En una negociación hay, básicamente, dos formas de abordar un conjunto de problemas comunes:
Una de ellas es la negociación por posiciones, en las que cada una de las partes tienen mucho que defender, y cada cosa que obtiene uno es a costa de la posición del otro. Esta postura es típica de las negociaciones entre patronal y sindicatos, o la que podemos tener frente a un vendedor de coches de segunda mano.
La otra es la negociación por principios. En este caso, el problema no es la posición en la que vaya a quedar cada cual, sino el problema como tal.
Teniendo en cuenta que, tras las últimas elecciones, el gobierno presidido por Mariano Rajoy tiene mayoría absoluta, no debería existir ningún problema a la hora de encontrar las mejores soluciones al problema en función del propio problema. España, con más de cinco millones de parados y camino de superar los 6, necesita urgentemente una reforma laboral. Pero no cualquier reforma. Necesitamos la mejor reforma que sus cerebros puedan crear en base a criterios única y exclusivamente técnicos.
“¿Y no podrían hacer lo mismo los agentes sociales?” Se preguntará algún despistado. Eso sería lo deseable pero, por desgracia, patronal y sindicatos han estado demasiado enroscados en sus posiciones y ninguna de las partes ha querido ceder durante años de negociación, razón por la cual el Gobierno había optado por ignorarles y ser él mismo quien llevara a cabo la reforma por su cuenta y riesgo.
Qué suerte. Por fin, el Gobierno ha reunido a sus mejores expertos y ha intentado solucionar el problema en base a criterios técnicos… Pues no. Olvídense de la venta del producto que nos está haciendo Guindos sobre de que la reforma será extremadamente agresiva (me dan igual los matices). No lo será, o al menos no será la reforma agresiva que él quería. No lo será porque los ministros del Gobierno pepero, en lugar de centrarse en EL PROBLEMA, han decidido centrarse en SUS PROBLEMAS.
Me voy a El País, y resulta que el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha tenido que “mediar” en las discusiones de sus expertos y, finalmente, tomar él las decisiones finales. “Bueno”, dirán ustedes. “Al menos los problemas sobre los que podían discutir eran técnicos”. Pues no. Unos defendían unas posiciones sobre costos de despido, reformas de los contratos y demás, no porque fuera lo mejor para solucionar EL PROBLEMA, no, sino porque dentro de mes y medio hay elecciones en Andalucía y en Asturias, y hay que echar al PSOE de todas las instituciones, por lo que la reforma no pueden reducirse tanto los costos de despido. Otros defendían posiciones mucho más duras. Pero no porque fuera lo mejor dado el problema, sino porque lo habían prometido a Bruselas.
Con esta fórmula de búsqueda de soluciones no podemos aspirar a más que la reforma laboral coincida con lo que realmente necesita el país. Supongamos que no existieran ni elecciones en Andalucía ni promesas a la Unión Europea: ¿Qué reformas habrían hecho? ¿Habrían sido las mismas?
¿No habría sido mejor haber esperado a que pasaran las elecciones andaluzas para haber emprendido la reforma laboral? ¿Qué podemos esperar de esta reforma? ¿Otro conjunto de parches que, para que sea definitivo, necesitará de otro conjunto de parches? ¿Qué hemos cambiado, pues? ¿De unos actores, patronal y sindicatos, que discuten los problemas en base a sus propios problemas, por un Gobierno que discute internamente los problemas en base a sus propios problemas?
Tendremos que esperar a esta tarde para conocer muchos más detalles de esta reforma laboral, y todavía más para verlo publicado en el BOE. Lo seguiremos en Desde El Exilio.
Actualización 12/02/2012: Ya salió publicada la reforma laboral. Ahora sale la ministra diciendo que es una reforma laboral diciendo que “con esta reforma no pierde nadie”, algo que estoy dispuesto a aceptar como mentira porque hay que vender un producto pero no como una verdad. Y es que la ministra tiene razón: Con esta reforma laboral no pierde nadie. Pudo haber sido mucho peor para los sindicatos y mucho mejor para patronal (que no empresarios), pero no ha sido así.
El resultado tenía que ser que alguien perdiera (los sindicatos), alguien ganara (los trabajadores) y alguien se tuviera que atar los machos (las empresas). Pues no. Aquí tienen la retahíla de excusas y respuestas esquivas de la ministra.
Es una oportunidad histórica que no debemos dejar pasar. Que este mensaje les llegue a los del PP. Es preferible perder en Andalucía que fracasar en la reforma laboral. Sólo ellos pueden hacerla bien, y es su deber hacerlo así, contra toda oposición.
Explicación para dummies del comentario anterior, no haya malentendidos.
El escritor romano Tácito, autor de los anales, que narran el comienzo del Imperio Romano, comenzó su obra declarando que los hechos históricos debían ser juzgados sin ira ni parcialidad.
Dracón era un legislados ateniense que a todo delito le aplicaba el castigo más severo: ¿robas una manzana? PENA DE MUERTE ¿Matas a alguien? PENA DE MUERTE etc
Al decirle a Burrhus que será un Juez Draconiano le estoy pidiendo implícitamente que sea muy duro, muy severo. Obviamente aquí no cortamos cabezas ni tenemos poder para hacerlo. Al decirle que actúe tácitamente le pido que juzgue como decía Tácito, que es lo que Burrhus diría que es “desde criterios estríctamente técnicos”.
Por el bien de mi salud, yo espero acumular paciencia, no vaya a ser que acabe como Draco.
Contigo van a tener un juez draconiano, es decir, que juzga tácitamente, sin ira ni parcialidad…