Al principio, un grupo pequeño de gentes armadas conquista un territorio. El “Señor” de turno con sus guerreros toma una ciudad, matando a los guardias, amedrentando a la población y declarándose proveedor monopolista de la seguridad. Para ello establece un precio, un impuesto. Esta no ha sido siempre una tarea fácil, los hombres solían estar armados hasta los dientes y eran muy celosos de sus propiedades. Ya en el siglo XIV Maquiavelo nos relataba lo difícil que era conquistar una ciudad de la Liga Hanseática y mantenerla bajo dominio, porque sus habitantes se defendían hasta la muerte y con gran bravura. Cuando los “Señores” consideraban la conquista de un territorio o el mantenimiento del domino sobre él era excesivamente costosa, se dedicaban a otros territorios menos exigentes.
Con el paso del tiempo, sin embargo , los dominadores encontraron una fórmula maravillosa por la cual ir reduciendo la resistencia de los dominados: basta con conquistar como estado un territorio y ofrecer a los niños de ese territorio educación “gratuita”. La idea por la que todos pagaban en una caja con la que se mantenía la enseñanza de los niños les pareció a todos un gran logro. Al dominador y sus guerreros no les quedaba otra que tener paciencia, ver el asunto como una inversión de futuro: reducimos los impuestos pero escribimos nosotros los planes de estudio. Además nos aseguramos de que se sigan exactamente nuestros planes, y no otros. Poco a poco fueron convirtiendo a los niños en las escuelas en creyentes del estatismo, reduciendo en lo posible la diversidad y el genio al tiempo que se consolidaban los principios por los que los impuestos son buenos para toda la sociedad. Al cabo de dos generaciones ya era posible volver a subir impuestos y retomar la senda del enriquecimiento y la consolidación del poder. La base para una resistencia eficiente había sido eliminada.
Los “Señores” direron un paso más con la instauración de empresas estatales. Estas empresas realizaban obras de interés general y se alimentaban de leyes, impuestos y subvenciones. Implicaron a los magantes de la época, haciéndolos parte de la red corrupta empresarial mediante las mismas armas: leyes, impuestos y suvbenciones. Con el tiempo la mayor parte de las personas recibían, de algún modo, dinero del Estado. El Estado es el origen de la corrupción, tanto en lo público como en lo privado.
La desesperanza nos abate a los libertarios (no importa si minarquistas, liberales, libertarios, anarcocapitalistas,…) cuando, dándonos cuenta de que la razón – incluso la moral – están de nuestro lado a la hora de argumentar contra el estado, nos vemos incapaces de hacérselo ver a los demás: ¿Somos acaso especiales? No. ¿Más inteligentes? Tampoco.
Permítanme que le demos un vistazo a los principios de la psicología de la persuasión: reciprocidad, consistencia, validación social, atracción/agrado, autoridad y escasez.
Casi todos nosotros hemos ido a la escuela porque todos los demás lo hacían (validación social), porque los demás nos dicen que ha de hacerse (autoridad) y porque nuestros amigos también estaban en la escuela (atracción/agrado). A través de esa asociacón el niño relaciona a sus amigos (escuela) con grupo social (estado), como algo normal, una situación en la que se siente seguro. En la escuela la mayoría de las personas pierden su capacidad de pensar y crear por sí mismos, adiestrados en lo importante de pensar y actuar dentro de la “normalidad”. Más tarde, cuando las personas salen al mercado laboral, se les presenta un contrato de trabajo “garantizado” por el estado. Su entorno social tampoco pone en entredicho la legitimidad y necesidad de la existencia del estado. Ante una situación de crisis económica/pérdida de trabajo, lo normal es mirar hacia el estado y esperar su reacción, que se supone ha de ser protectora. El estado entonces crea nuevas leyes y aumenta los impuestos para poder desarrollar esas leyes. El estatista moderado verá bien que se salven puestos de trabajo financiando una empresa privada. El estatista más radical exigirá que el estado se haga cargo por completo de esa actividad empresarial. A ninguno se le pasará por la cabeza que puede haber otra solución. Además, el estatista se siente agradecido (reciprocidad) ante el estado, que es quien le provee de derechos, sanidad, educación, … en ese momento entra en acción el principio de consistencia: el estatista debe defender al estado de los ataques de libertarios alegres e insensatos! El condicionamiento ha sido perfecto.
