Previsiones empresariales y percepción de la ciudadanía

Una de las consecuencias de nuestra nefasta cultura empresarial y laboral en España es que el ciudadano medio no sabe cómo funciona una empresa. Con ello no me refiero que la gente desconozca que es un balance, una cuenta de resultados, la diferencia entre costos y gastos, el concepto de amortización, el de principal, el de interés y demás tecnicismos contables, que desde luego, sino a los mecanismos más básicos de su funcionamiento.

Más allá de aquello a lo que obligue la leya decir en el objeto de la fundación, el objetivo de cualquier empresa es tener beneficios. Ni dar un servicio a la sociedad, ni contribuir a la mejora de un concepto infalsable ni demás zarandajas. Tener beneficios. Punto. No se deprima, si usted está muy preocupado por esas zarandajas y conceptos infalsables, sólo tiene que hacer una cosa, ver si la empresa tiene beneficios. A fin de cuentas, el beneficio es la señal que necesita el empresario para saber que está dando a la sociedad un bien o servicio que la sociedad realmente demanda (sea ropa, comida, agua, casas, transportes rápidos, electricidad, comunicación, jeringuillas para diabéticos, libros o cualquier otra cosa -contribuyendo así al derecho a la salud, a la alimentación, al transporte, a la vivienda, a la educación, a la sanidad y a cualquier otra cosa que se le ocurra-).

Sintetizando de forma absolutamente sucinta e intuitiva y admitiendo todas las posibilidades imaginables, podemos establecer los siguientes niveles (posibilidades) en función de los ingresos obtenidos gracias a tus servicios prestados:

  1. Ganas dinero suficiente a para repartir dividendos, ampliar reservas y hacer inversiones que amplien el negocio.
  2. Ganas dinero suficiente para repartir dividendos suficientes que compensen la inversión y hacer reservas.
  3. Ganas dinero suficiente para hacer reservas pero no lo suficiente para repartir un dividendo que compense la inversión.
  4. Haces reservas con los beneficios obtenidos, sin dividendos.
  5. Vives al día.
  6. Tienes pérdidas que puedes compensar con reservas de años anteriores.
  7. Tienese pérdidas que puedes compensar pidiendo un crédito a un banco o haciendo un aumento en el capital (lo cual supone tener nuevos accionistas o poner el dinero de tu bolsillo).
  8. Ley concursal.
  9. Liquidación y cierre.

Qué sucede cuando una empresa no tiene beneficios? Que lo que tiene una empresa son pérdidas. Es decir, que los costes que le suponen al empresario mantener en funcionamiento su empresa son mayores que los ingresos obtenidos, al punto de tener que no poder pagar las obligaciones a las que el empresario se ha comprometido. En una sociedad libre, dicha empresa o hace un ajuste severo en su organización y sobrevive o despide a todos sus trabajadores, liquida sus bienes, devuelve lo que puede a sus proveedores y cierra. En España dicha situación está regulada por una Ley, la Ley Concursal, que con más frecuencia de la deseada se utiliza para retrasar el pago a proveedores. El empresario tiene en España dos meses para avisar de que puede incurrir en esta situación. Dos meses que dan para muy poco tiempo más que para hacer un ERE y poco más antes de que el empresario sea supervisado por la Justicia.

Pasar de tener beneficios a pérdidas es muy fácil. Basta con tener un mes malo. O que tu principal cliente se venga abajo. O que la gente hable mal de ti. O que exista una burbuja en tu sector. O que se seque el crédito. O una subida en los precios de tus proveedores que no puedas compensar. O contratar al trabajador equivocado. O tener un accidente en el que se rompan bienes importantes. O que alguien sea mejor que tú. O que el Estado no cumpla con sus compromisos. Hay mil razones. Frente a este argumento se replica que el concepto de previsión es difícilmente falsable y que, por tanto, no se puede establecer objetivamente un criterio a través del cual pueda protegerse al trabajador. Lo que sí es observable es el 80% de las nuevas empresas cerradas en menos de 5 años.

Tristemente, lo más rápido es despedir. Sin duda que las mejoras en la gestión y la compra de nueva maquinaria pueden ayudar, pero lo que más rápidamente funciona es hacer más cosas con menos gente. O al menos que menos gente haga las mismas cosas que se hacían antes. De ahí que se despida. Razones? Más de la mitad de las empresas despiden por tener pérdidas. El resto de las empresas despiden por motivos razonables:

8%, disminución de ingresos o de ventas, sin llegar a tener pérdidas.

– 0,3%, previsión de pérdidas en el futuro.

– 12,2%, causas organizativas.

