Éramos pocos, y parió Jim Yong Kim.
Un mundo cuatro grados más caliente puede y debe ser evitado.
¿Cómo, con cosas del tipo de Kyoto? Pues para sorpresa del respetable he de decir que está funcionando muy bien. Pero no por lo que les gusta a los calentólogos, que es bajar las emisiones del CO2. De eso Kyoto no ha conseguido nada. Han seguido aumentando al mismo ritmo que llevaban antes del tratado, en diciembre de 1997.
Sin embargo, la temperatura no.
Pero sería cosa de poner el contexto a lo de los cuatro grados de Jim Yong Kim. ¿Cuatro grados, cuándo?
La humanidad está emitiendo gases invernadero y rompiendo récords cada año. Por tanto estamos en el camino de un calentamiento global de cuatro grados, probablemente tan pronto como el final de este siglo.
Vale, en 2.100. ¿Y cuatro grados más que qué temperatura? Pongamos que se refiere a lo que llaman «temperatura preindustrial». Un concepto un tanto raro, porque «preindustrial» debía ser también la época en que cabalgaba el Cid Campeador, y parece claro que hacía algo más de calor que ahora (2012). También cuando Aníbal pasaba los Pirineos y los Alpes con sus elefantes. Pero normalmente llaman «temperatura preindustrial» a la que hacía en 1.900. ¿Por qué? No se me pida que entienda a un calentólogo. Es uno de los retos para los que he decidido declararme incapacitado. Tampoco voy a ser astronauta, etc.
Así que tenemos la temperatura que hay que evitar a toda costa. Ni acercarse. Un ritmo que apunta a 4ºC más que en 1.900, para 2.100. De los que ya hemos andado 0,7ºC en la primera mitad del camino. Más o menos cuando Kyoto, y cuando fuimos conscientes del gran problema que no deja dormir al Banco Mundial. Nos quedan 3,3ºC hasta 2.100. Y la cuestión es saber qué ha pasado desde entonces con la temperatura (aunque ya sabemos que lo del CO2, va fatal).
La temperatura es la que mide desde satélites el equipo Remote Sensing System [–>]. No uso UAH, como suelo, porque han actualizado (corregido) los datos de los últimos meses, y me han fastidiado la hoja de cálculo y todos los gráficos preestablecidos. Pero las diferencias son mínimas.
Pongo:
- Todos los datos (azul). Tendencia = +1,3ºC/siglo.
- Desde Kyoto (verde). Tendencia = -0,4ºC/siglo.
- La pesadilla del Banco Mundial. Tendencia = +3,3ºC/siglo.
Y hay que tener en cuenta que la temperatura a la altura que la toman los satélites debería subir más que en superficie, que es a lo que se refiere Jim. Un factor de 1,2 más o menos. Pero lo olvidamos, a su favor.
Parece que desde Kyoto, el momento de la concienciación, la pinta no es muy Banco Mundial. Y con la serie entera de 33 años, tampoco. Se podrán hacer todo tipo de elucubraciones sobre lo que pasará. Pero es claro que no hablamos de un problema que se ve, o se mide, sino de uno imaginario. ¿Será por eso que países de gobiernos tan poco irresponsables como Canadá, Rusia y Japón, se han salido del protocolo de Kyoto?
También puede ser que los calentólogos tengan sensación de prisa. No solo por calentar motores antes de Doha, la próxima cumbre de la cosa. Representantes de 194 naciones, más de 7.000 delegados de ONGs, más de 1.500 periodistas [–>]. Hay que subir el espíritu, que muy alto no está.
Por El Niño. Les va muy mal.
No tiene pinta de que 2.013 vaya a ser un año caliente como para acercarse al récord de 1998. Con esa situación de El Niño, no puede. Y ya estamos en un momento muy delicado de demasiado tiempo sin calentamiento, o sin suficiente calentamiento.
Otra forma de representarlo por parte del BOM australiano [–>]. Con el agua de debajo de la superficie. Y no queda reserva en la “Pacific Warm Pool” para crear un El Niño, que suelen alcanzar su máximo entre diciembre y enero.
