Creía que Sálvame era un bestiario grotesco y grosero de sordidez insuperable, que nada podía repugnar más a mi gusto. Pero Telecinco es pródiga en desagradables sorpresas para todo espectador dotado de un mínimo de moralidad y buen sentido. Ayer noche, en horario de máxima audiencia, emitieron un programa con el sugerente título de Más Allá de la Vida en el que una auténtica Señora inglesa, muy correcta y elegante, era presentada por Jordi González, chico-para-todo de la cadena, como médium.
Desfilaron por el programa algunos famosillos como Sara Montiel o Miki Molina, y también personas anónimas que habían perdido a algún ser querido. La Señora hablaba muy pausadamente, con el lenguaje vago característico de los engañadores, y en inglés, lo que seguramente le daba un plus de credibilidad. No presté demasiada atención al programa, pues me hallaba absorto en otros menesteres, pero veía los rostros de los invitados cuando la mujer les relataba la elaborada trola sobre el supuesto mensaje de sus parientes muertos, sus ojos llorosos, y sentía que la perversidad de este engaño superaba todo lo admisible. Ya no es que nos presenten a una farsante como alguien merecedor de audiencia y atención, sino que aprovechan dicha farsa para ofrecer al público el lamentable espectáculo de personas genuinamente emocionadas, sufrientes, sometidas a una manipulación repugnante. Me impresionó el caso de una mujer que había perdido a su hijo de 9 años en un accidente de autobús. Imagino ese cuerpecito expirando su último aliento y me horroriza que una vida tan joven acabe de esa forma tan traumática, pienso en mi hijo y me pongo instintivamente en el lugar de la mujer, cuyo drama es el más profundo abismo en el que puede caer un alma humana. Entiendo que quiera aferrarse a lo que sea, para recuperar la esperanza, para creer que su hijito no murió, realmente. Y precisamente por eso me parece que convertir la manipulación de ese drama insuperable en espectáculo televisivo, para consumo de masas con ganas de una catarsis de llanto, es uno de las más innobles canalladas que pueden perpetrarse.
por favor, no nos metas a los «neardentales» (mi pareja dice que lo soy) en esto, pasa como con los lobos: ¡Está demostrado qeu tiene mejores sentimientos y casi mas inteligencia que los humanos!
Por lo demás…….¿Que nos esperamos de un país donde el presidente del gobierno se va a una reunión internacional (sea de caracter lúdico o de cumbre de jefes de Estado) y se hace fotografías con sus hijas disfrazadas de «góticas»……..y encima se cabrea con la prensa por publicarlas?
mmm deberia colocarse un mensaje como el de «South Park» a este tipo de programas
algo asi como:
«Este programa es irreal y grosero, los espiritus invocados son pobres actuaciones
y debido a su contenido nadie lo debe ver.»
Los chantajes emocionales, la explotación de las esperanzas de personas credulas y el populismo descerebrado hace parte de lo que constituye nuestra cultura, politica y diario vivir. No lo digo a manera de conformismo, para mi es obvio que SIEMPRE DEBEMOS CRITICAR pero como dice ‘*’ y a la larga «Esto se cura con educación», pero el aprendizaje masivo de una sociedad con tanta basura que se enseña y vende simultaneamente ralentiza mucho este proceso…
jeje pero supongo «que a la larga» esto mejora…
Esto se cura con EDUCACIÓN. Que es lo que cada vez más falta en España. País de neanderthales.
Prohibir no, pero creo que dada la proliferación de este tipo de espectáculos, deberían pensanser asignatureas específicas que protegieran a los niños… incluso programas para adultos que contrarestaran el efecto pernicioso de estos negocios.
Pienso que para muchas personas lo que ven en la tele constituye un patrón fidedigno de pensamiento y comportamiento: No saben discernir entre realidad y espectáculo. Es obvio el problema que en estos numerosísimos y vulnerables casos puede ocasionar el ver un circo dónde «ganador» es el más mal educado, el que más grita e insulta, el que más odio gratuito destila en sus intervenciones…
Cara de palo, no sería bueno prohibir estas basuras, pero debemos tener la libertad igualmente para criticarlas. Eso también vale para la política.
Yo conozco muy de cerca a televidentes que siguen el programa, Fernando. En su cabeza probablemente haya desatada una tormenta de empatía, y en medio de ella están ciegos a la realidad.
Cuanta verdad. A veces me pasa que intento «saber» cómo son los televidentes que siguen estos programas, que les pasa por la cabeza al verlos…
Lamentablemente si lo ponen al aire es porque tiene un mercado. Yo sigo pensando que hay que pensar en las generaciones futuras y que hay que apostar por la educación; ésta ya está perdida.
Gran post.
Casi lo olvidaba: Gustavo Bueno ya analizó el tema de la telebasura en un ensayo titulado Telebasura y Democracia. La idea central del ensayo es que la telebasura está unida a la democracia del mismo modo que la economía de mercado.
Yo estaría tentado de añadir que la democracia realmente existente en España, que presenta marcados rasgos de kakistocracia («gobierno de los peores», o «gobierno de la gentuza») y la telebasura presente en la programación televisiva, están estrechamente relacionados, pero no he visto cómo está el panorama en países con una democracia más digna de ese nombre.
El precio de no tener telebasura (lo que entendemos normalmente como telebasura, esto es, envilecimiento y chabacanería) sería volver a los tiempos de la TVE1 y la TVE2, cuando todo el mundo veía los mismos programas: los que le interesaban al gobierno o, al menos, los que no le molestaban. Para un liberal eso es una pesadilla. Naturalmente, en aquella época yo no lo percibía así, pero es que era muy jovencito y además no conocía otra cosa. Vale más tener una amplia y variada oferta televisiva con distintas cosmovisiones y tendencias ideológicas para elegir a tu gusto, y soportar la presencia de esos programas basura, que volver a aquellos tiempos del plato de lentejas (las comes o las dejas).
No entiendo cómo tiene siquiera sintonizada la Tetacinco en la TDT. Yo la borré el mismo día en que instalé el aparatejo.
En Antena3 tampoco se quedan cortos. En casa de un familiar vi un programa en que interrogan a un concursante con pasado turbio y lo someten al detector de mentiras; a medida que reconoce cosas inconfesables, va ganando dinero; si las niega, lo pierde todo. Sus familiares y seres cercanos están ahí, aplaudiendo cada ganancia, después de ver al concursante confesar que les ha engañado, que les ha deseado la muerte, y cosas por el estilo. Un espectáculo muy edificante, vaya. De todos modos, hay que reconocer que no llega al nivel del programa que describes.