Ayer me reuní con el autor de Diario de un Naufragio, el amigo Bate, no para charlas sobre nuestras respectivas debacles, sino para hacerle entrega de 3 libros de mi (ex) biblioteca de Novelas Históricas de Grecia y Roma.
Él, en efecto, está en una situación que tiene algunos importantes puntos en común con la mía, el principal su situación de parado sin expectativas de encontrar trabajo, al menos en un plazo razonable de tiempo, por supuesto.
Yo en principio desconocía por que ruta invisible de internet había llegado a mi, así que no manifesté pareceres políticos. Aparte que últimamente es tal mi hartazgo de lo político, de los debates, de las ideas, y existencial, que no surge fácilmente de mi una iniciativa de conversación que pueda conducir a una polémica, ni siquiera a una animada charla.
Pero él, ya finalizado nuestro intercambio, me comunicó por dónde había llegado a mi reclamo desesperado. Había leído un post de NO A TODO que hacía referencia a mi situación y a mis gangas. También manifestó su profundo descontento con el personaje y la gestión de los asuntos públicos que había llevado, y no pude sino compartir ese descontento.
Náufragos en medio de un mar social que en cualquier momento puede acabar desecado, como el mar de Aral, gracias a la gran labor de nuestros políticos, podremos dar gracias al cielo de morir de sed, y no ahogados. Los únicos flujos que se esperan son más bien inundaciones, que en nada contribuyen al equilibrio económico: inyecciones multimillonarias a entidades e instituciones en bancarota y cosas de ese estilo. Quien lo ha hecho mal, como el hijo pródigo que vuelve a casa, reciben una reprimenda verbal y un billete en la mano para que lo gaste.
La crisis que nos afecta no es sólo española. En el país del Quijote está hasta bien visto hacer el gilipollas, despilfarrar e ir de farra. Pero cuando las instituciones políticas, económicas y financieras no saben qué hacer, y siguen la pauta de algún profeta loco, de alguna serpiente con corbata o de algún demagogo con grandes ideas para cambiar el mundo e incapaz de llevar las cuentas, la catástrofe es inevitable.
Podemos seguir hablando del cambio climático, de las diferencias de género, de Hitler o de Franco, de lenguas y naciones incomprendidas históricamente, perseguidas por fantasmas que toman forma corpórea en cualquiera que ose pronunciar la palabra España. Podemos fomentar activamente el pavor irracional con las nucleares o la comprensión con las prácticas bárbaras de otras culturas, o de grupos que se niegan a pertenecer a la nuestra, y luego comentar la última película de Almodóvar o la última goleada de Barça.
En algún momento he pensado en suicidarme. Supongo que si a Luis le pidiera consejo sobre el fármaco más adecuado para abandonar este mundo sin dolor ni aspavientos me mandaría a la mierda. Disculpadme, es que estoy deprimido. No fue algo que fingiera para escaquearme de un trabajo por otro lado esclavo. Tengo el aval de uno de los mejores psiquiatras de España. Quizás mi depresión sea un reflejo de la del país, de la del mundo. Quizás simplemente corran paralelas, como dos ríos que nunca se cruzan pero que desembocan en un mismo mar, un mar de naufragos, un mar de Aral, un mar lleno de mensajes desesperados en una botella que nadie leerá, un mundo como el que pinta Cormac McCarty en la Carretera. Eso es lo que quedará, a este paso de nuestra Civilización, como quedó de la Romana, Carreteras, Vías Augustas, que no conducen a ninguna parte, quizás aceras del plan E, y leyes, muchas leyes, cada vez más restrictivas. Acaso también quede un recuerdo, si el mundo renace tras otra etapa oscura.
He aprendido, en este tiempo en que he soñado con la libertad, que esta es un mito inalcanzable. El ser humano no está preparado para ella. Queremos poder, abundancia, seguridad, y mucho entretenimiento. Así somos. Los liberales también tenemos que reflexionar sobre lo reflexionado.
