No hace mucho escuchaba yo inocente y desprevenidamente la radio, cuando uno de esos homogéneos tertulianos habituales se descolgó con la tan manida genialidad de que si se luchase contra el fraude fiscal, habría dinero para pagar toda la deuda pública, atender a los ancianos, ser los mejores en el informe Pisa, poner un sindicalista en Marte, e incluso para asfaltar las calles de todas las ciudades con oro y plata.
Otro de los que allí competían por soltar la idea menos original, le advirtió que esa lucha contra el fraude también afectaría a personas con escasos recursos, a lo que el interpelado, identificándose solidariamente con ese sector social, afirmó que no era malo que Hacienda también actuase contra los “medianos” (sic), y que a él mismo le habían reclamado por un problemilla… que no pasaba nada… Pero ahí le traicionó el subconsciente y se puso a protestar sobre la forma de actuar de la inspección, sus criterios arbitrarios, sus formas prepotentes, la sensación de indefensión, etc. Al principio comenzó de forma tímida, aunque se fue calentando poco a poco. Hasta que se dio cuenta y lo dejó así, repitiendo que bueno, que no pasaba nada por tener que pagar… aunque su caso no fuera justo del todo… ejem…
Así que recordé yo los casos “no justos del todo” que he tenido ocasión de encontrarme, y los casos flagrantes de fraude que he podido conocer. Con la curiosa casualidad que ninguno de estos últimos han tenido problema alguno con la Administración tributaria. De hecho, alguno de ellos son producto directo de la misma.
Un día de playa y un grifo que gotea:
Comencemos por el final. Por los infractores. Esos tipos malvados, de pelo engominado, corbatas de seda y trajes caros, que esconden maletines repletos de billetes de 500 € en el maletero de sus Mercedes y los llevan a oscuros bancos suizos.
De esos, concretamente, no conozco a ninguno. Debe de ser que los modestos abogados de provincias no nos codeamos con la gente apropiada.
En cambio he estado con la familia en una tranquila playa del Atlántico, y a mi lado han pasado varias personas ofreciéndome botellines de agua fresquita o pulseras hechas a mano por ellos mismos. Alguien mal pensado podría poner en duda que esos pintorescos vendedores se hayan dado previamente de alta en alguna actividad económica, presentando vía telemática el modelo 036 (o el 037), estén cotizando en el régimen de autónomos, o presenten trimestralmente las declaraciones de IVA e IRPF. Y es que hay mucha gente clasista que sólo por el aspecto del emprendedor ya piensan mal de él.
También he pasado por paradas de autobús, farolas o tapias de colegio en los que Manolo, Luismi, o Paco han pegado un folio, en ocasiones escrito a mano, donde se ofrecen a arreglar persianas, grifos, o hacer reparaciones en general (desde luego, no a dar clases de ortografía). No especifican el formato de factura ni el tipo de presupuesto previo con los que trabajan, o si están al corriente en sus obligaciones formales en lo que se refiere a la implantación de la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal (al fin y al cabo, dan un móvil de contacto en el que queda recogido el número de quien les llame); Pero me huele que es porque para su clientela tampoco son detalles que les quiten el sueño.
Estos ejemplos tienen dos cosas en común: En primer lugar, y salvo excepciones, les sería totalmente imposible realizar esas actividades cumpliendo la ley (las leyes). No sólo estamos hablando de actividades con un beneficio muy escaso, realizadas con el propósito de la mera subsistencia, sino que además están realizadas por personas a las que las obligaciones administrativas y formales les vienen, no ya grandes, sino terroríficamente inalcanzables.
En general y al menos por los casos que conozco, que no son pocos, estamos ante gente que sólo con pagar a Hacienda y a la Seguridad Social, no les saldría a cuenta realizar la actividad. Máxime si además tuvieran que contratar a un gestor que les tuviese al día el resto de obligaciones, algunas de ellas tan absurdas como contraproducentes.
Si el dinero que sacas de trabajar en B lo tienes que reinvertir íntegramente en comer todos los días y pagar tu casa, y da apenas para ello, tu última preocupación es la Agencia Tributaria.
La segunda cosa que tienen en común es la escasísima probabilidad de que Hacienda les vaya a poner problemas. La experiencia nos dice que quienes tienen que temer son los que estamos dados de alta. Esos pobres desgraciados que sí estamos fichados, cuya existencia es conocida por la Administración, y a quienes de repente nos puede tocar la china, porque no hay más que pulsar una tecla para que aparezca nuestra ficha.
La única seguridad está en el anonimato, y éste se consigue no cumpliendo la ley. Si cumples, estás jo… fastidiado.
Nadie es inocente:
Y ahora viene la segunda parte, porque hay quien anda diciendo por ahí que nada hay que temer si se cumple la ley. Para empezar, el concepto de “cumplir la ley” en un país en el que la hipertrofia legislativa hace que sólo por salir de casa estemos infringiendo irremisiblemente algún precepto del Ordenamiento Jurídico, es algo difícil de establecer. Y además, como en los buenos tiempos de los tribunales del Santo Oficio, la propia inspección es ya, de por sí, un castigo.
Una buena actividad inspectora, entendida como lo hace Hacienda, da por sentado que sus sospechas son pruebas de cargo frente a las que no existe posibilidad de refutación alguna. Cuando alguien, en un local de negocio, se desgrava la factura del teléfono fijo instalado allí, debe ser el ciudadano el que pruebe que, efectivamente, ese teléfono (del local) se usa para la actividad que se ejerce en ese negocio. Pruébelo usted, anda. Y no me venga a decir que, obviamente, está instalado donde está instalado. El inspector dice que no se lo cree, y no se lo cree.
A ver, listo, descubra una forma de demostrar que… no sé… que no tiene el teléfono fijo de su empresa (instalado en su negocio) para que lo use una familia de malayos o para buscar formas de comunicación extraterrestre.
¿No puede? Mala suerte. Allá va la sanción. La exigencia de la prueba leonina es lo usual en estos casos. ¿Creen que me he inventado la situación? Mi imaginación calenturienta no llega a tal grado de surrealismo.
¿Y qué me dicen de las retenciones que las empresas y entidades les aplican a los autónomos? Ojo con que quien les retiene el dinero, se quede con él y no lo ingrese en Hacienda. A quien le cae la sanción no es al chorizo que se ha quedado con la pasta, sino al autónomo que no la ha cobrado, aunque sí declarado en las trimestrales, cumpliendo religiosamente con sus obligaciones.
− Oiga ¿y por qué no inspeccionan ustedes al retenedor que no declaró ese ingreso, en lugar de sancionar a quien sí lo declaró y encima se ha quedado sin él?
− Bueno, lo que pasa es que es una Universidad, y ya sabe cómo son estas cosas. En la práctica se comporta como una Administración y ahí ya, es muy complicado…
Y si se le ocurre dedicarse al mundo del espectáculo y organizar una obra de ballet clásico, no se preocupe por la coreografía, hágalo por cómo le va a justificar al inspector de Hacienda que todos esos metros de tela de tul que ha comprado (y se ha declarado como gasto de la actividad) es para tutús y vestuario, y no para, por ejemplo, forrar el edificio donde vive de un elegante color rosa; porque sí, porque usted tiene ese gusto en decoración y a sus vecinos les parece bien. Si el bueno del funcionario no se lo cree, es que usted está engañándolo. Y punto.
Que su modelo 347 (donde se declaran todas las empresas con las que se hacen negocios superiores a 3.000 € anuales, como si con el resto de declaraciones no hubiera suficiente) no coincide exactamente con el que ha presentado un cliente, échese a temblar, y mucho más si ese cliente es una gran empresa o alguna entidad relacionada con un organismo público. Y no le vaya a decir al inspector que por qué no comprueba si es la otra parte quien ha mentido (o se ha equivocado) en su declaración. Le dirá con desprecio que él no tiene por qué comprobar nada. Que quien tiene que demostrar su inocencia es usted, y que para ello no le vale ningún contrato, ni ninguna factura (que esos son papelotes que elabora usted y puede falsificar… Con lo que además presupone que es usted un delincuente que falsifica documentos mercantiles). No se preocupe: si el otro es una pequeña o mediana empresa o un autónomo, lo van a sancionar igual. Y con los mismos argumentos. Mal de muchos…
Y no se le ocurra protestar. Se halla usted ante un superior, alguien que tiene la continuidad de su negocio, de su medio de vida, en sus manos. Este señor puede comportarse como un señor feudal ante un siervo de la gleba. De hecho, salvo honrosas excepciones, lo hará. Le espetará en su cara que le da igual los papeles que pueda traerle, que es imposible que pruebe su inocencia, de modo que está a su merced.
Pero no se preocupe, porque al final, la sangre tampoco llega al río. Sé que asusta mucho que le digan que, después de haberse esforzado por llevar su negocio lo mejor y más legalmente posible, y con lo que duele pagarle a Hacienda el dinero que le ha costado todo ese trabajo ganar, le van a poner una enorme y desproporcionada sanción. Y amparándose además en unas presunciones y unos criterios arbitrarios y subjetivos, cuando no manifiestamente absurdos. Al final lo mirarán con cierta ternura y le expondrán que, claro, que aunque siempre puede acudir al Contencioso-Administrativo (donde tras gastarse un buen dinero con mucha, mucha suerte, dentro de diez o doce años quizás le den la razón… O no), también puede haber otra solución. Usted puede avenirse y reconocer algunos hechos, y el inspector le rebajará considerablemente la sanción.
Al fin y al cabo, le dirán en confianza, ellos no tienen nada personal contra usted. Es más, comprenden perfectamente su estado de ánimo (no es cierto, porque no saben que esa persona, de llevar un cinturón de explosivos encima, lo haría detonar allí mismo sin pensárselo), de modo que le ofrecerán poner sólo que se ha desgravado un par de cosillas de más, que hay alguna facturilla no comprobable, le aconsejarán que lo admita, y la sanción será asumible. Así no tendrá que cerrar su negocio ni vender sus córneas para pagar la multa. Que ellos tienen unos objetivos que cumplir, y todos contentos.
No falla. Ante la tesitura de enfrentarse a un embargo que lo arruinaría, y luego un costoso e interminable procedimiento judicial, todo el mundo traga.
Además, entre esas cosillas que admite, quizás se preocupen de incluir alguna factura relacionada con otra empresa a la que ya le preparan su fiestecilla, de modo que además, contra ella ya cuentan con el testimonio acusador de un arrepentido infractor. Usted acaba de convertirse en un arma contra otro incauto. Matan dos pájaros de un tiro.
Por supuesto, todo eso tiene un nombre, pero no lo vayan a pronunciar en voz alta. Que se ofenden. Todo lo que les cuento es absolutamente legal. Faltaría más.
Porque luego están los tribunales. Esos órganos imparciales donde admiten el informe elaborado por la inspección como prueba pericial. ¡Un documento de parte como prueba pericial independiente! Y el inspector no declara como testigo, sino como perito.
