En este caso vamos a abandonar la línea convencional de estos artículos y expondremos dos ejemplos imaginarios para ilustrar lo anunciado en el título. Nada de datos y enlaces. Todo lo expuesto a continuación se basa en elucubraciones provenientes de la calenturienta mente del autor. (¿O no?)
Caso 1. Estamos en mayo-junio de 2.007. El RD 661 está a punto de dar la salida a la carrera del oro fotovoltaico. Todos quieren su parte. Hay escasez de placas solares para plantar y se busca importar de donde sea o producirlas a marchas forzadas. La fabricación de placas no es tarea muy compleja, ahora bien, se necesita la materia prima: El silicio de grado (pureza) solar. Éste solo se fabrica en un número limitado de fábricas en todo el mundo. Imaginemos que una de estas fábricas se encuentra en España. Los pedidos de material crecen y crecen y cubren la fabricación de sobra, por lo que se plantean una ampliación de las instalaciones. Estamos hablando de un proceso complejo con un enorme gasto energético (como sabemos, las placas solares son caras, en gran medida eso se debe a la gran cantidad de energía necesaria para su fabricación). El silicio se funde en hornos eléctricos de gran potencia y luego necesita refrigerarse (más gasto de energía). Supongamos que analizando la fábrica ya existente, alguien tiene una idea para optimizar los circuitos de refrigeración de la ampliación. Esto no requiere inversiones adicionales y supondría cierto ahorro energético (nada milagroso, supongamos que hablamos de un 2%). Ahora bien, al ser algo nuevo y distinto a lo existente (la tecnología de la fabricación es extranjera y las claves se mantienen en secreto), nadie en la fábrica quiere saber nada de esa posible mejora que (quizá) podría comprometer los sagrados plazos de entrega (hay que correr para entrar en el cupo antes de que se acabe). Conclusión: El modelo de prima estilo “marica (con perdón) el último”, puede ser contraproducente para la mejora tecnológica.
Caso 2. Supongamos ahora que en las mismas fechas del 2.007, al amparo de la nueva ley un promotor se plantea construir una central eléctrica para quemar una biomasa residual de la que dispone o puede disponer mediante acuerdos con empresas del sector agrario. La prima para el sector de la generación eléctrica con biomasa es mucho menos generosa que la fotovoltaica. Además es un sector que requiere trabajo por parte del promotor (a la hora de asegurarse el combustible, seleccionar las tecnologías más adecuadas, etc.) y no solo contactos y mamoneo. Por todo ello su desarrollo es mucho más limitado. Para el caso (imaginario) que nos ocupa, supongamos que la tecnología para el manejo, preparación y combustión de la biomasa disponible solo cuenta con una central de referencia en España. Esa central se construyó gracias a fondos europeos por tratarse de un proyecto pionero y la tecnología utilizada procede de países nórdicos en los que se cuenta con experiencia en el aprovechamiento energético de la combustión de biomasa. Pero surge una dificultad, decíamos que la prima para este sector es menor que la fotovoltaica, entre la cuarta o la quinta parte en función del tipo de biomasa. Así, si se desea construir la central con la tecnología nórdica, resulta que los números económicos no salen, el proyecto no es rentable en absoluto. Hay dos opciones, olvidarse del proyecto o intentar abaratarlo recurriendo a tecnólogos nacionales que le echen valor y desarrollen a un precio más competitivo una tecnología similar a la europea. Con esta segunda vía, se consiguen kWh “verdes” a precios más económicos que los solares y con un tipo de central gestionable, esto es, que se sabe con bastante fiabilidad cuando va a funcionar y puede subir y bajar carga dentro de unos límites a voluntad. Además, se contribuye al desarrollo tecnológico nacional. Si la prima hubiera sido el doble, presumiblemente se habría contratado la central entera a una empresa finlandesa (por ejemplo), que se habría llevado crudo el beneficio del proyecto procedente de ese exceso en el precio del kWh que habríamos pagado entre todos. Conclusión, gracias a una prima ajustada se consiguen kWh más baratos y se fomenta el desarrollo tecnológico.
Naturalmente, a alguien se le pueden ocurrir otro tipo de casos con distintas conclusiones, pero estos dos que les hemos contado, aunque imaginarios, resultan verosímiles ¿no les parece?
Jeje, frío, frío Jonsy. Si no me equivoco el proyecto del que hablas es para una planta de fabricación de biocombustible a partir de biomasa residual. Abengoa tiene parada (que yo sepa así sigue) una planta de fabricación de bioetanol en Salamanca, por la baja rentabilidad de fabricar biocombustible en competencia con la industria alimentaria.
Es posible (pero más caro) fabricar biocombustible a partir de la llamada biomasa secundaria (lignocelulósica) o sea, residual, y es para lo que van a construir una planta piloto, también en Salamanca.
Pero de lo que hablábamos aquí es de otra cosa distinta. Una central térmica que en lugar de carbón o gas (o uranio) quema biomasa residual, genera vapor a alta presión y temperatura y lo turbina generando electricidad. Por ello se encuadra en el Régimen especial de generación eléctrica, como los molinillos y las placas solares, pero con las ventajas de una central convencional a la hora de regular (y prever con antelación) carga.
No hay que confundir los dos tipos de aprovechamientos energéticos de la biomasa. Por un lado se puede utilizar para fabricar biocombustibles y por otro para generar electricidad.
Saludos y gracias por el interés (lo de la clave no es capricho, es por no dar demasiadas pistas de asuntos, como el caso 1, evidentemente polémicos, de ser reales y no imaginarios, claro está).
Efectivamente: de elucubraciones nada: el país nórdico es Finlandia, el proyecto se llama Cénit, la empresa Abengoa, y la planta prototipo está en Salamanca
(¿o no? 🙂 Joer, es que con artículos en clave como éstos, uno se pica, y….
…pero estos dos que les hemos contado aunque imaginarios, resultan verosímiles ¿no les parece?
Estoy un pelín vago para buscar enlaces, pero juraría que el caso de la central de biomasa me suena un montón… Hasta creo haber leído un entrevista al director de una central de biomasa contando como se tuvieron que buscar las habichuelas para sacar rentabilidad al margen de las subvenciones… Y por lo que veo España es líder en desarrollo e innovación en tecnologías de Biomasa (no así en tecnología solar)
¿Seguro que son elucubraciones de una mente calenturienta? ( ¿o no? :-).