Es posible que el caso Lewandowsky no vaya a tener tanta repercusión en la opinión pública como la que tuvo el “Climategate”. Aquellas dos filtraciones de miles de emails de los científicos del clima, que mostraron al público que los del IPCC están haciendo el cafre, más que haciendo ciencia. Como corresponde a un organización que hace política desde la ciencia (o supuesta ciencia). Marcó un cambio en la percepción pública del “calentamiento global”, porque cualquiera puede entender cosas como “el truco de Michael Mann para esconder el declive”; “si hace falta redefiniremos el peer-review”; o presionar a los editores de las revistas para que sepan lo que no tienen que publicar; o cosas como “todos sabemos que hay una presión para contar una historia clara, aunque el asunto no sean en realidad tan simple”.
Demostrado que en el IPCC están haciendo el cafre, o sea comportándose como políticos en vez de como científicos, quedaba la otra pata de la estrategia. En un esquema también propio del mundo político, tratan desacreditar al crítico -haciendo algo parecido a un asesinato civil- en vez de resolver sus argumentos. Del tipo de: nuestros críticos tienen motivaciones espurias, o están pagados por una organización perversa que persigue confundiros, o sencillamente son enfermos mentales. Nadie con un poco de rigor intelectual cae en una trampa argumental de este tipo, porque sabe que el valor de un argumento está en el argumento mismo, y en si se rebate o no se rebate. Y que al argumento no le afecta quién lo esgrima. Pero los incultos, o los simplemente perezosos, prefieren los cuentos de buenos y malos. Así que los políticos juegan ese juego.
Pero es un juego peligroso, porque para jugar a eso hay que tener un conducta intachable. Y si el Climategate ya mostró lo poco de intachable que tienen los científicos del IPCC, el extraordinario asunto Lewandowvski / Skepticalscience (John Cook) está sacando a la luz que son los activistas pro IPCC los que practican aquello de lo que acusan a los demás.
El caso une un trabajo patético de ciencia basura, con una organización bien engrasada para defender esa supuesta “ciencia”. Esta vez viene de las ciencias sociales, siempre más proclives al basurero. Stephan Lewandowsky, del laboratorio de Ciencias Cognitivas de la Universidad Western Australia, lleva tiempo pretendiendo que los críticos del IPCC somos una especie de enfermos mentales aficionados a las conspiraciones. Por ejemplo:
“This attribute of conspiracy theorising applies in full force to the actions of climate “sceptics” who operate outside the peer reviewed literature” [3 mayo 2010 –>]
Y para demostrar su prejuicio, se ha fabricado un «trabajo científico” que lo demuestra. Agárrate:
No hay que ser extraordinariamente escéptico ni particularmente inteligente para darse cuenta, antes aun de leer la parida, que se trata de ciencia basura. Pero puede colar para los despistados si tiene el marchamo de la revista y sus revisores,Psychological Science, y de la universidad Western Australia. Que por cierto, ahora tiene un papelón. Después de examinarlo es mucho peor, claro. Es imposible hacer mayores barrabasadas y chorradas, y que cuelen como ciencia.
- Una encuesta de internet, sin el menor control de que una persona conteste por muchas.
- Puesta solo en sitios visitados mayoritariamente por partidarios del IPCC. Ocho de ellos.
- Por las preguntas ves de inmediato que se quiere relacionar a los “escépticos” con los aficionados a las teorías de las conspiraciones más descabelladas. Luego cualquiera puede contestar para hacerse pasar por un escéptico subnormal.
- Lewandowsky no ha analizado todas las respuestas. Esto es normal, a veces analizan solo que les interesa. Pero al proporcionar una hoja de cálculo con las respuetsas, borró las respuestas no analizadas, para que nadie las pueda analizar. Y eso sí que no es nada normal.
- Los cafres estuvieron discutiendo los detalles de la encuesta, mientras seguía abierta, en un foro reservado de activistas de la causa altamente motivados, de los que se puede esperar que se dediquen a falsear la encuesta.
