Disponer a diario de energía para nuestro refrigerador, nuestra máquina de afeitar, cargar el móvil, ver el telediario o ir a la gasolinera a comprar tabaco se ha convertido en algo tan natural que resulta imposible imaginarse una vida sin enchufes, baterías o gasolineras. Tanto más espantoso ha de resultarnos el hecho de que cada vez más gente sepa menos del tema y cuando acudimos en busca de información, ésta sea cada vez peor. Sin duda: la creciente incompetencia mental de la ciudadanía y la incapacidad para buscar y CONTRASTAR fuentes de información termina por sumirnos en el limbo de la ignorancia. Y si alguno de ustedes decide apagar el televisor y abandonar la comodidad del sofá en busca de informaciones contrastables – es decir, enciende el ordenador y se va a googlear un rato) se encontrará con la desagradable sorpresa de lo difícil que resulta escapar del mainstream.
El problema no es su buscador de internet, el problema es que vivimos rodeados de boni homines, esa gente que pone el grito en el cielo cada vez que se habla de energía nuclear, fracking, agrogenética o cualquier otra cosa que signifique progreso. Por lo general son gentes de izquierdas que no tienen ni idea de economía, técnica o ciencias naturales, que se alimentan del estado (incluso algunos trabajan), consumen oxígeno y emiten CO2 y metano. En realidad, convivir con estos especímenes no sería problema, de no ser por su habilidad para colarse en los medios de comunicación y la política, ocupándose de cosas que mejor estarían en manos de expertos.
Y es por eso que les traigo el trabajo de los expertos. En este caso sobre biocombustibles, cuyo uso, fomentado por la locura de los boni homines, aumenta el problema del hambre en el mundo, tal y como nos cuenta Tim Searchinger, investigador y experto en biocombustibles de la Universidad de Princenton:
Many models, such as the IFPRI model, are predicting that even in the long run, much of the food diverted to biofuels will not be replaced. Although food prices should come down if governments slow down their push for biofuels, that still means many people will be eating less. Yet in the shorter run, the situation is probably worse. In the short-term, farmers have less ability to boost food production, so more of the crops diverted to biofuels must come from the food eaten by people. These even greater impacts on hunger are likely to continue if governments continue to demand that biofuel production grow at a rate faster than farmers can fully match.
Consequences for People
Who eats less when food prices rise? Long-time evidence has shown that wealthier people barely change their total food consumption when prices rise, but poor people in poor countries, who devote half or more of their incomes to food production, often must reduce their food consumption out of sheer necessity (HLPE 2011). (Technically, the price elasticity of demand for food among the poor is much greater than among the rich.)
The impacts on the poor are not the same everywhere. Increases in global crop prices do tend to translate into local prices in poor countries in Africa, Asia and Latin America, but the transmission is uneven and sometimes delayed (HLPE 2011). Some of the world’s poor are net food producers and may therefore benefit from higher crop prices on balance. But roughly half of the world’s hungry people are urban, and therefore net consumers; and even most of the rural poor are not food purchasers (Ahmed 2007; Filipiski 2010). The hungry therefore suffer from higher prices either by reducing their food consumption or by reducing their consumption of other necessities. Several studies have analyzed the impact of the recent rise in food prices on hunger, nutrition and related health effects in specific developing countries, and many such studies have found harsh impacts (Compton 2011; Dorward 2012).
Pues eso, usted siga queriendo parecerse a los hombres buenos, los que mueren de hambre están lejos y no deben preocuparle.
OK, intentaré exponer el tema completo tal y como yo lo veo.
——–
NB: Para entendernos llamaré materia prima a cualquier producto agrícola que pueda ser empleado por la industria de los biocombustibles o como ingrediente alimentario para hombres o como pienso para animales.
Por otro lado, cuando hable de biocombustibles me referiré en exclusiva a la producción de biodiesel/bioetanol por métodos clásicos (es decir, excluyo los biocombustibles exóticos como el octanol, los procesos minoritarios como el biodiesel de algas,…)
——–
Los biocombustibles tienen una gran cantidad de problemas para su implementación y de varios tipos distintos; pero ser hoy una de las causas del hambre no se le puede achacar a los biocombustibles como tales sino a las políticas que obligan a emplear una proporción en los combustibles convencionales; es decir, en ausencia de esa regulación, los biocombustibles, al no ser competitivos en precio con los combustibles tradicionales, tendrían una demanda marginal y, por tanto, un consumo de materias primas que no podría impactar en el precio de los alimentos. Y hasta aquí creo que todos estaremos de acuerdo.
Por otro lado creo que es una visión un poco miope ya que no ve el problema en el que puede derivar a futuros. Los biocombustibles se están estudiando seriamente como una alternativa factible a los combustibles tradicionales y se está invirtiendo una gran cantidad de dinero en su desarrollo (y no me refiero a dinero público, sino a capital privado sobre todo). Esto puede conducir a una situación en la que los biocombustibles si que sean competitivos en coste y eso si que producirá una situación desagradable ya que en ese caso si que habrá competencia en el mercado por las materias primas. Dado que en esta situación cualquiera sería libre para vender la mercancía que quiera a quien quiera y con el precio que pueda y la demanda de biocombustible se dispararía por su coste competitivo, se produciría la subida de precio de materias primas y, por ello, de alimentos. En este caso si que se producirá hambre como colateral del libre mercado. Pero, de nuevo, la culpa no es de los biocombustibles porque la solución a esta situación no pasa por cambiar nada a los biocombustibles, sino que pasa por intervención del mercado (imponiendo cuotas máximas por uso se me ocurre y, ya que estamos, regulando precio para evitar que se organice como forma de presión el no vender).
