Resulta interesante que tras el atentado terrorista en París, y en las consiguientes discusiones que se produjeron en las redes sociales (que cada vez se parecen más a una asociación de jubilados pero sin vejetes), se me reprochara que fuese o bien un islamófobo racista, o bien un manso sometido a los designios islamistas. Todo ello dependiendo de mi interlocutor.
Y es que desde el principio, y con muy honrosas excepciones, la mayoría se polarizó en torno a dos posturas: Por un lado, los que opinaban que todo musulmán, por el mero hecho de serlo, es un monstruo que debe ser expulsado de nuestra civilizada Europa, y frente a ellos, los que disculpaban (más o menos veladamente) a los pobres terroristas, porque eran unas víctimas empujadas a cometer esos actos por una serie de excusas muy tópicas, entre las que se encontraban las malvadas religiones (así, en general), la CIA, los americanos, la sociedad occidental, las cruzadas, Bush y un largo etcétera de absurdas excusas. por no mencionar a los que directamente defienden que era obra directa de los malévolos americanos, con vaya usted a saber que aviesos fines conspirativos. Ya de estos casos patológicos no voy a hablar.
Las dos concepciones del problema tienen, sin embargo, algo en común. En ambos casos se plantean el mundo desde un punto de vista de grupos homogéneos y cerrados. Por supuesto, es una forma más sencilla de enfrentarse a los problemas. Tener que afrontar un mundo plagado de individuos, cada uno con sus propias circunstancias, complica mucho la comprensión de lo que nos rodea. Pero no hacerlo significa no llegar a ninguna conclusión útil.
Y es que decir que “los musulmanes son malos” es tan tonto como decir que “los musulmanes son buenos”. Y no me refiero a que existen distintas corrientes dentro del Islam, sino a que hay millones de personas que profesan esa religión. Cada una con sus circunstancias personales, sus ideas, sus gustos y sus experiencias.
Por ello me gustaría hacer algunas reflexiones, por supuesto admitiendo que se trata de brochazos gruesos, ya que el tema da para mucho más:
1.- Lo que se ha producido en París es un ataque terrorista. Aunque tal afirmación parezca una perogrullada, es importante puntualizarlo, porque uno de los términos que más se han desvirtuado y trivializado debido a su uso conscientemente erróneo, junto con el de genocidio, ha sido el de terrorismo.
En nuestro código penal, con una técnica legislativa bastante discutible, se reparte la definición de grupo terrorista entre varios artículos (el apartado 3 del artículo 571, el apartado 1 del artículo 570 bis y el párrafo segundo del apartado 1 del artículo 570 ter), y luego define el terrorismo como la comisión de delitos delitos por parte de estas organizaciones o colaborando con ellas (artículo 572). Resumiendo, lo que entiende nuestro legislador como organización terrorista es la agrupación formada por más de dos personas con carácter estable o por tiempo indefinido, que de manera concertada y coordinada se repartan diversas tareas o funciones con el fin de cometer delitos, así como de llevar a cabo la perpetración reiterada de faltas, con la finalidad subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública.
En el resto de países de nuestro entorno, el concepto es parecido: así que podríamos definir el terrorismo de forma sencilla como la comisión de delitos violentos destinados a causar miedo en la población y de esta forma conseguir un objetivo político.
Una vez dejado esto claro, y que los asesinos de París eran terroristas y no meramente unos psicópatas que asesinaban por placer, o por cualquiera de los múltiples motivos que existen para matar, lo siguiente es entender que la ideología política que los mueve es la consecución del orden social establecido por un texto religioso, que sirve de base doctrinal a su religión.
2.- Las religiones, como cualquier idea, sea ésta política, social, filosófica, artística o de cualquier tipo, no son respetables, como nos reitera la corrección política. Las respetables son (hasta que demuestren lo contrario) las personas que profesan esas ideas o religiones.
En nuestra civilización, cualquier idea puede estar sometida a crítica. Preferentemente racional, claro. Este es uno de los pilares de Occidente. Debido a ello las propias religiones han sufrido en la práctica una evolución apreciable, paralela a la de nuestras sociedades. Está claro que para un creyente la palabra de Dios, el dogma, es inmutable e incuestionable, pero el resto sí que puede ser revisado, no por moda (no me refiero a esa corriente tan pueril que siempre pide que tal o cual organización se adapte a los tiempos) sino por una profunda cuestión de principios.
Esto ha sido más fácil con algunas religiones. Al fin y al cabo, la organización temporal (no entraré en lo espiritual, que no es mi especialidad ni mi incumbencia) del cristianismo, en sus diferentes ramas, es hija de la civilización greco-romana y bebe de sus principios sociales y políticos, por lo que la adaptación a lo largo de las diferente épocas en Occidente ha sido pareja. Hasta tal punto que las corrientes que la impulsaron surgieron tanto de la sociedad civil como de las propias corrientes religiosas, influenciándose mutuamente.
Algo parecido ha sucedido con el judaísmo. Quizás el hecho de ser una minoría que debió adaptarse a diferentes sociedades, habitualmente hostiles, y no tener un especial interés en convertir a nadie, ha influido en que los judíos estén completamente integrados en la civilización occidental, sin que sea posible hoy día entender la una sin los otros, y viceversa.
En suma, la adaptación de las distintas religiones a los principios rectores de las democracias liberales (o el malvado capitalismo, según los gustos) ha sido más o menos difícil, pero se ha ido logrando con la única excepción notable del Islam.
Ello es debido a que el Corán no sólo es una obra espiritual, sino que se trata de un texto normativo que regula el comportamiento de los creyentes (lo que no sería, en principio, un obstáculo insalvable), y que además da unas claras y concretas directrices políticas. Y algunas de esas normas entran en clara contradicción con principios fundamentales de nuestra sociedad.
Se tiende a decir que los terroristas son personas equivocadas que tergiversan el Corán, pero ese es un tema irrelevante. Todo texto religioso y normativo admite interpretaciones, por supuesto, aunque la literalidad de algunas partes de libro sagrado musulmán deja poco margen a las mismas. Sin embargo, la hermenéutica de cualquier obra religiosa forma parte de un debate de ideas imprescindible y que ahora está acallado por un temor reverencial (a ofender y a ser víctimas de un atentado), pero que en ningún caso puede impedir el combatir a los criminales con los mecanismos que nuestras sociedades tienen, que no son, precisamente escasos ni inofensivos.
3.- Lo expuesto en el punto anterior no ha impedido que haya un gran número de musulmanes que compaginan su fe con su condición de ciudadanos de un país democrático. No voy a entrar ahora en la forma de hacerlo, porque además no es de mi incumbencia. El caso es que viven, trabajan, aparcan en doble fila, pagan sus impuestos (supongo que con el mismo descriptible entusiasmo que yo), toman café, ven el fútbol y votan.