Los hechos: hoy el 70% de los españoles no son productivos (jubilados, niños, parados, funcionarios, banqueros, empleados en empresas sobresubvencionadas, …) ¿Cómo esperar que una mayoría puede ver con buenos ojos ideas antiestatistas? Estamos condicionados, chantajeados y hemos olvidado pensar independientes gracias a la educación que nos ha dado el estado. La connivencia con que los medios “agradecen” al estado su seguridad no hace sino impedir que contactemos con otras formas de pensar. El 30% restante tampoco estará por la labor de repensar la estructura social en que vive: miedo a ser señalado como loco alegre, iluso, soñador. Le basta con ser un trabajador digno y no robar a nadie para comer él. Es un grave error:
Debes no robar, trabajar y producir más de lo que consumes, para que los “señores” puedan seguir robando, ya que tú no lo necesitas. Y cuando necesites algo de aquello que los “señores” han escrito en el catálogo de necesidades socialmente permitidas, siempre habrá unas migajas a repartir gracias al invento de la solidaridad obligatoria (¡justicia social!) .
Este sistema no puede funcionar eternamente, claro, pero al estado le da igual: caeremos todos juntos en la fosa que nos hemos cavado.
No sé si viene al caso. Para mi, sí. Para mi, la pregunta de … «¿Cómo esperar que una mayoría puede ver con buenos ojos ideas antiestatistas?» … implica preguntarse primero por qué ver con buenos ojos las ideas estatistas. Y eso a su vez implica intentar saber cómo somos sin estado.
No es fácil definir «estado», y tal vez no sea la palabra más adecuada. Pero podemos pensar en la fase más allá de la tribu, en la que la violencia está monopolizada por la jefatura, y tiende a formalizarse (leyes y tal). Y la violencia es clave. Es una parte importante nuestra, que hasta que no la «civilizas» impide cualquier avance en complejidad social y económica.
Por eso traigo un libro recién salido que nos muestra cómo éramos antes del «estado». Hay que pensar que como presumiblemente no hemos tenido tiempo de cambiar (genéticamente), los impulsos son los mismos, y la diferencia es, precisamente, ese maldito «estado»:
Noble Savages: My Life Among Two Dangerous Tribes — the Yanomamo and the Anthropologists
Napoleon Chagnon
When Napoleon Chagnon arrived in Venezuela’s Amazon region in 1964 to study the Yanomamö Indians, one of the last large tribal groups still living in isolation, he expected to find Rousseau’s “noble savages,” so-called primitive people living contentedly in a pristine state of nature. Instead Chagnon discovered a remarkably violent society. Men who killed others had the most wives and offspring, their violence possibly giving them an evolutionary advantage. The prime reasons for violence, Chagnon found, were to avenge deaths and, if possible, abduct women.
When Chagnon began publishing his observations, some cultural anthropologists who could not accept an evolutionary basis for human behavior refused to believe them. Chagnon became perhaps the most famous American anthropologist since Margaret Mead—and the most controversial. He was attacked in a scathing popular book, whose central allegation that he helped start a measles epidemic among the Yanomamö was quickly disproven, and the American Anthropological Association condemned him, only to rescind its condemnation after a vote by the membership. Throughout his career Chagnon insisted on an evidence-based scientific approach to anthropology, even as his professional association dithered over whether it really is a scientific organization. In Noble Savages, Chagnon describes his seminal fieldwork—during which he lived among the Yanomamö, was threatened by tyrannical headmen, and experienced an uncomfortably close encounter with a jaguar—taking readers inside Yanomamö villages to glimpse the kind of life our distant ancestors may have lived thousands of years ago. And he forcefully indicts his discipline of cultural anthropology, accusing it of having traded its scientific mission for political activism.
This book, like Chagnon’s research, raises fundamental questions about human nature itself.
http://www.amazon.com/Noble-Savages-Dangerous-Yanomamo-Anthropologists/dp/0684855100/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1359356447&sr=1-1&keywords=noble+savages
Buen artículo. No puedo por menos que identificarme mucho con él.
