Fiat iustitia, et pereat mundus. Día Mundial de la Justicia Social

Hoy es el Día Mundial de la Justicia Social. Esa “justicia social” en cuyo nombre los gobiernos del planeta, sin la mínima higiene económica, avanzan en la imposición de políticias redistributivas encaminadas a la instauración del paraíso aquí, ahora. Lo cierto es que cualquier medida política dirigida a la obtención de “resultados justos” es todo menos social: con cada medida se reducen las posibilidades de redistribución.

Los partidarios de la justicia social y las medidas redistributivas asumen que los ingresos brutos de una nación son una cifra X, independientemente de su distribución. Es por ello que un grupo social sólo puede aumentar sus ingresos en la misma medida que disminuyen los de otro grupo social. Según esta hipótesis, las ganancias de los beneficiarios de las medidas de redistribución son simétricas a las pérdidas de los perjudicados por esas mismas medidas. “Grava al rico para que mejore la situación del no-rico”.

Justicia Social según Hayek
Justicia Social según Hayek

En realidad, el tamaño de la renta nacional sí depende de cómo está distribuída. Cuanto mayores sean los ingresos de un grupo de personas, mayor será su tasa de ahorro con la que financiar nuevas inversiones, de las cuales a su vez depende el stock de capital del sistema económico.  La creación de empleos productivos requiere alta inversión, que sólo será posible si existe a disposición el capital requerido para ello. Por otro lado, la mayor parte del capital generado de los ingresos más bajos se dedica generalmente al consumo. Si el estado redistribuye los ahorros de los “ricos” hacia las carteras de los “no-ricos”, lo que está haciendo es disminuir el ahorro y limitar la capacidad de inversión, al tiempo que favorece el consumo. Pero la capacidad del sistema económico para convertirse en sistema productivo de géneros de consumo depende exclusivamente de su poder inversor. Sólo podemos consumir lo que hemos producido antes.

En un mercado libre, la distribución de los ingresos queda determinada por la productividad/efectividad de los factores de producción. Cualquier redistribución de arriba hacia abajo reduce las oportunidades de inversión en la economía. Sólo las personas con altos ingresos tienen la posibilidad de ahorrar. Una sociedad igualitarista no puede permitirse las inversiones necesarias para generar prosperidad, ya que la casi totalidad de sus ingresos se destina a consumo, no al ahorro. Además, una redistribución igualitarista reduce los incentivos para los emprendedores. Las personas sólo nos esforzamos si merece la pena.

“Una de las grandes tragedias de nuestro tiempo es que las masas creen haber llegado a su alto nivel de bienestar gracias a que han derribado a los ricos y su temor  a que, si se  mantiene o reaparece una clase acomodada, ésta les quitaría algo que obtendrían de otro modo  y a lo que creen tener derecho”. Friedrich von Hayek

Los defensores de la justicia social dañan a quienes pretenden ayudar. Veamos un ejemplo:

Un millonario ganó 42 millones de euros el año pasado. Sus ingresos son redistribuídos de forma “socialmente justa” a todos los ciudadanos. Todos los españoles experimentan, por tanto, un aumento de su renta en 1 euro por año. Imaginemos que hay en España 5.000 ricos que ganan al año esa misma cantidad. En ese caso, cada español vería aumentada su renta anual en 5.000 euros. Seamos sinceros: ¿tomaría usted los 5.000 euros para invertir en una empresa de fabricación de muebles?  ¿No cree que lo más probable es que comprase algunos muebles con ese dinero, o se fuese de vacaciones? Si los 42 millones hubiesen permanecido a disposición de los “ricos”, se habría ahorrado una parte considerable de ese dinero – ¡hablamos de 210.000 millones de euros!- generándose un fondo de capital a invertir en, por ejemplo, la creación de puestos de trabajo y, por lo tanto, la multiplicación de la riqueza. Porque se es más rico trabajando y ganando 30.000 € al año que en el paro y cobrando 19.000 € procedentes del saco redistributivo.

La aplicación de los principios redistributivos de la hoy celebrada “justicia social” hace que el pastel (ingreso nacional total) a repartir entre todos sea más pequeño de lo que debería ser. No creo que sea demasiado complejo darse cuenta de que una parte pequeña de un pastel grande puede ser más grande que una porción grande de un pastel pequeño.