– 12%, razones de producción.

– 1% en razones técnicas.

– 0,7%, por fuerza mayor.

– 13,6%, en otro tipo de razones.

Qué ocurre cuando una empresa sí tiene beneficios? Pues que puede ahorrarlo para inversiones futuras o puede repartir dividendos entre sus socios, accionistas, participantes o cualquier otra fórmula jurídica que se reconozca para el caso, en función de las acciones o participaciones que tenga cada uno. Cuando pensamos en una empresa, generalmente pensamos en una gran empresa: Cocacola, Carrefour, El Corte Inglés, Microsoft, Volkswagen, Indra, cualquiera del IBEX 35, etc. Pero la inmensa mayoría de las empresas son micro empresas, pequeñas y medianas (más del 80%), y suele ser un grupo de amigos que ha puesto 10.000 euros cada uno, y normalmente para emplearse ellos mismos (a veces, contratan a un par de currelas, pero poco más). Otros pueden emplear mayores cantidades de dinero, siendo el riesgo mayor. Otros pueden hipotecar su casa, o pedirle un préstamo al banco.

Usted puede pensar que con dicha aportación, relativamente pequeña, uno puede ganar mucho dinero. Lo que no le han dicho es que el 80% de las PYMES en España viven un máximo de 5 años, y el 90% restante no llega a 10 (cuyo proceso es: despedir a todos los trabajadores, liquidar los activos, pagar proveedores (incluyendo impuestos, salarios atrasados y demás) y cerrar, a ver cuánto queda de esos 10.000 euros y si te compensa). Tener un negocio es muy duro, y puedes darte con un canto en los dientes si algún día recibes un dividendo que supere el interés de prestárselo tú a un banco o que sobreviva más que la media europea (12,5 años). Hay muchísimos casos de personas que, al hipotecar su casa y tener que cerrar el negocio, han perdido el negocio y la casa. Y aquí, por cierto, no hablo de la elefantiásica burocracia con la que uno tiene que lidiar en términos de tiempo, dinero y energía (hay casos en los que la empresa ha cerrado antes de tener todos los documentos necesarios para la apertura que debe conceder la Administración).

Quien toma las decisiones en la empresa es el gerente, pero dicho gerente (director de la empresa, etc.) responde ante los accionistas de la empresa, es decir, la gente que ha puesto el dinero. Y si este gerente no cumple con las expectativas de los accionistas, éstos, en tanto que son quienes le ponen al frente del negocio y quienes tienen la potestad para despedirle.

De ahí la importancia de que sea fácil hacer todos los ajustes necesarios en la empresa no en función «de los beneficios», sino de las previsiones de negocio. Son estas previsiones las que permiten hacer los cambios necesarios que salven el dinero de los accionistas, las empresas y los empleos de los trabajadores.

Es en este punto donde se refleja la discrepancia entre la «Realidad Empresarial», detallada anteriormente, y la «Expectativa del Ciudadano Medio», que parte de sus miedos personales, prejuicios ideológicos e ignorancia por no haber estudiado en detalle el tema. Mientras el ciudadano medio cree que «las empresas no deberían despedir mientras tuviesen beneficios», o al menos castigarlo de modo severo (Nivel 4, que es lo que se ajusta al concepto económico de «beneficio», muchos proponen el Nivel 5), la realidad empresarial, es decir, quienes toman las decisiones que hacen que les mantengan en el negocio como responsanbles del dinero de los inversores, tienen que estar al menos el Nivel 2.

Cuando el ciudadano medio, los sindicatos, los medios de comunicación y los políticos se escandalizan porque las empresas despiden con beneficios y hacen leyes que responden a sus circunstancias, estan ignorando el escaso tiempo que tienen los empresarios y accionistas de recuperar su inversión: 5 años en un 80% de los casos desde que el negocio realmente entra en funcionamiento (datos de 2010). Es decir, la velocidad de adaptación a las circunstancias de una empresa debe ser altísima si no se quiere cerrar. Tristemente tengo la impresión de que el 90% de las empresas reales viven bajo la idea que tienen los ciudadanos del 10% de empresas restante.

Históricamente, el resultado que ha tenido la medida del despido ha sido que los trabajadores (en la mayoría de los casos insuficientemente cualificados para hacer otra cosa que no sea lo que hacían antes) busquen protegerse a través de las leyes que aumentaban los costos de las empresas, sea en los despidos a los trabajadores, sea en tiempo perdido sin adoptar medidas mejores a medio y largo plazo. Y las consecuencias de esas protecciones ha sido que, en primer lugar, más empresas han cerrado y que, en consecuencia, más gente ha sido despedida (concretamente, el 100% de la plantilla de cada empresa que ha cerrado); y que en segundo lugar, los inversores no han podido compensar las pérdidas que les ha supuesto invertir en esos negocios.