En resumen, que, tal y como yo lo veo, el problema no es que se produzcan biocombustibles, sino en que ahora se legisla con los pies o con el culo (dependiendo de la ideología) y que existe la posibilidad de que las materias primas para la producción de alimentos se puedan emplear en otra cosa diferente que requiera un gran volumen y pague mas.
El comentario anterior iba dirigido a Oscar84 por su comentario de julio 15, 2013. Siento el descuadre.
Interesante problema el que planteas… que ya existe. Buena parte de la producción cerealística se destina a la confección de piensos. Si se prohibiese la fabricación de piensos, estarías reduciendo la demanda de cereales, con lo que bajaría su precio. En consecuencia, también bajaría la producción de cerales y subiría el precio, pero sin llegar al precio original. ¿Debemos prohibir entonces la fabricación de piensos? Ya hay quien lo ha propuesto: Una solución práctica al hambre en el mundo.
«¿Qué sucedería si todos fuéramos vegetarianos? A algunos les podría parecer un desastre. Pero hagamos números. Si dividimos toda la tierra arable del mundo entre el número total de habitantes, a cada persona le correspondería media hectárea de tierra cultivable».
Ya de paso, también podemos prohibir la fabricación de cerveza y la de vino. En mi opinión, es legítimo que un país adopte medidas contra el hambre. Cuáles serán esas medidas dependerá de las circunstancias específicas. Si el hambre es estructural, una opción es no adoptar medidas.
Cierto, por eso en las definiciones iniciales contemplaba también el uso de las materias primas para su uso en piensos de animales. Y lo que me pasa es que no le veo una buena salida al asunto. Que «con las cosas de comer» me dan miedo algunas de las posibilidades que pueden darse en el libre mercado (y ojo, que reconozco que funciona infinitamente mejor que cualquier intento alternativo, no hay mas que ver la gran hambruna de China a finales de los 50). Dicho esto, ¿me pides soluciones, Oscar?, si lo que yo digo es que no se me ocurre ninguna salida buena.
Según este articulo, la mayor demanda de productos agrícolas para biocombustibles sube el precio de aquellos, lo que causa escasez de alimentos en el tercer mundo.
Sin embargo, se nos decía que el hambre del tercer mundo era causada por la baja producción agrícola, desincentivada por las políticas proteccionistas de Europa, USA y Japón.
¿No debería la demanda de biocombustibles haber compensado el efecto de las políticas proteccionistas y haber incrementado la producción de alimentos en el tercer mundo, con el correspondiente aumento de la prosperidad?
No. Primero apuntar que el aumento de la demanda de productos agrícolas para biocombustibles tiene dos consecuencias, de un lado aumento en el precio de todos los productos agrícolas – los alimentarios también – de otro lado una reducción del área dedicada a la producción alimentaria.
En cualquier país del mundo es más rentable plantar palma aceitera que arroz o trigo. Y ése es el problema.
Esta situación me resulta extraña. En un mercado no regulado cualquier persona es libre para vender la mercancía que quiera a quien quiera y con el precio que pueda. Esto hace que entren en competencia por materias primas biocombustibles y alimentos. Pero esto no es un problema de los biocombustibles, sino un efecto colateral del libre mercado.
Para solucionar ésto no bastaría con hacer desaparecer los biocombustibles sino que habría que evitar otras interferencias que pudieran darse (cuotas máximas de usos alternativos) y, sobre todo, intervenir el precio (ya que, teóricamente, se podría dar el caso de que los productores decidieran no vender por debajo de cierto precio incluso aunque tuvieran que quemar la mercancía). No olvidemos que la acción humana no siempre es racional.
Puedo entender que se quiera asegurar que nadie se muere de hambre ni de sed. Es la misma condición humana la que se conmueve con ello, pero creo que no es acertado echarle la culpa a los biocombustibles.
El consumo de biocombustibles ha aumentado debido a la intervención del Estado, no al mercado libre:
El Gobierno recorta los objetivos sobre biocombustibles.
El gran error de los biocombustibles.
Luis lleva varios artículos sobre los biocombustibles. Por ejemplo, éste de 2008.
Sin duda la intervención del mercado por parte del estado hace que se derive la materia prima hacia biocombustibles en lugar de hacia alimentos. Pero esa es solo una explicación de la situación actual. No desmonta el argumento que he planteado.
Hago una reformulación más simple. Debe definirse la opinión que merecerán los biocombustibles si llega el momento en el que es más barato combustible a partir de la misma materia prima que los alimentos que de otra fuente (sabiendo que esto encarecerá los alimentos por aumento drástico de la demanda).
Y gracias por los enlaces, los leeré.
Lo siento, pero no acabo de entender cuál es tu argumento. Sólo puedo decirte dos cosas: 1) los biocombustibles sólo se consumen (en EE. UU. y en Europa) por imperio de la ley; y 2) el aumento en el precio de los alimentos es debido a la fabricación de biocombustibles (es probable que en los últimos años el precio también haya sido influido al alza por la política monetaria de los EE. UU.). Si la solución es más intervención del Estado, apaga y vámonos.