El pensamiento mágico keynesiano (I)

A estas alturas pensaba que ya nada podía sorprenderme en el mundo de la Economía, pero los keynesianos no conocen límites.

Mas allá de la retórica de la «dictadura de los mercados» (cuando en los mercados, por definición, la gente actua libremente) o de que «la política tiene que estar por encima de la Economía» (como si algo tan profundamente subjetivo como la política pudiera estar por encima de la lógica y la Naturaleza Humana en la que se basa la Ciencia Económica), los místicos del keynesianismo llevan al extremo las delirantes ideas de sus fundador.

Veamos unos ejemplos.

KRUGMAN Y LOS INVASORES EXTRATERRESTRES.

Lean :

«Es muy difícil conseguir inflación en una economía deprimida, pero si hay un programa de gasto público más una política expansiva de la Reserva Federal se puede conseguir. Por lo tanto, si se piensa emplear todas estas cosas juntas, se puede lograr mucho»

¿Se puede lograr mucho de qué? ¿De inflación? ¡¿Y qué tiene de bueno la inflación?!

Pero veamos a qué nos conducen las propuestas de Krugman: primero el Estado gasta dinero, mucho dinero supongo, bien eso crea empleos, muchos empleos. Pero hay que financiar el déficit. Eso tampoco es problemático con una politica expansiva de la Reserva Federal. Simplemente los bancos privados compran la deuda del Gobierno Federal y luego van a la Reserva Federal con los bonos del tesoro y lo cambian por dinero, se monetariza la deuda y todos felices.

Además se va a generar inflación, eso que tanto les gusta a los keynesianos, porque cuando la gente cobre del Estado por esos nuevos empleos creados con el gasto público y se vaya a gastar ese dinero resultará que no existirán bienes que comprar. Y claro el mercado hará lo que sabe hacer: buscar el equilibrio con una subida de precios.

Pero al fin y al cabo se habrá acabado con el paro ¿O no? Bueno mientras los trabajadores no pidan aumentos de sueldo sí. Pero ¿Y si no aceptan la pérdida de poder adquisitivo que provoca la inflación? Pues que pedirán aumentos de sueldo, los aumentos de sueldo generarán una nueva subida de precios, una segunda ronda inflacionaria. La inflación provocará una nuevas demandas salariales así hasta llegar a la hiperinflación.

¿De eso se trata sr Krugman? ¿De convertir a los USA en una nueva República de Weimar?
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ALEMANIA ES CULPABLE

El sr. Masip y su grupo de profesores y expertos (Sesma, Vázquez, Martínez Capdevila, Paz Andrés, Gil Carlos Rodríguez, González Vega, Daniel Guerra, Ugartamendía, Cienfuegos, Benavides, Haizam Amirah, Rodríguez Mateos, Pietri, Orejudo, y, de otros cursos coetáneos, Mariano Abad, Sosa Wagner).

El título del artículo del sr. Masip (ex alcalde de Oviedo por el PSOE) lo dice todo ¿Y si expulsasemos a Alemania del Euro?. Para este egregio pensador:

«En Alemania no se digiere la única iniciativa cabal. Lo dijo, en La Granda, en otro curso y distintas palabras -de fondo, parecidas-, el empresario Francisco Rodríguez: mientras no haya unidad fiscal, no se harán los Estados Unidos de Europa y se seguirá transfiriendo paro y desequilibrio.»

Lo que pretende el sr. Francisco Rodríguez es que los alemanes paguen las deudas de griegos, portugueses, irlandeses, españoles e italianos.

«la unidad política de Europa, la que nos permita contar con una fiscalidad común para corregir de verdad los llamados desequilibrios regionales y establecer un fondo comunitario para hacer frente al problema del paro y dotar de las debidas garantías el sistema de pensiones.»

Claro, que los alemanes paguen impuestos para que los parados españoles puedan estar los lunes al sol. De traca.

«Los especuladores son auténticos señores de horca y cuchillo feudales con sus fortunas incontrolables, amasadas en droga y otros crímenes. A no desdeñar tampoco los obstáculos de agentes que nada aportan a la economía productiva.»