- Ni tan siquiera de los datos (de carcajada) se puede desprender el título del estudio. Si se le quitan los valores atípicos (prudencia esencial en una estadística donde el engaño es más que posible), los resultados cambian mucho, y resulta mayor la proporción de los alarmistas que creen que el viaje a la luna fue un timo de la NASA, que la de los escépticos. Incluso en este “estudio” de risa. [Lewandowski fake results –>]
Un ejemplo de lo motivados que están, en un comentario de ese foro en el que hablaban sobre la encuesta cuando aun se podía contestar:
“...people like us have to build the greatest guerilla force in human history. Now. Because time is up…Someone needs to convene a council of war of the major environmental movements, blogs, institutes etc. In a smoke filled room (OK, an incense filled room) we need a conspiracy to save humanity” [we need a conspiracy to save humanity –>]
Y otro fenómeno:
“Sometimes you just want to let loose and scream about how you want to take those motherfucking arseholes, those closed-minded bigotted genocidal pieces of regurgitated dog shit and do unspeakable violence to their bodies and souls for what they are doing to the safety of what and who we all hold dear.” [Mismo enlace]
Ese es el ambiente en el que se mueven estos “científicos”. Ambiente que trabaja para -y con- ellos. Por ejemplo, John Cook es al mismo tiempo el responsable de la web de cabecera de los que atacan a los críticos del IPCC, skepticalscience.com, donde también se llevó a cabo la encuesta; el gestor técnico (y censurador) de la web de Lewandowski ; y el registrante y administrador de un curioso organismo web que tienen los científicos alarmistas y que se llama “Climate Rapid Response Team”. A este último se llega con un clic en la imagen.
Cook es, además, el gestor del foro secreto donde se comunican todos ellos. No debe ser muy bueno, porque lo debió de dejar abierto unos días, alguien entró, copió multitud de comentarios, y ahora sus guarradas son públicas como las del Climategate.
Basta hacer un “whois” a la web de Lewandowski y la del Rapid Response Team para ver la tela de araña, y que todos actúan como uno.
Y ahora están tratando de defender la basura desde la web de Lewandowski, por los acreditados métodos de John Cook. Censurar los comentarios inconvenientes, o cambiarlos. O cambiar las entradas posteriormente, sin ningún aviso. Por ejemplo, Tom Fuller, conocido periodista con mucha experiencia de encuestas por internet, estuvo haciendo una serie de preguntas y comentarios. Le censuraron / cambiaron muchas, pero aun así pasaron unas 50. Pero después llegó la brigada de Cook y las borró todas, dejando el espectáculo de respuestas a preguntas que ya no están. [Lewandowski cleansing program –>]
Por cierto, Stephan Lewandowski es un defensor a ultranza de Peter Gleick. Ese “científico” del cambio climático que se hizo pasar por un miembro del Heartland Institute, para tener acceso a su documentación interna. Y que cuando la consiguió, viendo que no había chicha para atacar, falseó otro documento haciéndolo pasar por genuino del instituto, y repartió el paquete a la prensa. Con el documento falso incluido sí era un paquete sustancioso. Lástima que era mentira. Y Lewandowski comparó hace poco esa “estrategia” con la trampa que Churchill tendió a Hitler para engañarle respecto al lugar del desembarco de Normandía. [The morality unmasking Heartland –>].
Y esta gente, a la que da asco escuchar pronunciar la palabra moralidad, son los que nos acusan a los que ponemos una mirada crítica sobre IPCC de estar organizados para producir “desinformación”. A mi en concreto me han acusado de ser un “Community Manager del neoliberlaismo”[#235 –>]. Aparte de criminal contra la humandidad y otras lindezas. Es una técnica muy conocida, que se llama deshumanizar al crítico. No la practicaron solo los nazis y los soviéticos, pero ambos llegaron tal vez a la cumbre del arte. En este caso parece, además una proyección psicológica [–>]. Imaginan que como ellos tienen a su John Cook, con su skepticalscience.com, los “malos” debemos necesariamente actuar igual. Porque John Cook es exactamente un Community Manager del alarmismo climático, incrustado en la cabeza de una gran organización concreta y con nombre, dedicada a vender un mensaje por los medios que sea, y tan bastardos como haga falta.