Y da igual si lo hacen por convicción personal de las bondades de vivir en una democracia, o en su fuero interno desean el establecimiento del califato universal. Nos guste o no, cada uno puede tener las ideas que quiera. Nuestras leyes defienden su derecho a profesar su religión, y a expresar y defender sus preferencias políticas y sociales. Mientras lo hagan conforme a unas elementales reglas de convivencia.
Si no comete ningún delito, cualquiera puede opinar que la comunidad política ideal es la dictadura del proletariado, el socialismo bolivariano, el imperio klingon, la socialdemocracia o el califato islámico. Como contrapartida, deben aceptar que alguien que no esté de acuerdo con ellos defienda del mismo modo ideas contrarias.
En resumidas cuentas, que alguien sea musulmán es irrelevante. Lo importante es lo que haga, no lo que piense o diga. Renunciar a este principio es renunciar a uno de los pilares de nuestra civilización.
4.- Sin embargo hay personas (con una alarmante tendencia a aumentar en número) organizadas para imponer su concepción político-religiosa por la fuerza. Donde tienen poder, ejerciéndolo directamente y donde no, utilizando el terrorismo. Unos nutridos grupos perfectamente financiados y coordinados que nos han declarado la guerra, y es suicida no darse cuenta de ello. Frente a ellos, como frente a cualquier criminal o enemigo, la única postura viable es hacer funcionar los mecanismos de defensa que tienen nuestras sociedades, que para eso nos los cobran. Y sobre todo estar dispuestos a defendernos.
No se les puede dar un trato mejor que al resto de delincuentes sólo porque sus motivos sean políticos o religiosos. Cualquier consideración hacia los fines o excusas de estos criminales debe servir sólo para mejor combatirlos, nunca para disculparlos. Porque es imprescindible tener en cuenta el origen religioso de sus actos. Comprender al enemigo es fundamental para derrotarlo.
El lenguaje bélico que uso no es casual ni fruto de un calentón. Ellos piensan que están en guerra y actúan de esa forma. La respuesta debe ser coherente no sólo con nuestros mecanismos políticos y legales, sino con la amenaza a la que nos enfrentamos.
5.- Frente a esto, las veleidades de la corrección política nos imponen la rendición preventiva, con la esperanza de que si escondemos la cabeza debajo de la almohada y lo deseamos con fuerza, los problemas desaparecerán entre nubes de algodón de azúcar.
El temor de estas almas sensibles es a ofender a los pobres musulmanes (así, en grupo, como si todos fuesen iguales y tuviesen la misma “sensibilidad”) y que en represalia engrosen las filas de los malos. Pero esas filas ya están aumentando y en buena medida es debido a la patética imagen que nuestras sociedades están ofreciendo.
Al imponer el silencio sobre temas polémicos no se está impidiendo la ofensa, sino que se está dejando que la única voz que se escuche sea la de los jihadistas. Nuestro prudente silencio es tomado por nuestros enemigos como debilidad, y por el resto como falta de argumentos.
Acallar el debate de ideas significa que quienes podrían compaginar su religión con nuestra civilización, puede que ni lleguen a planteárselo. Tan sólo escuchan la propaganda de quienes acusan a Occidente de ser malos y de ofenderlos, que Dios ordena una determinada sociedad y que las democracias son engendros corruptos y están maduras para caer.
No entraré en otros motivos más aviesos del origen de esa corrección política; en esa gente que considera al islamismo radical un mal menor, útil para debilitar la sociedad para la consecución de sus propios fines. Esos, en principio, no serían peligrosos sin toda la tropa que compra su palabrería sin cuestionarla, sólo porque se expone de forma bonita y meliflua.
6.- En resumen, tenemos un grave problema con el Islam, pero no con los musulmanes. Para ser más exactos, no con todos. Sólo con los que quieren imponernos sus opciones políticas y sociales por la fuerza y quienes los apoyan.
Tan malo es pedir que se los trate a todos como enemigos como decidir que los malos somos nosotros, y que nos merecemos lo que nos hagan.
A los criminales, solos u organizados, hay que tratarlos como se merecen, por supuesto. Pero sobre todo, la única forma de ganar una guerra que nos han declarado (aunque no seamos demasiado conscientes de estar en ella) es dejar claros cuáles son nuestros principios, y que de ninguna manera vamos a renunciar a ellos.
Derechos humanos, sufragio universal, igualdad ante la ley, legalidad de las penas, separación de poderes, limitación y sometimiento a reglas del poder, libertad religiosa…
Hay que tener claros cuáles son los principios de nuestra civilización. Una civilización que evoluciona gracias a los mismos. Y que al contrario de lo que la moda New age alega, no es que los consideremos importantes porque somos la civilización dominante en el planeta, sino que lo somos, precisamente, porque nos basamos en esos principios. Hay que hacer ver que no estamos dispuestos a renunciar a ellos, que cualquiera que esté dispuesto a aceptarlos, cabe en nuestra sociedad, y que quien quiera destruirlos, se encontrará con una respuesta firme, contundente y poco agradable.
Durante el siglo XX, las sociedades que basaban su existencia en esos principios fueron las que vencieron en prácticamente todas las mayores y más sangrientas pruebas que se le plantearon. Claro, que en aquellos días estaban dispuestas a defenderse.
Hablando de principios, estos días he podido asistir una vez más al espectáculo de Occidente negando los suyos. Un ejército de políticos, representantes de diversas organizaciones, cartas de los lectores y locutores teledirigidos han apostillado una y otra vez eso de que “la libertad de expresión tiene límites, entre ellos el respeto por las creencias religiosas de las personas”. Si se pudiera blasfemar contra la razón, esa sería la mayor blasfemia.
En las mentes de millones de musulmanes, creyentes occidentales y gentes en general esa sutil forma de férrea censura penetra como un dogma. ¡Galileo otra vez de rodillas!
Qué distinto hubiera sido el mensaje, si de una forma respetuosa pero contundente, nuestros líderes y representantes hubieran negado esa tesis afirmando que poner en duda las creencias de cualquiera es un derecho fundamental que no puede tener otro resultado que o bien confirmar aquello de lo que se dudaba, o bien demostrar su error, con lo que en ambos casos, todos ganan. (Vanidades a parte.) Y afirmar, de paso, bien claro, que una cosa es ofender a las personas y otra que algunas de ellas se sientan ofendidas cuando se pone en duda sus tesis, sean éstas, las que sean y vayan de lo que vayan.
http://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/en-busca-de-la-raiz-del-terrorismo-nos-perdemos-74509/
La relación (y la reacción) tanto entre individuos como entre grupos es una cuestión compleja. Personalmente (a partir de mi propia experiencia y de las lecturas sobre teorías de juegos y de mis propias concluiones sobre cuestiones de Historía) considero que la mejor estrategia «a priori» para enfrentarse a problemas complejos, especialmente en el ámbito de las relaciones humanas, ya sean personales o intergrupales es la de «donde las dan las toman», que puede explicarse de forma algo más desarrollada de la siguiente manera:
Para empezar y antes de haber interactuado, te trataré como me gustaría que me trataras a mí (es decir, de forma educada, cortés y «amistosa»), pero a partir de ese momento repetiré (incluso, llegado el caso de forma aumentada) tu comportamiento hacia mí, de tal forma que si me beneficias intentaré devolverte el beneficio ampliado pero si me perjudicas intencionadamente procuraré por todos lo medios devolverte el perjuicio ampliado, de tal manera que llegado a un punto en el que el perjuicio que me causes lo considere sumamente grave no vacilaré en hacer todo lo necesario para que nunca más estés en disposición de volverlo a hacer.
