Descartes cometió varios errores, que hoy la ciencia está poniendo de manifiesto. Primero trató de contradecir la fórmula socrática del solo sé que no se nada con una certeza que nadie pudiera atacar: su pienso luego existo. Después dividió la naturaleza en res extensa y res cogitans, y con ello separó al cuerpo de la mente (sobre este error es recomendable la lectura del magnífico libro El error de Descartes, del neurólogo portugués Antonio Damasio). Tomó, en tercer lugar, al resto de seres vivos por autómatas. Pero el principal error que subyacía a estos otros era la aplicación de un racionalismo estrecho de miras a una realidad demasiado compleja para ser reducida a modelos, en particular a modelos creados por una mente ávida de certidumbres.
La incertidumbre es una de las verdades con las que nuestro bagaje evolutivo está más reñido. Buscamos regularidades en la realidad que nos rodea, y tenemos fobia al sinsentido, al igual que se dice que la naturaleza tiene horror al vacío.
Que grande Descartes.
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«Pajín en el país de las maravillas» : http://elrinconliberal.es/?p=410