Leamos en la Carta de Derechos Humanos de la ONU:
Artículo 4
- Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.
Como defensor irrdento de la libertad individual mi adhesión con este punto de la Carta de DDHH es rotunda. Ocurre que lo que se postula, y de lo que se congratulan los llamados países democráticos, no concuerda en absoluto con la realidad.
Las personas somos esclavos y siervos en todo el mundo sometidos bajo monopolios de violencia. ¿O acaso le está permitido a la gente vivir de la manera que ellos quieren en cualquier parte del mundo? Explíquenselo a los “asaltantes de la verja“, por ejemplo.
Monopolios de violencia (cada Estado constituye uno) ejercen la violencia estructural característica disponiendo y decidiendo no sólo quienes, sino también acerca de cómo la gente ha de vivir en los respectivos territorios por ellos controlados, y cómo no han de vivir. Dado que estos territorios han surgido arbitrariamente, generalmente por la fuerza y se mantienen por el uso de la misma, no existen contratos entre los propietarios de cada centímetro cuadrado de un país (territorio) y su gobierno. Lo que existe son concesiones por parte del monopolista (nación/estado), que se reserva el derecho de expropiación en condiciones que él mismo dispone.
Lo contrario de la libertad es la falta de libertad, lo que normalmente (y por aquello de no volver a discutir sobre el término “libertad”) describimos bajo los términos esclavitud y servidumbre. No es necesario que un individuo, o varios, esclavicen a otros individuos. La mera imposibilidad de optar por una forma de estructurar la propia vida diferente a lo permitido por el monopolio nacional/estatal imperante allí donde se nace es ya de hecho una declaración de vasallaje.
La recaudación de impuestos es un acto obligatorio, que generalmente afecta a personas que no quieren deshacerse voluntariamente del fruto de su trabajo. ¿Cómo denominar a tal obligación bajo coacción como algo distinto a la esclavitud? Cada país grava fiscalmente a las personas que viven en su territorio. Dado que estas imposiciones son una restricción impuesta bajo amenaza de violencia (multa, persecución, cárcel), se da la condición de esclavitud o servidumbre.
Sería deseable que el artículo 4 de la Carta de Derechos Humanos encontrase de una vez por todas aplicación en la realidad, representando así una crítica fundamental al monopolio de la violencia.
El Estado.
La de libros y tratados que se habrán hecho sobre el particular. Y particularmente cuánta desazón me produce seguir leyendo que el estado hay que destruirlo porque es opresor y esclaviza y … es malo.
NO. Luis, no. El estado es una consecuencia directa, repito otra vez, de las relaciones sociales de dependencia y seguridad que necesitamos los hombres establecer de manera reglada. No es algo impuesto por mucho que a los adolecentes les mole la idea de pensar que como a Papá haya que matarlo (Freud dixit) para madurar.
No, en el plano político no es que haya que matar a papá en plano físico e institucional, sino evolucionar a la madurez para hacer del estado lo que debe ser según, al menos, la moral y los conceptos liberales que manejamos como lo correcto en cuanto forma de relacionarnos los seres humanos.
El Estado surge no en el final de la Edad Media, el Estado empieza a surgir en el momento en el que una familia de primates, podría valer incluso de leonas, toman posesión de un árbol o grupo de árboles y establecen un imperio sobre ese territorio dominado por una estructura social determinada, no entro en si buena o mala, pero que garantiza la paz social dentro del grupo y organiza la defensa y/o la conquista del grupo frente a otros de la misma especie o contra otros animales peligrosos o circunstancias ambientales que obligan a tomar decisiones. Lo acertado de las mismas, lo correcto de la gestión del grupo se ve en la supervivencia del mismo a lo largo de las generaciones.
No es pues algo impuesto sino resultado de una larguísima evolución.
Esa evolución pasa por el dominio de la agricultura y el fijar al terreno a los nómadas de manera que es el territorio conquistado, dominado poseído el que garantiza la supervivencia del grupo. Igualmente organizado bajo un sistema social y relaciones de poder determinadas cuyo éxito o fracaso se ve reflejado, una vez mas, en la supervivencia del grupo. Su expansión, incluso es consecuencia, en la más de las veces del éxito, en otras de la necesidad. Y es el territorio la plasmación de el dominio de un grupo y de la vigencia de las normas de las que ese grupo se dota para garantizar su supervivencia como grupo y, por añadidura, de sus individuos.