Para poder aplicar ese principio en realación al Islam, Occidente y Europa en particular tiene varios problemas:
1º El más importante desde mi punto de vista: Dependencia energética del petróleo. ¿Como coño vas a plantar cara al expansionismo radical del wahabismo islámico de Arabia saudí si dependes de su petroleo?. ¿Como vas a a decirle a Arabia Saudí mientras dependes de su petróleo: «Mientras ustedes prohíban abrir iglesias o persigan a los ateos en su país nosotros no vamos a permitir que con dinero saudí se expanda el Islam en Europa»?.
2º La Mala conciencia por el «colonialismo»: en un alarde de hipócrita mala conciencia, expecialmente cultivada y extendida en Occidente por el «progresismo izquierdista», Occidente se culpa a sí mismo de haber lanzado la 1ªpiedra de las guerras de civilizaciones en tiempos del colonialismo. En virtud de esa teoría, los males de Africa, Sudamérica y en particular del Mundo Islámico y el odio que en muchas de esas partes del mundo se tiene a Occidente están justificados y provienen del pecado original del colonialismo, que es simplemente el mito del buen salvaje pero en contexto político. Esa mentalidad está resumida en la «Alianza de civilizaciones» zapateril, de la que el único beneficiado ha sido Turquía que está a puntito de entrar en la UE.
3º Por último, y no menos importante es la excesiva tolerancia en Occidente o la menos en parte a nuestro propios bárbaros que se traduce en la incapacidad manifiesta de algunos países y sociedades europeas para hacer cumplir la ley en aspectos tan básicos como el de la convivencia ciudadana: en una palabra, unas sociedades que toleran padecen sin rechistar el gamberrismo puro y duro.
Ya sea disfrazado de kale borroca seudopolitica como en el Pais Vasco, de los disturbios «deportivos»de cada domingo, o de gamberrismo lumpen-juvenil como en la quema masiva de coches en Francia, o simplemente en los botellones que dejan hecho una porquería impunemente las plazas y parques de muchas ciudades españolas, sin que las autoridades competentes hagan nada para erradicar dichas prácticas.
¿Qué ciudadano normal se atreve siquiera a afear esas conductas de nuestros propios bárbaros sin riesgo de salir malparado en el intento?.
¿Acaso nos debe extrañar que algunos o muchos de estos bárbaros juveniles den el paso siguiente y se conviertan en terroristas (etarras, islámicos, o lo que toque)?
Vamos a tratar de ponerle números a esa idea del islam moderado.
Apoyo a los atentados suicidas, siempre. Musulmanes de:
USA todos: 13%
de 18 a 29: 26%
Mayores de 30: 9%
RU todos: 24%
de 18 a 29: 35%
Mayores de 30: 17%
Francia todos: 35%
de 18 a 29: 42%
Mayores de 30: 31%
Alemania todos: 13%
de 18 a 29: 22%
Mayores de 30: 10%
España todos: 25%
de 18 a 29: 29%
Mayores de 30: 22%
http://pewresearch.org/files/old-assets/pdf/muslim-americans.pdf#page=60
Y otras encuestas de interés, aquí:
https://www.meneame.net/c/16090610
¡Dios bendito!
Si el mejor país de Europa es España y un 25% de los menores de 30 años son favorables a los asesinatos…. Empiezo a creer que sí sería mejor coger a todos los musulmanes y echarles de Europa….
Dicen que no es posible…. pero como responden, ya se hizo en USA y la URSS en la 2ª GM… y más lejos en España con los moriscos.
Este artículo de una musulmana (probablemente atea) sobre eso de no criticar al islam es muy oportuno:
http://msur.es/2013/10/23/filantropos-y-fascistas/
Acaba así:
– Idiota útil, permíteme que te diga: tu obsesión con que te puedan tomar por racista hace que defiendas a la extrema derecha musulmana. Entre los mil quinientos millones de musulmanes en cuyo nombre tú crees hablar, sólo algunas miles quieren llevar el niqab. La mezquita de La Meca, el lugar más sagrado del islam, prohíbe entrar con niqab, y tú defiendes que se lleve en la Universidad en Francia. Al tomar partido por el ala fascista del islam, arrojas a sus fauces a los demás, a la mayoría silenciosa y a la minoría laica militante. La Historia no te lo agradecerá.
Un artículo muy interesante.
Sólo quería decir que me ha encantado este artículo, aunque se me ha hecho corto, y que me he permitido poner el enlace en el blog de Santiago Gonzalez.
Espero que no le moleste.
Muchas gracias
Gracias. No me importa en absoluto, al contrario.
Cuando hablo de blasfemia es en el sentido que lo usan habitualmente los creyentes: es blasfemia cualquier afirmación que diga que la religión es una invención absurda, que los dioses no existen, que la religión es un método de control mental y social, cualquier crítica al hecho de despilfarrar miles de millones de euros en construir megalómanas edificaciones en todo rincón del mundo, rellenarlas de miles de millones de euros en riquezas y en mantener a millones de sotanados de diversa índole cuya principal función es cercenar los cuerpos y las mentes de los seres humanos. Todo ello es blasfemia para un creyente.
Por cierto mi nick habitual es ateo666666,no sé porqué antes ha salido mal.
[Perdón Ateo tu comentario había quedado en moderación, posiblemente por los números]
No, «blasfemia» es una palabra que tiene un significado muy bien definido, y que conlleva necesariamente el acto de «injuria«, que a su vez tiene un significado muy concreto, y que no incluye el hecho (inevitable) de que cierta gente considere que la religión es una tara de lunáticos. Otra cosa es que a la gente religiosa le pueda gustar más o menos la continua ridiculización de sus posturas filosóficas, pero eso no califica cualquier opinión como blasfemia. Para que me entiendas, llamar imbécil a Newton por ser profundamente cristiano NO es una blasfemia, c@gars€ en la pvt@ v1rgen SI es una blasfemia.
Luego está el concepto de tolerancia, un concepto también muy definido y que tiene una sección completa que se llama «tolerancia religiosa» que está incluida en la carta de Derechos Humanos, sin prejuicio, al menos en principio, de la Libertad de Expresión recogida en la misma carta.
