A lo largo de esta serie de artículos dedicados al sistema eléctrico español hemos visto que, tras el acto de apretar un interruptor en nuestras casas, existe un complejo entramado de relaciones tecnológicas, jurídicas y económicas que posibilitan que una bombilla se encienda mediante ese interruptor. Como consumidores tenemos el derecho a disfrutar de los beneficios de la electricidad en nuestras casas y tenemos, por tanto, la obligación de abonar un importe por ella. Pero ¿cómo se determina el precio que pagamos? Nos centraremos en este artículo en el precio pagado por los consumidores domésticos, englobados bajo la categoría de consumidores de último recurso, que somos la mayoría en España.
Desde julio de 2009, la gran mayoría de consumidores con potencia contratada menor a 10 kW nos acogimos al Suministro de Último Recurso (SUR), mediante el cual teníamos derecho a recibir electricidad a un precio fijado por el Gobierno en forma de Tarifas de Último Recurso (TUR). Estas tarifas establecen el precio al cual pagamos la electricidad en nuestras casas y se componen de tres bloques que se suman para dar el precio total: lo que le cuesta la electricidad al comercializador que nos la vende, los costes de acceso a las redes (peajes) y un margen para el comercializador. Este último concepto es muy pequeño en comparación con los otros dos y no lo trataremos en este artículo.
Genial artículo, Manuel. Para contrarestar un poco, me gustaría preguntaros vuestra opinión sobre el siguiente artículo:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/quien/negocio/nuclear/elpepiopi/20090723elpepiopi_4/Tes
Cavendish,
Desde que se escribiera ese artículo ha cambiado la legislación, si bien tiene razón en algunas de las cosas que escribe. Ahora bien, el «problema» de que las nucleares o las hidráulicas tengan grandes beneficios es un tema de teoría económica pura. Si cambiáramos el mecanismo de formación de precios en el mercado mayorista por otro del tipo «pay-as-bid», el precio resultante del kWh sería prácticamente el mismo.
Esto es así porque en un mercado mayorista marginal (como el que tenemos ahora mismo) los productores ofertan según su coste de oportunidad. En ese coste no se meten los costes fijos (como la amortización de la central nuclear). Una nuclear tiene unos costes fijos muy altos, pero tiene unos costes variables muy bajos. Es por ello que puede ofertar a precios tan bajos en el mercado.
Y ofertan a precios bajos porque saben que se les va a pagar un precio mayor, el precio marginal del último kWh que entra al mercado. La gente, tergiversando la realidad, piensa que esto son ganancias llovidas del cielo (windfall profits) para las nucleares y las hidráulicas. Pero nada más lejos de la realdiad. Si el mercado fuera pay-as-bid, las nucleares no ofertarían a precio cero como hacen ahora. Intentarían adivinar cuál va a ser el precio marginal en ese momento y ofertarían un poco por debajo para entrar en el mercado. Es decir, el precio resultante sería similar al de un mercado marginal.
Un saludo.
Muchas gracias por la respuesta Manuel.
Hablando de costes fijos, me gustaría saber si las centrales de España están ya amortizadas. Si esto es así, es evidente que las ganancias que deban tener sus titulares no serán menospreciables, pero entiendo que si esta fue su decisión, apostar por esta tecnología, no habría más que felicitarles por su elección empresarial, que ahora les podrá reportar cuantiosos beneficios.
Enhorabuena Manuel por la claridad de lo expuesto. Inapelable. Este artículo debería ser de lectura obligatoria para todos los cantamañanas que se dedican a esparcir sandeces al respecto en los medios de desinformación masiva.