Rafael Bisquerra, inteligencia emocional contra la crisis de la enseñanza

Rafael Bisquerra es un experto en educación emocional. Sí, como lo oyen. Es como Punset, pero a diferencia de éste, es profesor de una universidad de esas que pagamos todos con nuestros impuestos y que en la finiquitada época de vacas gordas montaban una cátedra en un pispás si uno tenía amigos en el decanato o el rectorado… o en la administración política de turno, sin contar con algún aporte económico de cualquierentidad sin ánimo de lucro pero curiosamente interesada en su divulgación, aunque esa especialidad no sea más que pura pseudociencia, como la homeopatía en la Universidad de Zaragoza, la de Qi Gong en la de Alcalá, de Reiki en la de Gerona, o la Universidad de Barcelona, donde presta sus inestimables servicios a la sociedad –de educación para la ciudadanía, por ejemplo–   el catedrático Rafael.

Vamos a analizar uno de los vídeos de divulgación protagonizado por el experto, en el que nos regalan unas pautas útiles para intentar llevar al sistema patrio a la final de la Champions League de la educación, sonrisa mediante, ya saben. Les recomiendo que se sienten.

– Del minuto 0:00 al 0:08, la locutora nos recuerda que según afirma Rafael Bizquerra, uno de los expertos más cualificados –y sonrientes– en educación emocional de nuestro paísmás importante que los conocimientos de un profesor en el aula, es su inteligencia emocional. A mí no se me ocurre ninguna objeción así a botepronto, porque podemos dar un cursito de fin de semana a todos los desempleados de la construcción y aliviamos las cifras del paro. Al fin y al cabo, si los conocimientos no son tan importantes, algo por lo demás bastante evidente dada nuestra clasificación en el informe PISA, nos da igual tener brillantes licenciados que excelentes y baratos operarios de la construcción, ¿no?. Pues hala, Wert, a recortar.

– Alrededor del minuto 0:20, Rafael afirma con total rotundidad que eeee… estoooommmm… que una persona que tiene inteligencia emocional puedee… de alguna formaaconectar mejor con las emociones de los demás. Una nítida definición para tratarse de un experto de categoría planetaria, sin duda. Eso de E= mc2 no me acababa de convencer a mí.

– Sobre el 0:26, Bizquerra aporta una de las claves esenciales para mejorar el rendimiento académico de los alumnos: un profesor dotado de esa divina cualidad, procura evitar generar emociones negativas en su contexto de aula. No me digan que eso de “contexto de aula” no queda muy… ¿cómo decirlo? ¿Serio y formal? ¿Elegante? ¿Digno de tal alcurnia?

Eso sí, no se le ocurra usted ponerle menos de un diez en una prueba a ningún alumno, no fuera a ser que alguno experimentase una brizna de frustración y convenciese a sus papás de pegarle una paliza o denunciarle a la inspección educativa. Ya puede andarse con cuidadín o le destrozarán a usted su autoestima. ¿Solución? Evidente: venderle unos cursos de inteligencia emocional también a los padres y a los alumnos, así nadie hace nada y todos contentos. No me digan que no es buena idea.

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– A partir del 0:34 dice tan tranquilo que ése buen profesor sabe que las emociones negativas generan una respuesta de e-vi-ta-ción hacia lo académico. Así que ya saben, si su hijo no quiere estudiar, no le obliguen al pobre, lo mandan al máster ése de la Universidad de Barcelona, que allí aprender aprender, no sabemos si aprenderá, y servirle para algo tampoco, pero pasarlo bien un buen rato; y al final, es casi regalado. Ya saben que a caballo regalado… Oigan.

–– Dice Rafael a continuación que las emociones negativas producen una respuesta de aproximación. Ya, eso ya lo intentó la diputada Ciciolina en el parlamento italiano, ¿se acuerdan? Y sin duda tuvo su éxito, así que ¿por qué no intentarlo, verdad? Aunque si les parece demasiado que inviten a sus hijos de ocho años a experimentar sin límites morales impuestos su sexualidad, podríamos contratar a Buenafuente o a Pablo Motos, que los chicos son muy graciosos. Así no es seguro que consiguiéramos elevar el nivel educativo en España, pero al menos… los pobres… serían tan felicesss. ¿Verdad?

–– Alrededor del minuto 1:21 dice que en las aulas de secundaria existe una permanente provocación emocional. Y claro, eso no se soluciona mandando una semana al provocador a que lo soporten sus padres. No, se imagesoluciona ofreciéndole una clase de catarsis sexual en lugar de matemáticas mientras los demás –no sé si lo saben, pero se lo digo yo que lo he vivido trece largos años, pero el Reglamento de Derechos y Deberes de los alumnos de cualquier centro dice expresamente que los alumnos tienen derecho a la educación– tienen que soportar que el profesor dedique diez minutos de la clase a buscar la estrategia adecuada para reconducir emocionalmente al interfecto. Yo ofrezco una opción mejor: para facilitar el adecuado bienestar emocional de los chavales, junto con los portátiles que las consejerías autonómicas de educación 2.0 premian a los alumnos, se les surta cada día con un capazo de vegetales diversos.