Vaya sr Masip asi que los ahorros de los planes de pensiones proceden de traficantes de droga y otros crímenes.. ¿Ya lo ha denunciado usted?

Y voy a desmontar otro mito: lo de que «los especuladores no aportan nada a la economía productiva».

Si entendemos por «especuladores» aquellos inversores que operan en el corto plazo, porque en puridad cualquier inversor es un especulador (porque nadie invierte en nada esperando no obtener más de lo que invirtió), veamos que sucedería si desapareciesen.

Puede parecer que nada, puesto que «no aportan nada a la economía productiva». Pero lo que no parecen ver el sr. Masip y sus amigos es que si desaprecen los «especuladores» solo quedarían los inversores a largo plazo. ¿Cuánto tiempo es el largo plazo? ¿Un año, cinco años?

Mientras que en un mercado con «especuladores» cualquiera puede obtener liquidez de sus activos, en un mercado sólo con «inversores a largo plazo» cualquiera que quisiese liquidez debería de encontrar otro «inversor a largo plazo» que quisiera sustituirlo.

Como quiera que ese nuevo «inversor a largo plazo» deberá mantener su inversion durante un tiempo determinado no va a ser fácil encontrarlo. Se daría entonces el caso de que salir de un determinado activo no fuese una tarea sencilla. Y si salir, es decir vender, se vuelve dificil los que quieran entrar,comprar, se lo pensarán.

Las barreras de salida, es decir las dificultades para salir de un mercado, se vuelven también dificultades de entrada o de encontrar gente a la que vender. Todo aquel que quiera entrar en un activo para quedarse a «largo plazo» querrá más seguridad o mejor precio y eso lo va a pagar el que está dentro.

Si los «especuladores», que «no hacen nada para la economía productiva», se van o son expulsados del mercado las transacciones van a disminuir y se volverán más costosas, se invertirá menos y sólo en proyectos que den (o se esperen que den) muchos beneficios.

Resumiendo sin «especuladores» cualquier mercado se volvería ilíquido, es decir habría dificultades para convertir en dinero nuestras acciones o bonos, y en un mercado ilíquido se va a invertir menos y será más difícil obtener beneficios que en uno más líquido. Habrá menos inversión y habrá más paro y pobreza.

Los «especuladores» son el lubricante de cualquier mercado ,los que facilitan la liquidez, los que compran cuando las acciones bajan o cuando algún inversor quiere recuperar su dinero, si sólo se quiere un mercado de compradores, entonces no se quiere un mercado, se quiere otra cosa, más bien algo parecido a una dictadura.

«Y si la tensión volviera, recrudecida, y el coloso germano siguiera en sus trece de blindarse solo, ¿tendremos el coraje de apartar a Alemania del euro?»

Claro, lo que tienen que hacer los alemanes es pagar las deudas de los demás países para que no vuelvan las «tensiones» . En cuanto a apartar a los alemanes del euro creo que la mayoría de los alemanes lo firmarían.

«En cualquier caso, Alemania, cuya irresponsabilidad reciente bien sentimos con el «conflicto del pepino», debe saber que puede producirse su exclusión para permitirnos otra política monetaria.»

Como buen político el sr. Masip no renuncia a la demagogia más facilona y, ¡Claro que podemos permitirnos otra política monetaria! ¿Bajamos los tipos al 0 %? ¿Obligamos al BCE a comprar toda la deuda de todos los países? En definitiva ¿Imprimimos dinero?
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LA FÓRMULA MÁGICA.

Esto escribe Xabier Doménech, que, asómbrense ustedes es profesor de Historia en una Universidad, y que armado de la autoridad de esos economistas de referencia como Krugman y Stiglitz, dice:

«Pero contra esta corriente principal continúan alzados algunos economistas que defienden exactamente lo contrario y dicen que es ahora, más que nunca, cuando los estados deben gastar. Son los últimos mohicanos del keynesianismo, los galos socialdemócratas en la única porción de Occidente sin conquistar.»

