): por ejemplo en Niedersachsen o en Baden-Württemberg (donde se esperan 100.000 refugiados). La policía, por su parte, se encuentra desbordada a la hora de controlar manifestaciones o ataques a estas instalaciones. Un devastador artículo del Frankfurter Allgemeine Zeitung publicado ayer mismo describe las dificultades de la policía en Sajonia para controlar manifestaciones espontáneas de neonazis en Heidenau por falta de efectivos y la escasa colaboración de otros Estados alemanes a la hora de facilitar agentes. Por su parte, las autoridades policiales prevén más ataques por parte de grupos de extrema derecha.
La situación política en Alemania. Una cosa son las posiciones de Angela Merkel y Sigmar Gabriel y otra totalmente distinta la del resto de políticos alemanes, sobre todo regionales y locales. En principio, todas las autoridades se encuentran receptivas a la acogida de emigrantes, pero la unanimidad no es total a la hora de hablar de problemas concretos. Mientras Norbert Lammert, Presidente del Bundestag (el Parlamento alemán) ha afirmado que se puede integrar a estas 800.000 personas, Thomas de Maizère, Ministro del Interior, afirma que no es posible sostener la situación en el tiempo. Por su parte, Wolfgang Schäuble, Ministro de Finanzas alemán, ha afirmado que la acogida de los refugiados «no supondrá una gran carga» para los presupuestos federales.
La cuestión religiosa. Stanislaw Tillich (CDU), Presidente del Estado Libre de Sajonia, ha afirmado que «Der Islam gehört nicht zu Sachsen» (el Islam no pertenece a Sajonia), replicando la frase de Angela Merkel de que el Islam pertenece a Alemania («Der Islam gehört zu Deutschland») y razón por la que ha sido duramente criticado; no obstante también dijo en la misma entrevista que los musulmanes son bienvenidos y que tienen toda libertad para practicar su religión. Esto, bajo mi punto de vista, refleja un recelo latente en una pequeña parte de la sociedad hacia el Islam, reflejo que a veces se cristaliza en manifestaciones como las que llevan a cabo dirigentes de Pegida en Dresde, Legida en Leipzig o Kogida en Colonia. Dichas manifestaciones son constantemente replicadas con contramanifestaciones que, por lo general, las duplican o triplican en número. Por lo demás, la convivencia entre los musulmanes y el resto de alemanes es absolutamente pacífica y no discriminatoria por cuestiones religiosas. Y de los pirados con intenciones terroristas ya se ocupa la policía, con bastante eficiencia cabe decir hasta ahora.
El verdadero reto de la integración. No obstante, la llegada de hasta 800.000 personas a Alemania sí puede llegar a ser un problema si no pueden ser integrados (partiendo de la base de que estas personas no querrán volver y que la situación en sus países de origen no se estabilizará en el corto plazo). La integración consta de dos partes. Por un lado, la idiomática. Por el otro, la laboral. Una cosa es la de abrir centros de refugiados y facilitarles la comida y asistencia médica, y otra muy distinta poder integrarles laboralmente. El alemán es un idioma muy difícil de aprender. Estamos hablando de necesitar un año para desenvolverse con una mínima fluidez y de dos años para ser capaces de desenvolverse con una naturalidad razonable. El problema es que las clases de alemán de las Volkshochschulen (universidades p¡ublicas populares de enseñanza para adultos) de toda Alemania se encuentran ya desbordados ante la ola de emigrantes de toda Europa (por poner un ejemplo, en Leipzig no quedan plazas para los cursos de nivel A1 hasta 2016).
Una vez superado el reto del aprendizaje del idioma, los refuugiados se encuentran con el reto de la formación, ya sea en la Universidad (quienes lo consigan) o de los cursos de Formación Profesional (Berufsausbildungen). Dichos Berufsausbildungen, en función de la profesión escogida, pueden durar de tres a cinco años. Es importante resaltar que, sin el dominio del alemán y sin formación profesional, la integración en el mercado laboral puede ser extremadamente difícil (no ya para un refugiado, sino para cualquier ciudadano de la Unión Europea). La pregunta es si Alemania está preparada para hacer frente a la demanda futura de estas necesidades.
Respecto de los niños, el Presidente del SPD alemán de Turingia, Andreas Bausewein, ha llegado a cuestionar la posibilidad de que los hijos de refugiados puedan ir al colegio hasta que no se aclare su situación legal. Se calcula que hasta la mitad de los refugiados que llegarán este año están en edad de ser obligatoriamente escolarizados. Independientemente de la necesidad de los niños de ser escolarizados, dar cobertura educativa súbitamente a 400.000 niños puede suponer un problema en términos de medios económicos, de infraestructuras y de personal cualificado.
