Es común la expresión de que ser rico no nos hace más felices, pero ayuda a que lo logremos. Como casi todo tipo de frases hechas de ese estilo tiene algo de cierto pero encierra algunas falacias. Estudios realizados con ganadores de premios gordos de lotería han puesto de manifiesto que, pasada la primera impresión -que, no vamos a negarlo, puede durar días, semanas e incluso meses dando réditos de gratificación- uno vuelve a un estado de ánimo similar al que tenía antes de haber sido premiado. En ello influyen factores de personalidad, en gran medida innatos, que nos predisponen a un estado de ánimo determinado, y que son difícilmente modificables por la experiencia.
En cualquier caso no hay duda de que disponer de unas condiciones materiales para la existencia garantizadas, un margen para lujos y ocio a raudales para entregarnos a aquello que siempre habíamos soñado hacer, son una fuente de gozo, pero no inextinguible.
Esto se debe al diseño de nuestro cerebro, en el que varios sistemas distintos operan en paralelo pero no necesariamente sincronizados -uno de búsqueda incesante de sensaciones placenteras, formado por circuitos dopaminérgicos, otro u otros formado por los circuitos mismos del placer, con moléculas como las endorfinas o los endocanaboides, y otros formados por circuitos de mantenimiento de la homeostásis en el organismo, o por la evitación de peligros externos.
La felicidad parece más bien un señuelo de la selección natural para que sintamos en nuestras mentes una poderosa tendencia a buscar aquellas cosas que una vez contribuyeron a nuestra supervivencia y a nuestro éxito reproductivo.
Cada cual busca ese tipo de cosas en un entorno determinado. Como nuestro entrevistado de hoy, Daniel Nettle, ha estudiado, la sociedad humana misma está llena de entornos ecológicos dispares. No es sólo que nacer y desarrollarse en el Congo sea diferente a nacer y desarrollarse en Reino Unido, por ejemplo. Es también que las diferencias de barrio dentro de una misma urbe constituyen diferencias ecológicas fundamentales. Aquí se considera ecológico al entorno en su conjunto, es decir, no a un conjunto de plantas y animales, clima y recursos, que es el clásico entorno ancestral de los humanos y en general el de cualquier organismo vivo. El entorno ecológico al que alude Nettle tiene más que ver con lo que nos rodea realmente en nuestras vidas característicamente humanas, una vez dominado el medio ecológico ancestral a través de la cultura. Y algunas cosas típicamente humanas, como son los grupos sociales (nuestra tendencia a formarlos) y su acceso diferencial a los recursos, la arquitectura íntima de los barrios, tanto física como grupal, influyen en alto grado en cómo nos podemos acabar comportando.
Pero ¿cómo? ¿Nos estáis diciendo que es la cultura la que impera sobre la naturaleza en el desarrollo de las personas? ¿No es lo contrario a lo que viene defendiéndose desde la psicología evolucionista? Daniel Nettle es un psicólogo de amplio espectro, pero podemos decir de él que es un evolucionista sin temor alguno a equivocarnos. Lo que él defiende, basándose en la ecología conductual, y con una argumentación completamente evolucionista, es que nuestras adaptaciones cognitivas conducen a diferentes estrategias en entornos diferentes. Para empezar, aunque el cerebro no sea una tabla rasa, si que da origen a comportamientos flexibles. De hecho el origen de un órgano tal como el cerebro a partir de la acumulación sucesiva de núcleos desde un sistema nervioso simple obedece a la necesidad de flexibilizar y agilizar el comportamiento para afrontar entornos cambiantes, entornos diferentes en cualquier animal. Lo que sucede es que nuestra especie ha logrado ocupar el nicho cognitivo. Esto, a su vez, le ha permitido ocupar y explotar todos (o casi todos) los ecosistemas de la tierra. Pero eso no significa que no existan serias limitaciones a lo que podemos hacer. Las metas de nuestras vidas, al menos las últimas, están marcadas por el programa genético que dio forma a nuestro cerebro durante la evolución. Buscamos aparearnos con parejas atractivas, seguridad para nuestra progenie y para nosotros mismos, jerarquía dentro del grupo…pero según si lo hacemos en un barrio marginal, en la clase media o entre aristócratas nuestro comportamiento para alcanzar las metas que la evolución nos ha marcado será radicalmente distinto.
La felicidad primaria, original y más generalizada en el reino animal (y entre nosotros como humanos) es la que obtenemos bebiendo, comiendo o practicando sexo. Cubrir las necesidades fisiológicas es algo necesario. Pero la calidad y disponibilidad de los recursos a los que podemos acceder en nuestro entorno eco-social particular no es la misma para todos.
