“Una abundancia de dinero ficticia e imaginaria causa las mismas desventajas que un aumento de dinero real en circulación, elevando el precio de la tierra y del trabajo, haciendo más costosas las obras y manufacturas con el riesgo de una pérdida subsiguiente. Pero esta abundancia fugaz se desvanece al primer soplo de descrédito, y precipita el desorden”. Richard Cantillon, 1755
Esta frase de Richard Cantillon explica (salvando las distancias) lo que estamos viviendo ahora mismo: desorden y caos por un vendaval de descrédito. Cantillon era un negociante puro, de practicas dudosas, pero con una cabeza analítica fantástica que comprendió y explicó magistralmente el funcionamiento del sistema económico. Hablo del empresario y de cómo la oferta y demanda de empresarios determinaría una rentabilidad del negocio que terminaría por regular (siempre que se respetaran las libertades fundamentales) tanto la distribución geográfica de los empresarios como la tasa de beneficio empresarial.
No habla apenas del trabajador como tal. La palabra proletario no estaba en uso, y Cantillon, a caballo entre Inglaterra y Francia, y con una visión muy avanzada de la economía, simplemente que un trabajador es un «empresario de su propio trabajo». No he encontrado mejor definición. Para entender bien qué quiere decir eso, hay que tener en cuenta que para Cantillon, la función empresarial es arriesgar: incurrir en costes invirtiendo en medios de producción sin saber si el precio de venta permitirá obtener pérdidas o beneficios. Es ese tipo de empresario el que tiene la visión de futuro de la que habla Huerta de Soto o la empresarialidad que menciona Israel Kirzner. Si consideramos que el trabajador es el empresario de su propio trabajo, estamnos considerando que se moverá en un mundo de incertidumbre y arriesgará, buscará aquel nicho de mercado (laboral) en el que puedan encajar sus habilidades, será emprendedor…
No cuadra nada con los manifestantes mineros, los funcionarios que protestan por los derechos adquiridos (como los señores medievales protestaban por los suyos) financiados con unos presupuestos pagaderos a futuro, es decir, con deuda, con el dinero de tus nietos.
Quien hace la ley hace la trampa y, tanto empleados como empleadores, se comportan como pícaros defraudadores cuando se les incentiva y se les da ejemplo. Es decir, no solamente las leyes no son las adecuadas o no se hacen cumplir debidamente, sino que todos a una Fuenteovejuna y nadie afea la conducta o denuncia al infractor. Ya John Stuart Mill, para mí el padre de la socialdemocracia, con quien no comparto muchas ideas, veía que parte de los empresarios abusan, y parte de los trabajadores también defraudan al patrón. Por eso proponía permitir que los trabajadores se asociaran y financiaran organizaciones que les protegueran (aquello sí eran sindicatos) y también proponía que hubiera libertad empresarial. Que unos y otros tuvieran incentivos para ser responsables.
Y añado y, y rendición de cuentas de todos: trabajadores, empresarios y políticos, para que la ley se cumpla.
Estupenda la definición del trabajador como «empresario de su propio trabajo». Pero vivimos en un mundo donde si a un trabajador le ofrecen mejores condiciones laborales en otra empresa se ve normal que el trabajador deje su empresa y se vaya a la que más le paga. Pero si ocurre que la empresa por las condiciones del mercado tiene que rebajarle el sueldo o el trabajador tiene que trabajar más horas entonces se forma el lío.
Muchos empresarios están acostumbrados también a privatizar beneficios y socializar pérdidas. Leyendo los argumentos que daban los taxistas para ir a la huelga se entiende el pavor que le tienen muchos sectores a la libertad.
http://www.elcomercio.es/rc/20120712/economia/taxistas-iran-huelga-agosto-201207121519.html
«no existen argumentos que avalen esta medida» perjudicial para sus intereses porque supondría que «cualquier ciudadano tendría la posibilidad de trabajar libremente como conductor en el servicio de alquiler de vehículos. Para los representantes de los taxistas, de llevarse a cabo este supuesto, supondría la «ruina absoluta y total» para el sector del taxi español…»
Y Lady Godiva a ver si te dejas ver más por aquí.
Saludos.