Y finalmente está el derecho de opinión, y lo que tu escribes en tu comentario es una simple opinión, y por supuesto tienes derecho a ella, de la misma manera que tienes derecho a cambiarla (como probablemente pasará con el tiempo) cuando tengas nuevas evidencias, experiencias y contactos con seres humanos (creyentes, ateos, agnósticos, etc).
Combinando las diferentes variables todos somos muy libres de opinar lo que nuestra razón buenamente nos indique, por ejemplo yo, y algunos en este mismo foro, somos especialistas en partirnos el pecho de las nuevas religiones postmodernistas y New Age como el ecologismo extremo, el Alarmismo Climático Apocalítico, las diferentes cofradías del Peak Oil o el integrismo ateo, para mi forma de ver, mucho más patéticas que cualquiera de las religiones tradicionales (y muy especialmente el cristianismo), con la salvedad de que estas nuevas no cuentan con el currículum de éxitos de las originales en las dimensiones cultural, artística, filosófica, científica y humanista.
Ahí has dado con una tecla interesante, Elípticus. La tolerancia (o intolerancia) religiosa. Y el caso es que en la difinición que has buscado, yo defiendo la intolerancia religiosa.
– El concepto opuesto, la intolerancia religiosa, puede consistir en considerar ciertas creencias como anómalas, fuera de lugar o heréticas por el simple hecho de ser diferentes.
Pues, exactamente, yo considero fuera de lugar (en Occidente) el islam por ser diferente. Diferente, por ejemplo, en no aceptar la libertad de expresión como pilar de convivencia social. Por poner un ejemplo suave, y sin meternos en el morbo.
Pero es que la definición es absurda, y completamente «ad hoc». Trasladémosla a otra parcela. Por ejemplo, política. ¿Qué sería la «tolerancia política»? ¿No criticar la ideología que no te convence — o directamente te parece perniciosa? Ni de coña; no se le ocurre ni al que asó la manteca. La «tolerancia política» sólo puede ser respetar a la *persona* que tiene otra ideología, y respetar el derecho de expresión de esa ideología. Que es justamente lo que hacemos con el islam los que nos cagamos en el islam.
Así que ante un hecho de «conglomerado de opinión o creencia», lo vemos distinto si es religión o es cualquier otro. Y llamamos «intolerancia» a cosas diferentes, si se trata de religión.
Protesto. O la intolerancia se define igual para todos los casos, o viva la intolerancia religiosa. Porque ocurre que está a la vista que diferentes religiones producen diferentes resultados (sociedades). Y, casualmente, sólo se me ocurre el islam como caso aparte. El islam es, de hecho, de resultado, la religión de la inconvivencia con otras religiones. Pero *la*. Basta mirar los casos. Puestos a ser inconvivente, el islam ni siquiera convive con el islam.
Supongo que la «tolerancia religiosa» está incluida en la Carta de Derechos Humanos en base a la tradición histórica y filosófica de los humanos. Si partimos de la base de que todo el mundo tiene derecho a adscribirse (o no adscribirse) a la Religión de su gusto, y que eso pertenece a la esfera íntima de las personas, me parece incompatible mantener esa esencia si a la vez fomentas la «intolerancia religiosa».
Y creo que la asimilación del término con otras dimensiones políticas, intelectuales, culturales… es, digamos, pueril. Nadie puede asumir la «tolerancia política» como un derecho (el nazismo y el comunismo están prohibidos en muchos países, a mi parecer con razón), o, pongamos, la «tolerancia gastronómica» (tolerar que se coman órganos humanos a la plancha).
Dicho esto yo soy partidario de «tolerancia cero» con el fanatismo islamista, pero veo serios problemas en la generalización de éste a todo el Islam. Me da la impresión de que esa eventual intolerancia con el Islam, es precisamente lo que buscan los yihadistas, que son además la quintaesencia de la «intolerancia religiosa».
No, a ver, espera. Te he señalado que la definición de «intolerancia religiosa» de Wikipedia no serviría para ninguna otra opinión o esquema. Venga, tu nuevo ejemplo. La «tolerancia gastronómica» no puede ser que no considererar «ciertas comidas como anómalas, fuera de lugar o heréticas». Y no es necesario acudir a extravagancias como la antropofagia. Todo el mundo tiene opiniones gastronómicas fuertes, sobre esta u otra gastronomía, sin que nadie les llame «intolerantes gastronómicos». Como el ejemplo que te he puesto de política. Y cualquier otra cosa que se te ocurra. Así que el término «intolerancia» referido a la religión es completamente «ad hoc». Con lo que necesariamente estás aceptando la tesis fundamental de los creyentes. Que es que la religión es un cuandro de opiniones no comparables a las demás opiniones, y que viven en un plano superior. Lo cual es absurdo para el no creyente.
Y si es absurdo, entonces no aceptas una definición «ad hoc» de intolerancia para la religión, y por tanto no aceptas esa definición. Y por tanto, criticar una u otra religión, o a todas ellas a la vez, entra perfectamente dentro de la tolerancia que permite una sana convivencia. Puedes pensar que esa religión es obscena (fuera de lugar), sin ser más intolerante por ello que si afirmas que la nouvelle cuisine tiene más de cuento que de cocina. Un poner.
Respecto a que mi postura les guste o les favorezca a los animales, es lo miso que me dicen los comprendedores de los etarras. Mi experiencia me dice que no es así. Que es el miedo, la falta de crítica y el silencio lo que compone su caldo de cultivo ideal. Y de hecho en Occidente no civilizamos la religión a base de comprenderla y abrazarla, y disimular; sino a hostias verbales. ¿Por qué iba a ser diferente con el islam?
Ojo Plaza, que no niego el uso de la palabra (in)tolerancia para otras dimensiones diferentes a la Religión, lo que niego es su equiparación como Derecho Humano (en el contexto de la Carta correspondiente). Es decir, que el hecho de que la tolerancia religiosa tenga un capítulo específico, o aparte si quieres, es porque contamos con la experiencia de siglos de guerras, genocidios y persecuciones de origen religioso, al menos nominalmente.
Por supuesto que la «tolerancia religiosa» no es una excusa para cohibir las críticas, sátiras e incluso burlas a la religión, lo que debe ser es una salvaguardia para que estas no fomenten el odio hacia los distintos, y yo creo que ese es un principio básico y positivo en origen.
Lo demás es discutible, si esa actitud beneficia o no a los extremistas (de uno u otro lado) está por ver, pero mi impresión es que si les beneficia, al menos en cuanto que te obligan a bajar a su nivel, y en ese nivel, aunque solo sea por práctica, son mejores.
– Es decir, que el hecho de que la tolerancia religiosa tenga un capítulo específico …
Como lo tiene la libertad de expresión. Y no por eso llamamos «intolerancia expresiva» a poner a parir al IPCC.