Y prosigue;

«Resumamos los ingredientes. Uno: gasto público para dar trabajo a los parados en la creación de infraestructuras y equipamientos. Dos: condonación y refinanciación de hipotecas para aliviar las economías familiares. Y tres: poner en marcha la máquina de imprimir dinero (él lo llama «esfuerzo de la Reserva Federal») para activar el consumo y para aliviar la deuda generando inflación. Todo ello con el objetivo de acelerar una máquina que ahora está casi parada.»

Es el resumen perfecto del pensamiento mágico keynesiano.

El sr. Domenech, en un infantilismo impropio de un profesor universitario de cualquier materia, cree que, como si vas con dinero a una tienda o un centro comercial o a un profesional estos te darán toda clase de bienes a cambio, entonces basta con crear dinero para crear riqueza.

El problema es que cuando alguien compra algo, y aunque aparentemente lo que se intercambia es dinero por bienes, lo que se desencadena es un complejo proceso de intercambio de bienes. El dinero del comprador tiene que venir necesariamente de otro intercambio anterior donde el comprador fue vendedor de otros bienes para obtener dinero.

Si no es así, si creamos dinero de la nada, lo que va a pasar es que el vendedor, cuando quiera utilizar el dinero (creado de la nada) que ha obtenido de la venta de sus bienes, se va a encontrar con que no tendrá bienes que comprar. Se encontrará, por así decirlo, con una tienda vacía, un despacho de abogados sin abogados o una peluquería sin peluqueros. Se dará cuenta entoces de que ha sido estafado de que le han dado un papelito a cambio de sus bienes.

Los keynesianos obvian las elementales consideraciones que he hecho más arriban. Simplemente se aprovechan de que la tienda a la que va el vendedor al que han engañado con sus papelitos es la misma a la que van los demás vendedores. El dinero creado de la nada en apariencia no se diferencia del auténtico. Entonces el vendedor estafado se encontrará una tienda con bienes que vender aunque, y aquí está la sutil pero determinante diferencia, con unos pocos bienes menos de los que debería de tener en función a la demanda que van a presentar con su dinero los vendedores.

Los keynesianos en una nueva vuelta de tuerca a sus falaces argumentos dicen que no hay problema: la mayor demanda provocará una mayor oferta y se creará más riqueza y más empleo.

Sin embargo esto no es así. Lo único que sucede es que el timado, el vendedor que ha vendido sus bienes a cambio de dinero creado de la nada, se convierte en un indeseado timador y traspasa la moneda creada de la nada a los que producen los bienes que compra con su dinero.

Por mucho que se intente engañar a la gente el final el sistema de mercado pone de manifiesto que hay más dinero que antes y o bien los bienes suben de precio o se producirá un desabastecimiento.

Los keynesianos dicen que también existe una tercera opción: que se produzca más y que disminuya el paro. Pero si se pudiera producir más, con los mismos factores de producción, ese aumento de producción ya se habría producido simplemente porque los productores habrían bajado sus precios y podrían vender más y ganar más. Y si de lo que se trata es de producir más con más factores de producción entonces lo que falta es capital.

Al final, como el sistema productivo no puede poner en el mercado más bienes, va a producirse un ajuste via precios, es decir inflación. La inflación va a esterilizar al dinero creado de la nada y al mismo tiempo va a producir un desajuste en el sistema productivo que dificultará una posible recuperación de la actividad.

Pero los mandamientos keynesianos no se quedan ahí, además hay que aumentar el gasto público para dar trabajo, pero no dicen nada de como financiarlo: ¿Subimos los impuestos? ¿Aumentamos el déficit? En cualquier de los dos casos estaremos quitando riqueza a la gente para darsela a los parados. Y qué ofrecerán a cambio los parados ¿infraestructuras? ¿equipamientos? Pero ¿Necesita la gente todas esas infraestructuras y equipamientos? El problema es que determinadas infraestructuras y equipamientos sí pueden ser útiles a la gente pero construir por construir a lo único que lleva es a malgastar capital sin crear riqueza.