Sólo por protestar (ni ganas de entrar en este avispero). Aparquemos por un momento la tragedia humana. Mi pregunta sería: ¿por qué se vienen a Europa? Una sociedad que mayoritariamente, según el buen musulmán es infiel y decadente y según el fundamentalista es directamente aniquilable. ¿Por qué no se van a Irán (si huyen de los suníes deben ser chiíes o algo así) o a otros países como Arabia Saudita o Indonesia con mayor afinidad cultural? ¿Al final es sólo una cuestión de pasta?
Pues si se trata de pasta debería manejarse en la ONU, apoquinando todos los países
“humanitarios” según sus posibilidades de pasta, superficie y población.
Y podría hacer un montón de preguntas más, cuidadosamente silenciadas y estigmatizadas por el “buenismo” oficial impuesto, que por otra parte, ¿a quién sirve? ¿Quién vive de ello? ¿Cuál es su verdadero objetivo?
Y si pasamos al lado humano de la tragedia, creo que existen mejores medios (para todas las partes), que simplemente traerlos a un mundo diametralmente extraño, pero con pasta, y colocarlos en una situación de desventaja con todas las dificultades materiales. Gente que además, mayoritariamente pertenece a un sistema cultural de tipo religioso que en Europa nos costó siglos y ríos de sangre erradicar. (Insisto en lo de ríos de sangre.) Los problemas se solucionan sobre el terreno, no con un ventilador. Así sólo se crean otros.
La verdad es que es lo que me he preguntado siempre: si hay guerra en una zona del Islam ¿porqué no se van a la otra? Es curioso que si hay un desastre natural en un país islámico la mayor parte de las donaciones para ayudar vienen de países cristianos… y luego impiden que los cristianos de la zona las reciban.
Es curioso que siendo el cristianismo perseguido y exterminado en todos esos lugares somos los países cristianos los que acogemos musulmanes y los queremos «integrar», pero sin que renuncien a sus raíces, asus costumbres, a su religión o creencias… al final los acogemos cambiando nosotros…
Quiero creer que si Europa en general y Alemania en particular, consiguen integrar de una manera razonable (que implica en 1º lugar el que los inmigrantes acepten someterse a un cierto control por parte de los países de acogida e integrarse según la reglas establecidas por éstos) a los cientos de miles de inmigrantes que están llegando, al final los primeros beneficiados seremos los países europeos, ya que será una forma de rejuvenecer nuestra demografía y una forma de extender la influencia, valores y cultura europea por el mundo.
Es que si la jugada le sale bien a Merkel, puede resolver muchísimos problemas. Para empezar, los de pensiones. siguiendo por los de falta de personal cualificado. La pena es que no podamos hacer lo mismo en Espana por nuestra lamentable situación económica. Pero nosotros tenemos el chollo de Iberoamérica.
Y quien sabe de que consta realmente la población de esos refugiados ? Hay una guerra horrible ahí fuera…la importamos?. Y sin pretender idioteces como el racismo, odiable Per se y por ser un insulto a la inteligencia, que hacemos con tipos venidos de un ambiente y una cultura que sabemos que aplasta a buena parte de la población y que no garantiza la simple supervivencia del, no ya apóstata (directamente ejecutable) sino del disidente? Los separamos según confesiones religiosas tipo sunni, chií, alaui, cristiano en cualquiera de sus modalidades, apóstata, ateo, etc?.
integrar 800.000 personas de esas características seria una complejisima digestión no solo para Alemania. Para toda Europa.
El problema nunca son los individuos. Una persona siempre es integrable ….siempre que sus cargas culturales y sociales no superen determinado peso. Si tu mochila es demasiado pesada subir esa montaña te será imposible.
¿No crees que con las actuales políticas acabaríamos creando ghettos? ¿No puede ser peor el remedio que la enfermedad?. ¿Por que estas ideas pienso que razonables serían tildadas de racismo? No crees que ciertas decisiones se toman más de cara a los media que a una contemplación serena de la realidad?
Con la mano en el corazón, acaso se integrarían 800.000 españoles, italianos o noruegos del tipo cultural de esos países llamémoslo «mayoritario» o «normal» del mismo modo?
A esas personas hay que asistirlas bien y de verdad. Y ayudarlas a que puedan volver a su país. Por desgracia creo que lo único que garantizaría lo segundo seria una intervención occidental. Y no solo en Siria.