En la conferencia de prensa de Draghi de este jueves pasado, el gobernador del BCE hizo alusión a que era necesario conseguir disminuir o eliminar la fragmentación de los mercados de crédito en ciertos países de la zona euro.
Identificando el problema
Es evidente para casi todo el mundo que los mecanismos de transmisión de la política monetaria se encuentran completamente bloqueados. La bajada de tipos de interés de referencia no se ha transmitido más que a una parte de la economía real (básicamente hipotecas y, en menor medida, préstamos a grandes empresas a tipo variable). Sin embargo, existen pequeñas y medianas empresas solventes que han perdido completamente su capacidad de crédito. En el mejor de los casos, se ha encarecido tremendamente para ellas el precio de su acceso a la financiación.
Las causas son variadas, pero las podemos resumir en las siguientes:
– Mantenimiento por parte de la banca de un elevado nivel de refinanciación a empresas inviables del sector inmobiliario, como relataba muy bien Daniel Lacalle en este artículo .
– Consideración de los préstamos a empresas como «alto riesgo» por parte de la normativa regulatoria vigente, frente al «bajo riesgo» de las emisiones de deuda soberana, como relataba McCoy en el punto 3 de este artículo. Para cumplir con los compromisos de Basilea 3, la banca tiene necesariamente que reducir su exposición al riesgo privado. Para reducir la exposición global al riesgo privado, manteniendo los préstamos zombies, pueden ustedes imaginarse que no pueden dar ni un euro al resto de las empresas. Y no me refiero a euros nuevos, sino que tampoco pueden refinanciar los antiguos, ahogando a numerosas empresas, con escaso endeudamiento, cuya supervivencia no tendría problema si no exisitieran normativas perversas.
Relacionado con todo esto, debemos resaltar que la bajada de los tipos de interés de la deuda pública de los países periféricos de la zona Euro (España, Portugal, Italia) no se debe tanto a que sus políticas económicas hayan sido acertadas (lo cual es discutible especialmente en el caso de España) como a la masiva afluencia de dinero emitido por el Banco de Japón y a la ya mencionada normativa perversa que rige sobre la banca. Como muestra de estas afirmaciones, debería ser suficiente comentar que los bonos basura estándar ofrecen ya rentabilidades inferiores al 5%. España es, para algunos, oficialmente insolvente.
Como bien resalta Mill en su excelente artículo, ¡Claro que la Economía necesita datos!, pero sobre todo lo que necesita son razonamientos, lógica deductiva y sentido común. Es un error agregar el sector público y el privado a la hora de hablar de endeudameinto. También es un error no distinguir, al menos, dos subsectores en el sector privado : el de empresas injustamente refinanciadas y el de empresas injustamente privadas de dicha financiación. Podríamos considerar como un tercero el de las empresas que se consiguen financiar y son solventes, pero es irrelevante a los efectos que nos ocupan.
Por supuesto que debemos disminuir el apalancamiento global. Por supuesto que debemos disminuir el endeudamiento público y privado globales. Pero es, al menos, tan importante eliminar o atenuar las dificultades, de muchas empresas solventes, para obtener crédito que les permita seguir funcionando y vivir, mientras van disminuyendo su apalancamiento. Citando de nuevo a Mill, es muy diferente endeudarse para realizar un gasto corriente (que jamás nos reintegrará el importe del mismo, por mucha satisfacción que nos proporcione en el momento) o para realizar una inversión productiva. Esta última nos debe reportar normalmente dinero para repagar el crédito y los intereses, además de proporcionarnos un beneficio.
Les contaré una anécdota. En mis primeros años de broker en el mercado interbancario, allá por el año 90, pregunté en cierta ocasión al tesorero de un gran banco español las razones por las que prestaba dinero a una empresa de dudosa solvencia. Su respuesta fue: «Si me vence un préstamo de 2.000 millones (de pesetas de entonces) y me lo devuelve, no tengo problema en volverle a prestar 1.500 y ayudarle a seguir subsistiendo mientras rebajo poco a poco mi riesgo con ellos.
Es obvio que este comportamiento no es el óptimo para los intereses individuales del banco. Sin embargo sí podría ser el óptimo a efectos globales si todos los acreedores hacen lo mismo. De hecho, las renegociaciones de deuda en los preconcursos y concursos de acreedores se basan en este mismo razonamiento. Un corte radical de la refinanciación mata a la empresa y ocasiona serios quebrantos a los acreedores. Si la empresa es viable, lo lógico es irla refinanciando, cada vez menos, mientras facilitamos su continuidad y desapalancamiento.