Hablamos de que Hacienda se querella contra un comercial de una empresa quebrada (sustentando su legitimación en que tiene un poder con el que ha firmado algún contrato con clientes, omitiendo deliberadamenteen su informe al Juzgado el resto de contratos firmados por la administradora u otros comerciales), porque la administradora de la empresa ha fallecido, y claro, se les ha escapado. Y con el argumento de que como era una mujer y encima algo mayor, obviamente era un hombre (mujer) de paja y quien controlaba el cotarro era ese señor que vendía. Me sorprendió que semejante argumento machista (pero machista de verdad) no hiciera que se le cayera la cara de vergüenza a la fiscal que lo sostenía.
También pueden mantener, con total naturalidad, que a pesar de que la Ley impone un máximo legal de un año para completar la labor inspectora (prorrogable por otro más siempre que no sea por causas achacables a la Administración), la inspección estuvo paralizada más de un año porque el inspeccionado no aportó los papeles que se le exigieron. Claro, ellos le dieron un plazo de 15 días, pero como no los presentó, no tuvieron más remedio que esperar más de un año… Hasta que decidieron seguir trabajando. Y sin que se les note el más mínimo rubor en el rostro.
Claro, soy consciente de que es difícil de creer que todo esto ocurra. En la televisión nunca aparece nada por el estilo. Los inspectores son entrevistados, y salen en pantalla con planos que refuerzan su imagen heroica y abnegada. Gente que lucha día a día contra malvados. Demoníacos autónomos que, por ejemplo, declaran las pérdidas que han tenido, y mientras piensan cómo pagarán la hipoteca y le darán de comer a sus hijos, reciben la citación de Hacienda.
− ¿Que no se cree que yo haya tenido pérdidas? ¡Pero si tiene ahí mi contabilidad, las facturas, los contratos, los movimientos de mis cuentas..!
− A mi eso no me prueba nada. Yo no sé si usted trabaja en B y en efectivo. No me creo que tenga pérdidas. Así que ya me está modificando sus declaraciones de este ejercicio.
− ¿Pero usted sabe cómo está la cosa? ¿Y el sector?
− Yo no tengo que saber nada. Si usted no me demuestra que son ciertas, no me creo sus cuentas.
De nuevo, no sobreestimen mi capacidad para inventarme situaciones absurdas. Sólo cuento cosas que he tenido ocasión de conocer.
Una labor encomiable:
De modo que así están las cosas. Cuando un autónomo o el responsable de una PyME salen de una tesitura como la descrita, su primera reacción es jurar que se darán de baja y trabajarán en B. Y lo peor es que muchos lo hacen.
Son conscientes que, como antes ya apunté, Hacienda jamás pondrá problemas a alguien que trabaja en negro, si lo hace con una relativa prudencia. Se ahorran pagar a Hacienda, a la Seguridad Social, al gestor, tener que soportar todas las obligaciones formales tributarias, todas las normas y obligaciones sectoriales, el ordenamiento laboral, y encima no pende sobre ellos la amenaza de una nueva inspección.
Empresa cerrada, los dos o tres trabajadores al paro, y tanto Hacienda como la Seguridad Social pierden para siempre ese ingreso. Habría que preguntarse si todo el trabajo de la Administración, los recursos empleados y los disgustos a los particulares, han merecido la pena sólo para cobrar una multa, en muchos casos injusta.
Nadie se lo pregunta porque la respuesta es evidente: a nadie le importa.
Eso sí, las estadísticas quedan luego estupendamente en los telediarios. De modo que ya saben, sigan gritando. Sigan exigiendo más medidas contra el fraude fiscal. Más poderes a la inspección. Acabar con esa legislación garantista que permite a los malos defenderse. Con un poco de suerte incluso puede que les toque a ustedes.
Anda por ahí PlazaEme luchando contra los molinos de viento de los ideólogos disfrazados de científicos sin que nadie le comente, y en cambio en esta columna (que me ha recordado muchas experiencias personales), parece que no se acaba el hilo ni a la de tres. Y tampoco es que quiera decir que se termine, sino apuntar la diferencia entre un tema científico y uno político. En el primero, los que hablan sin saber acaban “cantando”, pero en cuestiones políticas, todos “semos” iguales, porque nadie, en realidad quiere saber nada, y menos que nadie los políticos. De todas maneras agradecer a DonNadie y a alguno más de su cuerda que le den un poco de color “social” a este blog tan liberal. La crítica es buena incluso cuando es errónea (dijo J. Stuart Mill, en Ensayo sobre la libertad).
Y ya puestos, aunque se ha dicho de muchas maneras en este hilo, quizás los que algunos deberían considerar es la posibilidad de que sea Hacienda la que ROBE (esta vez sí), al ciudadano. Yo personalmente –y otros que conozco- he sido robado objetivamente, es decir, que lo saben pero no lo aceptan, por Hacienda (y defraudado de paso en mi confianza en el País y en la equidad de sus leyes), y así se lo he hecho saber en mis inútiles alegaciones: “Ustedes fabrican defraudadores moralmente justificados” –entre otras cosas, respetuosamente expuestas que me han supuesto que Hacienda me escriba más que mi novia de la adolescencia-.
El debate no debería ser impuestos si o no, si no en qué prorción. Ahí es donde me gustaría ver argumentar a los socialistas de lo ajeno. Digamos, para mojarme, que un IVA del 21% ya me parece una salvajada. Para mí, todos los impuestos juntos no deberían pasar de esa cifra, pero sólo es una opinión. Hasta la Iglesia (que prometía el cielo) se conformaba con el diezmo. Pero hallar la proporción correcta exigiría experimentar –no hablar-, digamos durante períodos alternativos de tres o cuatro años con diferentes porcentajes para poder sacar conclusiones. De todas maneras, experimentos los ha habido durante suficiente tiempo. Daniel Lacalle proporciona una buena colección de ellos en su libro “Viaje a la libertad económica”, claro que sólo los liberales suelen leer todas las corrientes. Los que ya tienen razón no necesitan hacerlo.
Saludos.
Pues créeme que soy el primer sorprendido… 🙂
Me parece que la razón está en que Plaza habla de ciencia y de datos, y poco más hay que se pueda decir al respecto. O se dan datos para refutarlos (cosa que no hace nadie, porque no pueden) o no queda más que asentir y poco más. En este hilo, en cambio, como me he desahogado, supongo que toco la fibra sensible de la gente, y en el fondo, los temas políticos y sociales están al alcance de todo el que pueda debatir razonadamente (incluso quien no, aunque afortunadamente, en este blog no suele haber de esos).
La cantidad de los impuestos es un problema a debatir, pero además, es muy importante cómo se recaudan, las cargas formales sobre los ciudadanos, y sobre todo, los poderes que se le dan a la Administración y a la inspección. No es justificable que para cobra un tributo haya que recortar derechos ciudadanos y cargarlo con obligaciones extraordinarias, porque esos impuestos son inviables de otra forma. Y además que se dé por sentado que el ciudadano es un criminal y se instituya una inspección sobre esa idea.
Hay una cosa que sí podrían decir algunos en las entradas de tipo científico con datos que desmontan prejuicios establecidos. ¡Lo siento, estaba equivocado y gracias por sacarme del error! Luego se podría debatir (y ya sería política, es decir, a la altura de todos) sobre cómo es posible haber llegado a tal nivel de manipulación (y se siga en ello), y ya de paso, sobre en qué otros asuntos no nos estarán vendiendo la moto por intereses espurios disfrazados bajo cualquier bandera «del bien común», pero eso sería buscar la verdad, y no es virtud que abunde.
Excelente art. como todos los del autor: una descripción, objetiva y precisa de como funciona Hacienda y en general la Administración Pública.
¿Podrías cuantificar la cantidad mínima a partir de la cual le merezca la pena a un particular meterse en un contencioso-administrativo contra la Administración, partiendo de la hipótesis de que tiene razonables armas legales de su parte (pongamos, por ejemplo que tiene un 75% de probabilidades de ganar)? Preguntado de otra manera: ¿hay alguna cantidad por debajo de la cual no te interesa pleitear contra la Administración ni aunque tuvieras garantías de ganar el pleito?
Muchas gracias. Es difícil cuantificar una cantidad, porque tanto los honorarios de los abogados y los procuradores, como las tasas judiciales suelen estar en función de la cuantía. En cualquier caso, piensa que menos de (estoy siendo muy optimista, y va a depender del tipo de pleito, su complejidad, su cuantía…) unos 1.500 ó 2.000 € no te los va a quitar nadie de gastos. De ahí para arriba. Y cuenta además con el tiempo que va tardar todo el procedimiento, incluyendo una casi segura segunda instancia. Este es, en mi opinión, el principal problema.
Muchas gracias por tu respuesta.
Esa cantidad que mencionas me la apunto para un recurso económico administrativo que he interpuesto contra el Ayuntamiento de Madrid por un embargo de 1.200 euros por presentar fuera de plazo la ITE de una vivienda, y que me temo ya debo dar por perdidos.
El tipo de inversor que atrae nuestro marco legal es aquel que encuentra la manera de obtener una ventaja competitiva al poder disfrutar de una posición de privilegio. Esto se produce jugando con los precios de transferencia, con los que no pueden jugar las empresas locales.
De esta manera un grupo puede estar vendiendo bienes aquí con un beneficio anecdótico o con ligeras pérdidas mientras el grueso de la rentabilidad se queda en destinos de menor tributación.
Y el esquema se hace más efectivo cuando la empresa puede importar mano de obra foránea. Así puede pactar un salario español básico complementado con un ingreso en otra jurisdicción fuera del control de nuestra hacienda. El trabajador gana más mientras la estructura de costes laborales de la empresa es mucho más baja que la de cualquier competidor con mano de obra nacional/continental.
Y este mecanismo explica en buena medida el por qué de algunas cosas que vemos en nuestras ciudades cada vez más… y por qué otras las vemos cada vez menos…
En ocasiones soy mal pensado y creo que las leyes están como están para poder dar privilegios a quienes los gobernantes de turno les parece apropiado. Aunque luego tiendo a creer que es para poder meterles un paquete gordo a quienes les parace que hay que fastidiar…
Sin embargo, lo más sensato es creer que esto es fruto de poner un parche sobre otro parche, porque aquí no hay quien se atreva a meterle mano al embrollo institucional y legal en el que estamos. Y a río revuelto, ganancia de pescadores.
«Ya le digo: No los conozco»
O sea, que sin conocer supuestamente todo el problema, usted quiere llevarse por delante ni más ni menos que todo un sistema fiscal, que bien aplicado funciona correctamente en muchos sitios ¿verdad?
A usted lo que le pasa es que para sostener un discurso le es necesario hacerse el sueco ante la realidad.
«O sea, que sin conocer supuestamente todo el problema, usted quiere llevarse por delante ni más ni menos que todo un sistema fiscal, que bien aplicado funciona correctamente en muchos sitios ¿verdad?»
¿En qué país funciona bien el sistema fiscal español?
¿En qué país funcionan bien las más de 100.000 leyes y ni se saben cuántas normas?
Quizás el problema es que tenemos un coche con un motor de explosión sin pistones, sin depósito de gasolina, con ruedas cuadradas… pero como hay coches de motor de explosión que funciona bien por ahí, para tí todos son iguales…
«Sin conocer supuestamente el problema…»
Empiezo a dudar que se haya leído el artículo, la verdad. Veamos: es cierto que no tengo ni idea del montante total de lo defraudado ni de quién defrauda más. Además desconozco los gustos culinarios de los defraudadores ni su talla de calcetines.