Las políticas en nombre de la “justicia social” sólo benefician a los políticos, quienes compran con ellas los votos que necesitan para asegurarse poder. No encuentro ninguna justificación moral para la defensa de la “justicia social”.

(Caricatura: Götz Wiedenroth) Justicia Social
(Caricatura: Götz Wiedenroth) Justicia Social

Dice el niño de atrás:

(bocadillo superior) “Tú y tu afán trabajador de mierda!

(bocadillo inferior) “En 20 años no te quedará otra que darme justa y socialmente parte de tu mejor sueldo!!!

(Caricatura: Götz Wiedenroth)

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Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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12 comentarios

  1. Me ha encantado este hilo. A ver si consigo que lo lean mis hijos progres, que me consideran una carca de libro. Y que lean también lo que dice Demóstenes, y la contestación.
    Lo que me gustaría resaltar, es lo que conozco por experiencia propia : Que, los que estamos en el medio, y que no ganamos en un año ni de lejísimos los millones que hubieran ganado los supermillonetis, también invertimos en nuestro negocio, y ahorramos como hormiguitas para poder invertir , y crear riqueza, pero que “El Estado” no se cree que ese ahorro nuestro y esa reinversión nos corresponda a nosotros hacerlos, y que nos lo quita para “redistribuirlo” en lo que le guste, descapitalizándonos a nosotros.
    Y eso a mí sí que me parece un verdadero robo a mano armada.

    ¿ Por qué tengo que contribuir con mi dinero, o con la disminución de mi patrimonio, que bien que nos ha costado, a mí, y a los que me precedieron (con ayuda de los dioses, por supuesto), a cosas que me repatean, como las embajadas separatistas en el extranjero ? ¿ Como los cursillos de masturbación ? como……
    ¿ Por qué, en el caso de MIS impuestos, no puedo decidir al menos a qué cosas no permito que se destinen ?

    Muchas gracias

      • Tengo una pregunta
        Me he identificado en lo de 20 minutos para poder votar. Y he votado. Pero: ¿ Lo puedo hacer cada vez que entre ? Es que no me creo que los blogs que están por delante tengan más votos que este blog tan estupendo, y si resulta que hay gente votando una vez, y otra, y otra, pues a ese jueguecito podemos jugar todos…
        Gracias

      • No haremos trampas, pero, ¿ podemos controlar que otros tampoco las hagan ? That is the question.

  2. Creo q donde dices 210 deberías decir 210.000 M. Muy bueno, llevas dos días “sembrado”. Por cierto, te hice una pregunta ayer. Has computado parte de las Primas a renovables como protección del clima/reducción del CO2?

  3. Estimado Demóstenes:

    “Siguiendo su razonamiento y llevándolo al extremo, se llega a un absurdo: lo más eficiente sería que una o unas pocas personas tuvieran toda la riqueza para invertirla como se considere adecuado … “

    No, según mi razonamiento, cuanto mayor sea la presión sobre el ahorro, menor la capacidad inversora encaminada a la generación de productividad. Quienes mediante el esfuerzo, sean 5 o 5 millones, consigan generar ahorro no deben ser aminorados en su capacidad inversora. Y es precisamente la falta o ausencia de capacidad inversora la que genera que al fnal, todos tengamos que invertir nuestra “riqueza” en comer caliente una vez al día. Lo más eficiente es que muchos, cuantos más mejor, puedan generar ahorro y capacidad inversora.

    Sin mérito y esfuerzo, no hay generación de riqueza. Como este es un principio que se ha tratado infinidad de veces en el blog, no creí necesario volver sobre ello.

    Un argumento que tampoco menciono por no ser repetitivo es que cualquier acción política encaminada a sustraer parte de la propiedad de alguien para lo que sea, es robo. Y no, el fin no justifica los medios. Al menos no en una sociedad que se rige por los principios de la ética. En sociedades salvajes o dictatoriales, todo es posible.

    Gracias por comentar!

