Después de definir la Economía, establecer un método científico y fijar los axiomas de la Economía es el momento de empezar a elaborar las estructuras lógicas con las que vamos a avanzar en el conocimiento de la Economía.
Dado que, para obtener los bienes y el dinero que les son necesarios para vivir las personas tienen que recurrir al intercambio, al comercio, vamos a analizar el comportamiento de las personas en este aspecto.
La definición de dinero ya la vimos en el anterior capítulo. Aunque en el anterior capítulo ya hable de bienes voy ahora a definir claramente el concepto de bien.
Un bien es cualquier mercancía, alimento, artículo, máquina, inmueble, activo material o inmaterial o servicio por el que alguien esté dispuesto a pagar dinero.
Aunque la mayoría de la gente estaría dispuesta a pagar por la inmensa mayoría de los bienes, existen bienes por los que, aún teniendo suficiente dinero para pagar por ellos, poca gente estaría dispuesta a pagar algo. Eso no quiere decir que dejen de ser bienes. Mientras alguien esté dispuesto a pagar algo por un artículo, maquina, inmueble, activo o servicio eso lo convierte en un bien.
El mercado es el sistema por el que el dinero y los bienes se intercambian libremente por ambas partes.
A partir de ahora consideraré intercambio a la compra/venta de bienes.
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CARACTERISTICAS DE LOS INTERCAMBIOS EN UN SISTEMA DE MERCADO.
A continuación analizaré las distintas características que condicionan todos los intercambios bajo el sistema de mercado.
a) Tradicionalmente a una de las partes del intercambio se la denomina demanda y a otra oferta, aunque en realidad ambas partes son oferta y demanda a la vez. Una parte ofrece dinero y demanda bienes y la otra ofrece bienes y demanda dinero.
b) Nada garantiza que las dos partes que intenten un intercambio lleguen a un acuerdo, es posible que una o las dos partes considere que no puede obtener de la otra lo suficiente como para que merezca la pena el intercambio.
En el caso que las dos partes lleguen a un acuerdo entonces fijarán el precio y la cantidad de bienes a intercambiar.
Aunque las dos partes de un intercambio lleguen a un acuerdo libremente eso no quiere decir ni mucho menos que estén completamente satisfechas con ese acuerdo. Al que compra siempre le parecerá caro lo que compra y al que vende siempre le parecerá barato lo que vende.
Por lo tanto el precio sólo significa que, a ese precio, ambas partes consideran que merece la pena realizar el intercambio de una determinada cantidad de bienes en un momento dado.
En un sistema de mercado sólo se producirá un intercambio cuando ambas partes obtengan una satisfacción de sus intereses particulares mayor que si el intercambio no se realizase.
c) El que un intercambio se realice a un determinado precio y en una determinada cantidad no significa que en siguientes intercambios ese precio y/o esa cantidad se vaya a mantener. En cada intercambio siempre se produce la misma disputa entre las dos partes que comercian y en las que cada una intentará obtener el máximo de satisfacción posible.
d) El que compra ni tiene por qué saber, ni tiene por qué importarle, lo que le haya costado al que vende el bien que vende ni sus beneficios. Del mismo modo el que vende no tiene por qué saber, ni tiene por qué importarle, el dinero de que dispone el que compra.
Eso no quiere decir en absoluto que ambos, comprador o vendedor, no sepan y/o puedan importarles el coste, los beneficios y el dinero del vendedor y comprador respectivamente. Simplemente quiere decir que no son condiciones imprescindibles para que se realice el intercambio.
e) ¿Qué es lo que determina el precio y la cantidad de bienes que se intercambian?
Dado que las personas cuando compran lo hacen en función de sus propios intereses y que esos intereses se centran en satisfacer el máximo de necesidades y que las necesidades son algo subjetivo de cada persona, lo que determine el precio será siempre algo subjetivo. Recuerde lo que dije en el capítulo 3, (axioma 3) :
«Quede bien claro que los propios intereses son eso: los propios intereses, ni son justos ni injustos, ni buenos ni malos, ni correctos ni incorrectos, ni altruistas ni egoístas, ni solidarios ni insolidarios, sino simplemente los propios intereses de cada persona. Y cada persona elige sus propios intereses.”