Cuanto tiempo perdido en sempiternos debates intelectuales
Al final el bitcoin, fruto de la iniciativa privada, se impondrá, los gobiernos caerán, y nuevas formas de auto-gobierno aparecerán (sospecho que no serán mucho más grandes que una comunidad de vecinos). Y todos los charlatanes del mundo tendrán que dedicarse a otra cosa.
Todos teneis buena parte de razón. Ninguno de nosotros estamos. creo, en consiciones de aportar una solución racional a las cuestiones que planteo en el artículo. Me gusta la actitud y comentarios de Plaza porque nacen de su visión poderosamente escéptica y enraizada en la realidad cotidiana.
Ahora bien, justamente planteo, y en eso coinciden LGDarley y Mill, la posibilidad de que existan otras formas de percibir la proia realidad, no ya de foma individual, uno sólo en su pecera o su isla, sino de foma colectiva. Creo que sí, que somos muchos (aunque seamos clara minoría) quienes podríamos asociarnos en un modelo social más libre, menos coactivo. Y no sólo para nosotros, también para los demás.
Insisto en que debemos respetar la libertad de todos para seguir en al dinámica que describo – no creo que sea demasiado errada – pues sólo desde ese respeto podremos esperar que se respete nuestra intención de hacer las cosas de otra manera.
No olvidemos una cosa: cualquier valoración que hagamos de la historia será subjetiva y nacerá de lo que nos han enseñado, lamentablemente. Es por ello que planteo en mi siguiente artículo el derecho a la secesión como base para poder alcanzar metas diferentes en sistemas de organización social. No reclamo el derecho ha hacer experimentos con otros que no quieren experimentar! reclamo el derecho a hacerlo con quienes comparten mis ideas y quieren ensayar otra forma de organización social.
Es malo?
Los libertarios lo que sois es unos manguis pseudo-intelectuales que os habéis construído toda una justificación filosófica barata para, esencialmente, no pagar impuestos.
Que nuestra especie exista exclusivamente gracias a la cooperación a vosotros os la suda, lo único que os importa es que no os hagan pagar por cosas que no van en vuesto beneficio directo, incluso llegando obviar beneficios indirectos que recibís de
Hombre, Marcial, eso podría pensarse si todos (o casi) los libertarios fueran claramente de los que más impuestos pagan, y por tanto especialmente perjudicados por los impuestos. ¿Tienes algún motivo para pensarlo, o es solo la proyección de suponer que nadie puede pensar más allá de su propia comodidad?
Hombre, Marcial, un pseudo-intelectual de esos que tú dices no puede hacer más que filosofia barata ¿no?
El articulo que comentas se titula «Los liberales siempre seremos minoría». ¿Porqué se iba a molestar un libertario -gran artículo, por cierto- en escribirlo si no cree en la cooperación? Hasta los intelectuales más pseudos valoran la cooperación. Ahora bien, ilústranos, ¿que tiene que ver el Estado, y sobre todo su Administración, con la cooperación? ¿Qué te hace pensar que sólo la existencia de un Estado, administrado «democráticamente», hace posible la cooperación? ¿No crees que la existencia de un «super-ente» (perdón, no he podido resistir las tentaciones de la pseudo-intelectualidad) que se encarga de todo -de enseñarte, de cuidarte, de pagarte cuando estas viejo y decrépito, de darte un sitio por el que evacuar tus inmundicias, de dejarte que circules a pata, en coche o en tren-bala, etc.- hace que la gente se «olvide» de cooperar porque para eso ya está el Estado? La verdad es que da igual si lo crees o no, porque, a pesar de la inimaginable cantidad de dinero de la que se apropia (¿alguien dijo mangui?), el Estado es incapaz de conseguir que no tengamos que cooperar para que mucha gente coma, se vista, tenga posibilidad, aunque remota, de trabajar, pueda curarse o morir dignamente y tantas otras cosas que papá Estado nos «asegura».
El beneficio existe cuando el coste es inferior a lo percibido. El Estado no da beneficios.
Desde luego aborrezco todas las ideas:
– sociales
– asociacionistas
– sociabilizadoras
– sociables
– agrupacionistas
…
todas ellas precusoras etimológicamente de Socialismo. La sociedad que se ha creado resulta francamente aberrante. Pero dándole vueltas a ese razonamiento se llega irremediablemente a que la solución está en volver a la cultura de cazadores-recolectores ya que… ¿ quién iba a construir un puente o camino ?