Cualquier organismo dependiente de la UE buscará, en caso de hacerlo, una solución global al problema. No parece suficiente con buscar una solución local. Mientras no se encuentre una solución, las rebajas de tipos de interés por parte del BCE no llegarán más que a una pequeña porción del sector real.
Ahora bien, como hemos dicho, la normativa tiene efectos perversos. Lo primero que se nos puede ocurrir es cambiarla. Nos encontramos con el problema de las dificultades para llegar a un acuerdo sobre una nueva normativa o de derogarla. Los intereses contrapuestos son enormes, incluso en el caso de tener claro, por parte de todos los implicados, el efecto negativo de la normativa bancaria. Modificar Basilea 3 no es sencillo ni popular. Bastante se ha conseguido con aplazar su entrada efectiva en funcionamiento. Además, la idea fue buena en su momento. Se diseñó en plena exhuberancia irracional y podía haber servido para reforzar la solvencia de las entidades y actuar como moderadora del ciclo expansivo. Ahora, se ha convertido en procíclica y es uno de los problemas en lugar de una solución.
Ya se sabe que no hay nada que asuste más a un burócrata o político que tener que reconocer que se equivocó , así que yo no esperaría un cambio en la norma, sino una manera de burlarla al estilo de lo que se ha hecho en España con la SAREB. Recordemos que, el conocido como «banco malo», es una empresa no bancaria precísamente para no tener que aplicar la regulación financiera correspondiente.
Desde el Ministerio de Economía se ha realizado un vano intento de solucionar el problema de la financiación. Se ha impulsado, junto con BME (quien lógicamente intenta ampliar su negocio) la creación de un mercado de títulos de PYMEs. Escasamente útil, en mi opinión. Nadie va a meterse a financiar a una empresa de la que no sabe nada. Los costes de averiguar si es o no solvente superan con creces a los beneficios de prestarle dinero. Podría encontrarse una solución parcial a esto, que no les voy a detallar para no complicarles la vida, pero que nunca sería aplicable a pequeñas empresas. En cualquier caso, mientras no se solucione el problema de exceso de cartera de créditos de la banca, no habrá nueva financiación que valga, así que nos centraremos en hallar una posible solución.
Hace ya unos 9 meses, el BCE anunció importantes modificaciones en la clase de títulos que admitiría como garantía para conceder financiación a corto plazo a las entidades financieras. Comenzó a admitir como garantía préstamos a empresas empaquetados en forma de títulos. Esta medida permite a la banca obtener liquidez más fácilmente. El problema es que la norma perversa sigue vigente, los bancos no eliminan el riesgo de su balance (si acaso temporalmente, cosa que dudo aunque no puedo asegurar por no conocer en profundidad la norma vigente a este respecto) y la liquidez obtenida va a parar a compras de deuda de los diferentes Estados soberanos, sin alimentar al sector privado productivo.
Encontrando una solución
Así pues, parece imprescindible encontrar la forma de eliminar total o parcialmente ese riesgo del balance de las entidades financieras, con el fin de que financien al sector privado «no zombie», favorezcan la supervivencia y ampliación de la actividad productiva y ayuden a la ansiada recuperación económica y a la creación de empleo. Pero cambiar o eliminar la norma parece demasiado lento y complejo, así que vamos a imaginar, por un momento, que al BCE se le ha ocurrido una forma de hacer algo parecido sin saltarse las regulaciones existentes, incluído su propio mandato.
En relación al mandato del BCE, y como complemento a la normativa reguladora del BCE, uno de los miembros de su Comité Ejecutivo ha expresado recientemente su opinión sobre lo que puede y no puede hacer . Si atendemos al último punto que dice «Take responsibility and credit for averting Armageddon, but do not overstate what monetary policy can and cannot do.» encontramos un cajón de sastre en el que cabría cualquier tipo de actuación extraordinaria.
BCE ha dado varios signos de estar preparando alguna medida para arreglar el desaguisado descrito anteriormente. El problema descrito impide los normales mecanismos de transmisión de la política monetaria, de tal forma que las facilidades de crédito dadas al sistema financiero no llegan más que a una parte de la economía real, y no precisamente a la más eficiente. Tras los rumores previos a la conferencia de prensa del jueves, y las insinuaciones referidas en la misma, Reuters adelantó unos pocos detalles sobre lo que todavía están preparando, que fueron luego reflejados por la prensa española aquí y aquí.
