Llevamos más de dos años intentando salvar a Grecia. Y entonces dijimos que…
«¿Y qué han hecho los dirigentes españoles? Soltar chorradas, negar los problemas de la Administración del Estado y mantener el optimismo. Ah, sí, y subir la edad mínima de las pensiones hasta los 67 años. Muy crudo lo tenemos si las mejores ideas para el futuro de los políticos son el Eurobono (tomadura de pelo consistente en que la deuda alemana valga igual que la deuda española o irlandesa) o una agencia europea pública de rating (tomadura de pelo consistente en crear un monopolio europeo en el sector que le haga la competencia al oligopolio de las agencias americanas). De Rajoy no comento nada porque como no dice nada…»
«[…] Para salvar el Euro y la Unión Europea no hace falta crear más impuestos o una agencia pública de rating (y si se hiciera, debería de ser al contrario, menos impuestos y la liberalización total del sector). Tampoco hace falta hacer cumbres con titulares llamativos. Basta con que cada Estado sea responsable de lo que propone para sus ciudadanos y de lo que gasta. Mientras los políticos, los Estados y los ciudadanos no tengan claro esto, los países van a seguir cayendo como fichas de dominó.»
A día de hoy, podemos decir que mientras ha ido claramente a peor, los Estados no han hecho nada para cambiar las cosas de forma significativa en dos sentidos: en materia de gasto público y en reformas de leyes.
Sobre el gasto público: Si creen que los Estados hayan hecho gran cosa, les recomiendo, vía Marginal Revolution, que vean qué han hecho los Estados en materia de gasto:
Esto es lo que bromistas como Elena Valenciano, Cándido Méndez y otros llaman “ajustes brutales”. Vamos, que nos están mintiendo, lo saben, y pedimos que nos mientan aún más.
Un ajuste serio, más o menos como el que realmente necesitamos, es que todas las administraciones del Estado tenga un déficit de 0 en un año. O en dos, siendo generosos. Huelga decir que los recortes no sólo son buenos porque ese crédito que no se come el Estado es un crédito que va a las empresas, que son las que crean un empleo más ajustado a la demanda real de los ciudadanos.
Es muy duro lo que propongo. Pero me da igual que tengamos un millón de parados más si ese millón de personas sale de la Administración porque realmente sus puestos son prescindibles. Lo siento mucho, pero cuando la función de un trabajador es únicamente que pueda mantener su capacidad adquisitiva porque su productividad no vale nada, ha llegado el momento de prescindir de sus servicios. Y para chorradas no está la cosa.
Pero este ajuste no se va a dar. ¿Y qué proponen como alternativa? Imprimir dinero. Sí, una montaña de dinero que inunde la Unión Europea hasta conseguir un moderado 5% de inflación. Inundar de dinero a Grecia fue lo que se hizo para intentar rescatarla (vía préstamos). Y estamos en la misma situación que hace dos años. ¿Por qué? Pues porque las leyes de los griegos son un desastre. Permiten derechos imposibles de sostener en la práctica, o regulan de muy mala forma las relaciones entre personas en materia económica. Cuando el conjunto de normas falla, tienes que pagar una factura inflada, y si la mantienes, la cosa acaba… como Grecia. O como Argentina o Venezuela, por si alguien quiere saber qué le pasará a Grecia en el futuro.
¿Y qué ocurre con el resto de PIIS –comentada la G-? Pues que salvo en el caso irlandés, donde sus problemas son principalmente los derivados de una burbuja inmobiliaria y tener que rescatar a su sector financiero (no obstante, ojo al dato de paro y a una posible reducción del salario mínimo irlandés), los demás países tenemos un conjunto de normas, de leyes, que no se pueden sostener en el tiempo. ¿Son mejores que las griegas? Sí, pero al menos en España, y a juzgar por nuestro tercermundista dato de paro, no a demasiada distancia.
La pregunta es muy sencilla: ¿De qué sirve que talemos el Amazonas entero y lo convirtamos en billetes de 500€ si se van a perder por el sumidero de nuestra legislación? ¿Hemos cambiado de arriba abajo el sistema legal que nos ha llevado a esta situación?
– Lo mejor que podemos decir de la reforma laboral es que permite un hueco legal que permite, de forma gradual, que los salarios puedan ajustarse un poco a través de la rotación de personal. Lo de las amenazas de cárcel por contratar en negro, así como el aumento de los inspectores, no me parece bien.
– Reforma financiera. Le he echado un vistazo muy breve a la reforma del sector financiero, y parece consistir en que se puedan crear sociedades que gestionen los “activos tóxicos” que se los quiten a los bancos de sus balances, todo ello supervisado por el Banco de España. Claro, que si a día de hoy, y tras lo de Bankia, sigue Miguel Ángel Fernández Ordóñez presidiendo esta entidad, entenderán que no tenga ninguna confianza.
– Reforma energética. ¿Dónde están esas centrales nucleares? ¿Dónde está esa liberalización del sector energético?
– Liberalización de los horarios comerciales. ¿No le suena a nadie?
– Control del gasto de las autonomías. Que las chapuzas andaluzas sean aprobadas por el Gobierno y que sólo suspenda Asturias, me indica que los controles mensuales del Gobierno son insuficientes. ¿De qué sirve hacer exámenes mensuales si resulta tan fácil aprobar?
– Agilización de la justicia. La filosofía del actual gobierno es que quien quiera recurrir, que pague. De dotarla de medios para hacerla mucho más rápida y eficiente, garantizando asimismo el derecho al acceso a la justicia, creo que no se ha comentado nada.
– Agilización de los procedimientos para montar un negocio. ¿Puedes hacer todos los trámites burocráticos necesarios para abrir un negocio y empezar a trabajar en 10 minutos? No.
Seguramente habrá unas veinte o treinta cosas más que puedan mejorar tanto el funcionamiento de la sociedad civil como el de la Administración. Pero creo que esto es un buen comienzo para ello.
A día de hoy no soy partidario en absoluto de la impresión de dinero como fórmula para salir de la crisis por la sencilla razón de que permitiría a los políticos mantener durante varios años el conjunto de leyes que es el que realmente nos están empobreciendo. Pero si finalmente se lleva a cabo la impresión, para que funcione de verdad, es imprescindible que se lleven a cabo esas reformas. ¿De qué sirve inundar las ciudades de billetes si seguimos dependiendo de las carísimas energías renovables, no podemos hacer que nuestras empresas sean eficientes ajustando sin costes las plantillas, tardamos 6 meses en abrir una oficina o la justicia sigue siendo aún más lenta que el proceso de montar un negocio? Siendo así, tiene gracia que se diga que la austeridad no es suficiente.