Hay gente infantil que todavía no ha comprendido que ser bueno o malo no depende de lo que se piense, sino de cómo se actúa. Y hay gente muy espabilada haciendo todo lo posible para que nunca se den cuenta. Políticos y frailes mayormente. Pero equivocarse pensando es algo inevitable, y a todo el mundo le pasa. Hasta a Einstein. Mientras que hacer trampas, decir mentiras, silenciar al discrepante, o criminalizar al crítico, que es conducta, sí se puede y se debe de intentar evitar. La gran diferencia es que los escépticos contemplamos la posibilidad de estar equivocados, y nos limitamos a señalar la basura cuando la vemos. Y no criticamos a nadie por pensar algo, sino solo lo que piensa (los argumentos), y sobre todo si hace trampas.
Judith Curry, que también ha escrito (como casi todos) sobre el caso Lewandowski, y suele dedicarse a veces a las motivaciones -que a mi me aburren-, ha expuesto una tesis que no tiene mala pinta. Parece dedicada a las dificultades de comprensión de Lewandowski, Cook, et al.
Reflexionar sobre este asunto me ha llevado a una nueva idea, o al menos a una nueva hipótesis. Los científicos sociales serios han identificado una separación (progres / conservadores) en términos de apoyo / escepticismo del argumento del cambio climático, siendo los conservadores generalmente más educados en la materia. ¿Cómo se puede explicar esto, si no es con un razonamiento interesado (motivated reasoning) por parte de los conservadores?
Hay una hipótesis alternativa. El razonamiento interesado está en la otra parte, los progres defensores del consenso del IPCC. Una vez que el argumento del consenso fue más allá de la ciencia del clima, para llegar al de los “impactos peligrosos” y “soluciones” que incluyen cambios en la gobernanza y la política energética, se dispararon los detectores de chorradas (bullshit detectors) en la gente que no compartía esa motivación. [BS Detectors–>]
Aparte de no considerarme “conservador”, pero definitivamente alejado de mi pasado “progre”, sí puedo sentirme dentro de ese esquema de la dra. Curry. Mientras no me interesé por el asunto creía y daba por supuesto que lo que decía el IPCC debería de ser aceptado por defecto. Hasta que miré, y las alarmas de los detectores de “bullshit” empezaron a saltar por todas partes. Lo mismo que le pasó a Curry (seguramente progre). Según ella misma ha descrito, pero desde dentro de esa ciencia. Cuando cambió de ocuparse solo de sus especialidades climáticas (interface océano aire y clima del Ártico), a las generalidades que salen del IPCC.
Por eso le robo parte del título.
Interesante entrada. Acabo de descubrir este blog y, la verdad, estoy encantado. Gracias por el esfuerzo.
Bienvenido!
Pues ya somos tres. Yo también creía en el Global Warming –> Climate Change –>vete tú a saber qué. Pero, y aunque las ciencias puras nunca fueron mi fuerte, esa insistencia sobre el consenso me hizo sospechar de que no era todo como lo pintan. Menuda tontería esa la de tener que probar las hipótesis científicas con lo bien que queda el consenso.
Ya estamos en los ataques ad hominen, supongo que en un par de meses vendrán las acusaciones de facha.
M.
Completamente de acuerdo con el art. Mi trayectoria personal en este asunto es muy similar a la del autor. Y si se piensa un poco, las raíces de este asunto son las mismas que las que producen que en Occidente tildar a alguien de neo-liberal o conservador sea un insulto que practicamente desacredita y trata de expulsar al insultado de cualquier debate, mientras que tildar a alguien de comunista/progresista es hacerle un gran halago. En resumidas cuentas, en Occidente, pese a todas las evidencias históricas, ser comunista/progresista es algo prestigioso mientras ser neoliberal es algo así como una tara congénita. Se trata de la cosmovisión y la posición ideológicovital ignorante, falaz, e infantiloide que Occidente lleva padeciendo y arrastrando desde Mayo del 68 francés y que me temo que no se eliminará hasta que una nueva generación tome el relevo de la generación del baby boom de los 60 que es la que ha elevado ese infantilismo que solo nos lo podemos permitir en Occidente al rango de dogma social.