Tras esta larguísima, pero necesaria, introducción, vamos a pasar a intentar encontrar una forma de trampear lo que el propio exceso normativo está estropeando: la transmisión de la liquidez desde la banca al sector productivo.
Lo primero en que podemos pensar es en que sea el BCE quien asuma parte de los riesgos crediticios de la banca. Esto puede poner en peligro de quiebra al propio BCE, bastante comprometido ya con los bonos soberanos que tiene comprados. Esta es la tontería que ha planteado el presidente de la CEOE, demostrando de nuevo la inutilidad de financiar con nuestro dinero este tipo de organizaciones.
Así pues, parece que, si queremos intentar arreglar los fallos en el engranaje de transmisión de la política monetaria, no quedará más remedio que emular a la SAREB y crear un organismo ad-hoc para conseguirlo, aunque no sea lo ideal. Un organismo que no tenga que cumplir la normativa de las entidades financieras y libere a la banca de otra parte de sus activos de mayor riesgo, tras quitarles ya una parte del riesgo inmobiliario. Olvidaremos, a todos los efectos, la esperable oposición que puede aparecer en diversos estamentos a lo que se identificará inmediatamente como un nuevo rescate a la banca, ignorando la finalidad de la medida.
Este organismo, al que vamos a denominar Instituto Pésimo Europeo, o IPE (recordemos que no puede ser un banco) debería contar con capital suficiente para comprar un importante volumen de créditos concedidos a empresas y particulares, limpiando así de nuevo el balance de las entidades financieras. Estos créditos y préstamos deberían estar convenientemente empaquetados en títulos con un importe nominal suficientemente grande para que (si el proceso de empaquetado es correcto) el riesgo conjunto de cada uno de ellos no sea excesivamente grande.
En caso necesario (lo más probable) estos títulos se podrían vender al IPE por parte de las entidades financieras con un cierto descuento que facilitase el proceso. Este descuento no tendría por qué implicar pérdidas significativas para las cajas y bancos, ya que deberían equivaler aproximadamente a las provisiones ya realizadas por diversos conceptos.
El IPE sería así un vehículo de inversión, sin ser entidad financiera. Sin embargo, esta idea no es perfecta. Quedan, al menos, dos problemas por solucionar:
¿Quién y cómo dotar al IPE con los fondos necesarios para comprar decenas de miles de millones de euros de préstamos y créditos en forma de títulos? El problema no son los fondos. BCE estaría encantado de proporcionarlos. Nuevamente el problema es la regulación y normativa vigente. BCE debe encontrar la forma de financiar a una entidad no financiera. Posiblemente a través de la pignoración de los títulos que contengan préstamos y créditos. Pero saber si eso es realmente posible requiere un profundo estudio de la normativa del BCE que excede mi disponibilidad de tiempo, así que me limito a sugerir la posibilidad. Me temo que el BCE tampoco lo tiene totalmente claro, o habría anunciado ya las medidas correspondientes.
Añadido:
Tras terminar este artículo, se ha publicado una noticia que me reafirma en las sospechas de que se está preparando algo importante, en la línea de lo que os he comentado. La Autoridad Bancaria Europea (EBA) ha anunciado que pospone la realización de los test de stress a la banca hasta el 2014. Quizás sea porque esperan que en esa fecha hayan conseguido ya limpiar balances.
Una pregunta Sefuela: personalmente no tengo ni idea de si el Santander está concediendo préstamos a empresas o no lo está haciendo. Mi experiencia personal es que, aunque mis ahorros son más bien inexisistentes, en plena crisis me han llamado del Santander para ofrecerme un prestamo personal simplemente por tener una nómina domiciliada en dicha entidad. Como supongo que mi caso no es excepcional, deduzco que el Santander sigue dando crédito a quien ellos estiman que pueden devolverlo y lo denegarán a quienes no les parecen solventes: es decir que se dedican a lo que se han dedicado siempre los bancos. Lo cual me lleva a la siguiente reflexión: si el Santander no dá créditos a empresas, supongo que será pq tras estudiar la situación de las mismas habrá llegado a la conclusión de que no son de fiar. Otra posible explicación sería que el Santander esté tan mal que no pueda prestar dinero y no quiera reconocerlo, pero en ese caso no entendería que a mí que soy un mindundi si que estén dispuestos a prestarmelo.
Con todo esto lo que quiero poner de manifiesto, es que si el negocio de las Bancos es prestar dinero a agentes solventes, es contradictorio porque significa tirar piedras contra su propio molino, que teniendo dinero que prestar y habiendo agentes solventes, se nieguen a hacer lo que es su negocio: prestar dinero.