Ahora bien, conozco estupendamente cómo funciona el sistema. Una parte importante de mi trabajo consiste en saberlo. Es un sistema en el que se pisotean las más elementales garantías ciudadanas, se trata a personas decentes peor a que a criminales, las coloca al servicio de instituciones cuyo único objetivo es exprimir a todo el mundo, crea una casta de señores feudales todopoderosos, convierte la Administración Pública (una organización que debiera estar al servicio del ciudadano) en una vulgar mafia, fomenta el fraude, des incentiva el trabajo y la inversión, impide que la gente se pueda ganar la vida honradamente con su trabajo, hace prohibitivo contratar trabajadores… ¿Sigo?
Si a usted todo eso no le parece bastante para cambiar totalmente el sistema, quizás es que nuestros conceptos morales difieran tanto que la discusión sea inútil.
Como veo que es complicado, le pondré otro ejemplo extremo y más claro: no tengo ni idea de cuánta gente ha sufrido y sufre el sistema chino del laogai. No sé el porcentaje de población implicada, ni si entre ellos hay de verdad alguien que merezca un castigo durísimo, o si reporta algún tipo de beneficio social o económico. Lo que sé es que es inmoral y contrario a mis principios (y a lo que considero bueno, respetable y digno de una sociedad humana), y por ello deseo su eliminación.
La cuestión es ¿qué es un chorizo?
En la jerga, yo siempre he entendido que un chorizo es un ladrón. Y un ladrón es quien roba, es decir, quien se hace con las pertenencias de otros sin su consentimiento (con coacción, aprovechando descuidos, etc.)
Cuando nos referimos a un defraudador (fiscal), nos referimos a alguien que hace trampas para pagar menos impuestos. Un defraudador, mientras no meta la mano para sacar el dinero de la caja de otros, para mí no es un ladrón. Simplemente es un tramposo.
Hay otro tipo de fraudes que es orientado a conseguir subvenciones y dinero ajeno. Aquí sí que podemos hablar de chorizos.
La corrupción política es un caso a parte. El dinero que maneja la administración pública, para empezar, es dinero obtenido a base de coacción a los ciudadanos, pero de partida es una coacción a la que nos resignamos y la consideramos «legal».
Cuando hablamos de «grandes chorizos» podríamos referirnos a los políticos corruptos. Especialmente a aquellos que hacen martingalas para pegarle un buen mordisco a ese dinero que previamente han quitado a los ciudadanos.
Los políticos que cobran en B tienen el agravante de que están haciendo trampas cuando son ellos quienes crean las reglas del juego que están infringiendo.
Sobre el particular, esa es una percepción tradicionalmente asumida por la gente. El distinguir al ladrón (tipo malvado) con el defraudador (que suele caer incluso simpático).
No hay más que ver la literatura y el cine, donde frente a otro tipo de delincuentes, el contrabandista (el que se dedica al libre comercio en contra de las trabas fiscales o de otro tipo del poder) es visto como un tipo romántico y simpático.
Se ha intentado adoctrinar a la población para cambiar esto, pero con poco éxito. Una muestra significativa: a todo el mundo le cae bien Han Solo, de La Guerra de las Galaxias. El modelo de contrabandista del cine. Por algo será.
Bueno, el defraudador cae simpático depende de quien sea.
Mi percepción es que, desde los medios de comunicación, y desde los comentarios que suelen encontrarse publicados en blogs, fors y demás, especialmente si el defraudador es un empresario se le pone en una categoría igual o peor a la de un ladrón, del mismo modo que a los ciclistas que se les detectan unos pocos picogramos de alguna sustancia prohibida se les trata como yonkis y seres despreciables.
Otra cosa es el cine y la literatura, donde el protagonista puede ser perfectamente un ladrón de bancos, un asesino a sueldo o un estafador, y el lector/espectador se pone a favor de él.
Es cierto, pero en la literatura clásica, y con la posible excepción del idealizado pirata (este último sobre todo en el romanticismo), el delincuente no estaba bien considerado excepto si se trababa de un contrabandista. Éste sí que tenía cierta buena fama.
Lo de pensar mal del defraudador cuando es empresario, forma parte de la corriente generalizada según la cual, el empresario siempre es malo, y que la única actividad decente consiste en el trabajo asalariado por cuenta ajena.
O sea que, como el sistema fiscal español es un desastre (y pese a que conocemos otros en otros países que funcionan aceptablemente bien), lo que hay que hacer en España es, o lanzarse a la anarquía, o regalárselo todo a los grandes chorizos “para que no se vayan”. Vale.
Un liberal se levanta por la mañana, sale de casa, le da a la llave de contacto de su coche y no anda. ¿Conclusión del liberal? Tiremos el coche por el barranco, que el motor de explosión es una imposibilidad física manifiesta, y volvamos al caballo…
¿Que el motor de explosión funciona en otras partes correctamente? ¡Qué más da!… el mío no… al barranco… y a otra cosa.
¿Y no se le ocurrió al liberal que lo que hay que hacer es arreglar SU motor porque hay otros iguales en otros sitios que sí funcionan sin grandes problemas? No fastidie, es que esto no va de lógica, va de ideología, y el sentido común estorba…
Bueno, me alegra que admita que habla desde la ideología y que le estorba el sentido cumún. Es de agradecer su honestidad.
Es cierto que el sistema fiscal español no funciona. Es confiscatorio, presa de una administración mastodóntica y anquilosada (como toda la administración española), carga al ciudadano con obligaciones pesadas y absurdas, desincentiva la inversión, la iniciativa empresarial y profesional, y favorece el fraude.
Además, como le es imposible hacer cumplir las obligaciones que impone, e incluso le es imposible comprobar su cumplimiento, se dedican a violar las más elementales garantías ciudadanas.
Supongo que usted es de los que creen que esto se arregla con dos parches, o con que nos gobiernen los buenos. Para mi, la única solución es la modificación total del sistema, y no sólo del fiscal.
Quizás no nos pongamos de acuerdo en el sentido de esa modificación, pero le diré que incluso su temida anarquía es mejor que lo que tenemos, porque prefiero que una persona se saque un sueldo a que no pueda tenerlo por culpa de unas absurdas imposiciones legales, pensadas para sacarle a usted un dinero y dedicarlo a hacer rotondas inútiles.
Y respecto de la manía de «los grandes chorizos»… Le repito que no conozco ninguno. No sé si existen y si son muy malos o muy buenos. Si usted los conoce personalmente, le invito a que me ilustre. Sólo conozco a gente trabajadora y que vive al límite de su esfuerzo, a la que Hacienda exprime y trata como a criminales.
Claro que conoce grandes chorizos. Los conocemos todos. ¿No ha oído hablar del defraudador Botín? ¿Y de la cúpula del PP y sus sobrecitos y demás tampoco? Ah claro, para el discurso anarcoide conviene hacerse el loco.
Su coche no funciona, ergo el motor de explosión no es posible. Todos de vuelta al burro. Pura lógica. Y luego a llorar porque el liberalismo no tiene votos…
Ya le digo: No los conozco. He leído sobre ellos en los periódicos, claro. Muchas acusaciones que no llegan a nada y alguna condena menor (sobre las condenas por fraude fiscal, por cierto, podría decirle yo muchas cosas). Y usted me dirá que es que saben esconder muy bien su actividad, y esas cosas. Pero lo cierto es que no pasa de ser una opinión suya, y lo oficialmente defraudado, una cantidad menor, en vista de lo que se dice por ahí que existe de presunto fraude oculto.
Respecto de los sobres del PP, hombre, me parece bien que me de la razón a lo que decíamos más arriba: que es casi una obligación ciudadana esforzarse por pagar lo mínimo posible a Hacienda. El dinero de esos sobre sale de nuestros impuestos. De lo que nos quitan a la gente que trabajamos en algo útil. Luego se lo dan a, por ejemplo, los partidos políticos para que lo gasten. Y ecima de forma opaca. Pues vale, si dicen que ese dineo luego lo reparten en B, es una razón más para cambiar el sistema íntegramente.
En cualquier caso, le repito, si conoce el tema y quiere contarlo, estaré en cantado de leerle.
Pero aunque pueda resultar pesado, lo importante aquí es lo que sigo repitiendo: «Es que hay mucho malvado defraudador», «hay que hacer algo contra los ricos malvados», es que las empresas no pagan»… Así que me dedico a aplastar a… todo el mundo, comenzando por los ciudadanos de a pie. «es que si no actuamos así, el malvado Botín se nos podría escapar». Ya, es un consuelo.
Por cierto, un coche puede fallar por muchos motivos. Puede que tenga alguna avería menor, puede que el mantenimiento haya sido malo, o puede que el diseño del modelo sea un absoluto desastre. Yo no propongo la vuelta al burro. Propongo que se descarten los modelos que no funcionan, y que constituyen un timo para quien tiene que sufrirlos.
Un día un no liberal se encuentra su coche destrozado, sin ruedas, puertas, cristales y totalmente quemado por un incedio… entra en él le da a la llave de contacto y no funciona… y piensa «como hay otros coches de motor de explosión interna que funcionan bien el mío debe funcionar… aumentemos el gasto, pintémoslo, echémos más gasolina, gastemos dinero en ponele llantas de aluminio (que he visto que lo llevan los coche molones), claxon nuevo con musiquilla, etc etc…» y vaya sigue sin funcionar…
El liberal dice: este coche es un desastre quizás sea mejor comprar uno nuevo y que funcione bien.
Estupendo ejemplo.
Es muy habitual que algunas personas hagan la reflexión de «se estima que el fraude fiscal ronda los 50.000 M€ anuales, por lo tanto si pudiéramos atajarlo totalmente recaudaríamos 50.000M€ más».
Lo que no se tiene en cuenta es que al recaudar ese dinero defraudado, la actividad asociada a ese dinero defraudado disminuiría, ya que precisamente muchas PyMEs y autónomos que hacen trampas sobreviven gracias precisamente a esas trampas. También hay grandes empresas con buenos resultados que se saltan las reglas y hacen trampas, pero probablemente si se les pone demasiado difícil hacer esas trampas o les pillan, les resultará menos atractivo seguir invirtiendo aquí y reducirán también su actividad económica.
En resumen, si se intenta atajar al 100% el fraude fiscal, el incremento de recaudación será muy inferior a lo deseado, y habrán daños colaterales contraproducentes (mayor número personas sin posibilidad de ganarse la vida y que requerirán del cobijo del estado del bienestar, lo que se traduciría en mayor necesidad de gasto público)
Ese punto de vista me hace mucha gracia.
Entonces, oye, en vez de intentar frenar el fraude fiscal, lo facilitamos ¿no? Porque todo son ventajas! Habría muchísima inversión extranjera y tal, ¿no?