Por tanto la nación, el grupo precisa de territorio y organización, Estado, y lo uno y lo otro va intrínsecamente ligado a la supervivencia.
Es el estado pues tan legítimo como la conquista del territorio por la fuerza. Negar esa legitimidad es negar la evolución histórica y social de la especie humana.
Otra cosa es qué se hace dentro de cada sociedad y qué se acerca mas o menos al ideal liberal, que no anarquista, porque el anarquista negará siempre la existencia del mismo, por tanto con ellos no cuento, de respeto a la propiedad individual, a la libertad individual fundamentos de la moral liberal superior, al menos a mi entender y reto a cualquiera que lo ponga en duda, a cualquier otra tanto por su grado de justicia como por los frutos que de ambos conceptos correctamente protegidos se han obtenido a lo largo de la historia en relación directa a su mayor protección frente al desastre obtenido cuando han sido atacados.
Los impuestos son igualmente legítimos, sobre todo cuando surgen de un estado democrático. Incluso, si me apuran cuando surgen de un estado feudal o de una monarquía consolidada, puesto que son estructuras que ahondan en las raíces de la propia evolución de la humanidad, base de organizaciones pasadas y exitosas tanto en cuanto en competencia con otros han triunfado, por razones diversas pero fundamentados en una estructura social aceptada, al menos, por una inmensa mayoría que valoraba mas el orden y la seguridad que lo que se ofrecía a cambio sobre toco cuando a cambio era simplemente cambiar de amo.
Ahora que estamos en democracia, somos los ciudadanos los reyes, los amos del poder. Y es por el mecanismo de la democracia como se decide qué se hace, qué se regula, sobre qué se ponen impuestos, en qué se gasta.
Son los ciudadanos los que tienen que evolucionar, que madurar para comprender que no se puede usar al Estado para vivir a costa de los demás.
La libertad absoluta no existe. El individuo se ve rodeado continuamente por límites a su libertad que ha de afrontar. Para afrontar esos límites se asocia con otros individuos y cede parte de su libertad en beneficio del grupo. Nace así la libre cooperación, en la que los individuos actúan unidos en pos de un objetivo común. Los individuos ya no son libres al 100%, porque hay un límite impuesto por su relación con el resto, pero es un límite aceptable para el individuo que puede ver el beneficio. Esto no es opresión ni esclavitud, pues es aceptado por el individuo como beneficioso para él.
El problema se produce cuando la pertenencia a un grupo (estado) genera en el individuo una carga mayor que los beneficios esperados. Es entonces cuando el individuo se siente perjudicado y, ante la imposibilidad de revelarse, también oprimido.
El objetivo ideal es el equilibrio. Encontrar ese punto en que aún no has pasado a sentirte perjudicado en lugar de beneficiado por pertenecer a un grupo. Es algo muy complicado de lograr porque siempre habrá gente que se sienta perjudicada y siempre habrá gente que no se sienta lo bastante beneficiada, pero ese debería ser el objetivo de los estados que nos gobiernan. Algo en lo que, en mi opinión, están fallando de forma clamorosa.
Yo creo que partes de supuestos falsos….
Veamos: “¿O acaso le está permitido a la gente vivir de la manera que ellos quieren en cualquier parte del mundo? Explíquenselo a los “asaltantes de la verja“, por ejemplo” Por supuesto que no hay libertad a hacer lo que a uno le da la gana… por ejemplo: ¿tengo yo libertad de ir a tu casa, entrar, comerme tu comida, coger tus tarjetas VISA y gastar lo que quiera, pillar tu coche para irme de jarana? No, ¿verdad? Claro hay un poder que me lo impide (el tuyo o el del estado que te apoya).