Es evidente que a través de esas políticas se puede acabar con el paro, pero hay que advertir que eso traerá una doble reducción de riqueza para los no parados: por un lado tendrán que aportar parte de su renta o de su riqueza para pagar a los parados que encuentren trabajo en los planes del Estado y por otro lado perderán renta o riqueza por la mala asignación de recursos que supondrá la creación de infraestructuras o equipamientos que la gente no necesite.
¿Aceptará la gente que tiene un empleo o un negocio una sustancial reducción de su renta o de su riqueza para acabar de ese modo tan irracional con el paro?

En cuanto a lo de condonar y refinanciar hipotecas para «aliviar a las economías familiares», bueno eso es factible si les decimos a la gente que tiene su dinero depositado en los bancos que se vayan olvidando de él. ¿Cómo cree que le sentará eso a la gente sr Domenech? ¿Quién va a ahorrar nada a partir de entonces?

Arturo Taibo
Arturo Taibo

Economista. Liberal. Cansado de ver como se engaña a la gente y como se desperdician las posibilidades de desarrollo económico. Intentando que la gente aprenda un poco de Economía.

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6 comentarios

  1. Precisamente el exceso de empleo público y los privilegios de los mismos nos han llevado a esta situación: cuando en un país la opción más «inteligente» es trabajar para el estado (salarios muy por encima de los del mercado, condiciones laborales inmejorables, moscosos, no importa la productividad, empleo seguro, trienios… y numerosos privilegios más) ese país está muerto. Está muerto porque se ha matado una grandísima parte de la acción emprendedora que necesita para subsistir. Sólo hay que pensar en qué ocurriría si todo el esfuerzo que se invierte en competir en oposiciones para «obtener una plaza y a vivir»  se invirtiese en competir por obtener mejores productos y servicios…
    Como empiecen a hacer aún más el estúpido, puede que incluso gente que está trabajando en empresas privadas puteado y con un sueldo de m… o autónomos y pequeños empresarios que están con el agua al cuello vean que el estado (a costa de sus trabajos y de su trabajo futuro) está invirtiendo en generar más empleo privilegiado… es muy probable que incluso dejen sus actuales actividades para intentar pillar uno.

    • Manolete, en relación a su última y muy acertada frase no dude que somos muchos los que nos planteamos lo que comenta día sí, día también.

      Mill, en lo único que no estoy de acuerdo es en la presunción de ignorancia o infantilismo de elementos como el tal Domenech. No pueden creerselo. Simplemente son estafadores. Estafadores adultos.

  2. Los últimos mohicanos del keynesianismo, no me canso de decirlo, son como aquellos matasanos de antaño que se hacían llamar médicos y que recetaban sangrías para cualquier mal.
    Algunos todavía ejercen la docencia en Princeton.

  3. Es interesante que nadie de los economistas más cercanos al keynesianismo no hablen del fracaso que ha supuesto, por ejemplo para Japón este tipo de recetas.  He estado buscando algo de información sobre el tema, y durante la década de los 90, Japón tuvo hasta diez planes de estímulo cuya consecuencia fundamental fue aumentar la deuda del país. Y sin embargo, no consiguieron sacar del país de la crisis.  Hay algunos artículos que hablan de las infraestructuras públicas construidas en el país nipón para <i>impulsar la demanda agregada</i>, que a día de hoy tampoco tienen uso.
    También es discutible que este tipo de medidas tomadas durante el New Deal, supusieran de verdad un impulso para la recuperación económica de EEUU. Y curiosamente, tengo la impresión que estamos repitiendo el mismo patrón que entonces, similar a una W
     
    Por otra parte, yo si veo esta situación económica el mensaje que recibo, es que me van a subir los impuestos para financiar todo esto. Por tanto, consumo menos, por lo que pueda venir.

  4. Maravillosa explicación. Cuando se trata de consegui fondos para el despilfarrarlo en plíticas de bienestar social electoralistas, los compradores de bonos que aportan el capital son angelitos de Dios. Cuando llega el momento de pagar la fiesta y se dan cuenta que la plata no alcanza, entonces son aves negras y especuladores desalmados. En LA hemos visto esa pilícula muchas veces y aún la seguimos viendo  

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