No dudo que lo que dices sea cierto, pero de ahí a ponerlo como justificación para no atacar al fraude fiscal, va un trecho. Estamos de acuerdo que es una quimera querer recuperar el 100% de lo que se defrauda (sobre todo porque luchar contra el fraude fiscal tiene un coste en sí mismo), pero en mi opinión, intentar luchar contra él (y sobre todo a las grandes empresas, que son las que más defraudan) debe hacerse. Si como resultado, se van a invertir a otra parte, ¡pues que se vayan! En España sólo debemos aceptar negocios legales (al igual que sólo se acepta inmigración legal). Ya vendrán los buenos inversores que de verdad vean las grandes ventajas de inversión en España, vinculadas al gran país que tenemos, y no a lo fácil que es defraudar.
Vamos por partes.
Quizás es que mis valores son horrendos, pero creo que es preferible que una persona tenga un ingreso, a que ese ingreso lo tenga Hacienda. Hay una parte importante del fraude (en pequeñas y grandes empresas) en el que la defraudación significa un beneficio para particulares que, de otra forma, estarían sin blanca. Decir alegremente que esas empresas deberían irse, es no tener en cuenta los perjuicios para personas concretas y sólo atender a la recaudación del Estado.
Segundo, las formas de esa lucha contra el fraude, que es a lo que iba el artículo, hacen aún más gravosa la situación incluso de los que no defraudan. De hecho, es una forma de des incentivar la inversión. Así que para pagar langostinos y aeropuertos vacíos, se genera paro, y se reduce más la recaudación.
Y por último, vuelvo a lo mismo de antes. Aún estoy esperando un criterio de cálculo de fraude que sea verosímil, y que no se base en presunciones y percepciones subjetivas. Además, según el cálculo oficial (igual de creíble que cualquier otro) que se maneja a nivel UE, el porcentaje de fraude en España no difiere tanto del de otros países que, habitualmente, se nos presentan como modelo.
«Si como resultado, se van a invertir a otra parte, ¡pues que se vayan! En España sólo debemos aceptar negocios legales (al igual que sólo se acepta inmigración legal). Ya vendrán los buenos inversores que de verdad vean las grandes ventajas de inversión en España, vinculadas al gran país que tenemos, y no a lo fácil que es defraudar.»
Jajajaja, lo siento, pero esto roza a un nivel de idealismo francamente irreal. Las grandes empresas invierten donde después de hacer un balance de gastos, costes y recaudación, además de otra serie de factores que habrá por debajo. Montar una empresa en España es jodido, es un proceso lento y torpe y te zajan por todas partes y la energía cuesta una barbaridad y to cocen a impuestos por todas partes.
España no es un país atractivo para inverti fuera del clima y la situación geográfica con conexiones a Europa y Africa. Si ya encima te enteras de que toda actividad empresarial está basicamente demonizada, pues menos atractivo aún es para invertir.
Vamos, que ya estamos bastante mal en ese tema, y tener medidas anticorrupción no va a cambiar eso, si además ahuyentas a las «malas» pues ya aquí nos quedamos sin nada. Sara serán unos defraudadores del copón (y unos auténticos cabrones por lo que tengo entendido) pero si sara dice «me piro», pues otro hostión al paro que nos comemos.
Estoy con el criterio de Miguel de que si, se debe perseguir el fraude, pero también, y mucho más, se debe reducir ese esfuerzo fiscal que se exige de toda empresa. No puede ser que los Pymes se vayan a la mierda por una inspección y por otro lado, con una menor persión, podemos volver a atraer inversión externa como cuando España era casi considerada un país fiscal en los 90 e ir tirando.
Andrés, Otra vez comienzas con hipótesis falsas:
1.- «Entonces, oye, en vez de intentar frenar el fraude fiscal, lo facilitamos ¿no? Porque todo son ventajas! Habría muchísima inversión extranjera y tal, ¿no?» Pues no y sí… te explico: no se trata de facilitar el fraude fiscal, pero si pones cuatro normas y unos impuestos bajos facilitas el «fraude» (respecto de la actualidad) a todos de pagar menos que ahora y consigues que no les salga rentable a los que lo hacen pagar millones para encontrar las fórmulas de pagar menos… recaudas lo mismo o más combatiendo el fraude y pagando menos todos.
2.- «Estamos de acuerdo que es una quimera querer recuperar el 100% de lo que se defrauda» El problema no es recuadar el 100% de lo que se defrauda, sino recaudar menos por hundir las empresas que van muy justas aún defraudando lo que pueden… y con ello más paro, más gasto y menos impuestos.
3.- «pero en mi opinión, intentar luchar contra él (y sobre todo a las grandes empresas, que son las que más defraudan) debe hacerse» Vuelves a irte a que las grandes empresas son las que más defraudan ¿de dónde sacas que 1.000 grande empresas defraudan más que 100.000 pequeñas no declarando su actividad y 100.000 autónomos trabajando sin IVA? Las cifras y estudios que se hacen son todos «pajas mentales» que cominezan con su hipótesis «vamos a demostrar que las grandes empresas (la bicha) defrauda más y son como el demonio».
4.- «Ya vendrán los buenos inversores que de verdad vean las grandes ventajas de inversión en España» O no… y sólo nos venderán lo que nosotros no producimos ¿te suena Cuba, Venezuela etc?
Además hay otro aspecto: decir alegremente «que se vayan» porque pagan «pocos» impuestos es una mentalidad miope. Como si lo único importante fuesen los ingresos tributarios. A la gente que trabaja en esas empresas que las zurzan ¿no? ¡Más paró! ¡alegría! Por no hablar de las consecuencias en el resto de la economía.
>Además hay otro aspecto: decir alegremente “que se vayan” porque
>pagan “pocos” impuestos es una mentalidad miope. Como si lo único
>importante fuesen los ingresos tributarios. A la gente que trabaja en
>esas empresas que las zurzan ¿no? ¡Más paró! ¡alegría! Por no hablar
>de las consecuencias en el resto de la economía.
Vaya razonamiento…
Lo de amenazar con irse y dejar más paro suena más a otro tipo de delito: chantaje.
Yo soy patriota y quiero que quien venga a mí país a invertir en él, debe cumplir la ley, y si no, que se vaya. Ya recuperaremos el paro que deje de otra forma.
Puedes tomártelo como una amenaza, pero lo es tanto como decirte que si saltas desde un quinto piso, te vas a hacer daño contra el suelo. Es mera lógica y comprender cómo funciona el mundo.
Quizás estés confundiendo patriotismo con servilismo. Para ti, lo único que parece ser importante es garantizar que se cobre mucho en impuestos, es decir, que mucho de lo que yo gano, me lo quiten para que unos políticos puedan manejarlo según sus intereses (ojo, que admito que parte de ese gasto me puede ser útil, pero ese no es el tema).
Las consecuencias de ello, te dan igual. Que tus compatriotas (yo prefiero conciudadanos) sufran tanto o más que esas malvadas empresas extranjeras, te da igual. Que tus compatriotas se queden en paro, no puedan ejercer actividades profesionales o empresariales, o que sean sancionados absurdamente, te da igual. Que aumente la pobreza y se pisoteen garantías básicas ciudadanas te da igual.
Lo de recuperar después mágicamente la inversión y los puestos de trabajo perdidos, queda muy bien en los programas electorales de ciertos partidos políticos y demás demagogia barata, pero aquí supongo que hablamos un poco más en serio.
Pues vaya patriota.
Quizás un patriota querría que las leyes fuesen sencillas, justas, racionales y beneficiasen la creación de riqueza (para todos, españoles o extranjeros), que no penalizasen la inversión ni la contratación de trabajadores, que la gente tuviese más dinero en su bolsillo para gastarlo o invertirlo, que garantizasen la libertad y los derechos frente a la arbitrariedad del poder, y (también, no te creas) que el erario público recaudase más debido a que hay más riqueza, no porque se exprimiese a los ciudadanos.
> Pues vaya patriota.
Miguel, voy a dejar ya mismo de contribuir a este blog con ningun comentario más que este, porque el nivel con el que tergiversas mis palabras me parece indignante.
En ningún momento he abogado por arrebatar dinero a mis «compatriotas». Si lees mis otros mensajes otra vez te darás cuenta que lo que yo digo es que lo que hay que hacer es poner mejores leyes y perseguir el fraude fiscal pero de forma enfocada a las grandes empresas, que son las que más defraudan y donde más compensa perseguir el fraude fiscal (por mucho que otros digan que perseguir a muchos pequeños defraudadores sale más a cuenta, o igual, que perseguir a pocos grandes defraudadores, yo creo que no es así).
Yo también soy de la opinión de que el dinero en los bolsillos de las personas (ojo, personas, no grandes empresas) está mejor ahí, porque con ello se genera más consumo, y se recauda también más y mejor de esa manera.
Así que deja de responder poniendo palabras que yo no he dicho… a esa forma de tergiversar las opiniones de otros sí que lo llamo yo demagogia. Dentro de nada dirás que soy de la ETA.
Lamento que te lo tomes así. No creo que tergiverse nada, pero cada uno tiene su criterio.
Como ya he dicho antes, no tengo ni idea de si quien más defrauda son las grandes empresas, las pequeñas o los particulares. De hecho dudo que nadie lo sepa. Y no creo que se deban tomar medidas legales sobre la base de prejuicios y suposiciones.
Dices que eres partidario de que el dinero esté en el bolsillo de las personas (en eso coincidimos), pero luego añades que no en el de las grandes empresas. Como si esas empresas no estuvieran constituidas por personas: los dueños, los directivos y los trabajadores (por no hablar de profesionales externos, proveedores…).
Mi idea es que el dinero debe estar en mano de sus propietarios. La riqueza debe estar a disposición de quien la general sea una persona o una empresa, y el tamaño de ésta no creo que sea motivó para discriminarla. Y te lo digo yo, que soy un humilde autónomo.
> Como ya he dicho antes, no tengo ni idea de si quien más defrauda son
> las grandes empresas, las pequeñas o los particulares. De hecho dudo
> que nadie lo sepa. Y no creo que se deban tomar medidas legales sobre
> la base de prejuicios y suposiciones.
Pues yo creo que sí se sabe. Ya te mandado un enlace al estudio de Intermón Oxfam, a los cuales atribuyo bastante credibilidad. De verdad que deberías culturizarte más sobre este problema, por ejemplo leer sobre las motivaciones de la tasa Tobin es un buen comienzo.
> Mi idea es que el dinero debe estar en mano de sus propietarios.
Pues eso es negativo para la economía. Y si quieres saber el porqué, echa un vistazo a esta charla: https://www.youtube.com/watch?v=rwIAgsv_8DE
Hola de nuevo. Me alegra que no te hayas ido.
Ya te dije antes que lo importante de un informe no es quién lo haga, sino de la calidad de sus datos y de la interpretación de los mismos. El informe de Oxfam se basa sólo en percepciones subjetivas y en unos criterios indirectos que realmente no prueban nada. Porque es lo que tiene el fraude fiscal: que es imposible tener dados ciertos. Es decir, que saben del tema lo mismo que yo (nada) pero tratan de justificar un prejuicio político, con un fin político, a base de textos que pretenden ser serios y científicos. Todo eso es poco honesto, pero es a lo que nos tiene acostumbrada la política en España.
Ya te dije también que no es sano dejarse impresionar por el principio de autoridad.