¿Y si el final del mundo (Maya) es lo que ha pasado y empieza uno nuevo con Internet que nos conecta a todos con pensamientos distintos?
Pues yo quiero ser optimista.. aunque sea a largo plazo. Se me olvida aquí la cita de un libro de un antiguo colaborador del The Economsit que habla del optimismo realista.
Los «liberales» reales [en EE.UU.= libertarians; porque en EE.UU. liberals= american socialists] tenemos que seguir predicando en el desierto. Se consiguen cosas, lentamente. Después de varias décadas hablando de que el sistema de la Seguridad Social es piramidal, de Ponzi, o de contribución y reparto (los euros que entrán por los que salen), hasta EL MUNDO lo ha recogido en editorial en página 3 este domingo pasado. Internet nos permite difundir lo evidente, y evitar que se puede engañar a todos por mucho tiempo.
Además el sistema estatista y el del papel moneda fiduciario caerá más pronto que tarde. En mi opinión estamos en los últimos estertores. La última crisis, que es la del propio papel moneda y deuda pública. En EE.UU. y UK están en la fase final con un «quantitative easing» a lo bestia, imprimiendo dinero para auto-comprarse sus bonos y aparcarlos en el balance de sus bancos centrales como activo que han comprado con su pasivo, esto es, su moneda, el dólar o libra. En algún momento «el mercado» percibirá la imposibilidad de cualquier generación futura de contribuyentes useños de poder asumir toda la montaña de deuda existente, ni dopados por el Dr. Fuentes, y por ende la depreciación súbita y se verá el poco valor del «papel» que está en el activo de los bancos centrales emisores useños y británicos, y por ende el poco valor de su moneda.
Imprimir papel-moneda a lo bestía, lleva a la hiperinflaccion, como bien saben los alemanes. Supongo que no habrá pasado desapercibido EL DETALLE, el SUPER DETALLE de que Alemania ha repatriado todo el oro físico que durante años había dejado custodiado en los EE.UU. En revistas alemanas como FOCUS, STERN o Der Spiegel, ya desde hace años, han prevenido sobre el asunto, con una gráficos muy claros. Y es que, como bien dijo El Gallo: lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
Remacho. Yo sí creo que el liberalismo tiene muchas cosas que aportar a los problemas que nos agobian. Pero solo si deja atrás ciertas «alegrías» conceptuales. Esa impresión tengo.
El camino fácil es el del escepticismo y el «realismo» de analista «riguroso», «lo que no existe por algo sera», ese es el mismo argumento que en su día ponían los retractores del antiesclavismo, los del voto a la mujer, los de la democracia, etc. El anarquismo es un ingrediente de la sociedad, puesto que esta compuesta por individuos que lo son o no, al igual que no hay capitalismo puro, ni socialismo puro, ni liberalismo puro, y evidentemente tampoco anarquismo puro. Si todos fuéramos anarquistas, evidentemente no desearíamos anarquía puesto que viviríamos en ella, eso esta claro, es la pelea en las disputas diarias intelectualmente lo que nos conduce a un camino u a otro y con ese rigor batalla a batalla es la que se construye una sociedad más anarquista o menos, más socialistas o menos, más capitalista o menos, etc. Tus argumentos son los de la postura fácil de «realpolitik», hay que seguir iguales hasta que nos pudramos porque todas las demás opciones son teóricamente inmorales o imposibles excepto lo que ya tenemos…. un argumento de muy poco peso que nos hubiera anquilosado en la edad de piedra, pero por eso eres conservador, otro ingrediente más del coctel con una opinión tan absurda y respetable como la de los demás, pero más fácil, solo hace falta ser cínico.
Manuel, es demasiado temprano para tonterías.
– “lo que no existe por algo sera”, ese es el mismo argumento que en su día ponían los retractores del antiesclavismo.
Dos problemas.
1º. Yo no he dicho eso. he dicho que si no ha existido nunca , ni algo que se le parezca, es probable (no seguro) que sea imposible, y que en todo caso no puedes estar seguro hasta que no lo veas funcionar. O sea que tiene pinta de improbable y de difícil, y que eso no suele hacerlo atractivo para la mayor parte de la peña. ¿Algún problema con ese argumento, Manuel? Porque el argumento será válido, o no, por si mismo, y no según lo haya usado no sé quién.
