La ciencia también es cultura

Toda teoría es válida y aceptada como correcta hasta que llega otra que la mejora y sustituye. Nos equivocamos, por decirlo de alguna manera, hacia arriba. Si un científico demostrase que la teoría de la relatividad es errónea, ya sólo podríamos leer sobre ella en los relicarios de la historia de la ciencia. Si un teólogo demostrase la inexistencia de Dios, de él –del teólogo, se entiende– no quedarían ni las reliquias. Dicho de otra forma: quien debe creer lo que dicen otros hipoteca su libertad; quien sabe que sus conocimientos son limitados y probablemente inciertos, en cambio, tiene siempre la opción de mejorar su criterio. Esta es la idea central y la garantía del progreso. Y la única posibilidad que tenemos de equivocarnos hacia arriba pasa por que estemos continuamente en proceso de formación.

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Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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14 comentarios

  1. Soberbio artículo, Luis. Realmente bueno.
    Abundando en lo que dices de

    Hemos pasado de un mundo lleno de predicadores a un mundo lleno de opinadores

    Tengo para mí que este es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo. En Expaña, se habla tanto más de una cosa cuanto menos se sabe de ella. Y así nos va. Si la opinión de cualquier ágrafo ignorante tiene el mismo valor (o más) que la de alguien experto en el campo de que se trata, es evidente que no podremos nunca «equivocarnos hacia arriba» y permaneceremos cometiendo una y otra vez los mismos errores.
    Saludos,

  2. Gracias Cara de Palo.

    Las ideologías y la ciencia siempre irán en sentidos diversos (no necesariamente opuestos). La razón se me antoja sencilla: mientras que la razón de ser de una ideología es la de convertir a todos a ella -una ideología no se cuestiona su universalidad-, la de la ciencia es la de autocuestionarse y que todos se cuestionen cómo de cerca de la realidad objetiva está lo que se formula.

    Sobre el arte y su decadencia ya habíamos escrito algo aqui:

    Cualquier intento de sublimar lo que realmente somos se nos antoja una hipérbola de mal gusto, o se convierte en arma de opresión; cualquier intento de no hacerlo se nos antoja despreciablemente grosero, parco, bruto, intranscendente… o se convierte en “arte”.

  3. En nuestro idioma no tenemos la distinción léxica que tienen los germanoparlantes entre Bildung y Kultur, de modo que el término «cultura» sirve lo mismo para referirse al bagaje colectivo, objetivo de una sociedad (es decir, cultura en un sentido antropológico, civilización) y a la formación del espíritu humano, de la individualidad, en un sentido de perfeccionamiento, ennoblecimiento y elevación (una idea ésta muy fomentada por el idealismo alemán).
    También hay otro concepto de cultura, entendida como el conjunto de las altas esferas del espíritu humano: filosofía, arte, ciencia, religión… A esta noción de la cultura es a la que normalmente nos referimos cuando hablamos de la ciencia en relación con la cultura.
    Pues bien, dentro de ésta última noción de cultura, resulta evidente que la ciencia actúa como una potencia en auge, que va comiendo el terreno a las demás. La filosofía se ha convertido prácticamente en Historia de la filosofía, un saber autorreferente para tertulias de postín. La religión retrocede visiblemente en las sociedades avanzadas. El arte, al menos según la idea del mismo que consagró el espíritu del romanticismo como una religión mistérica, está dando sus últimas boqueadas, o es ya un grotesco cadáver ambulante.
    El mayor problema que veo yo en relación con la ciencia es el de su instrumentación con fines bastardos (normalmente políticos o ideológicos), que nada tienen que ver con la búsqueda honesta del conocimiento desde una perspectiva sanamente escéptica; y, por otro lado, existe un fenómeno fácilmente observable entre los aficionados a temas científicos, consistente en convertir la ciencia en una religión, con sus dogmas y artículos de fe, sus herejías, sus inquisiciones y su marcada hostilidad hacia la competencia (las religiones propiamente dichas), por no hablar de su desprecio hacia los que manifiestan dudas con respecto a los artículos de fe, como si la duda fuera ofensiva o perniciosa para la ciencia. Me temo que esta perversión es inevitable, pues va con la naturaleza humana, que está sometida a prejuicios y vicios cognitivos. Además están los intereses personales y de grupo, que han de ser defendidos contra cualquier amenaza, intruso o indeseable que venga a incordiar. Si la ciencia fuera tan sencilla como la técnica (vulgo tecnología), en la que algo funciona o no funciona, y si funciona se usa; si no, se descarta…
    Me temo que hay ciencias enteras, campos del conocimiento que son más charlatanería que ciencia, y cuando digo charlatanería no me estoy refiriendo a las seudociencias como la homeopatía o el psicoanálisis, sino a ciencias más o menos respetables, ciencias sociales trufadas de ideología.
    A menudo ocurre que las ideologías y la ciencia van en sentidos opuestos, o son incompatibles. Me viene a la cabeza un ejemplo: la psicología y la biología evolutivas representan una refutación permanente de las tesis de la ideología de género, evolución del feminismo radical à la Simone de Beauvoir, y sin embargo la sociedad se rige cada vez más por unas tesis que nada tienen que ver con el conocimiento, porque son pura ideología.
    Tal vez me he salido un poco del tema, pero ahí queda de todos modos.