Respecto del vídeo, a parte de un conjunto de prejuicios y de unas tablas sacadas de contexto (y de que el tío es un coñazo), no es más que un mitin político exponiendo una postura política. Y por cierto, refutada empíricamente.
Aunque sea salirnos de tema del post: ¿Que las empresas no crean empleos? ¿Que quien lo hacen son los consumidores? Es como decir que un campo de trigo no da trigo, que quien produce trigo es la gente que come bocadillos. El tipo, o no sabe qué es una empresa, para qué se funda y cómo funciona, o (lo más probable) se dedica a la demagogia. Eso sí, al menos lo hace con cierto sentido del espectáculo.
Lo dicho: la riqueza debe quedar en manos de quién la produce, por una mera cuestión de justicia y de incentivos para su producción. Luego, si es gente inteligente, la reinvertirán para producir más, y si se quedan con parte para disfrutarla (eso que se queja el tipo del vídeo de que los ricos se han hecho un 1% más ricos) pues bien por ellos que pueden, que para eso han sabido como crearla.
Lo que es empíricamente comprobable, es que a mayor control estatal por parte de la economía, es cierto que hay menos ricos, pero además hay más pobres, que es lo preocupante. En ocasiones, en países muy ricos, hay un colchón que aguanta unos años hasta que se acaba (mira Suecia, por ejemplo, que acaba de desmantelar su famoso sistema socialista, porque estaba en quiebra).
A mi no me importa tener tres vecinos millonarios, en lugar de uno (olé por ellos, si lo consiguen). A mi me preocupa no tener yo para pagar mi hipoteca ni para comer todos los días.
Sobre la tasa Tobin, es un disparate como la copa de un pino. Te invito a leer lo mucho y bueno que se ha escrito en este blog sobre el particular, por gente mucho más versada que yo.
Y por cierto, es cierto que debo formarme, en este y en muchos asuntos. Trato de hacerlo cuando puedo. Aunque es preferible siempre hacerlo leyendo a expertos y no a políticos o gurús.
Aunque se pueda interpretar de tal manera, en mi comentario no he pretendido decir que haya que dejar de perseguir el fraude.
Bueno, en realidad dejar de perseguir el fraude sería equivalente a decir «los impuestos dejan de ser obligatorios», y quizás eso sería lo deseable desde una óptica puramente libertaria. Pero yo no voy por ahí.
Lo que quería decir es que hay mucha diferencia entre lo que se defrauda y lo que se recaudaría si nadie defraudara (manteniendo la misma política fiscal). Que no nos engañen diciendo que se defraudan 40.000 M€ y que, si nadie defraudara tendríamos 40.000 M€ para pagar sanidad y educación.
El fraude no es deseable desde el punto de vista de que el que defrauda no está jugando en las mismas condiciones que el que cumple con las reglas.
Cuando alguien defrauda (y se arriesga a ser cazado y multado) es porque considera que esa es la única vía para que el negocio sobreviva, o para que los beneficios sean lo suficientemente buenos como para que se considere interesante seguir invirtiendo en ese negocio en ese lugar y no irse con los bártulos a otro sitio.
Si queremos que haya menos fraude, quizás lo mejor es hacer que hayan menos empresas y autónomos que lo consideren necesario para poder sobrevivir o que su actividad resulte lo suficientemente lucrativa (sí, pienso que el lucro no es nada malo si no hay coacción por medio).
Es decir, rebajando la presión fiscal seguramente conseguiremos mejores resultados que reemplazando todos los soldados del ejército por inspectores de hacienda.
Pues estoy básicamente de acuerdo.
Una de las cosas que se aprenden (o se aprendían) en Derecho es que las mejores normas son las que no son necesarias, es decir, aquellas que no precisan nada para hacerlas cumplir porque la gente las considera lógicas y necesarias, y las interioriza en su conducta. Cuando una norma tiene un grado de incumplimiento muy alto (como parece que nos quieren convencer desde muchos sectores) entonces es que hay algo muy estropeado en la propia norma.
Si el fraude fiscal es tan alto como se dice, y es necesario todo el tinglado que tenemos para hacer cumplir el Ordenamiento (y aún así no hay manera), es que el sistema es un desastre y hay que modificarlo entero. La respuesta facilona es que casi todos nuestros vecinos son unos delincuentes, pero eso no resite un mínimo cuestionamiento racional.
A la gente le es más fácil cumplir las leyes que no hacerlo, excepto cuando le generan una carga tal que es mejor arriesgarse a la sanción y esforzarse por saltársela. Y cuando se trata de quitarte dinero y poner trabas a tu trabajo, aún más.
Es cierto, no hay nada malo en lucrarse, y de hecho, de otra forma no habría empresas. El ánimo de lucro es necesario, al igual que cierto grado de ambición. Al fin y el cabo, el empresario espera sacar beneficio de su inversión y su trabajo (si no, no se arriesgaría, y viviría más tranquilo), igual que el trabajador, espera sacar un beneficio por su trabajo. No entiendo la razón de que en este último caso se vea bien, pero en el caso del empresario se piense que es un malvado.
A mí lo que más me pone de los nervios es el maldito aforismo de «El desconocimiento de la ley…» porque en España no sólo significa estar al tanto de toda ley estatal, autonómica, local… tarea hercúlea si no imposible, y además como bien apunta saber que orden interna han recibido ese día los funcionarios que en no pocos casos incluso se opone a lo que dice la ley en la que se sustenta dicha orden.
Pero claro en caso de que no estemos de acuerdo ahí están los tribunales de lo contencioso-administrativo que sirve par lo que sirve.
Se comenta mucho por aquí que hacienda no debería ir a por las pymes porque son «el chocolate del loro» mientras que si investigara a las grandes empresas si recaudaría millones.
Aparte de la cuestión obvia que comenta Miguel A. de que las grandes empresas presentan batalla mientras que las pequeñas no suelen poder hacerlo, no olvidemos que empresas millonarias hay cuatro, mientras que pymes hay montones (cada vez menos, por desgracia). Es un enfoque de escala, se recauda mas con un poco de muchos que con mucho de solo unos pocos.
Como ya ha repetido varias veces Miguel A. si el objetivo de hacienda fuera servir a los ciudadanos investigaría mas a las grades aunque recaudara menos. Como su objetivo es tan solo recaudar el máximo posible, van a por los muchos pequeños, que le salen mucho mas rentables. Ya saben bien lo que hacen ya …
Del mismo modo, mandan a la policía a poner multas, no con objeto de mejorar la circulación, sino meramente para recaudar. El policía me pone multa a mi mientras deja pasar la furgoneta cochambrosa del que va recogiendo chatarra, a la que no se le ve la pegatina de la ITV por ninguna parte, es que a el no le van a sacar un duro, claro, ¿Para que multarlo pues? 😉
Pues sí, básicamente es la idea. Y que conste que no estoy en contra de que la inspección haga su trabajo, ni de que actúe contra quien defraude, sea quién sea. Mi queja son las formas (contravenir por la vía de hecho las garantías básicas ciudadanas e incluso las de la más elemental educación), la total indefensión (fruto de un sistema judicial que ni funciona ni interesa que lo haga) y un sistema tributario absurdo y contraproducente, que incentiva el fraude.
Hay sí, pobre gente.
Te ha faltado comentar el «te lo hago sin IVA?» del taller, o del fontanero o de la contabilidad B que tienen el 90% de los bares de este país.
Aqui los únicos que pagan lo que toca son los asalariados que son unos pringaos y no se pueden escapar de ninguna forma.
Lo que hay que hacer es SIMPLIFICAR todo este berenjenal para que sea factible controlarlo.
Bueno, no me ha faltado. Ya explico la cantidad de trabajo en B que se da. ¿Y te extraña? Y por cierto, entre asalariados también hay mandanga. Todas esas cantidades que se piden en efectivo para que no consten como sueldo y no tener que declararlo… Aquí no se salva nadie.
Además aquí, cuando te ofrecen hacer algo sin IVA, tan responsable es el que paga como el que cobra. Que a mucha gente le viene muy bien que no le cobren ese 21%, y muchos son inocentes asalariados.
Por lo demás, estoy de acuerdo. La única solución para reducir el fraude fiscal (no para acabar completamente con él, porque eso es tan imposible como acabar con lo robos, las peleas o la doble fila) es una modificación total del sistema tributario para simplificarlo considerablemente.
No conozco personalmente el tema de autónomos y PYMES, pero me resulta totalmente creíble. Y puedo aseguraros que en el caso de grandes proyectos, la maraña legislativa actual no es que los dificulte, es que los imposibilita. Si algún día tengo ánimos y tiempo contaré algún caso concreto. Hace 20 años era complejo, pero hoy es directamente imposible montar una gran instalación industrial cumpliendo estrictamente todas las legislaciones locales, autonómicas, nacionales y europeas. La autorización al final es tan «graciable» como si no hubiera ninguna ley, pues en algún momento, más pronto que tarde, si intentas seguir los pasos lógicos te vas a encontrar con una pescadilla que se muerde la cola y te devuelve a la casilla de salida.
Al final, la única manera de romper el círculo vicioso es «convencer» (entienda cada uno lo que quiera en cuanto al método de convencimiento) a uno de los eslabones de la cadena burocrática, conseguir un papel «provisional a falta de…» y desenrrollar la madeja a partir de ahí. Lo dicho, sin ninguna ley y al albur del «criterio» (criterio A ó B) del burrócrata, el resultado es el mismo que con un montón de leyes imposibles.
Pues únele ese problema a la situación de un autónomo, al que lo toman por el pito de un sereno porque no tiene fuerza alguna para negociar. Así es la cosa.
En la Biblia el cobrador de impuestos es figura de oprobio, aunque no pocas veces se le pone como ejemplo de arrepentimiento y vuelta al buen camino.
En nuestro tiempo al considerarlos como algo normal hemos eliminado el incentivo para su arrepentimiento, por lo que queda sólo el incentivo económico y laboral para que nos sigan robando…
En las culturas antiguas tenían más claro la posición de cada uno: Estaba el que trabajaba, el que saqueaba al primero después de degollarlo, y el que con la excusa de proteger del anterior, lo saqueaba igual. Unos cuantos siglos de teoría política justificativa del tema, doscientos años de educación adoctrinatoria obligatoria, y unas pocas décadas de televisión, y la cosa ha quedado un poco más maquillada.
Hola Miguel,
Como hijo de empresaria con 3 bares te doy la razón absolutamente en las descripciones que haces de los inspectores y me parece una locura los métodos y artimañas que, encima de ser legales se practican regularmente para sacarle dinero al autónomo, hay que acabar con esto.
Aun asi creo que se deberían dedicar más esfuerzos en evitar la fuga de capitales, que sé que no es lo mismo, pero si se invirtiera la mitad de esfuerzo que se invierte en joder, porque es joder, a la PyMe en evitar que los grandes bancos y grandes empresas con sus empresas pantalla pagaran impuestos en paraisos fiscales, se aumentaría la recaudación a un nivel inmensamente mayor que actualmente. No hablamos de unos cientos o pocos miles de euros por empresa, hablamos de millones y millones al año evadidos para que una empresa multimillonaria tenga más ceros en sus beneficios de los que no se beneficia ni directa ni indirectamente el trabajador de esa empresa.