En consecuencia los compradores estarán dispuestos a pagar más por el producto que crean que les satisfará más.*
Pero el precio también está determinado por otra condición, esta completamente objetiva, la cantidad de dinero que tiene el comprador. Esta condición es lo que se denomina restricción presupuestaria.
Restricción presupuestaria: el comprador no puede pagar por el conjunto de bienes que compra más del dinero que tiene en ese momento.
En cuanto a los que venden como su interés será siempre obtener la mayor ganancia posible, para poder luego satisfacer la mayor cantidad de necesidades posibles de acuerdo a sus propios intereses, intentarán vender al precio en que más beneficios obtengan, que no necesariamente será el más alto.
Para obtener la mayor cantidad de ganancia posible los vendedores tienen que elegir el bien y el precio que creen que más interesará a los compradores. Esta elección es subjetiva. Del éxito de esta elección subjetiva dependerán, en parte, sus beneficios.
Obviamente el vendedor no puede vender más bienes de los que ha sido capaz de producir, esta es una condición objetiva.
f) Aunque en los manuales de Economía keynesianos siempre aparecen unas curvas de demanda y oferta que se cruzan en un punto, en realidad nadie, ni los propios participantes en el mercado, tiene ni idea de cómo son esas supuestas curvas. Es decir nadie sabe, ni puede saber, la fórmula matemática de la demanda ni de la oferta. Todo intento de matematización es simplemente una pérdida de tiempo. Lo único que sabemos es el precio y la cantidad de bien intercambiado una vez se ha realizado la transacción.
El comprador ignora su propia curva de demanda puesto que, aunque en determinado momento sepa cual es los precio y las cantidades a las que está dispuesto a intercambiar, esa curva puede cambiar con el tiempo. Sus condiciones personales pueden cambiar, sus gustos personales pueden cambiar, en definitiva sus intereses particulares pueden cambiar. Y por supuesto también puede cambiar la oferta tanto en precios, como en características del producto o incluso en no ofrecer más ese producto. (axioma 4)
En cuanto al vendedor este tampoco sabe lo que le valdrá el bien que vende en el futuro, o si quizá le interese más vender otro bien. El vendedor siempre dependerá de los cambios de gusto o de cantidad de dinero del comprador que por supuesto no conoce. (de nuevo axioma 4)
Dado que tanto la curva de demanda como la de oferta son dinámicas, cambian con el tiempo, que los posibles cambios son impredecibles y que en un momento dado sólo conocemos cantidad y precio del bien, la capacidad predictiva de la Economía en este campo es limitada.
Lo único seguro es que:
El comprador intentará satisfacer al máximo sus intereses particulares, sus necesidades.
El vendedor intentará tener el máximo beneficio posible.
En un mercado libre el intercambio no necesariamente se tiene que producir.
En un mercado libre sólo se realizará un intercambio si ambas partes salen beneficiadas.
El límite del intercambio viene dado por la restricción presupuestaria y/o la capacidad de producción del vendedor.
Las únicas partes visibles del proceso de intercambio para cualquier persona ajena al intercambio son el precio y la cantidad intercambiada.
No se pueden predecir con exactitud ni cantidades ni precios de futuros intercambios.
Aunque algunas de estas características puedan parecer obvias o redundantes hay que dejarlas claras desde el principio para no caer en errores.
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EL INTERCAMBIO EN LIBERTAD.
El proceso de intercambio en un sistema de mercado se asemeja al de una subasta.
El vendedor busca primero un bien que considera que satisfará una necesidad de los compradores. A continuación fijará un precio con el que piensa que obtendrá el máximo beneficio. Y finalmente ofertará el bien a los compradores.