2º. Es imposible que ese argumento lo hayan usado los antiesclavistas, salvo que fueran antiesclavistas subnormales. Por la sencilla razón de que sí conocemos muchas sociedades sin esclavos.
Por otra parte te rogaría que leas mis argumentos con mayor atención antes de ponerte a hablar sobre ellos. Aseveras que mi propuesta consiste en que «hay que seguir iguales hasta que nos pudramos porque todas las demás opciones son teóricamente inmorales o imposibles excepto lo que ya tenemos». Acojonante, porque yo ni siquiera he rozado nada que tenga que ver con la moral. Y solo he señalado algo tan obvio como que parece que para ser «antiestatista», deberías de empezar por estudiar, muy profundamente, los motivos por los que toda sociedad humana conocida fuera de la edad de piedra es de tipo estatal. Y las anteriores, de tipo «pre-estatal».
¡Ah. pero es trampa! Creía que ibas a poner el del IJM.
En todo caso no creo que ese pasado imaginario se corresponda mucho con la realidad. Empieza con un poblado medieval «defendido» por señores de la guerra. Pero no estudia las alternativas, ni siquiera imaginariamente. Imaginemos.
Al principio, ningún grupo pequeño de gentes armadas conquista un territorio. El territorio es «libre» en ese sentido. Los hombres viven en paz, en pequeñas aldeas o en granjas dispersas. Son muy celosos de su libertad, y la defienden hasta la muerte. Por eso a nadie le interesa interferir en la libertad del vecino; el coste es demasiado grande. Hasta que …
– Puede que a los habitantes de la aldea, donde está el mercado, se les ocurra la idea de cobrarles un peaje a los granjeros que vienen a vender sus productos. Los granjeros podrían unirse, no vender sus productos, y matar de hambre a los villanos. Pero como están dispersos, y no en contacto entre sí, es difícil organizarlo. Y los villanos tienen población como para liberar a unos cuántos, provisionalmente, y formar cuadrillas de represalia y robo.
– Puede que del otro lado de las montañas llegue un ejército de un imperio (una forma más avanzada de urbanización («civilización») y les joda el invento.
– Puede que del otro lado de las montañas lleguen cuadrillas de vándalos que se han montado un sistema de vida con la rapiña de los pacíficos.
– Puede que llegue la sequía, y las granjas individuales sean incapaces de mantener una familia. Pero tal vez el ingenio y la necesidad les haga comprender que si reúnen los esfuerzos de todos, serían capaces de crear un sistema de regadío que vuelva a permitir vivir de las granjas.
Cualquiera de los cuatro procesos te dan el embrión de un «estado». Y hay más procesos imaginables. No sabes exactamente lo que va a ocurrir, ni lo que ocurrió en cada caso. Pero sí puedes apostar porque tarde o temprano ocurrirá cualquier cosa que haga inestable (o insostenible) el esquema, y el territorio derive hacia esa forma estatal que no te gusta. O simplemente quede inhabitado. ¿Por qué puedes apostar por ello? Porque es lo que ves en todas partes. Salvo en estados más primitivos, como los Yanomanis o los indios de las praderas, a los que me cuesta creer que puedas calificar de «libres».
Hay una cosa de la que sí puedes estar seguro. En cuestión de sociedades, lo que existe y dura tiempo es porque funciona. Lo que imaginas y nunca se ha visto, probablemente es porque no funciona. O en todo caso siempre cabrá la duda hasta que no se vea. Parafraseando a Feynman. No importa cuan bella e inteligente sea tu idea; si no existe, ni ha existido nunca, ni siquiera en un grado de parecido razonable, es muy probable que sea imposible.