Bueno, solo quería matizar la gran diferencia que hay entre PyMe y gran empresa multimillonaria la mayoria de las veces, si no me creen miren los informes de empresas con cuentas en paraisos fiscales.
El tema es que una gran empresa tiene dinero para invertirlo en métodos para pagar menos impuestos, y además, en la mayoría de los casos, esos métodos son absolutamente legales (y está bien que lo sean, ojo). La inspección no se suele meter con ellos porque sabe que tienen dinero y tiempo para luchar, así que es más rentable ir a por el autónomo de infantería.
Vuelvo a decir que la solución es racionalizar el sistema tributario, además de una modificación sustancial en las normas de enjuiciamiento que pusieran a todas las partes en igualdad de condiciones ante la justicia.
El tema es que una empresa grande que factura 1500 millones de euros y gana 45 millones de euros, con todas las ingenierías fiscales que quieras (legales por supuesto), si las quitas es muy posible que se vaya al garete y que la que triunfe sea la empresa que es su competencia y trabaja o declara en Irlanda…
Conclusión: una empresa española menos; 5-15 millones de euros menos de impuestos para el Estado (que pagarás tú, pobre contribuyente); 5.000 puestos de trabajo directos y 15.000 indirectos menos; menos impuestos y más subsidios por estos puestos perdidos; y más impuestos a los que queden.
Es muy bonito decir «que apliquen a las grandes empresas impuestos gordos y que no puedan intentar bajarlos con sistemas legales»… pero es lo mismo que decir «hundamos las grandes empresas españolas que compiten con las extranjeras…»
Cuando se dice “que apliquen a las grandes empresas impuestos gordos y que no puedan intentar bajarlos con sistemas legales”, nos referimos a todas las empresas que operen en España, no sólo a las españolas…
:facepalm:
Con lo cual tendrás una parte importante de inversión que no vendrá a España (más paro y menos ingresos tributarios) y empresas españolas en peores condiciones para competir que perderán mercado, cuando no tendrán que cerrar (más paro y menos ingresos tributarios).
Luego basta con quejarse de lo malos que son los países que tienen menos impuestos y sistemas más racionales, de lo malas que son las empresas que no invierten en España, y de lo malos que son los empresarios que cierran sus empresas.
Suscribo totalmente el articulo. A mi también me ha pasado. No tienes ni para respirar. No puedes pagar las facturas. Llega en inspector y te dice :
tienes tantos metros de local y tienes que facturar tanto. Si firmas en con-
formidad te haré un20% , si no date por jodido. Vamos , un poco más. Co-
mo no dispones de medios para defenderte , dígase DINERO para un asesor , un abogado , acojonado firmas. Te hacen el favor de pagar en plazos , y , si no , consigues un crédito , otro más , y les pagas. Estabas
muerto , y ahora sin resurrección posible.
Y además les da igual. Te han hundido, pero ellos van a seguir cobrando a fin de mes. Y lo peor es que si el paquete te lo meten injustamente, también les trae al fresco. Ya te digo que salvo honrosas excepciones, ellos no están allí para servir al ciudadano, sino para servir a sus propios fines.
Los emprendedores que empiezan con toda la ilusión del mundo, queriendo ser legales, pronto se tropiezan con la realidad y se ven obligados a actuar en contra de su conciencia o morir, no hay otra.
El fraude no es de las empresas, es de la administración que se limita a acaparar recursos y no devolver apenas servicios a cambio como sería su obligación, dando legitimidad al fraude fiscal.
Las nuevas tecnologías van a permitir a las empresas realizar fraudes a gran escala. De hecho cada vez hay mas vías para conseguirlo y cada vez la administración lo va a tener mas difícil, se llegará al punto en que la inspección fiscal se quede inerme ante la imposibilidad de hacer cumplir las sanciones.
De hecho, las nuevas tecnologías no van a propiciar el fraude, sino a poner en manos de todo el mundo herramientas de política fiscal más beneficiosa. Usar las posibilidades que te da la ley para pagar menos no es fraude. Es actuar de forma impecablemente legal. Otra cosa es que luego a Hacienda le fastidie mucho y trate de meter el dedo en el ojo.
Comparto el tono de desidia generalizado de esta entrada del blog, y también opino que estas tácticas fomentan el fraude fiscal, en lugar de lo contrario.
Ahora bien, sigo estando de acuerdo con la frase «si se luchase contra el fraude fiscal, habría dinero para pagar toda la deuda pública». Entonces ustedes me dirán que redundo en una contradicción, pero yo creo que no.
¿Por qué? Porque luchar contra el fraude fiscal, así dicho en modo genérico, debería sobreentenderse que uno se refiere a hacerlo inteligentemente. Ir a buscar la puntilla a las pymes o autónomos tal y como se describe en cada uno de los ejemplos (reales) de esta entrada, es ir a buscar el chocolate del loro, que daría para sufragar (como mucho) el coste de la inspección misma. Lo que hay que hacer para luchar contra el fraude fiscal de forma inteligente es ir a por las grandes empresas que declaran pérdidas en España y desvían todos sus ingresos al extranjero. Punto pelota. Y se acabó el dilema.
El problema de lo que comentas es el siguiente: ¿Cómo estás seguro de cuánto fraude fiscal hay en España? Por definición, es algo oculto y las estimaciones que he visto no pasan de ser ideas felices sobre la base de criterios arbitrarios para su cálculo.
Das por sentado que las grandes empresas defraudan mucho, pero tienes el mismo prejuicio que los inspectores frente a los autónomos. ¿Cómo lo sabes? ¿Las fastidiamos por si acaso?
El caso es que la solución no pasa por torturar a la gente hasta que confiese (la única forma de descubrir el fraude), sino de simplificar el sistema y racionalizar los tributos, para que no salga a cuenta esforzarse por defraudar.
En serio, mucha gente, si fuera algo racional, pagaría y cumpliría a rajatabla porque sería menos trabajo que defraudar. Y ahí incluyo a las malvadas grandes empresas. Si te es más caro evadir impuestos que pagarlos, los pagas y punto.
Lo de luchar inteligentemente contra el fraude, es algo que debiera sobreentenderse, pero usas el mismo argumento que los chavales del 15M: «el problema es que nos gobiernan los malos, por eso deben gobernarnos gente buena y abnegada, y todo estaría solucionado». ¿Quiénes se encargan de luchar contra el fraude? ¿Cuáles son sus incentivos para hacerlo de forma «inteligente»? ¿Hay manera de cambiar esos incentivos, a parte de la total modificación del sistema Administrativo español?
A tu pregunta «¿Cómo estás seguro de cuánto fraude fiscal hay en España?» respondo con un artículo: (estudio de Intermón Oxfam, por El País) http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/05/28/actualidad/1401283571_849761.html
Coincido contigo también en que hay que hacer los trámites más fáciles, para que no salga a cuenta defraudar (pero aunque no mejoráramos en esto, precisamente las grandes empresas son las que tienen pasta de sobra para gastarse en personal de administración que pueda cumplir con la burocracia… pero no, lo que ocurre es que se lo gastan en expertos en ingeniería financiera para eludir impuestos y obligaciones).
Bueno, el enlace que pones refuerza lo que digo: Oxfan opina que hay mucho fraude y que quien más defrauda son las grandes empresas. Así, porque ellos lo dicen. Conozco el informe, y afirman que han usado uno de los muchos métodos de cálculo sobre el tema, pero no pasan de ser criterios arbitrarios basados en presunciones y en analogías más o menos serias. En resumen, que no tienen ni idea. Si hubiera un método fiable, Hacienda lo usaría para cazar.
Es cierto que las grandes empresas tienen dinero para invertirlo en pagar menos. La ventaja que tienen es que en la mayoría de los casos ni siquiera tienen que infringir la ley. Hay opciones para pagar menos, y son absolutamente legales, aunque son caras y no están al alcance de cualquiera.
No hay que confundir la opción fiscal, la aplicación de la ley de una forma más beneficiosa, que el fraude. Y lo que no es de recibo es hacer leyes especiales para perjudicar a unos más que a otros sólo porque no nos caigan bien.
(Respondo a este comentario otra vez porque tu blog no me deja responder al último comentario que has hecho respondiéndome a mí.)
> Bueno, el enlace que pones refuerza lo que digo: Oxfan opina que
>hay mucho fraude y que quien más defrauda son las grandes
>empresas. Así, porque ellos lo dicen. Conozco el informe, y afirman
>que han usado uno de los muchos métodos de cálculo sobre el tema,
>pero no pasan de ser criterios arbitrarios basados en presunciones y
>en analogías más o menos serias. En resumen, que no tienen ni idea.
Oh, o sea que he de elegir de quién fiarme más, de Intermón Oxfam o de un tal Miguel A. Velarde. Déjame que lo piense…
> Si hubiera un método fiable, Hacienda lo usaría para cazar.
No lo usa porque, como tú mismo has dicho, los métodos de la ingeniería financiera tienen la idiosincrasia de encima ser legales.
Por lo tanto «luchar contra el fraude fiscal inteligentemente» en realidad quiere decir «hacer mejores leyes que no dejen resquicios para que las grandes empresas puedan desviar sus capitales a los paraísos fiscales».
>No hay que confundir la opción fiscal, la aplicación de la ley de una >forma más beneficiosa, que el fraude.
Escudarse en una ley para quebrantar otra ley sigue siendo ilegal, se llama «fraude de ley».
>Y lo que no es de recibo es hacer leyes especiales para perjudicar a
>unos más que a otros sólo porque no nos caigan bien.
No es que las empresas grandes nos caigan mal, no tergiverses. Es que son las que más defraudan y por tanto de las que más se podría recaudar si realmente se persiguiesen (en lugar de perseguir al chocolate del loro de Mariano el taxista). Otra cosa es que no te guste que se apliquen este tipo de estrategias (si esto es así, deduzco que tampoco te gusta la fiscalidad progresiva –paga más quien más tiene–, y si sigo en lo cierto, entonces simplemente eres de derechas, simple y llanamente).
Lejos de mi pretender que te fíes de mi antes que de Oxfan. Lo que digo es que tienen la misma idea que yo, es decir, ninguna. La diferencia es que yo sólo hablo de los casos que conozco de primera mano, y ellos parece ser que se dedican a hacer informes en los que aparentan que hablan de cosas sobre las que saben.
Dices que el fraude del taxista es el chocolate del loro. Puede ser. Yo no lo sé. No tengo modo de saberlo (ni Oxfan o tú tampoco). Afirmar una cosa o lo contrario no dejaría de ser una opinión fruto de un prejuicio.
No es buena idea dejarse impresionar por el argumento de autoridad.
Más cosas: No confundas la opción fiscal con el fraude de ley. No es usar una ley para contravenir otra (que por cierto, es un problema del legislador), sino de usar las posibilidades que ofrece una misma norma.
Sobre los paraísos fiscales y lo de los impuestos progresivos, hay mucho y muy interesante escrito en este blog, por gente con muchos más conocimientos de economía de los que pueda tener yo. Tan sólo piensa que en un impuesto proporcional, de tipo único, sigue pagando más el que más tiene.