Es en serio, tal y como se lo cuento, no es una película de ciencia ficción ni una comedia americana. Si no se lo creen, vean el vídeo. Estamos en el planeta Tierra, en el año 12 del segundo milenio.

El autor, Santiago F. Barrero es un empresario y emprendedor tecnológico apasionado por la neurociencia en su sentido más amplio, la física, la historia y las religiones. Su blog: Más allá de la formación.

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11 comentarios

  1. (yo a los tíos no les besé, que conste) claaaro claaaaaro eres un macho ibérico!! como ibas a vesar a un tio (si tienes hijos no lo hagas tampoco)
     
    jajaja diste en el clavo Germánico.

  2. Pero privada, ¿eh? No queremos regalos de nadie. Y de rector un economista, tú mismo.
    Uno de los logros de la inteligencia (m)emocional, secuela mundial del espíritu LOGSE o viceversa: ya no hay mentecatos como Zipi y Zape y listos como Pitagorin, buenos como Harry y malos como Rubalcaba. Como decía Fernando Esteso y Pajares: ‘To er mundo e güeno’.
    Harry, te he llegado la hora de la jubilación. Te echaremos de menos.
     

  3. Harry el sucio, que tipo tan impecable. Ni una sóla sonrisa en ninguna de sus películas pero  todo el mundo sabía muy bien lo que sentía en cada ocasión, y el sabía muy bien como hacer que los malos se sintieran mal y los payasos, payasos. 
    Propongo un Master Harry el Sucio impartido de competencias emocionales y habilidades directivas y de liderazgo por la Universidad de Alpedrete (de próxima creación).

  4. Es que yo, tras practicar mucho mi inteligencia emocional – practicando al levantarme, por ej., la Hakka de los «All Blacks» ka-mate- pongo unas caras terribles y doy unos gritos pavorosos. 

  5. Hombre, desde luego que asertividad demuestras, no tienes ningún problema, no como yo, que diría Germánico. 
    Quien debiera hacer un curso de inteligencia emocional es el abofeteado. Mira que sentir terror por que te abofeteen… ¿Cómo es posible que no sea capaz de impedir que otro manipule sus emociones? ¡Pero si cuando uno es dueño de sus pensamientos, es dueño de sus sentimientos y emociones, como dice Dyer en «Tus Zonas Erróneas»! Seguramente no lo dijo después de que le abofetearan, pero no me negará nadie que es una frase estupenda.
    Vamos, un quejica el tío
     

  6. Yo soy un firme partidario de «entender las emociones», lo mismo que los números y los coleópteros.  Y la que más me gusta «entender» es ésa por la que, tras darle un sonoro bofetón a un majadero, soplagaitas, capullo o listillo, amén de hacerle que lleno de terror se arrodille mientras le aplastas una tarta contra la cara, «sientes» que el cosmos vuelve a estar  en orden  y te quedas en pza, más a gusto que un arbusto. Es mi «emoción favorita». No negaréis que está llena de brío, actividad  y exteriorización eficaz de la vida interior.

  7. Yo digo lo que Séneca: algunos me reprochan que no estoy a la altura de mis ideales estóicos, ya que disfruto de riquezas y bienestar, pero yo sólo apunto a los sabios, aunque no alcance a ser como ellos. Yo soy un pobre necio que da consejos. Si quieres a un sabio, igual que si quieres un buen partido de tenis, acude a Rafa.

  8. Vas a tener razón. Voy a tener que apuntarme a otro curso de inteligencia emocional, en el primero y único que hice nos pasamos toda la sesión contándonos nuestras vidas, diciéndonos los unos a los otros lo maravillosos y únicos que somos y dándonos abrazos y besos (yo a los tíos no les besé, que conste) Al final nos regalaron unos corazoncitos rojos monísimos y todo.
    Sí, gracias por hacérmelo ver, estoy muy solo y me siento insignificante, mi vida sin sentido, voy a tener que apuntarme a otro a ver si me ligo a otra desorientada y me chuto unas dosis de feniletilamina.
    Tú tienes un don para el diagnóstico, deberías hacerte coach, tío 😉
     

  9. Tienes que canalizar tus emociones mejor, Santiago, tienes mucho resentimiento. Es obvio que envidias a este gran profesional por sus innegables logros y tu frustración en no poder llegar jamás a ser como él te conduce a una frustración aún mayor contra las emociones positivas que se manifiesta en comportamientos hostiles. Como eres una persona de esas cabezonas a las que les ha dado por formarse en algo más que en Inteligencia Emocional, expresas tu ira y tu rencor con finas ironías y sutiles ataques basados en la lógica. Pero te equivocas y él tiene razón. Y la prueba más palpable de ello es que él tiene la respuesta para todo y tú, tras mucho darle vueltas a tu sesuda cabeza, dudas, vacilas, cavilas, …..¡¡¡RECUPERA TU FE!!! LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ES EL MOTOR DEL MUNDO DEL MAÑANA.

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