Samuel Beckett se dirigió a quienes se disponían a interpretar los cuatro papeles de su lúgubre obra teatral Fin de Partida, poco antes de su estreno: «Debemos arrancar tantas carcajadas como sea posible con esta cosa atroz»
En Fin de Partida el mundo, tal y como el hombre lo entiende, se ha acabado. El ciego y paralítico Hamm y su sirviente Clov conviven de mala gana entre cuatro paredes, aferrados el uno al otro y a las rutinas insulsas que con hilo invisible les unen. Los padres de Hamm, troceados dentro de sendos cubos de basura, son testigos impotentes de los rituales sin sentido de Hamm y Clov.