La principal academia de geofísicos de Australia ha sido incapaz de publicar una declaración conjunta sobre “cambio climático”. Según su presidente, había demasiada división y demasiada pasión entre sus miembros, y ha resultado imposible. Han estado dos años intentándolo.
En realidad, en 2009 tenían una declaración. Muy alarmista. La había sacado -como es costumbre- la dirección de la GSA (Geophysical Society of Asutralia). Pero una parte muy grande de sus miembros se enfadaron muchísimo, y obligaron a hacer una corrección. Fue en 2012. La declaracion corregida (2012) decía:
La evidencia geológica demuestra claramente que el sistema climático de la tierra es inherente y naturalmente cambiante en escalas de tiempo que van desde décadas hasta millones de años.
Independientemente de si el clima cambia por causas naturales o antropogénicas, o por una combinación de ambas, la sociedad se beneficiará si sabe qué esperar en el futuro, y de panear cómo responder mejor.
La GSA no hace predicciones o recomendaciones de política pública de acción respecto del clima, más allá del consejo generalmente aceptado de la necesidad de preparaciones prudentes para responder a los peligros potenciales, incluido el cambio climático.
Pero esta vez eran los alarmistas los enfadados. Y forzaron que se acordara otra declaración que les gustara más. ¿Resultado? Es imposible. La división es demasiado grande.
Estaría bien pensar cómo se puede conjugar la historia esa de que hay un 97% de “consenso” entre los científicos acreca del calentamiento global, con esta noticia de que les resulta imposible ponerse de acuerdo.
En realidad es muy fácil. Solo hay tres salidas:
1. Los australianos son extraterrestres.
2. El consenso del 97% no tiene nada que ver con el consenso que se buscaba en Australia.
3. La ciencia del calentamiento global es tan tan especial, que los miembros de una rama científica muy cercana (geofísicos) y relacionada (montón de datos comunes) son absolutamente incapaces de juzgar cómo lo están haciendo sus primos (calentólogos).
Las soluciones 1 y 3 se basan en asumir que una gente o un conocimiento son diferentes de todos los demás conocidos. Teniendo en cuenta que los autralianos ni tienen pinta rara, ni hacen cosas muy distantas del resto de la humanidad, la opción 1 parece poco probable. Y teniendo en cuenta que en climatología usan una física conocida desde hace más de 100 años, y juegan con una teoría que en su forma más moderna es de hace 78 años, la solución 3 parece igualmente poco probable.
La solución 2 se encuentra perfectamente visible para comprobarla en los trabajos (payasadas) del 97% de consenso. El consenso alegado del 97% no dice nada de interés, ni que pueda conducir a decisión política alguna. Hay un calentamiento, y parte del mismo, o al menos la mitad, es antropogénico. ¿Y bien; eso es bueno o es malo? La mitad de un calentamiento pequeño es un calentamiento muy pequeño.
Pero cuando la academia de geofísicos de Austalia quiere hacer una proclamación pomposa (el CO2 es un peligro) que lleve a decisiones políticas, entonces no hay consenso. Hay una división feroz de los científicos de la GSA, que se rebotan con la cúpula de su burocracia, y les impiden hacer una declaración.
¿Y a eso, le llamamos consenso, o le llamamos no-consenso? Le llamamos idiotez. Sí hay consenso en lo que no importa. Un calentamiento muy pequeño por motivo antropogénico. No hay consenso en lo que nos importa. Si eso es malo, o es bueno; o si se sabe algo.
Ahora ya entendemos el famoso consenso. Es perfectamente irrelevante, porque no dice nada. Y este tuit de abajo es una mentira de Obama. Los listos hicieron un estudio sobre un consenso irrelevante para que saliera un 97%, y luego lo usan para decir que el consenso dice lo que no dice.
Actualización (05/06 – 07:30):
Además de que ese estudio (ejem) del que sale el famoso 97% de consenso de Obama no dice nada, porque un calentamiento sin cuantificar es como una cerveza sin alcohol (siempre llevan algo), resulta que también está mal hecho y es científicamente inválido.
En realidad basta con echarle un vistazo para darse cuenta de que es una broma sin significado. Por ejemplo, la definición de consenso es variable, y usa el concepto de “consenso implícito” para sumar a la causa. O sea, consenso no expresado, pero que nosotros -avispados lectores- deducimos. Y la inmensa mayoría de los trabajos analizados no son estudios sobre las materias del consenso. Vaya, que produce vergüenza ajena. Pero ahora resulta que también está mal la matemática y la estadística que emplea para llegar al 97%. Se acaba de publicar un trabajo del Richard Tol (@RichardTol) que lo muestra.
A claim has been that 97% of the scientific literature endorses anthropogenic climate change (Cook et al., 2013. Environ. Res. Lett. 8, 024024). This claim, frequently repeated in debates about climate policy, does not stand. A trend in composition is mistaken for a trend in endorsement. Reported results are inconsistent and biased. The sample is not representative and contains many irrelevant papers. Overall, data quality is low. Cook׳s validation test shows that the data are invalid. Data disclosure is incomplete so that key results cannot be reproduced or tested.
Entrevista al profesor Paz Verde
https://www.youtube.com/watch?v=lc5Q8Sd7Rmc