El gobierno “liberal” del Partido Popular anuncia ayudas de 300 € por vaca a las explotaciones ganaderas/láctas que atraviesan una difícil situación económica. Según los sindicatos, las presiones a que se ven sometidos los productores de leche por parte de la indusria y los supermercados les obligan a vender la leche a 0,28 € el litro, al tiempo que los costes de producción (supongo que el cálculo será también de los sindicatos) se sitúan en 0,34 € por litro de leche. Una de dos: o realmente casi todos los ganaderos venden su leche generando pérdidas, o hay muchos ganderos que producen leche de forma rentable a menos de 0,28 € el litro.
Sin entrar en las consideraciones empresariales del asunto -ejemplo: el coste de producción no puede ser el mismo con 50 vacas que con 500, lo cual convierte cualquier coste medio calculado en una cifra de fantasía- permítanme que me fije únicamente en e tema de la rentabilidad. Es normal que las industrias lácteas y los supermercados pretendan obtener sus materias primas lo más baratas posible, con el único fin legítimo de mejorar sus cuentas de resultados. Es también normal que los productores lácteos pretendan vender su producto a precios que, exactamente igual que en el caso anterior, mejoren sus cuentas de resultados. Si a mí producir un litro de leche me cuesta 0,38€ y solo me ofrecen 0,28 apenas me quedan dos opciones: o bien intento reducir mis costes de producción, o bien cierro el negocio por no ser rentable.
Pues no, ahí está papá estado para solucionar mis problemas: me decido por la tercera vía, que es exigirle al ministerio correspondente que le sustraiga dinero a mis compradores (que, no lo olvidemos, son también “contribuyentes”) y me financie con él las pérdidas que genero por mi falta de competitividad.
Los contribuyentes financiamos a los gobiernos; los gobiernos, a través de subsidios, leyes e impuestos, financian/facilitan el corporativismo.
Me dirán: ¡Una agricultura sin subvencines no tiene posibilidades de subsistencia! FALSO.
Un ejemplo fantástico de supresión de subvenciones nos lo da Nueva Zelanda, donde en una situación de crisis un Gobierno socialdemócrata eliminó repentinamente las subvenciones a la agricultura, que hasta entonces habían sido considerables. Se hizo en contra de miles de manifestantes, protestas contínuas y guerra social. El Gobierno permaneció no obstante firme y resultó que la agricultura sin subvenciones era más productiva que antes. No se llegó de ninguna manera a la quiebra prevista del sector agrícola neozelandés. Es más, hoy en Nueva Zelanda el número de trabajadores en la agricultura supera de largo la media internacional. Los sondeos de opinión prueban que apenas quedan agricultores que deseen volver al sistema anterior.
Ocurre, pero, que tenemos las manos atadas, pues
el estado es un okupa de la economía. Las vias son el monopolismo (del dinero, de la producción de ciertos servicios) y el intervencionismo (superregulación de la economía, legislación laboral, subvenciones). El resultado es una economía dependiente del poder estatal y no de la iniciativa individual. Menos estado significa más libre mercado. Y dirán ustedes: ¡Acabemos con las subvenciones! Ya, pero, qué reacción podríamos esperar de, por ejemplo:
– un agricultor, cuyos ingresos proceden en más de un tercio de las subvenciones estatales,
– un farmaceútico, que realiza la mayor parte de sus ingresos gracias a una situación de monopolio favorecida por el estado,
– un abogado, perfectamente consciente de que, y dado el gran número de colegas, sin un libro de minutas apoyado por su colegio profesional y el estado, podría verse obligado a cerrar el bufete,
– un actor, probablemente en el paro sin las subvenciones estatales al cine y el teatro,
– un clérigo católico, por ejemplo, en mejores condiciones de “seguridad salarial”(concordato) que un clérigo protestante o adventista.
– …
La lista podría alargarse mucho más. En nuestra sociedad politizada todos intentamos obtener ventajas a costa de otros con la ayuda del Estado.
Estoy totalmente de acuerdo con Henry L. Mencken en su clasificación de ciudadanos: los que trabajan para vivir, de un lado, y los que votan para vivir, del otro. Y ello es así porque a los partidos políticos no les queda más remedio, si quieren alcanzar el poder, que defender los intereses particulares de sus votantes, ponerles de algún modo en ventaja.