– or supuesto que la “tolerancia religiosa” no es una excusa para cohibir las críticas, sátiras e incluso burlas a la religión, lo que debe ser es una salvaguardia para que estas no fomenten el odio hacia los distintos
Es que eso es mezclar lo que no hay que mezclar. En ningún momento he hablado de odiar a nadie. Persona. Animal. Pero si el semoviente se siente odiado porque yo explique que su religión (o cultura) es perniciosa, eso ya no es culpa mía. Y no es malo que se entere.
Pues con todo respeto y sin que vuestro análisis me parezca del todo equivocado creo que cometéis un error de partida, que es ver a priori a todas las religiones por igual. Es cierto que no son los musulmanes sino determinadas personas con nombres y apellidos. Pero el hecho es que islam e islamismo nunca, desde su fundación, han ido por separado y que el islam ha sido siempre extraordinariamente agresivo y que hoy, que hace ya varios siglos que no cuentan con una potencia internacional, agreden con lo que pueden: con el terrorismo.
Pero claro, si para vosotros es la sociedad la que ha civilizado al cristianismo y al judaísmo y en ningún caso lo contrario, y veis «las religiones» como un todo en el que el islam es sólo una religión entre muchas … pues creo que ni os dais cuenta de la amenaza real, ni comprendéis el problema.
Saludos.
Hola, Oembuchado. Gracias por comentar. Creo que no me has entendido bien del todo.
Obviamente no todas las religiones me parecen iguales, ni en su aspecto espiuritual ni en su proyección política. Ya digo en mi artículo que me resulta difícil compaginar algunos mandatos jurídicos islámicos con la convivencia en una democracia. Podría hacer un listado de ellos y explicar la razón de mis dudas, pero no me parece el momento adecuado. A lo que voy es a que hay miles de personas que lo hacen.
Es cierto que a lo largo de la Historia, ha habido episodios de fuerte y violento expansionismo islámico. Sobre todo al principio, porque luego se confunde mucho con el clásico juego político-militar de imperios, como el Otomano o los kanatos asiáticos. En cualquier caso, achacarle eso al Islam es como achacarle a la Iglesia la inquisición. Un poco tramposo. Hablamos de hoy en día.
Respecto de lo de si es la sociedad quien civilizó a la iglesia o viceversa, también explico mi postura en el artículo, aunque no tratándose de ese el tema, quizás sólo di una pequeña pincelada. Dije, y lo mantengo, que ha habido una mutua influencia, sin las cuales el mundo actual no sería el que es. Para las distintas corrientes cristianas ha sido más fácil adaptarse a nuestra concepción actual de la civilización porque ha contribuido a crearla, en buena parte. Es cierto. Pero esa sociedad en la que vive establece que el critianismo pasa a ser una opción más. Muy legítima y con todo el derecho a expresarse, pero una más.
Los cristianos, en general, lo asumen. Si también lo hacen los musulmanes, no hay problema alguno. Y quien no lo haga, mientras sea una mera opinión política y no traspase el límite de lo criminal, pues también cabe.
Gracias por la respuesta.
Sólo quería resaltar que el problema es más difícil que una mera aceptación de la tolerancia por parte del islamismo. No digo islam porque sí creo que no se deben equiparar, pero dicho esto hay que decir nuevamente corriendo que desde su creación por Mahoma, la Yihad, o dicho de otro modo, el uso de la violencia y la aniquilación del adversario por cualquier medio, nunca han estado ausentes del islam de una u otra forma.
Eso no quita que los asesinos son en este caso sólo unos cuantos, sí. Unos cuantos individuos, sí. Pero que siempre han existido en mayor o menor medida y que no se puede desligar del hecho de que se dan en el seno del islam. Y que pensar que el islam no es parte del problema es en mi opinión un grave error.
Saludos.
Por eso es tan grave acallar el debate con la excusa de no ofender a nadie. Un cuestionamiento de ciertas ideas (o interpretaciones) en el seno del islam es imprescindible, como lo es en el budismo o en el cristianismo.
Te pongo un ejemplo algo menos dramático: la doctrina original cristiana (principalmente católica, pero también de las distintas corrientes protestantes) condena el préstamo por interés. Y sin embargo, actualmente los cristianos están perfectamente integrados en un sistema capitalista. De hecho, tal sistema nace en países de mayoría (casi unánime) cristiana. Que esto se haya logrado cambiando el significado del término «usura» no es más que una solución de las muchas que pudieron existir, y se hizo no de golpe, ni con una decisión en un momento determinado, sino mediante una evolución por la vía de hecho.
En otras religiones es igualmente posible, siempre que los fieles de las mismas quieran, afectivamente, integrarse en una determinada sociedad.
Perdona Oembuchado, pero que no compartamos tu visión no significa que no veamos la amenaza real. Por ejemplo yo asumo la amenaza real del yihadismo desde hace muchos años (antes del 11S incluso ya me avisaban en Israel de que esta amenaza estaba ya en Europa, aunque entonces era transparente para la mayoría), y sin embargo eso no me hace confundir el extremismo islámico con un Islam monolítico que no existe (no es lo mismo suníes que suníes salafistas, ni que chiíes, etc -por no hablar de los musulmanes que solo mantienen una relación cultural con el Islam pero son ateos y agnósticos), ni identificar a los 1000 millones largos de musulmanes con fanáticos y asesinos. En mi opinión creo que reducir este problema en un a ver quién la tiene más larga (la religión) es hacerles precisamente el juego a la Yihad, y aún admitiendo que es fácil caer en la trampa, deberíamos evitar hacerlo, porque es un error no solo conceptual sino táctico.
Eklektikus: estoy seguro de que una abrumadora mayoría de los musulmanes, sean sinceros creyentes o no, son absolutamente inocentes de la barbarie islamista y que no se debe culpabilizar a unos por lo que hace una minoría.
Pero vuelvo a referirme a mi comentario anterior: la Yihad se da en el islam. No en el budismo ni en el cristianismo ni en el judaísmo. Y se da ininterrupidamente desde la propia creación del islam, por lo que me parece desacertado circunscribir el problema del islamismo a unos pocos exaltados y no relacionarlo directamente con la propia naturaleza del islam. Es a eso a lo que me refería cuando decía que si no se entendía esto difícilmente se puede entender la gravedad de la amenaza.
Ninguna Religión (ni grupo humano, en definitiva) está a salvo de la barbarie, los cristianos tampoco aunque ésta haya sido superada con el tiempo. Seamos optimistas y pensemos que al Islam le sucederá lo mismo, pero desde luego lo último que necesitan es que les criminalicemos en su conjunto por culpa de una minoría fanática y criminal, como decía creo que sería no solo injusto sino un error táctico en la lucha con estos extremistas.