Así que hay emoción. De momento, es casi seguro que seguiremos separándonos de los modelos. Por ejemplo, visto desde la temperatura de superficie del mar:
La comparación modelos / realidad empieza en 2.001 porque la predicción de los modelos empieza ese año. Las temperaturas anteriores a 2.001 las conocían antes de hacer los modelos, así que no son predicción.
Bob Tisdale, estudioso amateur que se ha pasado años empollando los datos de El Niño / La Niña, y sus repercusiones en cada cuenca oceánica, plantea un esquema por el cual el calentamiento (y la falta de calentamiento) es un fenómeno natural sin relación con el CO2. Para explicarlo, aparte de un excelente libro de muy buen precio [–>], ha preparado un vídeo de hora y media, en dos partes, que se puede ver en Youtube. Clic en la imagen para llegar:
Muy bien podría tener razón. O no tenerla. Pero en todo caso, en El Niño está la clave para que alcancemos a los modelos o nos sigamos separando de ellos. Y cuanto más tarde en llegar un El Niño lo suficientemente fuerte para conseguir acercarnos a los modelos, más fuerte tendrá que ser para poder salvar la cara a los científicos del IPCC. O sea, cuanto más tarde, más improbable será que los modelos sean consistentes con la realidad.
Lucia tiene un gran estudio sobre la comparación modelos / realidad, desde otra métrica. La de la temperatura del aire en superficie, en vez de la temperatura de la superficie del mar. Con todas las consideraciones estadísticas necesarias. Y con la conclusión de que resulta completamente indiscutible que la realidad va más fría que los modelos, de momento. Y de que algunos de los modelos (3 de 11) ya son incompatibles con la realidad. Lo marco en rojo. Casi peor, la media de los modelos no está lejos de ser incompatible con la realidad. Lo marco en rosa.
Ha elegido la mejor de las métricas para los alarmistas. O la menos mala. No por nada, sino porque es la que usa el IPCC. Pero si usara las mediciones de los satélites de la temperatura del aire (que se hacen más arriba, a unos 4 km), o las de la superficie del mar, el resultado sería peor para la tesis del IPCC. Y son medidas mejores. Porque no tienen los problemas de los termómetros de las garitas meteorológicas, con la influencia de la urbanización humana. Y porque son datos mucho más realmente globales.
Lo dicho; los próximos años son emocionantes para el cuento del calentamiento global. Por eso, tal vez Jim Yong Kim va parando golpes. Cuando lo sensato sería decir: Quietos; no pasa nada por esperar unos años, lo mismo que no ha pasado nada desde Kyoto. Y parece que la espera podría sacarnos de dudas, y ponerle contexto de realidad a un problema -de momento- imaginario.
Otra colección de idioteces para asustarnos (¿y hasta cuando nos toman
por idiotas?).
Nadie puede saber ni predecir el rumbo que tomen las temperaturas de aquí
al 2100, Ni siquiera pueden predecir la temperatura del año próximo.
En reallidad, las temperaturas (‘medias globales’) están planas o con leve
tendencia a la baja desde el ‘super-niño’ de 1998, esto es, 14 años
sin ‘calentamiento’. En todo caso, si las temperaturas subieren, será por
efecto de fenómenos incontrolables para la sociedad humana, como un paulatino
calentamiento del mar (se viene observando desde el siglo XIX), y resulta
ridícula la pretensión de los políticos ignorantes que se creen capaces de
‘limitar el calentamiento’ a tan sólo 2 grados C, con impuestos o
prohibiciones, o ‘tratados’ internacionales. Por otra parte, la temperatura
global de la Tierra tiene (en esta era) una cota dada por
la distribución de mares y continentes; nunca será más calurosa de lo que haya
sido en los anteriores interglaciales, y ese no es un límite peligroso.
Por último, un presunto ‘calentamiento’, se sentiría primero y principalmente
en las zonas más frías del planeta (y esto es simple termodinámica), y en
realidad, en tal caso sería beneficioso.