    • Estimado Luis,

      No, según mi razonamiento, cuanto mayor sea la presión sobre el ahorro, menor la capacidad inversora encaminada a la generación de productividad

      Eso me parece, ciertamente, un enfoque mucho mejor pero que no resultaba evidente con su exposición inicial. En ella parecía (o al menos, me lo ha parecido a mi) que el énfasis se volcaba en la diferencia entre pobres y ricos, lo que no lleva a otra cosa que a dar munición al argumento (estéril, en mi opinión) de la lucha de clases.

      Sin embargo, insisto también en mi punto: de nada sirve la inversión si no hay consumo, interno o externo, para lo producido. Oferta y demanda deben estar equilibradas, o se acabarán ajustando por las malas. Si el poder adquisitivo de una buena parte de la población es demasiado bajo en comparación con el nivel de ahorro, tiene sentido aumentarlo. De lo contrario, el ahorro no se podrá convertir en inversión porque esa inversión no se podría recuperar.

      Un argumento que tampoco menciono por no ser repetitivo es que cualquier acción política encaminada a sustraer parte de la propiedad de alguien para lo que sea, es robo.

      En esto no estoy completamente de acuerdo. Todos nos beneficiamos diariamente de vivir en una sociedad que tiene una cierta infraestructura. Esos beneficios pueden no ser evidentes, pero existen: seguridad, menos enfermedades, ciudadanos educados… la pobreza extrema también lleva a tensiones sociales, por lo que, incluso sin entrar en argumentos humanitarios o mencionar de nuevo la reducción del consumo que implica, es mejor objetivamente vivir en una sociedad en la que no haya pobres o éstos sean los menos posibles.

      Se puede argumentar cuales de estas cosas superan un análisis coste-beneficio. Éste análisis puede ser muy bien personal y variar de individuo a individuo. Pero las cosas en las que más o menos todos estamos de acuerdo en que merecen la pena, requieren unos costes, y todos debemos contribuir a ellos porque todos somos los beneficiados.

      Cuál es el nivel adecuado de impuestos o tasas es otro tema distinto y abierto a debate. Que podamos exigir la máxima eficiencia en el uso de los mismos, también. Pero algunos fines sí justifican algunos medios, siempre que estos sean claros, justos, no arbitrarios y acordados entre amplias mayorías. Por supuesto esto no es carta blanca para justificar cualuier cosa, como la nacionalización de recursos por la cara, precisamente por ir en contra de uno de esos beneficios de un estado de derecho como es la seguridad jurídica.

  4. Me temo que en el ejemplo que pone hay como mínimo una sobresimplificación. Es cierto que las personas de ingresos más bajos ahorran menos en proporción, pero eso también es porque los gastos corrientes tienen un mínimo fijo: alguien que gane 3000€/mes puede vivir con 1500 y ahorrar otro tanto, pero alguien que gane 600 dificilmente podrá vivir con 300 y ahorrar la misma proporción.

    Siguiendo su razonamiento y llevándolo al extremo, se llega a un absurdo: lo más eficiente sería que una o unas pocas personas tuvieran toda la riqueza para invertirla como se considere adecuado y que los demás tuvieran cuanto menos mejor, porque total si tuvieran algo de riqueza la invertirían en cosas “inútiles” como comer más de una vez al día.

    Eso sin mencionar que si no hay consumo, la inversión resulta inútil. Hay una dependencia mutua, en un círculo que puede ser virtuoso o vicioso.

    Además se asume que todo (o al menos una parte significativa) el exceso de riqueza que fuera a parar a las personas más pudientes se invertiría en algo que produjera un incremento de la riqueza total y no a comprar un yate, por ejemplo, o que los menos ricos no ahorrarían en absoluto en lugar de por ejemplo, meter un euro más en la cuenta del banco, que se encargaría de reinvertirlo a partir de contribucones individuales pequeñas.

    No quiero decir con esto que esté usted equivocado, sino que el argumento del mayor ahorro e inversión de los individuos más pudientes para mi resulta endeble, sobre todo habiendo otros mejores en el mismo sentido, como la meritocracia (que menciona casi de pasada y que ilustra la viñeta) o la recompensa al riesgo (propio, se entiende) que implica la inversión.

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