Saludos
Saludos a los dos (Ecle y Plaza).
Esta vez estoy con Ecle. Yo no voy a generalizar. Ojo, tampoco voy a demonizar a quien lo haga. Pensaré, simplemente, que se equivoca. Y si alguna vez se cumple lo que escribe Arturo Taibo en el artículo que acaba de publicar (durisimo, realista, pero generalizador) reconoceré que estaba (yo) equivocado. Lo de Arturo: (CLARA, TOTAL, FÁCIL Y RÁPIDA) VICTORIA ISLAMISTA.
Luis, yo no estoy generalizando. No estoy diciendo nada de los musulmanes, estoy hablando del islam. Singular. Particular; una religión concreta. O una «cultura» o «civilización» concreta; me da lo mismo.
A ver explicadme, Luis, Elípticus. Porfa. ¿Qué cojones tiene una religión para que os parezca tan imposible criticarla, tachándola de perniciosa, pero os parece putamadre que hagamos lo mismo con, por ejemplo, el nacionalismo? O con las florecillas silvestres. O sea, se puede generalizar con las florecillas sivestres y otros bichos del campo, pero no con el islam — o la religión que veas como claramente perniciosa? Vais a necesitar algo más que unas afirmaciones comodín para dar soporte esa idea.
Plaza, yo no digo que no se pueda criticar El Islam, como religión. Digo que EL Islam no es el responsable generalizable de la muerte de nadie.
El Islam es criticable como lo es cualquier religión o ideología, en los mismos términos y con la misma benevolencia/dureza que el crítico elija en uso de su sagrada libertad de expresión.
Ya, pero en ese sentido también puedes decir que el nazismo no es responsable de la muerte de nadie.
Si, estoy con Luis, ese es el punto. Nadie coarta la critica (o incluso el escarnio) del Islam (ni de ninguna religión), lo que a mi no me parece justo, además de un error estratégico, es considerar a la religión en si misma (e indirectamente a todos sus fieles) responsable del salvajismo de un porcentaje infinitesimal de cafres musulmanes (¿un 1 por 1000…? seguramente ni eso).
Es que yo creo que no estamos hablando ni de una religión, ni de sólo los asesinatos terrorristas. Pero sí estamos hablando de una cultura y de unas sociedades. Y estamos hablando de la digestión o indigestión de eso dentro de nuestra cultura. Y de lo que queremos o no queremos hacer al respecto.
Ese es el quid de la cuestión Plaza, que a algunos (a muchos, incluidos musulmanes) nos importa un pimiento la digestión que puedan hacer los fanáticos del espíritu de occidente y por extensión la que puedan hacer el resto de los musulmanes. Estos payasos asesinos tienen que tener bien claro que aquí no rige el Islam, nunca regirá, y que más vale que lo acepten antes de que les arranquemos (una vez más) la cabeza. Eres muy libre de profesar la fe que consideres oportuna hasta que se la intentes imponer a terceros.
Creo que estos principios son básicos y asumidos por la mayoría de las personas sean de la religión que sean. Por eso pienso que la dicotomía odias/aceptas el Islam es artificial, no es necesario odiar al Islam (y a los musulmanes) para exigir el mantenimiento de unos principios básicos occidentales (y por ende judeocristianos) innegociables. Punto y final.
Respecto a tu respuesta a Luis «Ya, pero en ese sentido también puedes decir que el nazismo no es responsable de la muerte de nadie.» insisto, no se puede intercambiar política y religión tan alegremente, porque precisamente eso es lo que hacen, y les criticamos por ello, los yihadistas.
A ver, Elípticus, intentemos ordenar un poco la cosa. La proposición de que no puedes culpar al islam por los asesinatos comentidos en su nombre, ni por la aprobación, comprensión, etc, por una parte acojonante de la población musulmana en Europa (por ejemplo 25% de los jóvenes), es exactamente la misma que la proposición de que no puedes culpar a la ideología nazi por los asesinatos comentidos en su nombre, con la aprobación, comprensión, etc, de una parte acojonante de la población. Y eso no es mezclar religión con política, sino ideología (o «cultura») con ideología (o «cultura»).
Cuando decimos «islam» no nos estamos refieriendo a unos textos religiosos solamente. Como cuando decimos «nazismo» no nos referimos solo a lo que pone en Mein Kampf. O la que quiera que sea la bilblia del nazismo (no estoy muy puesto). Nos referimos a un «modo cultural», esquema mental-social, llámale como quieras. Y da la mismo que su origen imaginario sea un dios prodigioso, o una raza milagro. La cuestión es lo que propone, y lo que hace. Y lo que «comprende», estimula y pretende.
A mi no me da vergüenza ser vasco porque hubiera un transtornado llamado Sabino Arana proponiendo una serie de majaderías sumamente perniciosas para la convivencia y buen vivir de cualquier sociedad. Sí me da vergüenza la reacción de la sociedad vasca concreta a esas majaderías peligrosas. Y eso no me lleva a odiar a los vascos, pero sí me lleva a denunciar una mentalidad (que no sólo viene de Arana) que produce una sociedad esencialmente canalla. Y, que yo sepa, no se acaba con esas mentalidades a base de «comprenderlas» y de decir que los que no asesinan, pero aplauden o miran para otra parte, no tienen nada que ver en el asunto. Porque sí tienen que ver todo con el asunto. De hecho hay asesinos porque hay aplauso. Había nazis porque había aplauso. No hay Baader-Meinhoff porque no había aplauso. Y hay ETA porque había aplauso. Lo mismo que hay atentado a Charlie Hebdo porque hay aplauso.
El problema es justamente lo contrario de lo que crees. El problema no es el tío del gatillo. El problema es el aplauso.
Vale, no podemos prohibir la mentalidad, porque no prohibimos la libertad de expresión. Que es uno de los pilares de *nuestro* esquema cultural. Pero sí podemos intentar, con la palabra, que los aplaudidores y el esquema «cultural» que los produce pasen vergüenza.
Si, yo incluyo a los aplaudidores entre los psicópatas, pero como ante los atentados de ETA, intento separar entre la excusa y la patología, entre los vascos (o incluso el nacionalismo) y los terroristas, entre el Islam y los yihadistas, incluso entre los millones de alemanes que votaron a Hitler y los nazis que masacraron a los judíos, o entre los blancos cristianos del KKK y el resto de los blancos cristianos.
Y por eso decía que defender mi postura (que se resume en ojo con las generalizaciones, y que la islamofobia no es la solución al integrismo), no significa tragar con las disonancias islamistas, o aceptar el multiculturalismo progre sin chistar. Más bien ocurre que mis esquemas éticos me impiden identificar las salvajadas cometidas por cuatro chiflados, con una religión que de una u otra manera profesan más de mil millones de personas, por mucho que estos, los chiflados, hablen en nombre del Islam (como los etarras hablaban en nombre de los vascos -y las vascas-, los nazis en nombre del pueblo alemán, y Podemos en nombre de los ciudadanos y ciudadanas). 😉
Mi problema es que un 25% de los jóvenes musulmanes en el Reino Unido que contestan a las encuestas que jamás denunciarían a un terrorista islámico, me parece cualquier cosa menos cuatro chiflados.