Nettle, en su libro sobre la felicidad, La Ciencia detrás de tu Sonrisa, nos habla de esa clase de felicidad primaria y universal y de otras dos. La segunda sería más bien el resultado de valorar subjetivamente por parte del sujeto cuya felicidad se intenta medir de alguna manera el grado de satisfacción que tiene con su vida, dejándole que puntúe de 0 a 10 en, digamos un período de tiempo de un lustro o una década. En general la gente tiende a dar puntuaciones altas en estos test, da igual el país en el que se hagan.
Por último está la denominada eudemonía, que es la felicidad del logro vital, tomando la vida como conjunto y el logro dentro de esta de las metas que uno se hubiera marcado. Alcanzar la excelencia en algún ámbito y entrar en estado de flujo mientras se practican las actividades relacionadas con el mismo serían marcadores de este tipo de felicidad. Nettle discute los pros y contras de estas perspectivas de la felicidad, y la idea que en última instancia defiende es que ni la felicidad tiene por qué ser el objetivo principal a perseguir en la vida, ni tampoco existe esa cosa llamada felicidad como un estado de permanente plenitud espiritual. En esta selva natural y social en la que nos desenvolvemos, y con los cerebros que hemos desarrollado, ser feliz es un “feliz engaño” para obrar conforme a nuestras necesidades fisiológicas, incluida la búsqueda de un buen posicionamiento social, que permite cubrir más amplia y profundamente necesidades más primarias a la vez que da acceso a nuevos placeres relacionados con la cultura y el trato humano. Y esto es así porque los antepasados de nuestra especie que se ocuparon en mayor medida de perseguir el espejismo de la felicidad dejaron mayor descendencia.
Daniel Nettle ha estudiado diversos aspectos de la mente humana, desde el lenguaje hasta la personalidad, pasando por cómo se ven afectadas la salud mental y física por el entorno social, aunque de sus libros disponemos en castellano, de momento, solamente de Felicidad: la ciencia tras la sonrisa, cuya lectura recomiendo tanto a los que se sientan por encima como por debajo de la media de felicidad humana.
El Profesor Nettle ha tenido la amabilidad de respondernos unas preguntas, puestas en correcto inglés por Marzo (¡e incluso alguna en correcto castellano!), y en las que hemos tratado de sondearle brevemente sobre sus múltiples áreas de estudio-pero mutuamente imbricadas con el mimbre de la historia natural. Cualquier error en la traducción al castellano de sus respuestas solo se me puede achacar a mi (y obligado está a señalarlo quien lo detecte).
La entrevista original en inglés la tienen en La Nueva Ilustración Evolucionista.
1. ¿Cómo nos ayudan la ecología conductual y la psicología evolucionista a explicar las diferencias de comportamiento entre los miembros de las diversas clases sociales?
La ecología del comportamiento y la psicología evolucionista en el fondo tratan por qué la gente estaría dispuesta a responder a sus entornos de determinadas maneras. Y los ricos y los pobres – incluso en una misma ciudad – experimentan entornos muy diferentes. Los recursos de los que disponen, la seguridad de sus existencias, sus posibles futuros, todo ello es muy distinto.. Por tanto, no debería sorprendernos que sus comportamientos terminen siendo diferentes. Sin embargo, la psicología evolucionista y la ecología del comportamiento nos ayudan a comprender por qué sus comportamientos podrían encaminarse por dónde lo hacen..
2. ¿Es la personalidad una estrategia evolutiva para entornos sociales?
Bueno, probablemente no hay una estrategia de vida que funcione en todos los entornos. En ocasiones el individuo audaz se ve favorecido, y en otras sale favorecido cauteloso. Como consecuencia de esto, en todas las poblaciones humanas de hoy hay una mezcla de diferentes tipos de personalidad. Esto es igualmente cierto en otras especies.
3. Tras estudiar las lenguas y su diversidad, ¿tiene alguna hipótesis sobre el origen y evolución del lenguaje?
Los seres humanos están especializados en la búsqueda de alimento y la producción conjuntas. No hay ninguna sociedad en la que la gente sobreviva saliendo cada individuo solo en busca de alimento sin coordinarse con nadie. En ninguna sociedad las personas sobreviven cada individuo sólo salir solo y se alimentan de forma no coordinada. En lugar de eso, los grupos trabajan juntos para cazar, pescar y buscar alimento de forma cooperativa. En mi opinión, los orígenes del lenguaje se encontrarían en el logro de la coordinación del comportamiento requerido en este tipo de esfuerzo conjunto. Sin embargo, una vez existe el lenguaje se trata de una adaptación muy eficiente que permite que las personas puedan también empezar a coordinar sus comportamientos de muchas nuevas formas, y así es como a los seres humanos les fue posible ser ecológicamente dominantes e inventar nuevas y cada vez más sofisticadas tecnologías .
4. La felicidad, tal como nos la presenta la psicología evolucionista, se parece un poco a la zanahoria de un burro, que obliga a este a ir por el camino “correcto”, que es el que la selección natural le marca. ¿Un mundo feliz sería un mundo sin metas, un mundo sin siquiera significado?
