Una broma macabra

Iba yo conduciendo, como cada mañana, de camino al trabajo, por la carretera de la Coruña, inmerso en pensamientos melancólicos. Me preguntaba qué habría sido de mis compañeros de promoción, los que estudiaron conmigo Económicas. ¿En qué situación profesional y vital se encontrarían ahora cada uno de ellos? ¿Cuántos estarían igual de mal o peor que yo? ¿Cuántos en el paro? ¿Cuántos a punto de irse a la calle, o en condiciones laborales insufribles?

Sería ese grupo una buena muestra estadística para valorar mi propia situación. Sólo conociendo el destino de mis compañeros podría acertar en la evaluación de mi personal fracaso, al menos en términos relativos. No comenzaba con buen pié la jornada, ciertamente, pero esto es así desde hace ya tanto tiempo que no recuerdo haber comenzado una ilusionado y lleno de proyectos y energía para desarrollarlos.

Y hete aquí que mi vista tropieza, en uno de esos deambulares de los ojos por el entorno, con un gran cartel rojo, con un mensaje impreso en blanco impoluto. Apenas tardo un segundo en leerlo y en captar su significado superficial, apenas una milésima de segundo en captar el significado oculto.

Un espasmo me recorre. Doy un volantazo a la izquierda y casi colisiono con un vehículo que venía por el carril de ese lado a una velocidad muy superior a la permitida de 110 kilómetros por hora. Instintivamente giro el volante en sentido contrario y mi coche se mete ligeramente en el carril derecho por el que ¡Oh Dios mío! otro vehículo se aproxima a una velocidad muy por encima de la permitida de 110 kilómetros por hora. Por poco impacto, por segunda vez en apenas un segundo. La risa es ya demencial. No tengo control sobre ella. Borbotea el aire en mis pulmones y es expulsado de ellos con movimientos rítmicos de la compleja maquinaria muscular, inervada por sistemas nerviosos no controlados por la consciencia.

Río, río sufriente. He sufrido mucho, he sido duramente golpeado por el mazo implacable de la crisis económica, pero aún me queda un resto de humor negro, suficiente para reír a carcajada batiente ante la incongruencia, el absurdo, la ironía, la burla descarada contenidos en el mensaje en blanco del gran cartel rojo.

¿No debería ser ese cartel suficiente para acabar definitivamente con una carrera profesional? Ah, no, amigos, porque estamos hablando de una profesión blindada contra los reveses comunes del azar, que afectan a los ciudadanos de a pié, esos que empiezan con mal pié las jornadas. Si, amigos, y estamos hablando de alguien que se proclama, con estudiada pose, el Presidente de la gente común.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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10 comentarios

  1. Es en efecto una propaganda del PP y aún se puede ver en la carretera de andalucía A4 y más de uno se asusta y da un volantazo «hacia la derecha» al leerlo. Parece que toda España ha dado volantazo político e invadimos el carril de nuestra derecha sin poner intermitentes. Nunca me gustaron los extremos, prefiero el carril central…

  2. Espléndida idea.
     
    Procedo a imprimir unas pegatas para repartir entre colegas y pegar en los paquetes de tabaco. Dejaré un montoncillo en el bareto de referencia.
     
    Saludos. E.

  3. Íbamos mi santa y un servidor en el coche hace unos días. Acababa de iniciarse la campaña por las municipales y frente al stop en el que estábamos habían colocado el cartel de Tomás ‘Nadie’ Gómez: «El presidente de la gente común».
    Y mi santa soltó de repente: «Pero… ¿qué es eso? Cada día tengo más claro por qué nunca votaré a semejante personaje. Porque yo no soy común, yo soy especial y extraordinaria»
    Y no puedo estar más de acuerdo con ella XD

  4. El otro día un conocido mío comentaba que los paquetes de cigarrillos deberían llevar un aviso diciendo «El Tabaco informa de que el Gobierno es un peligro para la salud».
    La peligrosa experiencia automovilística aquí reflejada sugiere que debía añadirse «Las ocurrencias del PSOE pueden causarle graves daños al volante», … y andando, … y sentado en el sillón de su casa, … El PSOE en si mismo es un grave peligro para la salud.

  5. Pues yo era la primera vez que lo veía (leía). Ese cartel es un peligro en la carretera: su lectura puede provocar accidentes.

    • Pues también es verdad. Visto así hay que dar la razón a la junta electoral. No será publicidad engañosa, pero sí peligrosa.

  6. Je. Hace unos días alguien colgó una foto de ese cartel en FB. En medio de otros comentarios fáciles de suponer apunté, medio en broma, si tal cartel no sería cosa del PP.

    Pues hoy en el periódico me he enterado en efecto de que el cartel ¡Está pagado por el PP! y …¡La junta electoral ha ordenado su retirada!

    Y digo yo, si la frase es una cita verdadera (que al parecer lo es) ¿Por qué hay que quitarla?

  7. no puedo sino decir que la poca vergüenza que en algún momento hayan podido tener la han perdido de golpe. En mi barrio ayer pasó un autobús promocional de Tomás Gómez con el lema: «por el empleo». Me entraron ganas de poner o un «mi » o un «des» delante de la palabre empleo.
    Pero siguen teniendo estimaciones de voto por encima de los 8000000, dirán que para qué les sirve la vergüenza, que si con el desastre que han provocado aún tienen esa perspectiva con aferrarse a una leve mejoría de cualquier parámetro de la economía que se pueda vender saben que estarán de nuevo en la pelea

    • O con la insinuación de que se dará en un futuro lejano una leve mejoría….

      O basta con decir que la derecha es la culpable de todos los males pasados y la segura perpetradora de todos los futuros, si se le entrega el voto.

    • «…siguen teniendo estimaciones de voto por encima de los 8000000…»
      El socialismo es una religión, una fe irracional. Va más allá de cualquier consideración racional y del sentido común. Es ajeno a cualquier razonamiento.
      «Aunque él me quitare la vida, en él confiaré».
      Job 13: 15

      (El cartel forma parte de la campaña de Esperanza Aguirre. No sé a quién se le habrá ocurrido, pero la idea ha sido un hallazgo extraordinario: volver contra el adversario sus propias palabras)

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