Bah, una mezcla de mala estadística, esnobismo, edad del pavo cronificada…. a la inmensa mayoría de ellos se le pasará (quiero pensar).
Siempre habrá maices, pero estoy quitándome el sombrero, Don Miguel Ángel.
No es el islam, no son «los musulmanes», no son los «cristianos» o los «tibetanos», son «Fulanito de Tal» y «Menganito de Cual» que, hijos de puta ellos, creen que sólo es posible vivir como ellos lo hacen, creer lo que ellos creen y comer lo que ellos comen. Como las demás opciones no son válidas nunca, en ningún caso y para nadie, la vida de los «otros» carece de valor en sí misma, es prescindble. Y matan.
La cuestión es más amplia. Nos escandaliza el asesinato en nombre de un «algo». Pero apenas notamos cómo en el día a día son esos mismos «iluminados» (esta vez bajo otras siglas, con la banderita de la «democracia» en la mano y nombres más «habituales») los que sin necesidad de matarnos a tiros consiguen que vivamos como ellos lo hacen, creamos los que ellos creen y comamos lo que ellos comen. A la mayoría ni les «duele».
Muchas gracias, Luis.
Pues sí. Las imposiciones por la engañosa vía del buen rollito y por nuestro bien no dejan de ser imposiciones.
Si se cede al espurio respeto a las creencias, primero dejaremos de publicar viñetas porque ofenden a algún creyente, luego deberemos vestir a nuestras hijas, madres o esposas con un saco negro porque su presencia provoca al piadoso pervertido, después habrá que acudir puntual y obligatoriamente a la mezquita, pagoda, templo o iglesia que se nos asigne porque nuestra ausencia siempre insultará a algún fervoroso acólito y al final se acaba viviendo en el Afganistán o el Irán de los ayatolas, en el Tíbet de los opresores lamas del siglo XX o en la Europa del Medievo. Así que, o nos podemos a blasfemar con más energía o acabaremos viviendo en una pesadilla en donde el increíble batiburrillo de creyentes nos impongan sus absurdas y dementes ideas, con el resultado final de dejar de ser ciudadanos del siglo XXI para volver a ser humillados vasallos del siglo IX. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2015/01/la-blasfemia-es-lo-unico-que-nos-salva.html
También existe el derecho a no blasfemar y a no ofender gratuitamente las creencias de nuestros conciudadanos. Yo es un derecho que utilizo a diario, y también soy ateo (más bien agnóstico).
Hola Atea. Gracias por comentar.
El caso es que blasfemar sólo por hacerlo, no pasa de ser una mera falta de respeto a un vecino, sin más significado. El auténtico meollo de la cuestión (que es lo que cualquier radical de la ideología que sea quiere impedir y lo que debemos defender) es que se debe tener todo el derecho a blasfemar dentro de un debate de ideas, o de una opinión formada y coherente.
Blasfemar sólo por el placer de hacerlo no pasa de ser una paja mental. ¿Tienes dedrecho a hacerlo? Depende. En las democracias hay una larga tradición jurídica que distingue entre la opinión y la ofensa moral (que no deja de ser una agresión). Es otro debate que no tiene nada que ver con éste, claro, pero si te interesa, tengo alguna cosilla escrita sobre ello:
https://desdeelexilio.com/2014/09/18/libertad-de-expresion-y-expresiones-malsonantes/
Las culturas cambian. Incluso desaparecen, si cambian lo suficiente. Y yo creo que estás dando por supuesto que los principios de nuestra cultura son una selección, más o menos artificial, y más o menos tuya, de algunos de los principios que ha mostrado nuestra cultura. Pero si miras lo que piensa y cree la gente de «nuestra cultura», dudo mucho que tu selección de principios sea demasiado representativa.
Pero yo creo que se puede plantear de una forma mucho más simple. Opciones. ¿Queremos que la libertad de pensamiento y expresión sean un pilar de nuestra convivencia, o preferimos «multiculturalismo»? Porque resulta que son incompatibles. Solo hay que elegir. Y si prefieres libertad de pensamiento y expresión, sólo lo vas a lograr estableciendo que muchas culturas y esquemas de pensamiento son un maldito estorbo para ese propósito. Entre ellas, el islam; pero no sólo.
Lo dudoso es que la gente le dé importancia a lo que tú y yo le damos importancia, y que llamamos -con un par- principios de «nuestra» cultura. Porque será «nuestra», sí; pero en el sentido de tú y yo, y no en el sentido de «la peña».
Hay un pequeño matiz que solemos olvidar. Muchos de esos principios de «nuestra civilización» son claramente elitistas. Pero nuestras sociedades actuales son claramente anti-elitistas. Y la apuesta sería que esos principios van a cambiar (más todavía).
He citado sólo algunos principios que creo definitorios de nuestra actual civilización occidental, y me quedo algo corto. Y claro, como dices no son uniformes ni exactamente iguales en todas partes. Obviamente es mi opinión, pero a parte de los pantalones vaqueros y de los estrenos de Hollywood, son aspectos que tenemos en común los españoles, los australianos, los japoneses y los chilenos.
E incluso en los países que no se cumplen esos principios (básicamente dictaduras, donde una parte, al menos de su población si los ve deseables), su modo de vida depende de que sí se haga en el resto.
Y claro, mucha gente no cree que esos principios sean representativos de nuestra cultura, del mismo modo que creen que el microondas funciona por algo parecido a la magia (una cosa eléctrica que hace que se mueva aquello, salen unos rayitos o algo, y se calienta la leche), o que hay pulseras que curan los dolores reumáticos. Y a pesar de ello, sí que creen que es su cultura: Se creen con derecho a opinar, se creen con derecho a usar sus bienes, a beberse una cerveza, a casarse, a que un juez los trate igual que al vecino… Quizás no sepan cómo llamarlo, pero saben que es el mundo en el que viven.
Por lo demás, tu resumen es muy bueno. Como ya digo, las ideas no son respetables. Lo son las personas.
Ojo, que perseguir la consecución de un fin no les libra de la categoría de psicópatas, especialmente si este fin tiene caracter patológico y/o quimérico (implantar una religión a toda la humanidad comparte esas dos propiedades), y si utiliza métodos crueles e indiscriminados… y el yihadismo hace pleno en todo ello. No hay más que verlos (y oírlos hablar) para percibirse de que esta gente son carne de psiquiatra.
Por lo demás. como sabes, me parece un excelente análisis que suscribo sin mayor problema.