Creo que en la literatura psicológica se sobreestima la importancia de la felicidad como meta para las personas y las sociedades. Es parte del individualismo y el consumismo de nuestra época. Existen multitud de otros objetivos importantes que perseguir, como la justicia, la sostenibilidad, el significado, el conocimiento, la verdad… que no tienen mucho que ver con la felicidad. Tanto la felicidad como la tristeza surgen por la acción de mecanismos muy toscos de respuesta a las ganancias y pérdidas inmediatas, que compartimos con otros animales. Sería una vida humanamente muy pobre aquella en la que todo se redujera a eso.
5. ¿Qué relación tienen la creatividad y la locura?
Algunas pruebas apoyan la idea de que las mismas características que vuelven a las personas vulnerables a la enfermedad psicótica pueden asimismo hacerlas sobresalir en tareas creativas. Así que no es que las personas creativas sean psicóticas, o las psicóticas creativas, sino más bien que los mismos rasgos subyacentes, en algunos ambientes, suscitan un funcionamiento creativo, y en otros graves enfermedades mentales. Las pruebas provienen de cosas tales como el hecho de que las familias de los escritores y artistas contienen a menudo otros miembros que han padecido problemas psicóticos.
6. Durante mucho tiempo en la medicina se ha ignorado el papel de la relación mente-cuerpo en la génesis de las enfermedades, tanto psíquicas como somáticas. Ahora que hay una creciente evidencia de tal papel etiológico cabría preguntarse por su razón de ser a la luz de la evolución. ¿Qué ventajas evolutivas podría haber tenido el que la mente enfermara?
Por supuesto, enfermar, por definición, nunca se verá favorecido por la evolución. Pero la evolución si puede favorecer un comportamiento de enfermo, el cual se da cuando un animal en mal estado ralentiza sus movimientos, se oculta y no se encuentra motivado para hacer nada hasta que se haya recuperado. También la evolución puede favorecer la hibernación, que implica también una ralentización, durmiendo, no queriendo hacer nada, mientras las condiciones ambientales sean desfavorables. Estos ejemplos nos pueden ayudar a pensar sobre la depresión; la leve podría representar la puesta en marcha de mecanismos para la conservación de la energía y la evitación de estímulos durante el período en que el entorno sea desfavorable o el individuo se encuentre en un estado de debilidad. Por eso precisamente las depresiones leves leve que suelen acompañar tan a menudo a las pérdidas o enfermedades físicas. En cualquier caso ninguna de estas cosas da cuenta de los casos más graves de depresión clínica. En ellos es posible que los mecanismos de adaptación se hayan vuelto disfuncionales .
7. Las sociedades modernas funcionan a través de una red global sumamente compleja de intercambios y comunicaciones. El hombre de hoy, aunque no pueda comprender todo lo que pasa a su alrededor, ha de disponer de algún tipo de mecanismo cognitivo para el intercambio que le permita ser nodo en las diversas redes del mismo. ¿Cuáles son a su juicio el origen y la evolución del intercambio?
Como decía al responder a la pregunta 3, los seres humanos están especializados en la búsqueda social de alimentos. Esto necesariamente implica un intercambio tanto de información como de recursos. Así, que compartamos planes, ideas y herramientas en una red social es algo profundamente enraizado en nuestra forma de vida. Las tecnologías modernas y la densidad poblacional simplemente nos ha permitido hacer esto en una escala muchísimo mayor, y de una forma que tiene extraordinarias consecuencias emergentes, tales como el crecimiento económico, la propagación de las normas culturales, y la creación del arte y la ciencia..
8. ¿En qué trabaja ahora?
Continúo fascinado por el comportamiento social humano, por lo que estoy de nuevo trabajando en el intento de comprender cuando la gente colaborará entre sí y cuando no lo hará. la gente a cooperar entre sí y cuándo no. Estudio estos dos asuntos tanto sobre el terreno como haciendo uso de modelos teóricos.
Eso no es por la felicidad, tiene truco. Díme….¿cómo es esa canción, que quiero cantarla bajito cuando me acerque a la sucursal de mi banco?
Los que no se lo sepan…¡pues eso!!….a su banco y cada día el de más gente….
Claro que sí, es algo formidable.Por ej., el otro día era yo tan feliz – iba cantando por lo bajinis “Salta” de Tequila – que, nada más entrar en la sucursal del Banco, en vez de decirme que me iban a freír con un ejecutivo me hicieron un documento por el que cancelaban mi deuda. Funciona!
Eso me recuerda a la campaña que hicieron los socialistas de la alegría, esa de que entre todos podemos , “la vida en colores, coño” y que levantar un país y salir del paro es es cosa solamente de buen rollo.
Bueno, ya se sabe que lo importante es comprender que “la felicidad no da el dinero”.:)
Si, es verdad. Lo cambio. Gracias.
Germánico, en la pregunta nº 5, hay una confusión entre “psicópata” y “psicótico”. Son dos cosas muy diferentes.