Y acerca de lo de clasificar a alguien en de derechas (o izquierdas, sea lo que sea que significan) y en base a eso calificar las opiniones de alguien, pues ¿qué quieres que te diga? Tú mismo.
Estimado Velarde
Leyendo los comentarios, lo que me sorprende a día de hoy es que la gente todavía tenga vocación empresarial.
Una de las cosas que rara vez se habla en las tertulias de la «casta», «el trinque» y demás chorradas trasversales es como la hiperinflación de legislación y el mal funcionamiento de una parte de la administración pública cuya eficiencia deja algo más que desear influye en la falta de competitividad del país.
Hola, Drizzt. El tema es que para mucha gente (yo, entre ellos), la alternativa está entre trabajar por cuenta propia o estar condenado al desempleo. Hay sectores en los que no queda otra que lanzar a tus naves a luchar contra los elementos.
Y no se habla de esas cosas porque casi todo el que tiene el discurso de «la casta», la «regeneración democrática» o la «democracia real», lo que quiere realmente es más administración, más burocracia, más poder para el Estado y la desaparición de las garantías del ciudadano. No es que sean mala gente (lo que son es idiotas perdidos), sino que creen que en cuanto «los buenos» gobiernen, lo mejor es darles el poder absoluto, porque como serán «buenos, sabios y justos», todo lo harán en beneficio nuestro.
Esa forma de pensar que describes me pone de muy mal humor. Para mi no hay ninguna diferencia entre el macroempresario y el estado en términos de moralidad y buscar hacer las cosas bien. Si sabe su oficio dará resultados y si no no, bueno, salvando la diferencia de que el macroempresario se irá al guano en algún momento si lleva muchas malas seguidos y el estado no tiene riesgo alguno porque es el dinero del contribuyente.
Vamos, esa obsesión de que una educación o sanidad es buena inherentemente por ser administrada públicamente con respecto a privada es algo que no soporto. La administración pública/privada será tan buena como la gente que trabaje en ella, y punto.
Hola
Es difícil luchar contra ese pensamiento mágico. Lo que es cierto, es que cuando esos «buenos» gobiernan, la corrupción es aún más campante, el despilfarro mayor y las injusticias todavía mayores que en la situación actual.
El macro empresario tiene uno de los problemas gordos del Estado: pierde la conexión con los clientes, debe delegar en personas y si lo hace mal, pierde buena parte de la información necesaria para tomar decisiones. La diferencia, claro, es que el empresario no puede obligar a sus clientes a comprarle, y tiene riesgo de quiebra. El Estado te obliga y va parchando a base de impuestos.
Y es cierto, cuanto más poder, más corrupción. No falla.
Las leyes están hechas pensando en grandes defraudadores con grandes despachos de abogados y si le te pilla a tu gestoría de barrio o a tí como PYME que estas trabajando y no al tanto de las novedades legislativas mensuales que aparecen te atropella como una apisonadora.
Hacienda presuntamente se agarra a cualquier interpretación de su normativa o sentencia de hace años para sancionarte, siempre interpretándolo en tu contra claro, y ya te apañarás recurriendo.
Claro que si recurres pierdes un sinfin de «bonificaciones» que te dan, eso tiene un nombre…
Creo que hacen falta normas de inspección para pymes más limitadas porqué es un abuso.
El caso es que las normas para las inspecciones son bastante estrictas, pero da igual, porque al final se hace lo que les parece. ¿Vas a ir a los tribunales? Encima te dicen que no hay que ser restictivos en su interpretación, porque Hacienda trabaja en pro del interés común. Que digo yo que debe de ser estupendo vivir en el país de las maravillas entre arcoiris y unicornios rosa.
Y sí, lo usual es la extorsión pura y dura.
en mi experiencia profesional he trabajado para varias empresas en las que he constatado la prepotencia de los inspectores. Algunas de ellas llegaron a la conclusión de que debían cometer adrede pequeños errores y dejar que el inspector les pillara para pasar luego a una fase de discusión sobre la sanción que les tocaba, cosa que les llevaba varios días, aceptaban una pequeña multa y así el inspector estaba satisfecho y se iba con el deber cumplido. Por supuesto, lo que la empresa no le mostraba era mucho mayor que la sanción impuesta.
En una de ellas se olvidaron los libros de la segunda contabilidad en una sala de reuniones, llegó el inspector y les echó un vistazo, acto seguido el gerente fue a hablar con él y le pareció que le estaba pidiendo una pequeña propina por lo que le preparó un sobre que le dejó sobre la mesa. Siguieron discutiendo acerca de pequeños detalles y acordaron una multa mínima. La sorpresa fue cuando el inspector se despidió sin ver el sobre ni decir nada de los libros alternativos. Con eso ya había cumplido y no había sabido diferenciar la contabilidad B de la oficial.
Esas cosasque cuentas ya son más graves. Es cierto que se dejan a drede pequeños incumplimientos a modo de cebo, porque los inspectores, en cuanto descubren algo suelen quedarse ahí. ¿Para qué trabajar más si ya tienen la multa y han cubierto el expediente y el objetivo?
Lo de los sobres es ya un delito y es tremendamente peligroso.
No es delito que yo deje un sobre con dinero en la mesa de la sala de reuniones de mi empresa…
Si el inspector lo coje y se lo guarda el delito será de robo (o apropiación indebida… no sé cuál, ya que no soy abogado) por parte del mismo.
Si luego el mismo hace una inspección light, puede ser un error o no, en cuyo caso además sería otro delito.
Si yo no me doy cuenta de que me falta ese sobre que dejé en mi mesa de reuniones ¿de qué se me acusa? ¿de despistado?
Sólo sería delito si el funcionario dice algo en plan «¿esto es para mí? ¿para que hagamos la vista gorda?» y yo dijera que sí.
La duda es si el inspector lo vió y pensó «esto es un intento de soborno; si pregunto dirá que no, que es suyo y que porqué lo he mirado; si lo cojo y me callo me meto en un lío, me tiene en sus manos y me puede denunciar por cojer un dinero que no es mío… quizás sea mejor ponerle una multa pequeñita como la que le hubiera puesto si no hubiera visto nada que no debo mirar y aquí no ha pasado nada, quedo como que no me he dado cuenta…»
Voy a compartir esta noticia. Ya con 20 años he dado por muerto cualquier iniciativa de forma legal que me hubiera gustado emprender. Al leer creo que hice bien en abandonarlas, las cosas no están como para arriesgar sabiendo que tarde o temprano te puede caer una buena, si encima te paras a analizar los beneficios que vas a obtener teniendo que competir con grandes entidades va a ser la cantidad justa de beneficios para ganarte un dinero y sobrevivir. Realmente no merece la pena… Una pena que la gente legal tenga que sufrir con esto y se vean obligadas a arriesgar en negro, para poder almenos ver como funcionaría tu plan de negocio, ya que de la forma legal, lo unico que vas a conseguir es hechar un ALL-IN al poco dinero que tengas para invertir.
Es una lástima, por supuesto. El tema es que sí se puede competir con grandes entidades. Es cuestión de buscar tu nicho de negocio. Y si al final no se puede, pues nada, mala suerte. Lo que cabrea es tener que vértelas y luchar contra la Administración y sus agentes. Gente que no aporta absolutamente nada y cuya única misión en la vida es fastidiar.
Sí, sé que eso no es así en teoría, pero en la práctica la Administración n o está al servicio del ciudadano, sino al contrario. Son organizaciones con sus propios fines.
¿Cual es la diferencia entre un ladrón y el presidente del gobierno?
Que el ladrón te elige a ti mientras que al presidente lo eliges tu 😉
Muy cierto el artículo, tengo dos casos próximos, uno de ellos con negociación final como la que describes, pero el otro es un ejemplo de resistencia. Un taller de neumáticos, empleados: el dueño y su mujer. Se negaron a dejarse intimidar, se pasaron un año sin dormir pasando las noches repasando todas las facturas de no se cuanto tiempo, pero finalmente consiguieron ganar. El coste emocional para ellos fue altísimo eso si y por supuesto nadie les resarció por ello. Ni un «Perdone usted, no equivocamos». Mas bien fue del tipo «La próxima vez no tendrán tanta suerte».
Ese matrimonio se acaban de convertir en mis héroes.
Jajaj, eres un fenómeno. Nunca defraudas.
Gracias, pero ya te digo que no tengo demasiado mérito. Sólo me he dedicado a contar las cosas que me ocurren y desahogarme un poco…
¿Cómo un abogado se queja de exceso de leyes? ¿No son las leyes lo que les da de comer?
Realmente no. Nos da de comer defender los intereses de los ciudadanos que los sienten atacados injustamente. Y eso se puede hacer igual con muchas leyes que con pocas.
La diferencia en España es que esas muchas leyes no sólo son de una calidad cuestionable, sino que además están ideadas para que una parte de la ecuación (la Administración) pueda pisotear impunemente a otra (el ciudadano).
En otro escenario mejor, yo tendría el mismo trabajo, o más, porque mis clientes potenciales tendrían más dinero para dedicarlo a defender sus intereses, y sobre todo alguna esperanza en que, de arriesgar ese dinero, puedan obtener justicia.
En cualquier caso, todo el mundo sabe que la diferencia entre un abogado y un cuervo es que uno es un bicho carroñero y oscuro, que ataca a sus víctimas indefensas e inocentes arrancándoles los ojos, y otro es un pájaro negro 🙂
Yo he de decir que entre mis héroes personales se encuentran algunos familiares y amigos que han tenido las santas narices de montar y mantener negocios propios o ser autónomos. Mi respeto hacia ellos se incrementa cada vez que hablo con alguno y me entero de hasta que punto les tienen fritos a impuestos, inspecciones (alguno me ha contado alguna historia similar a las del artículo) y demás exigencias absurdas de las muchas administraciones que tenemos.
Estoy haciendo un pequeño experimento que desde aquí recomiendo a todo el mundo. Estoy sumando todos los meses lo que pago en impuestos para saber a final de año el total que he pagado «voluntariamente». Creo que es un buen ejercicio porque pienso que la gente no es consciente de cuanto paga en realidad. Es lo que sucede con los créditos: al pagar a plazos parece que no pagas tanto, pero si sumas todas las cuotas te das cuenta de que puedes llegar a pagar hasta el doble de lo que te han prestado.
A mi, de momento y con solo medio año sumado, la cifra ya me da escalofríos.
Un experimento muy interesante. Creo que me pondré también a ello. De todas formas, no olvides esos impuestos escondidos, como los especiales sobre los hidrocarburos, el tabaco y el alcohol. O el IVA, el IBI, el de circulación de vehículos a motor…
Ya tengo en cuenta esos impuestos. El IVA lo apunto para casi todo lo que compro (aunque en ocasiones y para compras pequeñas se me olvida). En cuanto al de hidrocarburos, suelo repostar siempre en la misma gasolinera, propiedad de uno de esos amigos emprendedores que tengo (impresionante su testimonio sobre los trámites que le fuerzan a realizar de forma ya no trimestral, sino semanal) que me proporciona la cantidad aproximada en impuestos que me cobra (se acerca mucho al 50% del precio final, por si alguien quiere realizar sus propios cálculos).