No descarto que haya alguna patología en algunos (desde luego, la sociopatía se le parece mucho), pero a lo que me refiero es que es demasiado fácil explicar la situación con un «es que están locos», y dejarlo ahí. Es como lo de «Hitler estaba loco». Es sencillo pero no se llega a nada.
¡Excelente análisis!
Particularme acertados los puntos 4 y 5. Instalados como estamos en España en el buenismo que hace que se piense que a los psicópatas se les convenza hablando, estamos instalándonos en la estupidez supina. Se sabe desde hace mucho que los psicópatas no atienden a razones sino a sus intereses sean los que sean, y que no sólo son psicópatas los que salen a la calle a matar a todo el que se les cruza, sino también los que planifican las estrategias que deben seguir otros para matar a gente indefensa o que piensa distinto.
Como mujer, el hecho de que mucha de esta gente quiera que cambie mi forma de vestir o de actuar porque ellos lo digan me irrita, pero me indigna más quienes defienden el derecho de esas personas a pensar que yo, en mi país, debo entender que ellos quieran decidir por mí, y quedarme tan fresca.
Hay gente musulmana que no asesina, que tiene una vida normal, y yo defiendo su derecho a querer que la gente actúe como ellos quieran, pero en su país, no en el mío, y si nacen aquí que acaten las normas de convivencia (igual que todos aceptamos que Hacienda somos todos, aunque unos lo seamos más que otros).
A ver si dejamos de decir tonterías y hacemos un poco de autocrítica que a muchos se les va la cabeza, y después muere gente, gente inocente.
Gracias. Pero creo que les estamos etiquetando como psicópatas y no lo son. Los terroristas no matan por una enfermedad mental, sino que actúan conscientemente para la consecución de un fin. Eso hay que entenderlo muy bien si se les quiere hacer frente de forma eficaz.
Respecto de lo que dices que los musulmanes quieren imponerte una determinada forma de vida que no es la tuya, estoy básicamente de acuerdo. Pero el tema es más amplio y no se puede circunscribir a los islamistas. El caso es que cualquiera tiene derecho a vivir según su creencia moral, y nadie (ya sea desde una religión o una agrupación política, filosófica o artística, por poner tres ejemplos) tiene el derecho a imponerte a ti vivir de forma diferente a como deseas.
Eso hay que tenerlo claro, y así instituir mecanismos para evitar que desde el poder se pueda obligar a esas cosas. De esa forma, quien llegue al gobierno, ya sean socialistas, conservadores o fanáticos religiosos de cualquier clase, no podrán decidir tu modo de vida ni el de tus vecinos.
Muy bien Velarde. Un consuelo ver que hay gente que enfoca bien el problema. Ahora no tengo tiempo, pero ayer intercambiaba este correo con unos amigos. La clave (hace tiempo que lo denuncio) es que la gente pretende que idea y persona sea lo mismo (yo soy mis ideas), cuando todo el mundo puede cambiarlas y seguirá siendo la misma persona.
Mi correo:
El atentado de París me da un asco profundo, pero más asco me da aún los que intentan disimular la enfermedad llamada Islam (como en otro tiempo lo fue también el cristianismo). No he visto ni una sola cara de un dirigente islámico en la TV condenando el atentado. La realidad es que nos odian (parte de culpa tenemos) en gran proporción. Y desde luego, ni es bueno ni deseable que tanta gente nos odie (ni siquiera unos pocos, el odio es un asco). Y la solución no es matarlos. La solución es la crítica, el humor, la ironía y la burla, pero siempre desde el respeto, porque me gustaría tenderles la mano, no eliminarlos o aislarlos. Eso es perfectamente posible. Pero Occidente sigue mostrando, a través de los medios, su blanda cara decadente e inmoral (miedo). Si cuando una revista danesa fue humillada y callada (y con ella todos los amigos de la libertad) por caricaturizar a Mahoma los periódicos de Occidente, masivamente, hubieran publicado las mismas caricaturas, otra cara y otro ejemplo de dignidad se hubiera dado al Islam. Y sin sangre ni odio. En su lugar hubo manifestaciones de gilipollas pidiendo perdón y críticas a los dibujantes y la revista. Ahora los fanáticos envalentonados han matado directamente. Un paso más. Los culpables: los cobardes de aquí que les defendieron.
Todas las personas son respetables, pero las ideas no merecen respeto. O son o no son verdad. Y los inútiles que no saben por qué piensan lo que piensan te acusan de atacar a su persona cuando atacas a sus ideas. No tienen otra manera de defenderse porque no saben por qué son como son.
Os remito este blog sólo porque el autor tiene el valor de mostrar la caricatura de Mahoma que publicó la revista danesa.
http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/02/blasfemia-contra-mahoma.html
Os mando este enlace a uno de los capítulos del Corán que se refiere a los infieles (todos excepto ellos).
Si usáis la función búsqueda de google veréis que la palabra amor no aparece ni una vez. La palabra ama aparece dos veces (una en negativo):
– Alá ama a quienes hacen el bien.
– Alá no ama a los infieles.
Si buscáis en todo el Corán con la función buscar palabras que ofrece la web, podéis mirar el sentido mayoritario que se da a la palabra amor en las 11 veces que aparece. En ningún lugar aparece la palabra prójimo.
Interesante ver como se usa la palabra matar, guerra u odio:
Concertamos un pacto con quienes decían: «Somos cristianos». Pero olvidaron parte de lo que se les recordó y, por eso provocamos entre ellos enemistad y odio hasta el día de la Resurrección. Pero ya les informará Alá de lo que hacían.
Gracias. Es cierto que me parece difícil compaginar las directrices políticas (y algunas de las civiles y morales) del Corán con la convivencia en una democracia. Pero no es un asunto mío, que no soy musulmán, cómo hacerlo. Le compete a quien quiera intentarlo, porque a fin de cuentas es una opción moral personal, como en cualquier religión. Pero el caso es que hay gente que lo hace, y mientras sea así, la ley debe ser igual para ellos que para el resto de ciudadanos y residentes.
Otra cosa distinta es ser tontos y pensar que todo el mundo es bueno y vivimos en el país de la piruleta. Son dos aspectos que hay que compaginar, como se hizo (aunque ya parece que no) con los terrorismos de corte marxista y nacionalista. El respeto de los derechos individuales no está reñido con la defensa.
Por cierto, que las «autoridades» religiosas francesas sí han condenado el atentado, y por las declaraciones que he escuchado, no han añadido ningún «pero», cosa que los coloca moralmente por encima de algunos personajes mediáticos españoles. Diferente es que esa condena no se ha reflejado visiblemente en la base social musulmana francesa (ni europea). No sé si es por falta de convicción o por simple miedo. Quizás ambas cosas.
Excelente.
Twitteado y Facebookeado.
¿Tiene cuenta de Twitter?
Hola. No tengo Twitter. Supongo que por pura vagancia.