Lo que yo veo la nación es como la casa de todos juntos… una especie de superfamilia… ¿que no has elegido la nación donde estás? ¿que no ” no existen contratos entre los propietarios de cada centímetro cuadrado de un país (territorio) y su gobierno” Pues no… pero tampoco hay contratos entre tú y tus hijos o familia… o con la comunidad de propietarios donde vives…
Por supuesto no se prohibe la entrada de toda persona a tu nación, pero se le exigen unos trámites y unos compromisos… al igual que tú haces con la persona que viene a visitarte en casa.
Todo esto no es falta de libertad ni exclavitud.
Si haces paralelismos con una familia podrás sacar muchas cosas:
Si uno trabaja pone parte del sueldo para el apoyo de toda la familia y los gastos de la familia ¿es eso voluntario? No, pero si quiere se puede ir de la familia (o país).
Si la familia necesita un espacio para los dos nuevos miembros que han venido pueden quitarle el dormitorio individual que tenía el hijo mayor… ¿es voluntario que se vaya el hijo mayor con el menor a compartir habitación? No, es una expropiación… si lo prefieres de su usufructo… pero se hace por un bien mayor y común.
Ya sabeis, porque lo he dicho muchas veces, que estoy en contra del Estado Grande, que se meta en nuestra vida “por nuestro bien”.
Y que también he dicho muchas veces que no sirvo para el pensamiento abstracto, y que parto de ejemplos concretos para ir a lo universal.
Así que partiré de un ejemplo que conozco bien, para llegar a una cosa general:
Aquí en Madrid, la temporada obligatoria de calefacción para los edificios con calefacción central dura de 1 de noviembre a 1 de mayo. Durante ese periodo, la calefacción estará encendida. Fuera de ese periodo, para encenderla antes, o mantenerla encendida más tiempo, es necesario que haya unanimidad . Y en Madrid, en febrero hay veces que hace mucho calor, mientras abril y el principio de mayo suele hacer de nuevo frío.
Los que tienen en casa niños pequeños, ancianos, o enfermos, suelen querer que se alargue la temporada. Pero hay otros que no están dispuestos a ello. La solución , que la hay, es que todos los inquilinos sepan quien es, o quienes son los que no quieren prolongar o adelantar la temporada, y firmen que están de acuerdo en pagar entre todos el coste de la calefacción de los que no la querían.
Esto funciona bien, si los frioleros son casi todos. Y los que se oponen lo suelen hacer el primer año nada más, y luego, firman , aunque lo hagan los últimos, porque no les gusta nada el papel de “malos de la película”.
En los edificios en alquiler, para evitar esos problemas entre vecinos, la propiedad acaba subiendo la renta pero asumiendo a cambio el coste de la calefacción. Y deja de haber problemas, porque los que tienen calor cierran radiadores y se desentienden, y les da igual si la caldera general está encendida o no lo está.
Pero el caso es que SÍ hay una temporada obligatoria, y que esa temporada está dada por ley, en la que hay que tener la caldera encendida a no ser que haya unanimidad en contra por parte de todos los vecinos. Y claro, cuando va a entrar un vecino nuevo, los demás procuran que sea como ellos ; friolero, o calorero, según, para tener más peso… Y en muchas comunidades, ponen la proa a vecinos que sean diferentes a ellos.
Así que, y ya llego a lo general,
Creo que es fundamental que haya unos mínimos, y que esos mínimos nos obliguen a todos. ( A todos, y con un mismo porcentaje, para que los que menos tienen puedan también considerar que tienen derecho a protestar, y no se consideren una rémora para los demás ). Como es lógico, los que más ganen serán los que más paguen, pero todos pagan y en la misma proporción.
Y los que desearen más servicios, deberían poder pagar voluntariamente por ellos, sabiendo que esos servicios de más, iban a ir en beneficio de todos, no sólo de ellos, y conseguir a cambio honores, reconocimiento, o algo así…
Bueno, me voy, que ya he “arreglado el mundo” lo suficiente.
Ya siento el tocho.
Es decir, exigimos que el Estado construya una valla para protegernos, pero a lo que no estamos dispuestos de ninguna de las maneras es a que esa valla la construyan en nuestras tierras.