Lo cual me lleva a la duda de que si en realidad la cuestión última es que en esta crisis las empresas están tan tocadas que muy pocas se pueden considerar solventes y ese es el motivo real de que nadie esté dispuesto a prestarles dinero.
Hola de nuevo, pvl.
Cada entidad financiera debe cumplir sus propios ratios de préstamos al sector privado sobre recursos propios. De esta forma, unos bancos o cajas están aún en condiciones de prestar dinero a empresas y particulares y otros deben bajar la cantidad global de préstamos concedidos.
No he querido entrar en detalles, pero probablemente la banca privada sea quien está en mejores condiciones para conceder créditos aún. Un crédito personal se concede en el entorno del 10%, por lo que es muy goloso para quien lo puede conceder. En contraposición a esto, hoy mismo me hablaban de empresas que no pueden obtener financiación a través de «factoring» cuando tienen un nivel de fallidos ridículo. Hay que tener en cuenta que los factoring normales se conceden en el entorno de euribor +(1-2)% y que cada entidad financiera tiene un riesgo máximo con cada empresa o particular además de un límite normativo al riesgo global. Además, a través de un registro conocido como CIRBE, tienen acceso a tus posiciones deudoras globales comprometidas a través de créditos que te haya concedido cualquier entidad financiera. Si tu riesgo global es excesivo, o no te lo ofrecen, o bien te lo acabarían denegando.
(Aclaración para quien no lo sepa: un factoring no es más que una operación en la que el banco adelanta a la empresa el dinero que va a cobrar dentro de poco. Para ello se vale como documentación, en la que basar el importe a anticipar, en las facturas emitidas por la empresa a otras empresas. De esta forma se adelanta a la empresa el dinero que va a cobrar en el futuro a cambio de un interés)
Es necesario purgar el sistema financiero. El problema es que eso sacaría muchos auténticos desastres tipo «Pescanova» y habrá gente a la que eso no interese.
Como no se va a ningún lado es siguiendo engordando a empresas zombie. ¿Cuánto nos costará el IPE? Seguro que menos que seguir con el crédito paralizado.
Hola Mill. Si se hace adecuadamente la composición de los títulos, BCE recuperaría en unos años el 100% de su inversión, lo que equivaldría a un nuevo tramo de financiación a largo plazo a la banca a tipos de interés que rondarían el 0%. Podría incluso obtener algunos beneficios de ese préstamo. Habría que hacer números, pero con tu permiso voy a hacer algunos a ojo.
Traspaso de créditos a un 85% de su valor nominal (pérdidas de bancos cubiertas con provisiones)
Préstamos y créditos a una media del 5% anual a un periodo medio de 6 años.
BCE recupera:
– del 20% de esos créditos ni principal ni intereses—>0
– del 60% principal e intereses———–> 60*1,3= 78
-del 20% principal y no intereses———> 20
Total 98 en 6 años sobre una inversión de 85. Equivale a un préstamo a largo plazo a un 2% aproximadamente.
Es decir, coste adicional cero para el ciudadano.
El ajuste de despalancamiento se haría al cabo del tiempo, pero no de una forma abrupta y perversa.
BCE crea temporalmente el dinero para comprar esos títulos. A medida que va cobrando de los préstamos ese dinero se va destruyendo de nuevo. Tendría un efecto inflacionista temporal, pero teniendo en cuenta que vamos hacia una deflación, lo que haría sería contrarrestarlo, y no sería preocupante, en mi opinión.
Ummm, me recuerda mucho esos «préstamos a empresas empaquetados en forma de títulos» a los paquetes hipotecarios con los que intentaron ocultar las Sub-prime, que dieron lugar al colapso interbancario, precisamente por la cantidad de porquería tóxica que ocultaban.
Hola pvl.
Si, la esencia es la misma. Pero habría dos diferencias.
– la forma de hacer los paquetes de préstamos y créditos. Si se hace correctamente el riesgo será de verdad limitado y se recuperará la inversión.
– el riesgo se transferiría no a otros bancos, como en el caso de las subprime, sino al organsimo correspondiente. Como acabo de decir, sería asumible si está correctamente hecho. Además, se limpiarían lso balances de las entidades financieras de una rémora que acaba actuando sobre la financiación a la economía real.
No entro en que se debieran haber hecho otras cosas. Es evidente. Pero la situación ahora es la que es y hayq ue buscar soluciones inmediatas a problemas urgentes, aunque no sean las óptimas.