La segunda parte es otra cosa (hay un salto notable, no muy justificado). La escuela y tal. Aunque no voy a negar su influencia, tampoco es absoluta. Si lo fuera, la URSS no habría caído. Y respecto a nuestros sistemas, nuestras democracias europeas, estás describiendo (probablemente con razón) un sistema no sostenible. Si lo es, no te preocupes por él; la realidad pasará por encima. En realidad no son sistemas que han durado tanto como parece, porque han cambiado notablemente. Mientras tanto, hay una forma de ser «antiestatista». Pero no me extraña que no sea muy popular:
http://www.smithsonianmag.com/history-archaeology/For-40-Years-This-Russian-Family-Was-Cut-Off-From-Human-Contact-Unaware-of-World-War-II-188843001.html
Lo que no entiendo es esto: ¿Cómo esperar que una mayoría puede ver con buenos ojos ideas antiestatistas? Estamos condicionados, chantajeados y hemos olvidado pensar independientes gracias a la educación que nos ha dado el estado.
No lo entiendo porque, por más que piense, no puedo encontrar un sistema social -en el tiempo y en el espacio- en el que no hayamos estado condicionados, chantajeados, y no nos hayamos olvidado de pensar independientemente. Es más, yo creo que el último pensamiento independiente que tuvimos fue antes de la fase de chimpancé. ¿Puede un pensamiento ser independiente? ¿Independiente de qué? ¿Del conocimiento? ¿De la vida y milagros del humano en el que ocurre? No lo veo. Creo que tenemos un problema. Como vemos con frecuencia pensamientos (en general, de otros) cuya dependencia de algo nos resulta meridiana, tendemos a pensar que cuando no vemos esa dependencia (en nosotros) es porque se trata de un pensamiento «independiente». Pero solo olvidamos la solución más elemental. Que el cerebro es un artista a la hora de ocultar la dependencia (propia) en el pensamiento. Lo mejor, yo creo, es olvidarse de adjetivar el pensamiento, y limitarse a observar su consistencia interna, y con los hechos.
En resumen, no veo que porque el estado nos toque los cojones (a algunos), o que porque el estado actual tenga toda la pinta de ser un desastre insostenible, eso vaya a hacer que la gente se convierte en «antiestatista». Hay alternativas. Por ejemplo ser «reformista» (y anda que no caben opciones ahí). Quiero decir que la propuesta de algo que nunca se ha conocido en una sociedad medianamente avanzada, no parece, prima facie, la propuesta más sensata de las posibles.
Lo pongo de otra forma. Yo soy sentimentalmente «antiestatista». Al menos, por las mañanas. Pero nunca he relacionado los sentimientos con la sensatez.
En fin, perdón por el rollo. Pero es que tanto darle vueltas al asado de las diversas crisis, que parecen llegar todas juntas, uno se calienta (metafóricamente).
Has entendido el artículo perfectamente. Como no podía ser de otra manera.
Efectivamente, la gente no se va a convertir en antiestatista. Es lo que digo.
Por cierto, y por si alguien lo duda: magnífico tu comentario, Plaza. As usual.
«Lo que imaginas y nunca se ha visto, probablemente es porque no funciona.»
Durante todo el siglo XIX en USA y en UK funcionó un sistema liberal, puede que imperfecto, pero que consiguió los mayores avances en el bienestar de la gente en toda la historia.
Las cosas empezaron a cambiar con la creación de la FED y luego con el New Deal y del Estado del Bienestar en Europa los Estados han ido aumentando su tamaño y poder… aumentándolo en cada crisis que ellos mismos creaban.
Bueno el Estado del Bienestar empezó en la Alemania de Birsmark en el siglo XIX.
La cuestión importante es que si esperamos a que el Estado de Bienestar fracase definitivamente entonces la Civilización Occidental se va a hundir con él.
Saludos Plaza.
Sí, gracias, Mill. Lo sé. Pero en ese caso liberales no quiere decir «antiestatistas».
Y lo que señalas del estado del bienestar, Mill, me parece clave. Estoy de acuerdo. Y sospecho que está imbricado en el sistema político, o el sistema político lo hace inevitable tarde o temprano. ¿Como se puede conseguir que si el 70% puede vivir a costa del 30%, no lo haga? En principio parecía que sería por la cruda realidad; los números no dan y tal. Pero lo de la deuda pervierte la realidad.
Sabemos que los humanos, si pueden, abusan los unos de los otros. No cada individuo humano, pero si hay grandes números sí. Si inventas un sistema por votación y mayorías, y un sistema donde la mayoría consigue abusar (y vivir) de una minoría que no lo puede evitar, ¿que podemos apostar que va a ocurrir?
¡Anda que no pones tentaciones, Luis!
Luego …