Los compradores siempre empezarán demandando una cantidad de bienes a un precio cero o casi cero. A continuación en función de la oferta pedirán una mayor o menor cantidad a un precio dado.
Puede que en el mejor de los casos (para el vendedor) los compradores acepten el primer precio. Si no es así el vendedor se verá obligado a bajar el precio de su producto hasta que encuentre comprador. No importa que ese precio sea menor del que le costó al vendedor, los compradores ni tienen por que saberlo ni tienen por qué importarles. El vendedor ya ha hecho la inversión en el bien que vende y ahora sólo le queda deshacerse de él para recuperar lo que pueda del dinero invertido.
También puede suceder que al primer precio fijado por el vendedor la demanda sea tal que le permita, en posteriores intercambios, subir el precio, hasta llegar al punto, en que ya no venda suficientes bienes para mantener sus beneficios y obtenga mayores beneficios vendiendo a un precio más bajo pero vendiendo más bienes.
El papel del precio en el proceso de intercambio es el de transmisor de información. El precio no transmite una información específica acerca del cuanto o del como satisface el bien a los compradores, simplemente transmite que a ese precio los compradores están o no están dispuestos a comprar.
El vendedor puede hacer muchos estudios de mercado y otras investigaciones pero al final lo que cuenta es si el precio es el adecuado o no.
Cualquier modificación por imposición del precio llevará al vendedor y al comprador a tomar decisiones equivocadas, a no ser claro que el precio impuesto coincida con el que aceptaría libremente, pero en ese caso ¿Para qué es necesaria la imposición?
El sistema de libre mercado ofrece, en consecuencia, dos ventajas importantes sobre cualquier otro sistema de intercambio.
Garantiza que ambas partes ganarán en el intercambio. Dado que ambas partes actuarán con libertad obrarán en defensa de sus intereses particulares (axioma 3).
Como resultado del intercambio se tendrá un precio y una cantidad. Esos datos sirven de información e incentivo a ambas partes. Esta información es lo que permite, que en posteriores intercambios, ambas partes actúen de acuerdo a sus propios intereses. (axiomas 3 y 4)
El precio no tiene necesariamente que tener relación con el coste. Si la demanda es muy baja el vendedor puede verse obligado a vender sus bienes por debajo del precio de coste para recuperar lo que pueda del capital invertido. En cambio si la demanda es muy alta el precio será muy superior al coste y los beneficios muy altos.
Una gran diferencia entre el precio y el coste supone un fuerte incentivo para el vendedor en el sentido de que ese producto da muchos beneficios y por tanto merece la pena invertir más recursos en producirlo o en el sentido contrario si el precio no cubre los costes el vendedor dejará de producir el bien.
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El precio refleja la diferencia entre la oferta y la demanda inicial.
Obviamente la demanda inicial siempre será a un precio cero o próximo a cero.
El precio tampoco refleja el grado de necesidad de un bien. El agua es imprescindible para la vida, los diamantes no. Sin embargo en la mayor parte del mundo los diamantes son mucho más caros que el agua.
Esa diferencia de precio indica que la oferta inicial de agua es muy grande respecto a la demanda, mientras que la oferta inicial de diamantes es muy baja respecto a la demanda.
Como la oferta de agua es muy abundante esa necesidad sería satisfecha muy rápidamente y a un bajo coste mientras que la necesidad de diamantes, al ser muy baja la oferta, quedaría insatisfecha y sólo podría ser satisfecha a un alto coste.
En el hipotético caso de que el agua fuese tan escasa que tuviéramos apenas la imprescindible para vivir , es decir que la oferta inicial de agua fuese muy inferior a la demanda, el precio del agua sería mayor que el de los diamantes.
O si siguiese existiendo mucha oferta de agua, pero de repente se encontrase un sistema para producir diamantes en cantidades industriales y a un bajo costo, entonces los diamantes probablemente valdrían mucho menos que el agua.