Pretender, como mucha gente quiere, que únicamente sean válidas las pérdidas como motivo de despido es impedir la adaptación de las empresas a corto, medio y largo plazo. Pero, a juzgar por la voluntad de la gente, no hay muchas ganas de cambiar sino todo lo contrario.

Burrhus el elefante neocon
Burrhus el elefante neocon

Manolo Millón.
Licenciado en Psicología.
Máster en Dirección de Recursos Humanos.
De vuelta cuasiobligada en Málaga

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5 comentarios

  1. Veamos qué ofrecen ustedes:

    Los trabajadores occidentales deben de perder derechos y sueldos (o sea, deben empobrecerse) para que las empresas puedan competir con las de las economías emergentes.

    Los trabajadores de economías emergentes no deben exigir más derechos ni mayores sueldos (deben seguir pobres) para que sus empresas puedan competir con las de las economías occidentales.

    Resultado: pobreza para todos los trabajadores sean de donde sean.

    Oigan, esto da asco. Al final es como el comunismo: repartiendo pobreza a todos, menos a los cuatro de siempre.

  2. Muy interesante. A mi humilde opinión hay que dinamizar muchas economias europeas sí o sí y es una realidad si queremos bajar el nivel del paro y quedar relevante a nivel mundial. Soy ciudano medio y de la izquierda-centro (New Labour / Democrata) y creo que para ser más igualitario hay que generar más ingresos a nivel macroeconomia para repartirlos mejor. Y por eso hay que crear mucho más empresas nuevas, promover más emprendedores y facilitar mucho más la creación de nuevas contrataciones es decir trabajar mucho más el lado oferta de la economía.

  3. Otro de los daños colaterales del rechazo popular al «despido libre», es que se fomenta la permanencia en una misma empresa cuanto más años mejor con el fin de acumular «derechos» (cuantía de la indemnización por despido).

    Por eso hoy nos encontramos con trabajadores, sin o con escasa cualificación, que han trabajado 20 años en la misma empresa, y cuando el trabajador pierde su empleo y se ve en la calle, resulta ser laboralmente inútil que no tiene conocimientos o habilidades más allá que los relativos a un puesto muy concreto. En un mercado laboral muy rígido en el que hay mucho recelo para contratar, estas personas son incapaces de volver a encontrar un empleo, y por eso existe la percepción de que se debe proteger a los trabajadores de esa situación (que no se les pueda despedir, y si se les despide, salgan con los bolsillos llenos para compensar esa situación de desamparo). Y ahí nos vemos en un círculo vicioso.

    La gente debería comprender que el hecho de facilitar la apertura de puertas de salida, también abre más puertas de entrada. Se percibe como algo negativo el hecho de cambiar con cierta frecuencia de puesto de trabajo, lo cual se asocia a «precariedad». Pero el hecho de pasar por varios puestos de trabajo, favorece la experiencia y la capacidad de los trabajadores y los convierte en más productivos, lo que debe mejorar las probabilidades de encontrar empleos mejores en el futuro.

    • Me he centrado en la cultura empresarial y en la diferencia de percepciones entre gestores y ciudadanos, pero hay muchas más aristas. La que comentas, la de los trabajadores, es una de ellas. Dos de los elementos que normalmente no se tocan son los de formación y reciclaje. Mucha gente ha creído que podía trabajar durante toda su vida en la misma empresa, sin ninguna necesidad de aprender. Esta idea ha muerto, y no queremos enterarnos. Más aún, dado la corta esperanza de vida de muchas empresas, tampoco los trabajadores tienen tiempo para aprender el trabajo y mejorar. Tampoco sabemos en qué consiste el reciclaje, es decir, el cambio completo de rama profesional. Y más aún, siguen existiendo demasiadas dificultades en la inserción de los estudiantes a la empresa (no hablo ya de la barrera de la edad). No sólo tenemos desfasada la legislación laboral, también tenemos desfasada nuestra cultura laboral.

    • Estuve en una empresa en la que la mitad de la plantilla está en esa clase de situación, como quiebre la mayoría no encuentran nada nunca más… Están estancados y profesionalmente podridos.

      Yo he pasado ya por varias empresas, y gracias a ello me he granjeado un sueldo saludable y he aprendido un poco de todo y visto un poco de todo y me parece una parte importante del desarrollo profesional en el mundo del trabajo.

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