Es cierto que la izquierda ha partido durante mucho tiempo de una visión errónea de la naturaleza humana. No somos moldeables, no somos títeres ni autómatas, ni homo aeconomicus, ni nos vamos a dejar adoctrinar para hacer lo que nuestra fisiología misma se niega a hacer. Pero tampoco estamos preparados para la libertad, pues tendemos al nepotismo, al amigismo, al mismo egoísmo, este último que no redunda necesariamente en bien de la comunidad, como decía Smith.
En la actualidad las empresas no son panaderos ni carniceros, sino multinacionales, sociedades anónimas en las que la gestión y la propiedad están separados.
T0dos tenemos que profundizar el conocimiento de nuestra naturaleza para mejorar nuestras instituciones. Quizás la economía conductual nos ayude a ello. Quzás escuchar más a Robert Trivers o a Michel Houellebecq nos ayuden a ello, aunque puedan equivocarse en algunos de sus puntos de vista. También podemos tener en cuenta la posibilidad de que esa naturaleza humana sea modificable, en un futuro, con la biotecnología,´Sobre el particular no dejen de ver la entrevista que el, en esta ocasión magnífico Punset, realiza a Gregory Stock. Es posible un futuro mejor. Es posible hasta que se diseñe un soma huxleyano. Pero tengamos presente algo que dijo Stock a Punset: el dolor, más concretamente esa modalidad suya del sufrimiento, en nuestras vidas, es algo que puede parecer del todo inútil, pero que puede revelarse como algo necesario para hacernos mejores. Muchos estudios en psicología ponen de manifiesto como el aprendizaje es a base de golpes, de errores, y que uno no se levanta si previamente no se ha caído. Incluso algunos demuestran que la depresión tiene un lado positivo. Un mundo feliz sería un mundo terriblemente desdichado, a la par que aburrido en su entretenimiento sin limites. ¿Podemos concebir un Paraíso, sea terrenal o no?
Y ahora que estas lágrimas saladas con forma de palabras caigan sobre un mar en vías de desecación. Quizás la depresión me hace hablar más de la cuenta.
Emigra y que le den al pais que has nacido y ha sido incapaz de darte una oportunidad…Salvo para morirte de asco.
Gracias yopersonaje.
Yo cada vez lo veo más como una oportunidad que como una pérdida y miro más al futuro que al pasado. Además, esto de buscar trabajo, estudios complementarios, resolver papeletas domésticas y cuidar niños me está dando tanto trabajo que no tengo tiempo de aburrirme o de ponerme a pensar en círculos sobre lo mala que es mi situación. Seguramente es el preludio de un cambio a algo sustancialmente mejor de lo que tenía.
No hay de qué, Germánico.
¿Qué más puedo decirte? Soy seguidor muy «intermitente» de este blog, muy ocasional. A mi me gustaría echarle toda la culpa al inepto de nuestro presidente, y a la frivolidad colectiva de los que lo han votado, y aun estando en lo cierto, no es toda la verdad. No he leído todos vuestro artículos, pero hasta el estado en que estamos nos ha llevado un proceso que tiene diversos mecanismos, y muchas personas que han estado interesadas en impulsar los acontecimientos hasta el punto en que estamos.
Quiero compartir con vosotros un artículo, que me ha llamado mucho la atención, siento que esté en inglés y tenga párrafos y vocabulario algo técnico, pero que explica relativamente bien, la «aristrocracia» que regula el sistema financiero:
http://j.mp/qtZo0A
Sé que habéis tocado anteriormente el jaleo -por llamarlo suavmente- en el que estamos, pero vamos, podemos seguir consolándonos, al menos, hablando sobre él. A mi, es a la vez, un tema que me apasiona y me irrita. Cosas de la vida.
Sólo quiero darte ánimos, las oportunidades están ahí, incluso en este momento tan penoso, aunque claro, en muchas ocasiones cunde el desánimo; yo pasé mucho tiempo (en pleno momento de auge económico) en paro, y ni quiero contar los kilómetros y vicisitudes que recorrí y pasé para encontrar trabajo.