Estimado Luis: no estoy de acuerdo con tu art. y especialmente en lo que concierne a los inmigrantes asaltantes de la verja. Comprendo perfectamente el drama personal de cada uno de ellos, pero eso no quita para que al mismo tiempo opine que los intereses de esas personas son contrapuestos a mis propios intereses, que son tan legítimos como los suyos, y que la actuación del Estado español, concretamente de la Guardia Civil mediante el uso de una fuerza extremadamente comedida, en defensa de nuestras fronteras, defiende mis intereses personales como ciudadano español.
Creo que es una ingenuidad creer que los intereses se pueden defender sin recurrir en caso necesario al uso de la fuerza.
Yo opino que los intereses que defiende la G.C. en la Valla de Melilla, no son solo los intereses abstractos del Estado Español, sino los intereses concretos de los ciudadanos españoles, por mucho que reconozca que si yo estuviera en la situación desesperada de los inmigrantes actuaría exactamente de la misma forma que ellos.
En resumen, que como casi todo lo que ocurre en Biología, al final lo que existen son intereses enfrentados: en este caso el interés de los inmigrantes por poder tener una vida mejor que en sus países de orígen (recordemos que no suelen ser los más pobres de sus comunidades los que emigran) frente al interés de los españoles de que nuestra vida no empeore, lo cual ocurriría de manera inexorable si sencillamente desaparecen las fronteras con los países menos desarrollados.
Por cierto el que abogue porque se eliminen las fronteras que empiece por poner un cartel a las puertas de su casa que diga: “se ofrece alojamiento gratis a todo el que lo necesite” y que luego me cuente si su vida mejora o empeora.
Se podría entender si se aplicara el concepto de propiedad privada. Esta es mi casa no entres o me defenderé. Agrandandolo sería una urbanización donde los propietarios se ponen de acuerdo en una defensa común. Pero todo esto se basa en la propiedad y voluntad individual de las personas que acuerdan. No es aplicable a un Estado. Porqué en la urbanización si estás en desacuerdo en como organizar la defensa común y eres minoría puedes decidir rescindir el acuerdo y defenderte tu mismo. Nadie te puede obligar a estar en ella por mucha mayoría que sean.
En un Estado se ha acordado en teoría que la mayoría democrática tiene carta blanca para imponer lo que quiera a la minoría. Todo se basa en mayorías incluso la constitución que es reformable. Por eso digo lo de cheque en blanco para la mayoría.
Joan: no es cierto que en una comunidad de propietarios, cada propietario pueda decidir a la carta que servicios comunitarios paga y disfruta. Sencillamente no es cierto. Lo usual es que los servicios comunes (sin excepciones en el caso de los fundamentales) de los que disponga la comunidad los pagan todos los propietarios, hagan o no hagan uso de ellos.
Una nación es algo más complejo que una comunidad de propietarios, pero lo que vale para una comunidad de propietarios vale para un país, porque al fin y a la postre, son básicamente lo mismo: un conjunto de personas que habitan un territorio del que conjuntamente son propietarios con unos intereses comunes frente a terceros.
La legitimidad del Estado para ejercer la violencia con la que limita la libertad individual, surge del consentimiento del ciudadano. Al menos en los países, digamos, democráticos. Por lo tanto, si yo te pido que no me dejes conducir borracho, tú no me estás esclavizando. El día que esté borracho voy a protestar cuando me quites las llaves del coche, pero esa protesta no será una reclamación de libertad. No sé si se me entiende.
Un contraargumento más elaborado sería usando el Contrato Social, pero yo no lo usaré ya que no creo que la legitimidad del Estado surja del colectivo, sino del individuo, que al crear el estado pasa a ser ciudadano. La relación entre gobierno y ciudadano, por tanto, no es de vasallaje como en el Antiguo Régimen, sino de prestación de servicios: el ciudadano contrata a sus iguales para que gobiernen e incluso puede ser contratado por sus vecinos para gobernar él. Y si lo hace mal, lo despiden. Al menos en la teoría yo lo veo así.
Se te entiende. PEro eso que describes es la teoría nunca puesta en práctica del “nos organizamos voluntariamente para algo”. En la realidad, nada de lo que hacemos día a día bajo la coacción del estado es voluntario… mucho menos libre.