En Argentina tenemos la subvención al revés a la agricultura y ganadería (y a la industria también): la soja (o soya) paga un impuesto del 45% para poder exportar Le llaman “retenciones”. El trigo y demás cereales pagan el 30%. Las exportaciones de carne están casi prohibidas, y los permisos para cumplir con la cuota Hilton se obtienen mediante el sistema de “coima” o soborno a los capitostes del gobierno, generalmente el secretario de comercio exterior. ¿Alguna idea de por qué ya no quedan divisas en el Banco Central y el país debe al exterior $240.000 millones de dólares?
Lo de Argentina es una pura locura, lo se. Y no tiene pinta de que vaya a cambiar la cosa
Me gusta el artículo, Don Luis, :
Yo tenía al lado de donde vivo, a un ganadero suizo. Ese ganadero tenía vacas lecheras suizas, que daban una leche tan estupenda, que le dieron, hace 45 años, el certificado de calidad ( harto difícil de conseguir ). Las vacas pastaban en un prado verde enorme, vivían en unos establos limpísimos, el ordeño era automático… El suizo se compró, para ampliar, una ganadería muy famosa, y muy buena también. La leche era fresca, sólo pasteurizada, y la repartían a domicilio, por todo Madrid. Y era bastante más cara que la leche normal, pero la comprábamos encantados. Le iba muy bien. Y la explotación era una atracción local, donde llevábamos a los niños en plan de premio.
Pero empezó a haber campañas contra las “vacas extranjeras”. Y sacaron lo de la M de Madrid excelente. Y muchas vacas eran madrileñas, pero sus madres y sus abuelas seguían siendo suizas de origen. No autóctonas… Se murió “el suizo”, y al final, el hijo, ha vendido todas las vacas, compra la leche a pequeños ganaderos, y sólo tienen que pasteurizarla, envasarla con su marca, y repartirla. Y uno de cada dos o tres envases, contiene leche en mal estado de conservación. Y a los clientes nos siguen cobrando la leche como si fuera la de aquella ganadería propia. Y supongo, que a los que le venden la leche, les pagará una miseria… ¡ Los MBAs famosos salvando el país !
Y le pongo un enlace: Es del NYT, y no va de leche, sino de sirope de arce, y de como se han unido los productores en un Cártel, o monopolio, y a los que quieren seguir a su aire, les quitan toda su producción. Por las bravas. Y con todas las bendiciones legales. Como si produjeran y vendiesen opio…
http://www.nytimes.com/video/business/international/100000003813251/the-darker-side-of-maple-syrup.html?action=click>ype=vhs&version=vhs-heading&module=vhs®ion=title-area
Hola Luis,
Magnífico artículo.
Ya que mencionas a Nueva Zelanda, no sé si habrás leído esto y sacado de ahí los datos que mencionas (yo lo tengo en “pendientes”):
http://www.amazon.es/dp/B011WEJDL4/ref=wl_it_dp_o_pd_nS_ttl?_encoding=UTF8&colid=3V5259DUF18PW&coliid=I3JFQDHMSD3AHE
Me ha llamado mucho la atención porque al parecer el libro presenta las drásticas reformas de Nueva Zelanda como la forma de salvar a la democracia de ella misma, lo que cuadra con la opinión que siempre he tenido sobre las democracias representativas, que están llamadas a sufrir una lenta e inexorable deriva hacia el socialismo a medida que los políticos van comprando votos con “derechos gratis” (que no lo son) o directamente con dinero en forma de subsidios, subvenciones y en definitiva “paguitas”. Dado que este dinero al final no queda más remedio que sacarlo de absolutamente toda la población, y en una medida cada vez mayor (como muestra nuestro siempre creciente y nunca menguante IVA), resulta inexorable la deriva hacia el socialismo de facto, en que trabajamos cada vez más para el Estado.
Si en Nueva Zelanda han encontrado la solución a dicha deriva, y lo que es mas importante, el acuerdo de todos los políticos empezando por los de izquierda (flipante), se me hace que podría ser el avance socio-político-económico más importante en siglos. A ver si aunque estemos en las antípodas nuestros políticos toman nota de algo.
Saludos y gracias.
Había escrito ya alguna vez algo sobre subvenciones agrarias y tenía el dato “a mano”. Tu reseña del libro me parece fantástica, ya lo tengo yo también en “pendientes”