Oportunidades para reflexionar, pensar, cambiar y darse cuenta qué es lo que realmente merece la pena en esta vida, que hay muchas, y en momentos de «auge» es precisamente cuando no se ven.
Saludos, buena gente.
Si, y además, amigo Bate, una fe que mueva montañas
Gracias por el enlace.
Debemos tener fe.
No nos queda otra, un abrazo.
Lo has clavado – y lo vas viendo. Tiene dos sentidos «prácticos» la palabra libertad.Con el segundo, el del cervecero, venden la burra a la clase media los del laisez faire desde siempre. Empezando con el lider de los Hell Fire Clubs – aristocracia pura, y gran satanista además- llamado Bernard de Mandeville y siguiendo con esos ejemplares servidores de la aristocracia del Sacro Imperio que fueron «los Austríacos» fundadores – y luego de los Roosevelts.
Lo explico un poco más aquí, por si un poco de gresca «de base» te anima:
http://dhavar.blogspot.com/2011/09/libertad.html
¡No sólo no me llevas la contraria sino que me dices que lo he clavado!
Para mi la liberal es una óptica, que por supuesto tiene una serie de ideas detrás sobre el mejor modo de controlar y equilibrar los poderes. A estas tempranas horas me voy a la cama, pero mañana prometo leer tu seguro interesante post.
Voy a leer y a oír música hasta caer dormido.
Un abrazo, amigo.
¡Te contrato!
No me cansaré de decirlo: Tenéis suerte. La media nacional es del 20%. En algunas provincias, puede estar en el 25%. En otras, por debajo. En cuatro provincias andaluzas, en el 32%. Yo fui capaz de encontrar un curro de mileurista, empezando, con algo más de un 20% de paro. No es fácil, pero soy guapo y hablo inglés (además soy modesto :P) y no me importaba trabajar de lo que fuera. Un 32% de paro supone que 1 de cada tres personas que quiere trabajar no puede. Una cosa es que alguien esté aterrorizado ante sus propios problemas y acabe derrotado y compadeciéndose de sí mismo. Y aquí, digo yo que los políticos tienen «algo» que ver en que uno de cada tres personas de varias provincias no encuentren trabajo.
Por experiencia propia, os recomiendo encarecidamente que no caigáis en la autocompasión ni ser responsables en las cosas malas que ocurran. Ahora bien, si el Gobierno dejara de estorbar en algunas áreas (o casi todas), la verdad, estaría genial.
Si, Edy, dramas hay para aburrir, se pueden contar con los dedos de una mano, siempre y cuando cada dedo represente un millón de almas.
Yo pertenezco al grupo de la, no se si bien o mal llamada, generación perdida. En el último año y medio he visto ya varias veces la luz al final del túnel, pero dicha luz siempre ha resultado ser un tren que iva a arrollarme.
Germánico, usted, que está especializado en un campo con años de experiencia en éste, una excelente capacidad comunicativa (al menos por escrito) y goza de cierta reputación gracias a este blog, se considera con escasas posibilidades de encontrar trabajo. Aún así, de entre los casi 5 millones de parados que hay en nuestro querido (a veces odiado) país, creo que usted lo tiene mejor que la mayoría. Pero bueno, olvidaba que en España el ser una persona culta y bien preparada importa poco…siguiendo el ejemplo de Belén Esteban quizás hayan más oportunidades.
Un servidor, tras haber «invertido» 6 años a una formación universitaria muy exigente, como es la carrera de Ingeniería Industrial, además de cursos de postgrado y algún que otro máster, se encuentra con que está a punto de cumplir 30 años y no tiene nada que ofrecer a las pocas empresas que podrían contratarle.
Sin experiencia en un sector determinado, ninguna empresa te contratará. Y si ninguna empresa del sector te contrata, nunca tendrás experiencia. Que alguien me explique cómo puede alguien salir de tal círculo cuando ya no cumple los requisitos de ser un chollo (recien titulado que puede optar a ser becario) ni tiene un familiar que le pueda enchufar.
Si lo hubiera sabido hace 5 años, me habría apuntado a clases de alemán. Ahora ya es algo tarde…