Psicología Social de la Salud VII (Implementando intenciones)

A continuación expongo algunos de los modelos teóricos de Psicología Social aplicados a la Salud que superan el bache de unas intenciones estáticas para adentrarse en el camino de cómo se desarrolla en el tiempo la acción conducente (o no) a mejoras en la salud. Si el ser humano no es enteramente racional, lo que pase por su mente como intenciones no se traducirá necesariamente en un curso de acción coherente y previsible a partir de unas premisas: habrá contradicciones, conflictos, saltos hacia delante y vueltas atrás y, en definitiva, movimiento, vida. Nuestras metas a largo plazo y nuestros deseos a corto plazo no suelen coincidir, y nuestra mente no es un monolito, sino un edificio construido por la evolución en un largo y penoso proceso, para hacer frente a diversos desafíos de ambientes cambiantes, un edificio con varios pisos comunicados entre sí y con el mundo a través de ventanas de diversas formas y tamaños, estando en la azotea, lugar aparentemente claro y despejado, la consciencia, y su escribana la razón, sus “altos” ejecutivos, que reciben de continuo mensajes de los pisos inferiores, dónde se hace todo el trabajo, para tomar a partir de los mensajes y las amplias “vistas” las decisiones que llevarán a uno u otro curso de acción.

Pero no nos adelantemos. Las teorizaciones que incluyen acción que presentamos están aún lejos de proponer un modelo semejante. Lean, amigos, y juzguen por sí mismos.

Modelo de Implementación de Intenciones:

Propuesto por Gollwitzer (1993), es un modelo específico de la psicología social, como los dos anteriores, si bien, a diferencia de estos, va más allá de las motivaciones de los individuos, siendo así un modelo de puesta en práctica de la acción, al distinguir claramente las intenciones como metas de las intenciones implementadas. Las últimas concretan las primeras marcando hitos en el tiempo, el espacio y las circunstancias del individuo tales como el cómo, cuándo, dónde y de qué manera voy a llevar a la práctica la acción de salud. Existe pues un plan, y no sólo una intención. El individuo se compromete a actuar cuando se den ciertas condiciones ambientales, traduciendo las metas en acciones concretas encaminadas a alcanzarlas. De esta forma se ejerce un control sobre el ambiente. En el terreno de la salud este modelo no ha tenido una gran aplicación. Pero los casos en los que se ha hecho (comparando personas que planeaban cómo y cuándo hacerse una mamografía o hacer ejercicio, frente a grupos de control a los que no se les pedía una planificación específica) arrojan resultados alentadores, que llevan a considerar a Armitage y Conner (2000) que tener tales planes de acción hace más probable iniciar y mantener los comportamientos.

El Proceso de Acción a Favor de la Salud (Modelo HAPA):

Propuesto por Schwarzer en 1992 y conocido por su acrónimo del inglés (HAPA), este modelo tiene dos etapas, lo que lo sitúa entre los modelos conocidos como de múltiples etapas y ha sido creado específicamente para el ámbito de la salud. Su primera etapa es la etapa motivacional y la segunda la etapa volitiva. La motivacional nos recuerda a las más poderosas teorías en el ámbito motivacional, la de la Conducta Planificada y la Teoría Social Cognitiva, expuestas más arriba. Pero para Schwarzer la auto-eficacia sigue a las expectativas de resultado, no se trata de variables independientes entre sí.
Superada la fase motivacional se entra en la volitiva, que dinamiza el modelo más allá de los límites impuestos por la brecha entre intención y conducta de los modelos estrictamente motivacionales. Lo volitivo implica, en este modelo, primero planear -lo que sucede en el tiempo a la intención- luego actuar y por último mantener el comportamiento saludable. Es durante la acción cuando el individuo aprecia su autoeficacia (sus escenarios mentales de la fase de planificación podían ser poco realistas), ejerciendo un control sobre la realización de la acción. Por último se llega a la situación de mantenimiento, de persistencia en el comportamiento de salud. A juicio de Armitage y Conner (2000) es este modelo un excelente nexo de unión de los modelos motivacionales, de puesta en práctica del comportamiento y de múltiples etapas. Otro de los cuales revisa a continuación.

Modelo Transteórico de Cambio:

A partir de la observación de pacientes psicoterapéuticos desarrollaron este modelo Prochaska y Diclemente (1983,1984,1992). Puede pues considerarse de además de un modelo multi-etapa un modelo creado específicamente para el ámbito de la salud. Lo que observaron Prochaska y Diclemente fue que los pacientes en psicoterapia pasaban todos por las mismas cinco etapas en toda terapia orientada a un cambio de comportamiento:1.Precontemplación: en la que no se planteaban en serio cambiar en el plazo de 6 meses (dicho lapso de tiempo parece, en cierto modo, fijado por los autores,
en base a su experiencia con los pacientes).2.Contemplación: en la que consideraban la posibilidad de cambio en esos seis meses, pero no hacían nada específico, ni siquiera preparativos. Eran conscientes del problema pero no terminaban de comprometerse en un curso de acción. 3. Preparación: en la que ya tenían intención de hacer cambios en los 6 meses siguientes. Era frecuente que quienes estaban en este estadio hubieran fracasado en el año anterior en un intento de acometer el cambio. De hecho ya han mejorado un poco su comportamiento. 4. Acción: en la que los individuos cambian efectivamente para resolver sus problemas, comprometiendo su tiempo y energías. Este estadio suele durar- en particular con las adicciones- entre un día y 6 meses -dadas las posibles recaídas a un estadio anterior. 5.-Mantenimiento: en el que pasados 6 meses de acción saludable puede llegarse a toda una vida sin el problema psicológico y de salud. Existe una considerable variabilidad en la forma en la que los individuos pasan por estos estadios, en ambas direcciones. Se ha estudiado el modelo en comportamientos tales como fumar, beber, hacer ejercicio, hacer dieta y controlar el peso a través de sus estadios, resultando por ello difícil su valoración. Resulta atractivo por su sencillez, practicidad y porque parece darnos una visión clara de los procesos de cambio. Pero no está expresado en términos sociocognitivos de forma que pueda servir a intervenciones concretas. No nos dice nada de porqué unas personas logran cambiar y otras fracasan en el intento.

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Germanico
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No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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