¿Lo dudaban? Como siempre que hay un evento electoral importante, los amigos de Desde El Exilio abrimos el Bar y nos reunimos (pinchen en el enlace) para comentar lo que ocurre en las jornadas electorales. Las elecciones andaluzas y asturianas no son una excepción.
¿Qué nos estamos jugando en Andalucía? Esta pregunta planteada así es errónea, y describe cuál es la situación que padecemos. La pregunta no es «qué nos estamos jugando en Andalucía», sino ¿qué se juegan los que han decidido quedarse en Andalucía? Porque de allí (le recuerdo al lector que un servidor ya no está) se ha ido gran parte de la gente con algo de talento, ganas de trabajar o sin las suficientes ataduras. Es decir, de allí se ha ido a lo largo de los últimos años buena parte de la gente que podía tirar del carro y sacar a a Andalucía de su situación.
¿Qué se juegan los que se quedan allí? Un cambio de Gobierno. ¿Qué clase de Gobierno?
Cada vez que hay elecciones en Desde El Exilio nos hacemos la misma pregunta. Si todos los partidos que se presentan son más o menos socialdemócratas, y, por tanto, malos allá donde gobiernen, ¿qué importa? A fin de cuentas, muchos liberales se han dado con cara de tonto tras ver las políticas del ultrameganeorrequeteliberal Mariano Rajoy. Pero claro, es que en frente está el PSOE de Andalucía, que lleva gobernando 30 años, y sus resultados en materia de tasa de paro, despilfarro y corrupción resultan infames.
Electoralmente, el juego andaluz es el de siempre: Si el PP será capaz de penetrar en el interior de la Comunidad. Las grandes capitales son suyas. La cuestión no es baladí: Una de las dos provincias que el PSOE ganó en las últimas elecciones generales fue Sevilla, logrando además empatar en Jaén y Córdoba. Si el PP es capaz de penetrar, tienen mayoría absoluta. Si no, se formará una pinza entre Izquierda Unida y el PSOE que mantendrá al socialista José Antonio Griñán, y al régimen en su conjunto, en el poder.
¿Qué significaría un cambio de Gobierno en Andalucía? A nivel estatal, nada. Bueno, sí, que el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya no tendrá ninguna excusa para hacer todo lo que tenga que hacer. Pero ver una foto del poder político español totalmente azul carece para mí del menor interés. A nivel
Planteo mi postura abiertamente. Quiero que pierda el PSOE. Quiero que Izquierda Unida sea la segunda fuerza más votada. Y UPyD, la tercera. O mejor aún, al revés. Quiero que hasta el Partido Andalucista saque más votos que ellos. Me resulta mentalmente inconcebible, por muchas bocas que hayan alimentado, por muchos chanchullos y amiguismo, por mucha demagogia, por mucho señorito que sea Arenas (que no lo es), que un partido que ha llevado a la región a las mayores cotas de miseria de toda Europa (esto es un hecho objetivo) y que presuntamente ha metido la mano en la caja en más de mil millones de euros utilizando fondos públicos destinados a desempleados (que aunque fuera una compra de votos, al menos se tenía una buena intención en el papel) pueda seguir siendo la segunda fuerza política en ningún lado.
Si gana Griñán por mayoría absoluta (algo muy improbable), seguiremos como estamos. Si gana Arenas, me conformo con que saque la basura. Arenas es un socialdemócrata, y no espero grandes recortes en el gasto público, ni de libertades económicas, ni siquiera que quite la mitad de las chorradas en las que se despilfarra el dinero del contribuyente. Pero sí se le puede exigir que al menos saque la basura y ajuste los gastos presupuestarios a los ingresos. La gestión socialista de los últimos 30 años ha llevado a que los programas electorales sean irrelevantes. Gane quien gane, cuando se abran los cajones de facturas sin pagar, tendrán el pagarlas como su primera prioridad. Y lo siguiente será un ajuste severo en el sector público. Sólo sobre esas bases podrá afrontarse el problema del paro.
Y recemos para que gane Arenas con mayoría absoluta. Porque la opción natural de Izquierda Unida es el PSOE y no han dado signos de repudiarles. La simple visualización del mantenimiento de las estructuras de la Junta de Andalucía unidas a una política como la que pretende Diego Valderas, el líder de Izquierda Unida, me produce pavor.
Por otro lado, tenemos Asturias. Basta con leer a MILL para entender lo que está ocurriendo en el Principado. Resumiendo, el PP de Asturias lo tenía todo para arrasar, pero se dedicaron a tirarse los trastos a la cabeza, Cascos se fue del partido, fundó Foro Asturias y sacó la mayoría de los votos. Alguno del PP todavía tiene que estar dándose golpes en la cabeza.
Interpreto lo que ha hecho Álvarez Cascos como un salto hacia adelante, y no acabo de tener tan claro que le vaya a salir mal. Otra cosa es que, con la que está cayendo, tener a unos parlamentarios incapaces de ponerse de acuerdo no beneficie demasiado. Es decir, que Asturias se quedará como está: con algunos cambios en el número de representantes de los partidos pero insfucientes para alcanzar mayorías que den estabilidad.
Mi pregunta es: ¿Que influencia tendrá para Cascos la convocatoria de estas elecciones para las siguientes elecciones si no saca una mayoría suficiente? Entiendo que ha hecho lo que tenía que hacer, pero eso no quiere decir que las consecuencias dejen de producirse. ¿Y qué ocurrirá con Gabino de Lorenzo, el líder del PP, si Foro Asturias mejora sus resultados y el PP los empeora? Yo no vislumbro una fusión entre el PP y Foro Asturias… salvo que echaran a de Lorenzo. ¿Se beneficiará el PSOE del río revuelto de los socialistas de derechas asturianos? Parece que sí.
En cualquier caso, podremos disfrutarlo (o padecerlo, según se mire) a partir de las 19:45, en el Bar de Desde El Exilio.
Act. 19:30: El Bar ya está abierto. Podéis visitarlo aquí.
Un cambio político en Andalucía me parece una necesidad crucial, como mínimo, para poner a cada uno en su sitio. Arenas no es la panacea, como bien dices, pero tan solo el hecho de levantar alfombras, caerá como agua de mayo.
Ahí estaré si mis obligaciones familiares lo permiten!