Podemos no es el único leviatán

Leyendo estos días la prensa, los blogs o en Twitter perecría que el partido de nueva creación «Podemos» acaparase él solito todas las atribuciones propias del leviatán colectivista. Volvemos a no ver los árboles de tanto mirar al bosque.

En realidad, los votantes podemitas se creen partícipes de una revolución «anti-casta», un movimento «popular» en el que dar rienda suelta a su individualismo y creatividad. Es la «casta» la que, mediante el despilfarro y la corrupción – innegables, por otro lado – les impide llevar adelante sus proyectos de vida y el de sus coetáneos. Este rebrote de «individualismo» protestante masivo, en lugar de despertar en nosotros únicamente animadversión, debería obligarnos a poner la lupa en la cuestión de su autenticidad.

Los descubrimientos y avances más importantes en cualquier área de la actividad humana responden siempre al desarrollo de las ideas de un individuo. Algo lógico si pensamos que algo así como la «inteligencia colectiva» en el sentido de swarm intelligence no existe en la especie humana. Esto no significa en absoluto que la mayoria de los humanos seamos tontos o incapaces de ordenar nuestra ropia vida, significa que los colectivos siempre van a destacar y defender el mínimo denominador común entre todas sus caracerísticas, por lo que nunca nos ofrecerán ideas verdaderamente revolucionarias o nuevas: todo individuo en un colectivo debe subordinar sus ideas – también las mejores – a las líneas ideologicas del grupo. Un grupo de personas, en el que cada una de ellas busca el intercambio de ideas y no la identificación con algunas ideas, no es un colectivo por tanto. En lugar de la prueba del algodón debemos aplicar la del «al paso»: los individuos que forman parte de un grupo, ¿se someten a la filosofía general del grupo, o lo utilzan para intercambiar ideas?

PODEMOS
Los líderes de Podemos

El pasado sábado tenían lugar en Madrid dos grandes concentraciones de personas dispuestas a manifestar su individualidad en grupo: los partidarios de Podemos y los hinchas del Real Madrid. Entre ellos, probablemente, algunos «ultras». Los «ultras» del Real Madrid se agrupan en torno a una serie de reglas y convenciones, algunas escritas, otras no. Los de Podemos también. Lo interesante es ver cómo un gran grupo de personas ritualiza de forma militante su participación en un acontecimiento comercial-deportivo en el caso de unos, político en el de los otros. Los «miembros» del colectivo se adornan con su pertenencia a esta o aquella hinchada y lo manifiestan mostrando ropajes, banderolas, cánticos y toda la parafernalia propia de los de su colectivo.  Los manifestantes de Sol no mostraron un comportamiento diferente, haciendo alarde de sus banderas, lemas, pancartas y colores. Y es aquí donde nos encontramos con la paradoja: para mostrar un cierto grado de individualidad, separarse de la masa «adormecida» en los laureles venenosos de la «casta» (o de los colores rojiblancos del equipo rival) se ingresa en un grupo dominado por férreas normas que regulan la participación y comportamiento de sus miembros, difuminando el «cada uno» en un «nosotros». Personas que transmiten su «individualidad» mediante la pertenencia a un colectivo determinado.

Colectivismo
Los colectivos alienantes nacen de nuestra pereza

En última instancia, nada tiene que ver esto con la individualidad en sentido clásico, se trata más bien del intento de hacer parecer que mi vida es orignal a base de incorporar diferentes módulos de comportamiento a mi día a día.  Si se llega a conocer a alguien personalmente en uno de esos módulos, puede ocurrir que quedemos fascinados al apreciar puntos de vista diferenciados. Pero cuanto más «seguidores» del mismo módulo conocemos, más nos damos cuenta de que las presuntas opiniones y patrones de razonamiento son las del módulo, en ninguna manera las de un individuo. En realidad, éstas nacen de la interacción de un par de líderes de opinión y son adaptadas por las masas sin crítica ni disenso.

Cabe señalar que la individualidad y el espíritu pionero asociado a ella, así como la fuerza del carácter, no se encuentran en la identificación con el colectivo, sino sólo en el diseño diferenciado de la propia opinión y la reflexión constante. Ser individual no significa elegir tercamente y siempre el camino menos transitado, ni ser particularmente audaz. Se trata de identificar exhaustivamente las influencias externas y evaluarlas en función de su origen. Como les decía al principio, el problema del colectivismo no la estupidez de las masas, sino la falta de auto-reflexión de cada uno de nosotros cuando todos los miembros del grupo de referencia siguen el mismo modelo «al paso». El verdadero peligro de esa sensación agradable que nos transmite tener  alrededor personas de sentimientos e ideas similares, radica en la comodidad de no distanciarse de esos puntos de vista, incluso cuando se demuestran profundamente erróneos. Y este Leviatán que vive en nosotros es el que pare y genera nuestra esclavitud.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

Artículos: 3201

Un comentario

  1. Totalmente de acuerdo con el art. Estoy seguro que para un biólogo alienígena desconocedor de los detalles culturales propios de cada colectivo humano, clasificaría Podemos (o cualquier otro grupo político) y el R. Madrid (o cualquier otro club de fútbol) como simples organizaciones o tribus diferentes de Homo Sapiens, tal y como los humanos clasificamos y diferenciamos a los chimpancés de selva de los de montaña.

Los comentarios están cerrados.