En 1799 Goya dibujó el misterioso grabado de un hombre dormido sobre su escritorio, con la pluma caída de la mano, al que rodeaban por encima siniestros monstruos voladores. En letras grandes, en el lateral de la mesa, que ocupaba la esquina inferior izquierda del cuadro, estaba escrito «El sueño de la razón produce monstruos». La ambigüedad de la frase incita a la perplejidad y a la reflexión. ¿Puede la razón soñar?
Los sueños de la razón son sueños diurnos. Quienes los padecen forman escenarios ideales en su mente, con una lógica aplastante de circunspecta linealidad circular, con la candidez, la belleza y la sencillez de una figura geométrica perfecta. Son islas racionales, aisladas de toda perturbación exterior, como lo está el sueño nocturno, que se desenvuelve tras las hojas cerradas de las ventanas de los sentidos. No están en ninguna parte. Son utopías(οὐτοπία: ningún lugar), y los movimientos que generan derivan inexorablemente en distopías. En definitiva lo que pinta y escribe Goya: el sueño de la razón produce monstruos.
Lo que quiso decir Goya lo desconozco. He de admitir que lo interpreté a mi manera.
Totalmente de acuerdo con los comentarios anteriores. Iba a decir lo mismo cuando vi que se me adelantaron. Creo que la idea de Goya, teniendo en cuenta su contexto histórico y sus influencias intelectuales, era más bien una advertencia contra la irracionalidad, la superstición y esas cosas. Claro que hoy en día resulta ambiguo. Si hubiera dicho «los sueños de la razón» o «los desvaríos de la razón», habría evitado esa ambigüedad. Pero me parece a mí que lo que quería decir es algo así como «el eclipse de la razón». La imagen del grabado, además, apoya esa interpretación: el intelectual se ha quedado dormido y entonces surgen los monstruos de la penumbra, como en una película de terror. Es una visión típica de la Ilustración.
De haber querido decir otra cosa (la idea que expresa Germánico), habría resultado asombrosamente profético, como si hubiera viajado al futuro por un agujero de gusano. Pero, al fin y al cabo, Goya era un hombre de su tiempo; moderno, si se quiere, pero de su tiempo.
Posiblemente, cuando Goya dibujó los Caprichos, tuviera en mente la interpretación más trivial, que es la que señala el comentarista Oscar. Sin embargo, la interpretación de Javier Moreno en LD me parece mucho más interesante, independientemente de la intención del pintor. Al respecto Miquel Porta Perales en su libro «La tentación liberal» (2009), págs. 20-33, incluye un ensayo, en cierto modo independiente, titulado «Goya en la calle del Desengaño», y que desarrolla brillantemente la misma idea, de la razón como engendradora de pesadillas, cuando no es consciente de sus límites.
Yo siempre entendí esa frase en un sentido bien diferente.El significado de sueño en contraposición a vigilia. Es decir, cuando la razón duerme y no trabaja la racionalidad, el pensamiento lógico desaparece y se imponen la superstición y otros «monstruos».
Teniendo en cuenta que Goya era un ilustrado, afrancesado, hijo del siglo de las luces parece que esa debía ser su intención.