El precio no tiene nada que ver con la utilidad o la necesidad *, sino con la diferencia entre oferta y demanda inicial. Obviamente a la hora de realizar el intercambio oferta y demanda serán iguales.
El sistema de mercado es intrínsecamente imperfecto. El sistema de mercado está formado por las decisiones de personas que cometen errores (axioma 2) y que pueden cambiar de intereses particulares en cualquier momento (axioma 4). La información que tienen los participantes en un mercado es siempre imperfecta dado que el precio y la cantidad no transmiten infinidad de datos, datos que además pueden saber algunos de los participantes en el mercado mientras que otros no los saben.
El sistema de mercado tampoco permite hacer predicciones exactas, y en algunos casos ni siquiera predicciones, comportándose los futuros precios como variables aleatorias. Eso es así porque el sistema de mercado no nos da nunca datos futuros, nos da datos pasados o como mucho presentes que pueden ser útiles para predecir el futuro pero que no son los datos del futuro.
El sistema de mercado nunca está en equilibrio permanente, todos los participantes están siempre intentando conseguir y defender sus intereses particulares (axioma 3) o pueden cambiar sus intereses particulares (axioma 4). Cada nueva transacción genera nuevos datos de precios y cantidades. Para que existiese el equilibrio permanente todas las personas deberían de mantener las mismas preferencias y con la misma intensidad durante cierto tiempo, también los sistemas de producción deberían se iguales durante ese mismo tiempo, pero eso es casi imposible habida cuenta de que todos los participantes pueden cambiar sus intereses particulares en cualquier momento (axioma 4) y, de hecho, muchas veces les interesa cambiar de intereses particulares.
Por último el precio, cuando es resultado de un mercado con muchos vendedores y muchos compradores, no tiene por qué ser el que habría si cada intercambio se realizase individualmente. Dado que cada persona es diferente (axioma 1) es posible que un precio, resultado de un mercado con muchos miembros, sea “barato” o “caro” para un determinado participante y que, aunque ese participante estuviera dispuesto a pagar más por la misma cantidad o a consumir más, o incluso simplemente consumir, si el precio fuese menor, no tuviese oportunidad de hacerlo.
Es decir, es posible que en un mercado con muchos participantes, un participante individual no encuentre exactamente lo que busca.
En este capítulo hemos visto:
Las definiciones de bien y de sistema de mercado.
Características del intercambio.
El sistema de mercado permite a ambas partes beneficiarse cuando intercambian bienes, permite así mismo obtener un precio que servirá para que en el futuro todos los participantes puedan perseguir y defender de manera adecuada sus propios intereses.
El sistema de mercado es intrínsecamente imperfecto y en desequilibrio constante.
El precio sólo transmite la diferencia entre la oferta y la demanda inicial.
El precio ni transmite ni el coste de producción del bien, ni la utilidad, ni la necesidad, sólo la diferencia entre la oferta y la demanda iniciales.
El sistema de mercado no permite hacer predicciones seguras.
Por último y muy importante: a partir de ahora la Ciencia Económica se dedicará a estudiar el sistema de mercado, sus fallos, sus errores y sus posibles modificaciones o soluciones a los fallos y errores, también comparará el sistema de mercado con otros sistemas de no mercado.
El objetivo es encontrar el sistema que sea más eficaz a la hora de satisfacer las demandas de los participantes, obviamente no existe ni existirá sistema perfecto. En ese sentido la Ciencia Económica siempre tendrá preguntas por responder…. igual que las demás Ciencias.
*Nota importante:
los compradores estarán dispuestos a pagar más por el producto que crean que les satisfará más.*
El precio no tiene nada que ver con la utilidad o la necesidad *
En este capítulo he hecho estas dos afirmaciones que son contradictorias. Resolver esta contradicción trajo de cabeza a los economistas durante más de un siglo, hasta que Carl Menger lo hizo a finales del siglo XIX. En el capítulo 7 os enseñaré la resolución a esta contradicción.
AQUÍ puede ver el resto de capítulos de «Comprendiendo la economía».