  4. Pequeña puntualización: la entrevista a Dennett la hizo Antonio Gimeno.

    Nota editor: cierto, la hizo Antonio. Mil disculpas 🙂

  5. Estimado Julio, bienvenido al blog.

    Ciertamente, es imposible basar nuestra capacidad moral solamente en lo que la historia nos ha ido dejando del «naturalismo». Dennett lo expone perfectamente en su obra -también en este blog, gracias la entrevista que le concedió a nuestro Germánico (como muchos otros de los que citas, por cierto).

    La consiliencia siempre me ha recordado al cuento de los diez sabios indúes y el elefante 😉

     

  6. Estimado Luis

    Estoy de acuerdo punto por punto con tu entrada. El problema es que en España puedes ir por ahí creyendote un intelectual sin haber leído a A. Damasio, D. Dennett, R. Penrose, R. Dawkins, S.J. Gould o E.O. Wilson  y pensadores actuales de semejante calibre. El problema de cómo nuestro circuito neuronal ha generado por la evolución nuestra capacidad de emitir juicios morales, ha de abordarse desde el punto de vista de la historia y la moral, por supuesto, pero también desde el punto de vista de la biología, la geología y la física. Soy firme partidario de la idea de «Consiliencia» de E.O. Wilson, la convergencia paulatina de lo que aquí denominamos «ciencias» y «letras», conforme avanza el conocimiento de los mecanismos cerebrales, del desarrollo embrionario y de la genética de poblaciones.
    Un saludo.

  7. La ciencia es, en efecto, cultura, y de primerísimo orden. También son expresiones culturales, si nos atenemos a una definición antropológica de cultura, las mamarrachadas de la telebasura o los juegos de ordenador.

    Algunos vecinos nuestros en la red defienden una visión más bien limitada de la ciencia como cultura, en la que prevalece el más bien religioso principio de negación de la fe, en lugar de un sano escepticismo. Pero aparte de estos fanáticos, quienes defienden la ciencia verdaderamente defienden el progreso, el único progreso factible…

  8. Muy bueno, Luis. Gracias.
    Pero yo veo dos cosas separadas. Por una parte tu crítica a la intervención de los no expertos (políticos, escritores, columnistas) en las consecuencias de la ciencia. No estoy muy de acuerdo, pero no me voy a enrollar. Por otra la crítica de la educación. Para mi es la madre del cordero de algo más gordo. Una de las estrategias en el empeño de  sustituir el imperio de la razón por el imperio de la opinión, para conseguir el dominio total de los creadores de opinión.
    Lo de ciencia / cultura me parece más lío. Si cultura es un conjunto de formas, modelos o patrones de un grupo humano concreto, entonces no veo la ciencia como cultura. Si civilización es aquello compartido por las culturas dominantes, entonces prefiero pensar en la ciencia como parte esencial de la civilización. Por otra parte el enfoque científico y  racional (o su intento) es lo que distingue nuestra cultura concreta. O distinguía. Yo creo que para algunos se trata precisamente de cambiar eso, y creo que es eso de lo que estás hablando.
     
     

    • Estimado Plazaeme,

      sí, me refería a eso. Nuestra cultura está profundamente marcada por la ciencia. Profundamente anclada en los principios del progreso, de la adaptación, del uso eficiente de recursos naturales y humanos y de la falsabilidad desde la razón. El arte, la música, la literatura, son expresiones (o lo eran) de la inspiración individual, del espíritu de perfección. Un artista es alguien que ve lo que yo no veo y es capaz de ponerlo en un lienzo, por ejemplo. Me puede gustar más o menos, pero nunca me atrevería a decir que es mejor o peor. Simplemente lo disfruto. O no.

      No me refiero a la participación de los no expertos en las consecuencias de la ciencia, sino en la elaboración de la ciencia misma. Si dejamos que unos opinadores decreten como «ciencia» una teoría «X», desde la ignorancia y en nombre de, por ejemplo, el «consenso», estamos minando la esencia misma de la ciencia.

      Gracias a tí 🙂

  9. «Hemos pasado de un mundo lleno de predicadores a un mundo lleno de opinadores. De un mundo lleno de creyentes sometidos a un mundo lleno de ignorantes sometidos».
    Luis, el día que estás inspirado (como diría mi hijo), tu escrito esta «Flama».
    Un cordial saludo, seguimos en la lucha.
    Pablo el herrero

  10.  
    Espléndido artículo, Luis. Es un privilegio contar con gente como tú, como vosotros. Se lo daré a leer a mi hijo, tiene once años, pero lo entenderá.
     
    Saludos. E.

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