Yo, cuando por cualquier motivo debo viajar más al sur, lleno el depósito en Gibraltar (excepto cuando las colas son excesivas). ¡Vivan los paraisos fiscales!
En la inspección que me tocó a mi, tras demostrar en dos escritos que no había hecho absolutamente nada mal, el inspector me explicó que la multa no me la quitaba, que podía ir a juicio y que lo ganaría con toda seguridad en unos diez años. Pero que los costes del pleito, casualmente, iban a ser aproximadamente los de la sanción (por no evaluar desplazamientos y pérdidas de tiempo). Y dado que aunque ganara no tendría derecho a reintegro de las costas, que yo mismo… En otras palabras, me dijo que me iba a robar de una manera u otra, pero que me iba a robar. Y me robó.
Casos como los que expones en el artículo también los he visto en otros ámbitos: la policía que no para a las motos que ve de conductores a los que no hay nada que embargarles, los inspectores que ni se acercan a los cochambrosos barcos de pabellones que si les salta alguna multa el armador lo abandona en el muelle como pago… Eso sí, a ti con tu coche te miran hasta si llevas gafas de repuesto aunque te hayas operado de la vista y a los buques de empresas mínimamente serias se les multa hasta por no tener las pegatinas donde el funcionario estime subjetivamente que irían mejor. Y como en el artículo, nada de esto es inventado…
Lo fundamental en este asunto es, precisamente eso que apuntas: que no existe en este país justicia. Entendiendo como tal, la posibilidad de que un órgano imparcial resuelva y resarza los daños causados a quien no era responsable.
Como dices, si recurres al Contencioso-Administrativo, tendrás suerte si el asunto se resuelve antes de 10 años, y luego, la Administración (a la que le sale gratis) recurrirá por sistema, así que échale unos añitos más. Y luego, la ejecución, porque no te van a pagar por las buenas (como les sigue saliendo gratis…).
Al ciudadano, en cambio, además del tiempo y los disgustos, le cuesta el dinero del abogado y del procurador, además de los honorarios de otros profesionales si quiere (por ejemplo) aportar prueba pericial. A eso hay que sumarle las tasas judiciales (pensadas para desincentivar más el que se proteste las decisiones de los amos y señores).
Y a la Administración jamás se la condenará en costas, y está exenta de tasas. Y aún en el caso excepcional en que procediera algún tipo de responsabilidad pecuniaria, ésta nunca se repercute al funcionario o autoridad responsable, de modo que incluso eso lo sigue pagando el ciudadano con sus impuestos.
El mismo caso. Ellos calculan mas o menos cuanto te pueden sacar y literalmente te la clavan, y claro, acabas pagando para olvidarte de este robo legal. Si vas a juicio pagaras mas o menos lo mismo pero estarás viviendo con esta historia por años. Ellos hacen la ley y hacen la trampa, lo tienen bien preparado.
Es así. El caso es que, salvo el tema de las tasas, que obviamente son un desincentivo para litigar y una forma de hacerte doblar la cerviz, ni siquiera creo que exista una gran conspiración. Se aprovechan del desastroso estado de la justicia. La propia Administración se comporta como un vulgar defraudador, aprovechándose de los defectos del sistema para fastidiar todo lo posible al ciudadano.
A mí también me ha encantado.
Y yo tengo dos experiencias propias:
En este momento, he puesto una demanda en el Tribunal Contencioso Administrativo, porque a mi inspectora local no le gustó una desgravación que me hice por mantenimiento o ampliación de empleo, a pesar de que fue la propia Hacienda central, la que me asesoró sobre como lo tenía que hacer. Porque mi inspectora local decía que ese año yo no había tenido prácticamente ganancias, y que además, había seguido con mi ritmo de inversiones en el negocio. Y que por tanto no tenía derecho a nada.
Sin tener en cuenta que en mi negocio, si no mantienes perfectamente el patrimonio, no consigues alquilar, y se va todo al garete.
Y otra, más antigua, de hace como quince años,: En esa época teníamos un administrador ( ahora lo hacemos todo nosotros, en nuestro despacho ), y había pagado el IVA de todo, pero en vez de como IVA, como gasto. Le demostramos al inspector ( esa vez en Guzmán el Bueno ), y tras llevarle todas las facturas de los últimos cuatro años, que sí habíamos pagado a Hacienda, aunque parte del pago, en el casillero equivocado.
Pues nos puso la sanción a pesar de todo,y nos aconsejó que reclamásemos a la propia Hacienda ( pero en un departamento distinto del suyo ) para que nos devolvieran lo que habíamos pagado de más.
Y luego, haciéndose el encantador, nos preguntó como era posible que hiciéramos tantas obras y que nos saliera rentable. Que nos iría mucho mejor vendiendo todo, y metiendo el dinero en un Fondo de Inversión…
Si no llega a ser de Hacienda, le hubiera soltado cuatro frescas.
Ya te digo. Experiencias así hay a montones. Para empezar, y salvo honrosísimas excepciones, los funcionarios de Hacienda (y especialmente los inspectores) no suelen tener ni puñetera idea de lo que es una empresa. De hecho, aunque se hagan una idea, da igual, porque funcionan a base de «lo que se hace siempre» y de «es que tengo una orden interna de que se haga así». De modo que es inútil discutir con ellos sobre estas cosas.
Y además, como tú mismo has dicho, hacerlo todo correcto, que el resultado sea el mismo, pero equivocarse en un casillero, es motivo de sanción. Alguien con una mínima capacidad de raciocinio podría pensar que lo lógico es que hubieran exigido una mera rectificación de la declaración, dado que el resultado, seguramente, sería el mismo. Pero no porque en realidad, las obligaciones formales son una excusa más para poder pillar a la gente y cobrarles una sanción.
Y encima se permiten el lujo de dar consejos… Es cierto, a mi también me han dado ganas muchas veces de soltarles, no ya cuatro frescas, sino al menos un bofetón.
Estimado Velarde
Al final, el incentivo es trabajar en B. Y el problema, una vez más, es que uno tiende a pensar que ciertas partes de la administración española no están para facilitar la creación de riqueza, de la cual luego puedes recaudar, sino está directamente para zancadillerarla y luego quejarse de que no se recauda. ¿Cómo se va a recaudar si lo que haces, precisamente es evitar que la riqueza se cree?
Ese es el tema. El caso es que Hacienda, la gente que allí trabaja y la que elabora las normas han perdido absolutamente la perspectiva de para qué están allí y para qué sirven. Como es difícil luchar contra el fraude (que ellos suponen grande, porque es innato a toda labor inspectora generar cierto grado de paranoia), se carga al administrado con más y más obligaciones formales, que lo que hacen es aumentar el número de cosas que hay que revisar, es decir, la carga de trabajo de la Administración. Así que se vuelven a imponer nuevas obligaciones, que redundan en más trabajo…
El resultado es que el ciudadano termina con una cantidad ingente de papeleo, que le impide dedicar ese tiempo a su trabajo, y que aumenta sus posibilidades de ser sancionado (a más burocracia, más posibilidades de rellenar algo mal, aunque sean los absurdos y delirantes datos con «fines estadísticos» y demás estupideces).
Y como el aumento de la burocracia además aumenta el trabajo de Hacienda, y genera una cantidad de información inútil e imposible de gestionar, las inspecciones se vuelven más impersonales e inquisitoriales.
A eso únale la tradicional mentalidad de ciertos funcionarios, de que el ciudadano de a pie está allí sólo por fastidiar, y que él sólo tiene que rellenar el horario y largarse a casa, que para eso le pagan poco (según su criterio); y una política desastrosa de incentivos, que se fija en el número de expedientes resueltos con cobro, sin pararse a ver la calidad de esas resoluciones, y el desastre es completo.
Quizás la cosa cambiaría mucho si los tribunales condenasen a la Administración en costas, al pago de intereses y a resarcir los daños causados al administrado, y que luego la Administración repercutiera ese gasto en el funcionario que dictó resoluciones sin la conveniente justificación, o directamente arbitrarias.
Mientras tanto, los incentivos para ciertos sectores apuntan a que es infinitamente mejor trabajar en B.
Gran artículo.
Me ha encantado.
Y me tenéis que perdonar pero yo sí que estoy en el grupo de los que piensan que Estado = malo; Impuestos = malo.
Sin paliativos.
Gracias. No tengo mucho mérito. Tan sólo recopilar experiencias.
El asunto de los impuestos, su legitimidad y su oportunidad, es una vieja polémica liberal que personalmente considero muy interesante. Aunque no era mi intención entrar en ella con éste artículo. Independientemente de eso, lo cierto es que un nivel de impuestos que la mayoría considerase «aceptable» (con la dificultad de saber qué cantidad es esa) y sobre todo, con unas obligaciones formales mínimas, desde luego muy inferiores al delirante sistema español, haría que el fraude se redujera bastante.
Por supuesto, estoy de acuerdo contigo: en un país en el que el dinero no sólo se despilfarra, sino que se «distrae» a manos llenas, el no pagar es una opción moral. Casi una obligación ciudadana. Y mucho más considerando que esforzarte por cumplir con todas las obligaciones no te va a librar, llegado el caso, de disgustos.
Con ello no estoy haciendo apología del fraude. Yo soy todo lo cumplidor que puedo, porque estoy en una profesión que Hacienda considera «grupo de riesgo», y vivo continuamente bajo la espada de Damocles, esperando la inspección en cualquier momento. Aún así, te aseguro que desde un punto de vista anímico, cada vez que le doy al botón de enviar la declaración, no encuentro diferencia a ser atracado a punta de navaja en un callejón (bueno, sí, al atracador puedo decidir arriesgarme y darle una somanta de palos en lugar de la cartera).
Muy bien contado, gracias.
Yo no he sido nunca de la idea de que los impuestos, por sí mismos, sean «un robo». Ni de que impuestos muy bajos (mucho más bajos de lo que es usa en Europa) tengan necesariamente que crear un país o una sociedad más «vivible». Hay miles de casos, y todos tienen sus cosas. Quiero decir que no parto del fundamento (¿fundamentalismo?) anarco-liberal de que impuestos = malo; estado = malo. A veces sí; a veces no.
Pero en un país de ladrones, donde ladrón es -del rey, para abajo- *todos*, empezando por el partido del gobierno, y siguiendo por el de la oposición, fraude fiscal significa menos dinero en el bolsillo de los ladrones del dinero público. O sea, una disminución del sistema de latrocinio masivo que tenemos montado tan alegremente. Normalmente, eso debería de considerarse una opción moral. Lo mismo que el asesinato del tirano. Y yo creo que el ambiente es ese. Aunque no se dice, porque queda mal.
Ejemplos tenemos todos los días. En USA le acaban de condenar a un ex alcalde de Nueva Orelans, 10 años de cárcel, por cobrar bajo mano en los contratos de reconstrucción de la ciudad tras el Katrina. 500.000 US$. 368.000 € al cambio de hoy. El fiscal pedía 30 años. La noticia ha dado la vuelta al mundo. En España, por esa cantidad, ni siquiera sale en los periódicos. Y de cárcel … yo creo que les da la risa floja.